Punto Final, Nº 894 – Edición del 9 de marzo de 2018.
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Manuel, un cronopio mayor



“Entonces con el Chico Díaz decidimos hacer una publicación que consistiera en lo siguiente: que un periodista escribiera un reportaje que agotara un tema, por ello se llamó ‘Punto Final’…”.
(Manuel Cabieses, “Autobiografía de un rebelde”).

Y la hicieron.
“Me acuerdo -relata Manuel en su autobiografía- que íbamos caminando por Ahumada, a la altura de Falabella, que estaba frente al Banco de Chile; este hecho se me quedó grabado, y ahí salió el nombre. El primer Punto Final, que aún guardo, es con el reportaje sobre el naufragio del Janequeo, un barco de la Armada. Lo escribió Miguel Torres, un excelente periodista, que tenía la altura de escritores como Nicomedes Guzmán, de una gran fuerza narrativa”.
“Los sucesivos PF, que aparecen hasta el número 9 o 10, siguen siendo eso: un solo reportaje, hasta agotar el tema. Incluso, reportajes de periodistas de derecha, como Rafael Otero, de ultraderecha, que escribió sobre el conflicto de la Laguna del Desierto; o Isidro Corbinos, refugiado español, excelente redactor deportivo; Eugenio Lira Massi, que hacía escritos jocosos sobre personajes del Congreso. Los primeros números, los dos o tres primeros números nosotros mismos nos encargábamos de venderlos. Nos parábamos en el Café Haití con el Chico Díaz. Augusto Carmona, que era jefe de prensa del Canal 9 de la Universidad de Chile, nos mandaba a filmar cuando estábamos vendiendo en la calle Ahumada y eso nos servía de propaganda. Empeñábamos parte de nuestro propio sueldo en PF. Era una empresa fundamentalmente periodística tratando de dignificar la profesión, un medio propio sin censura ni limitaciones. Eso fue y es Punto Final desde sus orígenes hasta hoy…”.
Julio Cortázar estaría de acuerdo con que la de Punto Final es una historia de cronopios, y el cronopio mayor, aparte del propio Julio, es Manuel.
Después de los primeros números, el grupo fundador optó por hacerla informativa y de opinión, acerca de hechos nacionales e internacionales, desde la línea política de Izquierda revolucionaria.
La imagen de Manuel tras su escritorio, editando a mano las pruebas de la revista con el rigor y la precisión de un maestro, ha quedado grabada en mi retina. Y, en mis oídos, la de Hernán Soto invadiendo hasta hoy la calle San Diego con el tecleo de su vieja máquina de escribir. La de Flora, mujer y compañera de Cabieses en todos los capítulos de su vida, en la revista, en la resistencia y de nuevo en la revista. Flora trabajaba en el escritorio de la secretaría y administración, el que hoy ocupa Ana Osorio, y me decía que estaba empeñada en hacer ficheros de la revista por materias y autores. Siempre que paso a saludar a Manuel, es inevitable observar desde el pasillo la oficina donde Francisca Cabieses (La Paca), Andrés Letelier, Ximena Salomón y David Pulgar se afanan en tener a tiempo el material para la imprenta. A veces me topo con algún compañero redactor, reportero gráfico o columnista, aquellos que trabajamos puertas afuera.
Durante la dictadura, desde 1973 y hasta su fin, con Punto Final sin poder circular en Chile, Manuel y Flora arriesgaban la vida en la clandestinidad a cargo de El Rebelde, órgano del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), y de las estructuras de agitación y propaganda de ese partido, que ofrecía resistencia armada a Pinochet.
El cierre (espero que sólo por ahora) de Punto Final, evidencia, una vez más, que las libertades de información y de opinión no pueden quedar en manos del mercado (que en el caso de los medios son las agencias de publicidad y las empresas que las contratan, porque ningún medio, salvo excepciones, se financia con la venta) sino que deben ser garantizadas financieramente por el Estado. Ello en las democracias efectivamente avanzadas, por supuesto.
En Manuel, saludo y abrazo a todo el equipo permanente, colaboradores y columnistas de Punto Final, a quienes llegaron a esta fase, y a quienes ya no están. Y si se logra abrir una nueva etapa, mi pluma estará siempre dispuesta.

Juan Jorge Faundes Merino

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 894, 9 de marzo 2018).

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