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Morir en Puerto Montt
En Puerto Montt, ciudad fundada por Vicente Pérez Rosales en 1853
a orillas del golfo de Reloncaví, tuvo lugar una de las diez masacres
perpetradas durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, siendo ministro
del Interior Edmundo Pérez Zujovic e intendente subrogante de la
provincia de Llanquihue, Jorge Pérez.
Los hechos ocurrieron así: 91 familias sin casa, la mayoría
cesantes, se instalaron pacíficamente en terrenos de Pampa Irigoin
el martes 4 de marzo de 1969. Durante cinco días no tuvieron problemas
con la policía. Ello fue ratificado por el relato que hizo el diputado
socialista Luis Espinoza.
“El sábado 8, a las 10 horas, el comisario de Carabineros
Rolando Rodríguez Marbán, me fue a buscar a mi domicilio
y me pidió que lo acompañara al sector Irigoin... Allá,
Rodríguez le dijo a los pobladores que estuvieran tranquilos...
que trazaran bien las calles y que no se preocuparan, que nadie los molestaría”.
Ordenes del Ministerio del Interior hicieron variar la situación.
El diputado Espinoza -que había encabezado la acción de
Pampa Irigoin- fue detenido el domingo 9 de marzo, a la 1.40 de la madrugada,
acusado de infracción a la Ley de Seguridad Interior del Estado,
por haber participado en seis tomas anteriores. Lo enviaron a Valdivia,
donde lo pusieron a disposición de la Corte de Apelaciones.
Ese mismo domingo 9, a las 7 horas, doscientos cincuenta carabineros asaltaron,
por orden del ministro Pérez Zujovic y del intendente de Llanquihue,
a los pobladores de Pampa Irigoin.
Planificaron el operativo para sorprenderlos dormidos. No lo lograron.
Estos habían preparado un rudimentario sistema de alarma: latas,
atadas con alambres, colocadas a baja altura. Los policías no se
percataron y tropezaron con la “alarma”, produciendo gran
ruido que despertó a los moradores. Estos intentaron salir de las
chozas que eran destruidas a culatazos. Hubo quienes opusieron débil
resistencia. La mayoría huyó tratando de llegar a la vecina
Población Ampliación Manuel Rodríguez. Pero las “fuerzas
de orden” ya habían rodeado ese lugar. Mientras unos se dedicaban
a incendiar las chozas, otros disparaban con metralletas y lanzaban bombas
lacrimógenas contra la gente que corría desesperada para
salvar sus vidas. Once no lo lograron, acribillados por las balas.
Al conocerse la noticia de esta matanza se levantó una ola de repudio
e indignación en el país. El lunes 10, llegaron a Puerto
Montt el presidente del Senado Salvador Allende, la senadora comunista
Julieta Campusano y el diputado socialista Mario Palestro.
Los funerales de las víctimas tuvieron lugar el martes 11 de marzo.
Puerto Montt era una ciudad enlutada. Banderas chilenas a media asta.
El cielo estaba gris. Lloviznaba. Entre los oradores en el cementerio
estuvieron tres parlamentarios del Frente de Acción Popular.
Como ocurre siempre, al crimen se sumó la mentira oficial. El lunes
10, Juan Achurra Larraín, subsecretario del Interior, entregó
la versión del gobierno:
“El sábado 8, 91 familias intentaron por tercera vez ocupar
los terrenos de la familia Irigoin. Esta presentó una demanda y
pidió la fuerza pública”. (Dos falsedades: los pobladores
estaban en ese predio desde el martes 4 de marzo y la familia Irigoin
declaró que había autorizado la ocupación del predio
mientras se arreglaba la situación con la Corporación de
la Vivienda, Corvi).
“El domingo 9 -prosigue la versión- alrededor de 150 carabineros,
en cumplimiento de una orden de la Intendencia, notificaron a los pobladores
de la orden de desalojo. Estos atacaron a carabineros con piedras. Los
carabineros dispararon primero al aire y lanzaron bombas lacrimógenas
que no amedrentaron a los pobladores, quienes intentaron cercar a la policía.
Se produjo una lucha cuerpo a cuerpo y en la batalla cayó un carabinero
herido a bala”. (En el hospital de Puerto Montt no se registró
la llegada de ningún carabinero herido).
“Ante esta situación -concluye la declaración- carabineros
debió defenderse haciendo uso de sus armas de servicio”.
La Nación del martes 11 de marzo de 1969 escribió: “Los
desgraciados acontecimientos recientes de Puerto Montt obligan a desenmascarar
drásticamente una actitud política delictuosa e irresponsable,
donde se encuentran coludidas sin excepciones las fuerzas de la extrema
izquierda”.
Por su parte, El Mercurio señaló: “Detrás de
los ocupantes hay manifiestamente autores intelectuales del desmán,
que son los que se han dedicado a hacer ofrecimientos demagógicos
en materia de viviendas y techo”.
En un acto de masas realizado en Santiago por el Partido Comunista, la
diputada Gladys Marín dijo: “Una vez más se ha lanzado
la fuerza policial contra el pueblo. Ni las amenazas ni las balas impedirán
que el pueblo use el derecho legítimo que tiene de exigir un lugar
donde vivir”.
La Juventud Demócrata Cristiana declaró: “Este nuevo
acto represivo del gobierno no es sino la consecuencia de una política
cada vez más alejada y contraria a los intereses populares, que
necesita, para imponerse, una cuota cada vez mayor de autoritarismo”.
En sesión extraordinaria del Senado del 13 de marzo, su presidente,
Salvador Allende, manifestó: “¿Con qué derecho
ustedes, señores senadores demócrata cristianos, se atreven
a decir en la declaración de apoyo al gobierno que nosotros traficamos
con la muerte? No, señores senadores, no se puede llegar a tales
extremos. No se puede envilecer la política nacional, no se puede
permitir la corrupción de instituciones como Carabineros, no puede
convertirse ese grupo en una guardia pretoriana, no pueden estar en peligro
las vidas de quienes no pensamos como ustedes”.
En la misma ocasión la senadora Julieta Campusano expresó:
“Las balas asesinas se llaman Frei, Pérez Zujovic. Ellos
han dicho que no tolerarán ocupaciones ilegales. Pero, para ellos,
el hambre, la miseria, la vivienda insalubre y la condición de
allegados, eso es legal”.
Víctor Jara compuso Preguntas por Puerto Montt, canción
que creció en popularidad a medida que aumentaba el desprestigio
del gobierno de Frei y se preparaba la campaña presidencial de
1970, que culminó con el triunfo de Salvador Allende.
Con el gobierno popular, los pobladores de Puerto Montt mejoraron su suerte.
Sin embargo, fue por poco tiempo. Después la dictadura impuso sus
reglas.
Luis Espinoza, el diputado socialista que había organizado a los
pobladores, no fue olvidado por la burguesía y los militares. Poco
después del golpe fue detenido y asesinado brutalmente
IVAN LJUBETIC VARGAS
(Revista “Punto Final” Nº 568, 28 de mayo, 2004)
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