COMENTARIO TEATRAL
El rey habló
El atractivo de esta obra aumenta con el protagonismo que adquiere el entorno, el Museo de la Solidaridad Salvador Allende. Rey Planta, de Manuela Gumucio (Prat, Juana, Narciso), crea expectativas y cierto misterio desde que el público es agrupado para recorrer el recinto y relacionar arte e historia.
La obra se inspira en un hecho real (Nepal, 2001), donde un príncipe fue convertido en rey luego de matar a su familia y sobrevivir a un intento de suicidio.
La experiencia teatral es contradictoria. Altera y ahoga la presencia del rey -en estado vegetal dentro de una vitrina pecera-, con su vida pasando a través de sus ojos. Desde el sillón-símbolo de poder, el inválido parece vigilar. Sus manos dan una sensación de serenidad y dominio. Sin embargo, algo tierno e indefenso sugiere también ese cuerpo estático que sólo se manifiesta con espasmos. Esa fuerza y vitalidad el actor Cristián Carvajal logra desatarla.
Un acierto es el cartelito “Lo que pensó y no dijo”, ya que conduce al mundo que se quiere revelar: la incomunicación y abandono físico y humano del rey y las reflexiones que hace, dadas a conocer por la voz de María José Parga, rica en matices e intencionalidad.
Como director, Juan Pablo Peragallo concentra el foco de interés en el rostro del protagonista y otros mínimos elementos. Busca resaltar el territorio desde donde surge un texto inquietante y sugerente que, en momentos, se espesa, aletargando un formato que siempre constituirá un desafío enfrentar.
(Museo de la Solidaridad Salvador Allende. República 475. F: 689 8761.
Vi. sá. y do. 20.30 horas)
Yakana viene
del norte
El talento y la trascendencia definen a Jaime Silva, prolífico autor del polémico El evangelio según San Jaime y de La princesa Panchita, texto relevante del teatro infantil.
Al frente de la compañía Pao-Pao, grupo experimentado en el trabajo con niños, Silva puso en escena Yakana, de Andrés Ediap y Paulina Quiroz, basada en leyendas de la cultura atacameña. El director, junto con acentuar el juego escénico, entrega un relato que combina lo didáctico y lo artístico.
Las leyendas nortinas se prestan para esta experiencia. Dicen que los protagonistas -Llama, Zorro, Serpiente, Perdiz y Sapo- llegan a la Tierra desde la “Constelación de la llama” o Yakana. Y como en esta historia hay un invasor que amenaza el ecosistema, asumen una misión épica que les permite subrayar la solidaridad y el respeto a lo diverso.
Entretenida y reflexiva, la obra se desarrolla con ritmo intenso, pero con pausas suficientes para que el público infantil acompañe la historia. Esta identificación se apoya también en el buen trabajo escenográfico, máscaras y colores que aluden al desierto, un territorio lleno de texturas y todavía poco conocido. Importantes son también las coreografías de César Santis. Por lo sugerentes que resultan las danzas y ritos que se incorporan.
Yakana estimula la imaginación, acercándose al mundo infantil con el rigor, el entusiasmo y la sencillez de buenos artistas adultos.
(Publicado en "Punto Final" Nº 633, 26 de enero de 2007)
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