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¿Crisis en el sistema?
Cuando se despejen los humos de las reformas impulsadas por el gobierno y los que ha dejado en la derecha el caso Penta, el sistema capitalizará esa energía para su propio fortalecimiento. El susto que pasó el año 2011 no será más que un recuerdo risueño, y la crisis por la que navega la ultraderecha no será entendida sino como una oportunidad para su necesaria renovación.
La Nueva Mayoría, gestora impecable de la nueva refundación del modelo, puede estar contenta. Ha tenido la extraordinaria capacidad de volver suya la energía que se desplegó cuando los estudiantes comenzaron a levantar sus indignadas voces. Y ha salido bien parada de la tembladera que deja la relación dinero-política. Por lo menos, hasta ahora.
Y aquí vamos. La reforma educacional sigue a paso vacilante su camino en las movedizas arenas de la improvisación, que no afectará la esencia clasista y segregadora del sistema, que no saca al mercado de su gestión y mantendrá su función de reproducir una sociedad infectada de egoísmo. La reforma tributaria ya sabemos cómo se cocinó y a qué quedaron reducidos sus alcances: ni siquiera rozó aquellos aspectos en que se requiere terminar con el abuso, el saqueo de nuestros recursos naturales regalados a precio de huevo a capitales extranjeros, las fortunas construidas sobre la base de la explotación y la sinvergüenzura. Y luego, como por si quedara algo no considerado en el tintero, la reforma laboral, que no ha sido sino un retroceso en los derechos de los trabajadores, lo que se tendrá que lamentar muy luego. La propia jefatura de CUT, cooptada de la manera más inescrupulosa, ha tenido que reconocer que fueron pasados por el perineo de los empresarios y el Ministerio del Trabajo.
Así se llega a la reforma al binominal, cacareada como histórica, en la hora precisa para dar el mejor toque de legitimidad a un sistema que si bien lo anduvo pasando mal, ya ha restañado sus heridas y puede seguir su marcha imparable, aunque se haya cambiado de un sistema binominal a uno semibinominal.
Se ha dicho y demostrado. El sistema no tiene vocación suicida. Por el contrario, su sentido de supervivencia es digno de encomio. Y la gestión de la Nueva Mayoría ha demostrado que no es sino una coalición destinada/digitada para resolver aquellos nudos que podían transformarse en complejas situaciones difíciles de controlar.
En ese escenario aparece el escándalo de los dineros del consorcio Penta, financiando al brazo político de los empresarios, la UDI. Y el vocerío que le sigue deja la impresión que estamos ante un hecho inédito de la historia patria. El caso es que siempre ha sido así. La relación dinero de los poderosos con la derecha política es tan vieja como la relación que tienen con las fuerzas armadas o con la Iglesia Católica. Los poderosos, defensores de la moral y las buenas costumbres, que aborrecen la delincuencia y predican su moral en púlpitos y directorios, siempre han asegurado que sus intereses sean cautelados al momento de hacer las leyes o deshacerla, según sea lo que les conviene. Entonces la escandalera que estamos conociendo, en que conspicuos defensores de la moral, la decencia y las buenas costumbres, -de silicios en los muslos, azotes en la espalda y misas diarias, que tienen sexo con sus mujeres solo para procrear-, aparecen trampeando dineros no es algo nuevo.
Pero nada muy de fondo va a pasar una vez que se aconche la situación. Desde el punto de vista del sistema, que es lo que en realidad importa, se habrá ganado. Golpeada, ofendida, acosada, la ultraderecha renovará sus cuadros, desechará los que ya no le sirven, pedirá disculpas, apretará los dientes, asumirá lo que venga y luego de acordar con el gobierno una agenda legislativa para evitar futuros malos ratos, seguirá su curso.
Saldrá debilitada la UDI según sea su capacidad para replegarse ordenadamente, pero con certeza se va a consolidar una derecha más acorde a los tiempos que vivimos. Este remezón era el último que se requería para considerar superada la crisis que envolvió al sistema luego que los estudiantes hicieran su cachaña y dejaran en evidencia las grietas por las que se podía colar un aire más democrático.
Luego del vendaval de reformas y del remezón medicinal de la derecha, el sistema habrá vuelto a ganar.
Ricardo Candia Cares
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 822, 23 de enero, 2015)
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