Edición 568 - Desde el 28 de mayo al10 de junio de 2004
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ENERGIA

Tropezar con
la misma piedra

La economía, que gestaba todo tipo de ilusiones en una sólida y perseverante reactivación, tropieza, una vez más, con la misma piedra. El petróleo, con mayor claridad la OPEP, que es la bestia negra de Occidente, vuelve a elevar el precio del crudo a niveles no vistos en más de una década. Una escalada en los precios que, a diferencia de los más recientes shocks petroleros, amenaza con mantener los altos valores por un período indefinido. Los factores que inciden en este temor no son pocos; además, son complejos y muy diversos.
El alza ha tomado por sorpresa a las economías que dependen del hidrocarburo: desde las europeas y norteamericanas a la chilena, que hasta un mes atrás se congraciaba al observar el devenir de los indicadores. Nuestras autoridades y empresarios miraban con beneplácito los últimos imacec, que han registrado aumentos de 3, 4,2 y 6,3 por ciento durante los tres primeros meses del año. Una serie estadística que ha llevado a vaticinar una tasa de expansión del producto por sobre el 5 por ciento para el 2004.
Por cierto que la expansión de la economía chilena viene de la mano de las exportaciones. Y por cierto que la crisis petrolera también la afectará. De partida, a la fuerte alza del crudo, traspasada al precio final de las gasolinas, se le ha sumado un aumento en el tipo de cambio, que ha subido más de un diez por ciento en las últimas semanas. Un alza enlazada ya transferida al transporte público, que probablemente -de mantenerse el precio internacional- se extenderá hacia otros servicios y bienes. De continuar su ritmo, el proceso llevará a presiones inflacionarias y, posteriormente, al debate, siempre latente, sobre las tasas de interés.
Hay diversas teorías para explicar este nuevo shock petrolero. Y, sin duda, el clima político mundial impulsado por la administración Bush en Medio Oriente, ha puesto los actos de sabotaje y de terrorismo como un nuevo factor de riesgo a considerar, del cual, cómo no, los especuladores de los mercados de futuro ya se benefician. Habría un factor especulativo y otros a partir del el clima político. Sin embargo, éstos no acaban allí.

CHINA, UN NUEVO CONSUMIDOR

China es un nuevo actor en la crisis del petróleo. La Agencia Internacional de Energía ha informado que China consume hoy seis millones de barriles de petróleo diarios, un millón más que hace un año, volumen ascendente en una economía de alto crecimiento y con claras señales de recalentamiento: la inflación ha alcanzado el mayor nivel de los últimos siete años, con una tasa anual -a abril pasado- del 3,8 por ciento.
Otro factor es uno ya clásico y también muy sediento de petróleo. Estados Unidos, que consume alrededor de 20 millones de barriles diarios, iniciará hacia finales de mayo su temporada de vacaciones, la que se caracteriza por el masivo uso del automóvil. La fuerte demanda estival de gasolinas a altos precios presionará la inflación, anualizada en abril en un 2,3 por ciento, fenómeno que aumenta la inquietud de los economistas en cuanto a una inminente alza de las tasas de interés. Un alza que ya es prácticamente una certeza en los círculos financieros internacionales, que llevaría las tasas a duplicarse hacia finales de año (pasarían de uno a dos por ciento) y a un 3,5 por ciento durante el 2005.
Existe otra variable no menor: el debilitamiento del dólar. No pocos países exportadores de petróleo reciben sus ventas en la moneda norteamericana y han de adquirir bienes y servicios de la zona del euro, lo que ha menoscabado su poder adquisitivo. Un fenómeno que inhibe a estos países a aceptar las sugerencias de Estados Unidos y otras naciones consumidoras para aumentar la producción y disminuir los precios.
Una solución es fortalecer el dólar. Sin embargo, el valor del dólar cae por la creciente deuda de Estados Unidos, que es el resultado de crecientes déficit presupuestarios y de una desequilibrada balanza comercial. Un dólar cada día más débil -y nada indica una reversión en la tendencia- inhibe a los inversionistas internacionales a efectuar colocaciones para financiar la deuda, fenómeno que podría cambiar con un alza en las tasas de interés. Con tasas más altas es posible que los inversionistas se sientan atraídos a invertir en dólares y así fortalecerlo, pero es una operación que pondría en riesgo la frágil recuperación económica. Tasas altas significan aumentar el costo del dinero para empresas y consumidores, lo que volvería a instalar en la agenda económica el miedo a la recesión.

