Edición 633 - Desde el 26 de enero al 8 de marzo de 2007
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Chile, “top ten”
NEOLIBERAL

CHILE: “top ten” en libertad económica y desigualdad. Mujeres venden ropa usada en una feria de Talcahuano.

En la segunda semana de enero dos noticias económicas, de muy diferente fuente y de aparente inconexión, vinieron a alimentar un largo proceso de aberraciones y descomposición. La primera, es un ranking de “libertad económica” que elabora la Fundación Heritage, de Estados Unidos -cuyo corresponsal en Chile es el conservador, ultraderechista y neoliberal Instituto Libertad y Desarrollo-. Ubicó a la economía chilena no sólo como la más liberal de Latinoamérica, sino en el lugar once entre más de cien países. La información, destacada como hazaña mundial por la monocolor prensa escrita nacional, fue también celebrada por nuestras autoridades económicas: Chile estaría ad portas de ingresar en el top ten de la libertad económica. El ministro de Hacienda, Andrés Velasco, calificó como “una buena noticia” el ascenso. “Confirma que Chile tiene políticas económicas modernas, innovadoras, que promueven el crecimiento y el emprendimiento. Una vez más, recibimos reconocimiento en evaluaciones internacionales a la calidad de esas políticas y a la calidad de nuestras instituciones”.
La otra información, no tan celebrada por las autoridades, surgió desde Santiago, desde el Banco Central, cuando el miércoles 17 de enero presentó el primer informe del año de Política Monetaria, texto que tiene como interés general su condición de pronóstico.

MALOS PRONOSTICOS
Y PEORES RESULTADOS

No solamente predicciones. También constataciones. El informe del Banco Central publicó también la tasa de crecimiento del producto del año pasado, la que marcó un escaso 4,2 por ciento, variación sensiblemente inferior a los pronósticos que hizo hace exactamente un año. Lo que había comenzado en una proyección de alrededor de un seis por ciento, finalmente cerró el año con un cuatro por ciento, lo que deja al primer año del gobierno de Michelle Bachelet como uno de los peores -en cuanto a crecimiento del producto- registrados por un gobierno de la Concertación.
La misma tendencia que recortó los pronósticos, parece dominará este año. El Banco Central, en septiembre de 2006, había proyectado que la economía chilena crecería en 2007 sobre el seis por ciento. Hoy, a poco más de tres meses, dice que crecerá menos de un seis. Si se mantiene la tendencia, es muy probable que en el curso de los siguientes meses encoja aún más esta predicción.
Por cierto que esta información no le agradó al hombre de Hacienda, que ha venido prometiendo desde marzo pasado que 2007 será mejor -repetimos, en cuanto a expansión del PIB- que 2006. Pero ante la voz del Banco Central, Hacienda sólo debe escuchar. El Banco Central es una institución observada y respetada como “la Autoridad” en la materia, ello, dicen, por su “independencia”, hoy posiblemente relacionada con las cualidades de su presidente, Vittorio Corbo, un economista de derecha, neoliberal y ligado al establishment financiero.
Velasco, decimos, no acogió bien esta información. Pero siempre habrá futuro, aunque éste nunca llegue como promesa cumplida. Por tanto, dijo lo que se ha dicho siempre: “La economía va a ir de menos a más”, frase acuñada por su predecesor, el PPD Nicolás Eyzaguirre. Por lo menos el rito está cumplido, porque otro asunto son las cuentas o las cifras.
Vale la pena conocer qué le deleita al hombre de Hacienda.
La Fundación Heritage es, según su propia definición, “un think tank conservador” que promueve las libertades económicas, que son aquellas funcionales a los grandes negocios. El índice va de cero a cien, que marca el paraíso empresarial, espacio teórico (aún) no ocupado por república, monarquía, ciudad o economía alguna, porque Hong Kong, que ha sido y persiste como la mejor demostración del paradigma neoliberal -ubicado en el primer lugar-, sólo logra registrar casi un 90 por ciento de aquella libertad. Tras este gran modelo económico, que ha sido la conexión entre oriente y occidente, podemos citar a los top ten: Singapur, Australia, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Reino Unido, Irlanda, Luxemburgo, Suiza y Canadá. En el puesto siguiente aparece Chile, con un 78,3 por ciento. Como dicen los aspiracionales: “Chile juega en las ligas mayores”.
¿Qué hace Chile -que es un país del sur del mundo, con un ingreso per cápita sensiblemente inferior a cualquiera del resto de sus competidores y una distribución del ingreso que ha de ser el reverso a la de, por ejemplo, Suiza o Canadá- en esta lista? También cabe preguntarse: ¿Cuál es la satisfacción que puede sentir Hacienda con la ubicación de Chile en el undécimo lugar de este ranking? La respuesta cae por su propio peso: más que una respuesta, será una permanente obstinación.
¿Qué se entiende por libertad económica? Habría que precisarlo: es la libertad que tienen los grandes inversionistas para hacer negocios. Por tanto, aparecen variables como libertad de comercio, de negocios, libertad fiscal, un gobierno que no incomode, libertad monetaria, financiera, relacionada con los denominados derechos de propiedad intelectual y, claro está, con el mercado laboral. A más flexibilidad, más libertad. Por último, aparece un capítulo asignado a la corrupción, en el que Chile obtiene un 73 por ciento (¿?).
Las dos informaciones citadas -como dijéramos- alimentan un proceso de aberración y descomposición no sólo económico, sino también social. Hemos visto que Chile aparece como el único país pobre, o, según los léxicos, emergente o tercermundista, en la lista de los mejor ubicados en el ranking de la Heritage Foundation. Es el único país pobre y sin protección social que ha liberado toda su estructura económica para el libre juego de los campeones del mercado. Que las grandes multinacionales sean liberadas en Suiza, el Reino Unido o Canadá -países que cuentan con sólidos sistemas de protección social- no es lo mismo que se haga en un país económica y socialmente débil como lo es Chile. Así, no es ningún honor aparecer en tal lista.
Se nos ha repetido desde Hacienda, desde las cúpulas del sector privado y desde los distintos oficiantes y publicistas del mercado, que mientras más abierta y libre es una economía, ésta será más vigorosa. Y ésta es, una de las economías más abiertas y desreguladas del mundo.
Pero no hay tal efecto virtuoso ni mágico. Lo que hay es un proceso de dos evidentes caras: bajo crecimiento de la economía y concentración de la riqueza. Si Chile es un virtual top ten en libertad económica, lo es también en desigualdad en la distribución de la riqueza.

