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Cementerios indígenas
inundados por Endesa
LAS
aguas cubren tierras y cementerios de los pehuenches
La historia de Chile recordará los meses de abril
y mayo de 2004 como el tiempo en que culminó el genocidio contra
el pueblo pehuenche y el ecocidio contra la riqueza natural y animal de
la alta cordillera, donde otrora corría libre el Bío-Bío.
Así por lo menos debiera recordarse, cuando se vayan diluyendo
los efectos de la nueva campaña del terror por la supuesta emergencia
provocada por el gas argentino.
Alrededor del 20 de abril, Endesa decidió comenzar a inundar 3
mil 500 hectáreas de la alta cordillera, que desaparecerán
para siempre. Ya inundó el cementerio panteón de Quepuca,
donde yacían 56 antepasados de los habitantes del lugar, y en estos
días estarán siendo anegados otra docena de cementerios
indígenas de la zona.
A pesar de la Ley de Monumentos Nacionales y la Ley Indígena, de
las resoluciones de la Conama y un acuerdo ante la OEA que prohibían
el llenado del embalse mientras no se cumplieran determinadas obligaciones,
una vez más -como ha ocurrido desde hace ya una década en
el Alto Bío-Bío- se aplicó la política de
hechos consumados.
“...La compañía decidió cerrar en forma definitiva
el ducto inferior de la presa de manera de evitar potenciales riesgos
en las instalaciones. Ello, a pesar de reconocer que las inundaciones
provocadas por las lluvias recientes no han ocasionado peligro alguno
a las obras de la central ni a la población aledaña”,
se señaló en la carta al relator especial de pueblos indígenas
de la ONU Rodolfo Stavenhagen, que visitó el año pasado
el cementerio ahora inundado.
“Dicha inundación se produjo sin previo aviso a la población
local, y en circunstancia que el llenado del muro estaba previsto para
el mes de mayo. Más grave aún, se produce en momentos en
que se encuentra pendiente la ejecución del procedimiento establecido
por la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama) mediante resolución
del año 1997, relativo al estudio de impacto ambiental del proyecto
hidroeléctrico Ralco”, agregaba la nota firmada por José
Aylwin, Coordinador del Programa de Derechos Indígenas de la Universidad
de la Frontera.
Se explica en la misiva que el 20 de abril -precisamente cuando Endesa
comenzaba a cerrar sus compuertas- un representante de Conama se reunía
con un sector de la comunidad Quepuca-Ralco y propuso medidas para proteger
y/o trasladar los cuerpos de los difuntos pehuenche, tema que debía
resolverse el miércoles 28.
La empresa no quiso esperar unos días. Adujo “hechos espontáneos”
y necesidad de “evitar riesgos”.
Obviamente, las responsabilidades no recaen solamente sobre Endesa sino,
al parecer, también en el gobierno.
La cobertura tan sesgada de un tema complejo como éste, por parte
de los principales medios de comunicación del país, hace
recordar otras campañas de manipulación como las que en
los 60 y 70 significaron la intervención extranjera en los asuntos
internos de Chile, manejadas por expertos en guerra psicológica.
Con o sin la ayuda de éstos, parecen seguir actuando hoy para consolidar
a un país que marcha a la zaga de Estados Unidos en sus planes
de dominación en América Latina.
Hasta ahora no ha habido sanciones, no se ha exigido tampoco reabrir las
compuertas para procurar el rescate del cementerio pehuenche, acción
mínima que aconseja la ética y el sentido común.
El gobierno parece interesado en proteger los intereses de la empresa,
más que la fuerza de sus propias resoluciones.
Según una nota de Eugenia Calquín, del servicio noticioso
mapuche Mapuexpress, en una reunión con representantes pehuenche,
el subsecretario de la Presidencia de la República, Rodrigo Egaña,
declaró: “Yo no sé si tenemos la capacidad, como gobierno,
para detener el llenado de la represa... Por ahora, hemos solicitado informes
técnicos. No estamos en condiciones de dar una solución.
No tenemos las competencias técnicas ni todos los antecedentes”.
Si alguien debería saber que sí existen las competencias
técnicas, es Rodrigo Egaña; debe recordarse que él
estaba a la cabeza de Conama cuando se terminó de aprobar el proyecto
Ralco.
Una querella presentada por los familiares de los difuntos que ahora yacen
bajo el agua, pide reabrir las compuertas. Presentada en el juzgado de
Santa Bárbara, fue acogida a tramitación y despachada para
su investigación en la fiscalía. Pero el ambiente de histeria
por la baja del volumen de los envíos de gas natural desde Argentina,
hace temer cualquier cosa. Por lo demás, nunca se ha buscado excusas
para justificar lo que se ha hecho en el Bío-Bío
CRISTIAN OPASO
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