PELEA DE RUFIAN
DE ESQUINA

En Chile, el aumento en los precios de la gasolina amenaza, como en tantas otras ocasiones, pasar a ser un debate electoral. El alcalde de Santiago, seguido muy de cerca por el gobierno, ante la evidente oportunidad ha salido a repartir un bono de ayuda a las familias más pobres, acción que compensa en parte, y sólo en parte (ya veremos en el transcurso del invierno), la negativa del gobierno a subsidiar el consumo y es paralela a la propuesta de la UDI para bajar los impuestos específicos que recaen en los combustibles.
La dependencia de la economía chilena de las oscilaciones de los mercados petroleros mundiales ha quedado, una vez más, en evidencia palmaria. La economía chilena parece un barco de papel, que sube, cuando las mareas crecen, y baja, cuando descienden. Un vaivén nada menor que, teniendo en cuenta la ferocidad de la crisis política en Oriente Medio y los otros factores mencionados, podría mantenerse en su fase baja por un prolongado período. El analista Hedelberto López advertía, el 17 de mayo pasado en Rebelión, que “de mantenerse por varios meses los altos valores del crudo, se desatarían graves consecuencias económicas y sociales para varias regiones del mundo y en esa lista entraría, como es lógico, América Latina, que ha sufrido ya más de una década de pérdidas por las medidas neoliberales implantadas a instancias de los organismos financieros internacionales”.

EL ESTADO AL MERCADO

El gobierno chileno, que durante los últimos meses se ha alejado de sus pares latinoamericanos, ha silenciado -así como también lo ha hecho la prensa empresarial- la creación de una transnacional pública petrolera entre los gobiernos de Venezuela, Brasil, Argentina y Bolivia, empresa ideada hace muchos años y reflotada por el presidente Hugo Chávez, que operará bajo el nombre de PetroAmérica o PetroSur. Como publicó Página 12 (Buenos Aires) el 18 de mayo, “en un mercado mundial caracterizado por la concentración y las fusiones empresarias, con una estructura de precios completamente oligopolizada y sujeta a decisiones extraeconómicas, la nueva megaempresa tendría el peso suficiente como para influir en la estrategia mundial y, adicionalmente, sentaría las bases económicas para una verdadera integración regional que trascienda los meros acuerdos comerciales”.
Lo realmente nuevo es el regreso del Estado al mercado en la otrora neoliberal Latinoamérica, que no es, muy probablemente, el único motivo por el cual ni el gobierno chileno ni los medios de comunicación nacionales recogieron la noticia. Porque en el fondo de la idea de Chávez está que PetroAmérica o Petrosur sea una base de integración, desde la cual plantear un acuerdo regional que se oponga al Alca y que genere los recursos para la creación de un gran fondo monetario de la región. El acuerdo petrolero, que será rubricado y oficializado en estas semanas en Caracas, evidentemente que es un paso en la dirección opuesta a la inspiración de la economía chilena.
Tan alejado está el gobierno chileno de la región, que ha preferido privilegiar hipotéticos proyectos con naciones tan distantes como Indonesia, al mismo tiempo que ha rechazado la oferta del gobierno venezolano, inscrita en el Pacto de San José, que proponía, tal como lo ha hecho con Argentina, intercambiar crudo por bienes

PAUL WALDER
(Revista “Punto Final” Nº 568, 28 de mayo, 2004)

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