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La historia no dice adiós, sino hasta luego
Las marchas del 21 de agosto fueron sensacionales: el pueblo se tomó las calles. Estas marchas son un parteaguas en Chile. El pueblo estaba resignado, escéptico, adormecido, dicen. Pero cuando se acumula tanta rabia y frustración, cuando se es engañado durante años, se produce aquello de que una chispa puede incendiar la pradera. No sé de dónde saltó la chispa, si de la jubilación de la ex esposa de un parlamentario socialista, si de las tontas declaraciones de un señor que dijo que las AFP eran como un Mercedes Benz. No importa, la chispa nunca se ve, lo que se ve es el incendio. Y Chile se ha incendiado de norte a sur.
El gobierno dice que esto no se puede arreglar de un día para otro. Pero durante más de veinte años la Concertación no hizo nada. Creían que el pueblo estaba sometido. Pero no, el pueblo chileno tiene una gran dignidad y enorme tradición de lucha.
Manuel Riesco, economista especializado en estas materias, ha dicho: “Con los recursos que hay en las AFP se pueden financiar todas las pensiones, duplicarlas y ahorrarle al Fisco 150.000 millones de pesos al mes”(1).
Los políticos de la Nueva Mayoría apoyan a las AFP. No porque funcionen muy bien, sino porque allí opera la puerta giratoria. Miren como es la cosa, según Felipe Portales que lo ha investigado desde hace años: “En la actualidad hay cuatro directores de AFP que tuvieron altos cargos durante los gobiernos concertacionistas: el ministro de Economía de Bachelet y superintendente de Valores y Seguros de Aylwin, Hugo Lavados (PDC), presidente de Cuprum. La subsecretaria de Hacienda de Lagos, María Eugenia Wagner (PDC), es directora de la misma AFP. Y dos directores de la AFP Provida: el ministro secretario general de Gobierno de Lagos y embajador de Frei, Lagos y Bachelet, Osvaldo Puccio (PS), y el ministro de Economía de Aylwin, Jorge Marshall (PPD)”(2).
Vamos a exigir que se acaben las AFP, que se derogue el decreto 3.500 de la dictadura. Y que se congelen sus fondos, donde sea que se encuentren depositados, antes que los hagan desaparecer y los perdamos para siempre. ¿No quieren derogarlas? Muy bien, no cuesta nada hacerlas quebrar. Todos los trabajadores afiliados a alguna AFP se cambian a una sola. Las otras probablemente van a quebrar, pero los fondos de los trabajadores ya no estarán allí, sino en otra. Con una sola es más fácil discutir.
La seguridad social tiene que ser un sistema que garantice la más amplia cobertura para el trabajador y su familia, así como para aquella parte de la población cuyas necesidades esenciales no estuvieran aseguradas o que por sus condiciones de vida o salud requiera protección y no pudiera solucionar sus dificultades sin ayuda de la sociedad.
Los países no se manejan como una empresa, que cuando le va mal despide a 50 o a mil trabajadores y se acabó el problema. Los países no pueden hacer lo mismo: eliminar a los sobrantes, echar a los viejos y a los cesantes al mar. No puede decirles a las personas: “Mire, usted ha vivido demasiado, mejor muérase, yo le ayudo matándolo de hambre”. Pues eso es lo que nos está diciendo el gobierno: el problema es que hay demasiada gente sobrante, demasiados viejos, demasiados estudiantes. Pues les contestaremos: “Los que sobran son ustedes, váyanse todos”.
La presidenta ha dicho que no va a terminar con las AFP, que no se puede. Claro que se puede, muchos países lo han hecho. Sencillamente vamos a acabar con las AFP de una vez, de raíz. Hacerlo de a poco y dejar las cosas para el año de San Blando, no sirve. Mientras tanto las AFP se podrían llevar la plata a paraísos fiscales y dejarnos a todos con un palmo de narices.
¿Y cómo terminamos con ellas? Primero, cambiándonos al fondo E, lo que haría quebrar a las AFP, como ha señalado Luis Mesina. A continuación se tendrá que crear un organismo autónomo en el cual se depositen esas platas, dirigido por representantes de los trabajadores y por gente conocida por ser súper honesta, que la hay, compañeros. Habrá algún representante de los empleadores, y el gobierno también tendrá que designar a alguien, pero que sea una quina en la cual los trabajadores elijan.
¿La Constitución no lo permite? Sí lo permite, porque las AFP van a morir de muerte natural y habrá que crear un nuevo sistema.
El pueblo se encargará de la seguridad social, ya que los gobiernos jamás lo han hecho. Y nosotros podemos hacerlo porque tenemos una tremenda historia de lucha y de creatividad que nos respalda y contamos con los mejores especialistas para que nos asesoren. Y esa heroica historia ya está aquí, pues como dijo Eduardo Galeano: “La historia no dice adiós, sino hasta luego”.
(1) Página de Facebook de Manuel Riesco.
(2) Felipe Portales, “AFP y Concertación: una colusión total”. Punto Final 797.
Margarita Labarca Goddard
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 860, 16 de septiembre 2016).
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