CONCENTRACION
Y MAS CONCENTRACION

Hemos citado que el Banco Central pronostica para el año en curso un crecimiento del PIB entre un cinco y un seis por ciento, que podría disminuir. Si miramos la reciente experiencia económica, vemos que no es tan diferente a como ha sido hasta ahora. Entre 1998 y 2003 la expansión económica no superó el 4,5 por ciento; sólo creció sobre un seis por ciento entre 2004 y 2005 y ha vuelto a caer a partir del año pasado, cuando marcó un 4,2 por ciento. Si a ello le agregamos el proceso de concentración de la riqueza -y bastaría comparar las utilidades de la gran empresa con el aumento de los sueldos y salarios, obviamente sin considerar los millonarios honorarios de los directores de empresas y altos ejecutivos-, lo que hay es un evidente deterioro de las condiciones económicas.
Sin dejar de considerar ciertos esfuerzos del actual gobierno para tejer lo que ha llamado la red de protección social,           -cuya trama más densa está en el proyecto de reforma al sistema previsional (ver PF 631)-, el resto de las actividades públicas orientadas a lo económico están acotadas al control macroeconómico de los equilibrios fiscales y a la apertura de mercados, variables que han de ser comprendidas como la gran plataforma para el desarrollo del sector privado en actividades que van desde la producción a los servicios, de la salud a la educación.
Este proceso concentrador, además de tener una evidente presencia en todos los servicios privados y privatizados (desde la banca, los seguros, las AFPs, Isapres y gran comercio, junto a todos los servicios básicos), también se expresa en los sectores productivos de recursos naturales, como la minería del cobre, el sector forestal y de la celulosa, la fruticultura, agroindustria y pesca, que son también las áreas que conforman el sector exportador chileno. Aproximadamente el 80 por ciento del total exportado corresponde a recursos naturales y sus derivados, frutas, cobre, minerales y alimentos. Y de este 80 por ciento, más de la mitad es minería. Este sector acotado a los recursos naturales sufre de otro tipo de concentración: sólo unas pocas grandes empresas están orientadas a los mercados externos. Menos de un diez por ciento de las exportaciones las realiza la pequeña y mediana empresa.
El proceso concentrador de la riqueza inherente al modelo neoliberal ha logrado crear en esos pocos ganadores desempeños sobresalientes. Según resultados de las sociedades anónimas, al primer semestre de 2006 las principales empresas chilenas que cotizan en la Bolsa aumentaron sus utilidades en un 63 por ciento. Estuvieron lideradas por las grandes mineras y el aumento explosivo en el precio del cobre en los mercados internacionales. Si se excluye a las mineras, el resto de las compañías aumentó sus ganancias en un once por ciento, encabezadas por el sector eléctrico y las grandes tiendas de departamentos y la banca, beneficiados estos últimos rubros por un aumento del consumo interno.
En líneas generales, este promedio marca un aumento histórico en las utilidades empresariales. Si se observa con mayor atención los resultados se constata que hubo un 25 por ciento de empresas que tuvieron pérdidas y otro grupo disminuyó sus utilidades. En el juego del libre mercado, cada vez son menos los ganadores. Pero éstos ganan cada vez más, y los resultados del año pasado no se diferencian de los ejercicios precedentes

PAUL WALDER
(Publicado en “Punto Final” Nº 633, 26 de enero, 2007)

 

 

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