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Observatorio Político
La misión secreta del ministro de Minería
LAURENCE Golborne, ministro de Minería
Lo resumió como nadie el nuevo director ejecutivo de Libertad y Desarrollo, el abogado Luis Larraín Arroyo, en entrevista concedida al diario La Tercera: “Si un gobierno socialista como el de Lula impulsó la entrada de capitales privados a la estatal brasileña Petrobras, no veo por qué un gobierno de centroderecha no pueda hacer lo mismo aquí”. La afirmación de Larraín, reemplazante del ahora ministro Cristián Larroulet en el principal centro de pensamiento de la UDI, la precisó uno de los ex ministros de Hacienda de la dictadura militar, Rolf Lüders, pocos días después: “Yo vendería el 10% de Codelco al sector privado”.
La venta del porcentaje que tiene Codelco en la eléctrica Edelnor, apoyada de inmediato entre otros por el ex presidente del Banco Central, Vittorio Corbo, y el inminente incremento al royalty minero durante un par de años, concentraron inicialmente los comentarios de los asistentes a la XI Conferencia Mundial para la Minería en Latinoamérica, Expomin 2010, que se realizó a mediados de abril en Santiago.
Allí se reunieron los principales ejecutivos de la industria minera local, chilenos y extranjeros, en un clima de gran algarabía por el favorable momento que vive el rubro y por el aún más auspicioso futuro que vislumbran para la década que se inicia. Las inversiones mineras en Chile superarán los 45.000 millones de dólares entre 2010 y 2017. “Es la inversión más grande que se ha hecho en la historia del país en ninguna otra industria”, dijo el subsecretario de Minería, Pablo Wagner, agregando que “ello nos puede dar la oportunidad de desarrollar no sólo la industria minera sino también las asociadas”.
En los días siguientes, diversos ejecutivos del Consejo Minero, entidad empresarial que agrupa a los 17 principales consorcios del rubro que operan en Chile, declararon sentirse “discriminados” con el eventual aumento del royalty a la minería que estudia el gobierno de Sebastián Piñera, pero no expresaron mayor resistencia a la medida. La Moneda propone que las mineras renuncien voluntariamente durante dos años a la invariabilidad tributaria firmada en 2005, para pagar un impuesto específico variable cercano a 8% en ese período, tres puntos más de lo que hoy cancelan. Luego, las compañías volverán a sus regímenes anteriores para, a partir de 2017 ó 2019, acceder a una extensión de la invariabilidad por ocho años, con tasas de entre 3,5 y 9%, según el margen operacional.
El ministro de Minería, Laurence Golborne, pronosticó que “las compañías terminarán aceptando (…) ya que en el largo plazo les dará estabilidad, un beneficio para el país y para el sector minero”. Guillermo Luksic, miembro del grupo económico nacional más importante en la minería, adelantó la aceptación a la medida: “Como norma general, las alzas de impuestos frenan la inversión y el empleo, pero si se trata de una emergencia, un alza transitoria de los impuestos es una cosa que los empresarios podemos hacer”, dijo. Alberto Salas, en tanto, presidente de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), precisó que “se debe mirar el proyecto con racionalidad y las empresas deberán decidir cuán bueno es. En general, el tema de los impuestos no nos gusta, preferimos el crecimiento. Ahora, si es necesario, hay que aceptarlo”.
Las razones de fondo
Muchos no entendieron por qué Piñera eligió a Laurence Golborne como su ministro de Minería. El ingeniero civil industrial se transformó en la última década en el “gran mago” del retail, llevando a Cencosud a ubicarse entre las primeras cadenas del continente y siendo elegido en varias oportunidades el “mejor ejecutivo del año” por la prensa económica. Golborne trabajó en los años 90 para Esso, filial en Chile de la Exxon, y luego para Gener, hoy la principal productora de energía del país. Allí estrechó su amistad con dos de los principales ejecutivos del sector, Juan Antonio Guzmán y Bruno Philippi. Ambos fueron entusiastas colaboradores de la dictadura militar y mantienen amplios vínculos con los grupos económicos locales.
Golborne abandonó sorpresivamente Cencosud a fines de 2008 e instaló una oficina en el barrio El Golf donde, según sus palabras, era “comunero de techo” con personajes del mundo empresarial como Vittorio y Canio Corbo, Hans Eben, Mauricio Larraín y Ernesto Tironi, entre otros. Por esos mismos días, uno de sus nuevos vecinos, Ernesto Tironi, fundador del Centro de Estudios del Cobre y la Minería, Cesco, planteó que “la modernización de Codelco, empezando por los cambios en su gobierno corporativo, es el tema más importante para la minería chilena de hoy”. Y añadió: “Creemos que abrir a la Bolsa a Codelco es la mejor manera de asegurar que efectivamente se maneje bien. No sirve que siga siendo estatal”.
Tironi y sus colegas de Cesco, transformado en un think tank minero y concertacionista que busca la privatización de Codelco, trajeron ese año a Chile al presidente de Río Minas Energía y ex vicepresidente de la brasileña Companhía Vale Do Río Doce (CVRD), Wilson Nélio Brumer, para que explicara como se había privatizado esa estatal y qué suerte correría Codelco si se intentaba hacer lo mismo en Chile. (Ver La Tercera, 29 de junio de 2008).
Tironi, además, durante 2009 se abocó a gestionar un proyecto orientado a proporcionar agua a la gran minería de Atacama, esperando reclutar para su iniciativa a lo menos a dos compañías que necesitaban el recurso: Castilla, la central termoeléctrica del magnate brasileño Eike Batista, y Minera Caserones, el yacimiento de cobre de la japonesa Lumina Copper que demandará una inversión del orden de US$ 1.700 millones. Otro de los interesados en entrar al negocio era la transnacional General Electric.
Coincidencia o no, Golborne se interiorizó en sus nuevas oficinas de El Golf de las enormes oportunidades futuras que ofrece la minería y también de sus más acuciantes problemas, donde evidentemente el royalty no es uno de ellos.
La primera tarea del ministro ahora ya instalado en el gabinete de Piñera, es llevar lo antes posible a la Bolsa de Comercio a las denominadas empresas mineras “juniors”, encargadas de la exploración y prospección de nuevos yacimientos. A diferencia de la tendencia mundial, en Chile más de la mitad del gasto en exploración lo hacen las grandes empresas y menos de un 25% las “juniors”. Dadas las enormes inversiones requeridas, las grandes mineras se han ido concentrando en la explotación, pero requieren más y mejor información geológica para tomar decisiones. Hoy la mayoría de las “juniors” son de origen canadiense, debido al constante aporte de capitales que obtienen en la Bolsa de ese país. El modelo fue replicado hace algunos años en Perú, consiguiendo un rápido incremento de nuevos proyectos mineros.
Según datos de Sernageomin -la entidad estatal encargada del área-, en 2008 había en Chile más de 46 mil concesiones mineras, pero sólo 128 estaban en explotación. La idea del nuevo gobierno es inyectar recursos a las exploraciones y limitar el tiempo de las que permanecen inactivas. En la actualidad existen cerca de 40 proyectos de exploración entre Tarapacá y Los Ríos, los que se espera aumenten significativamente con las nuevas normas. La denominada Ley de Persona Competente hará posible certificar las reservas, con lo que se busca incentivar el acceso de las “juniors” a la banca y al mercado de capitales.
La segunda tarea de Golborne, en conjunto con otros ministerios, y quizás la más compleja, será garantizarle a las grandes mineras el acceso a recursos de agua y energía, cada vez más escasos en el norte y un factor creciente de disputas entre las mismas empresas y/o con las comunidades locales. La minería consume el 36% de toda la energía que produce el país; el resto de toda la industria, llega al 29%.
Ganancias y proyectos millonarios
Entre los años 2005 y 2008 las grandes mineras en Chile obtuvieron utilidades cercanas a los 57.000 millones de dólares. En 2009 registraron ganancias por sobre los 9.300 millones, alcanzando un promedio anual, desde 2006, cercano a los 15.000 millones.
Para este año, se esperan ingresos aún mayores considerando que en 2009 el precio del cobre apenas llegó a los US$2,34 la libra, mientras que para 2010 el promedio se ha situado en US$3,29 la libra, con una tendencia al alza. Analistas internacionales han sostenido que la demanda mundial de cobre se incrementará anualmente en un 3%, es decir, entre 500.000 y 550.000 toneladas, hasta 2020. Nunca antes en Chile las expectativas de las grandes mineras habían sido tan luminosas.
La compañía Antofagasta Minerals, propiedad de los Luksic, tiene en carpeta inversiones que podrían llegar a los 7.000 millones de dólares en la década que se inicia.
Codelco informó que este año invertirá 2.300 millones de dólares, que se multiplicarán hasta casi 15.000 de aquí al 2020. Xstrata subirá su producción de cobre en 60%, hasta 1,5 millones de toneladas a fines de 2014, con una inversión de 420 millones de dólares este año. Minera Escondida, propiedad de BHP Billiton, pretende invertir 3.500 millones antes de 2012. Anglo American, en tanto, espera transformar las minas San Enrique Monolito, Los Sulfatos y Los Bronces en una sola gran megamina, para lo cual está calculando la magnitud de la inversión requerida. Freeport McMoRan Copper & Gold, por su parte, anunció que está considerando una inversión “importante” tras descubrir más cobre cerca de su mina El Abra, en el norte. Y así suma y sigue.
En todos los informes mundiales Chile sigue estando entre las primeras diez zonas más atractivas en el mundo para la inversión minera y, por lejos, entre los que mejores condiciones ofrece para el retorno de ellas.
Otra tarea relevante del ministro Golborne será perfeccionar la puesta en práctica del Tratado sobre Integración y Complementación Minera entre Chile y Argentina, firmado en 1997. A fines de 2009, y sólo después de tres años de negociaciones, la minera canadiense Barrick Gold pudo anunciar la puesta en marcha definitiva de su proyecto aurífero Pascua Lama, ubicado en la frontera entre ambos países a la altura de San Juan y Atacama, inversión que superará los 3.000 millones de dólares. La planta de proceso se instalará en territorio argentino y los productos saldrán por puertos chilenos a partir de fines de 2013 y por los próximos 25 años.
En la lista de yacimientos ubicados en la frontera siguen el proyecto cuprífero de El Pachón, de la compañía Xstrata y Cerro Casale, también de Barrick, uno de los depósitos de cobre y oro sin desarrollar más grandes del mundo, que supera a Pascua Lama.
Golborne deberá limar las asperezas que aún quedan en el acuerdo con Argentina para garantizar la llegada de nuevos proyectos en la cordillera de Los Andes, donde han concentrado su mirada las grandes transnacionales.
Los diversos proyectos de ampliación y nuevas faenas mineras en construcción o en etapa de ingeniería han convencido a las autoridades del sector y a los empresarios de que Chile está viviendo un segundo “boom de inversiones”, semejante al experimentado en la década de los 90’. Es por ello que Piñera y sus principales asesores económicos están considerando la posibilidad de llevar a la Bolsa una parte de la propiedad de Codelco o asociarse con transnacionales del sector. Un papel relevante en este escenario debería cumplir el recién nombrado nuevo presidente de Codelco, el ingeniero Diego Hernández, quien hasta ahora se desempeñaba como presidente de metales base de la transnacional BHP Billiton.
Según cifras de Sernageomin, la gran minería ocupó en 2008 a 34.001 trabajadores; en promedio, cada uno percibió una renta de 47.381 dólares anuales. Ello permitió que ese año la Región de Antofagasta alcanzara un PIB per cápita de US$ 27.061, semejante al de Nueva Zelandia o Corea del Sur, duplicando el promedio nacional de US$ 14.517 y cuadruplicando el nivel obtenido por La Araucanía.
Han debido pasar casi tres décadas para que las enormes ganancias de las grandes mineras “chorreen” una parte de sus ingresos hacia las comunidades donde están insertas. A ese ritmo, deberían transcurrir varios siglos para que los beneficios se extiendan a todo el país.
Parece claro entonces que un mayor o menor royalty no cambiará las condiciones de la actual expoliación de los recursos naturales que beneficia a unos pocos. Lo que se requiere son cambios profundos en la industria de la gran minería y eso, por ahora, no parece factible.
MANUEL SALAZAR SALVO
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 708, 30 de abril, 2010)
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