Punto Final, Nº821 – Desde el 9 al 22 de enero de 2015.
Documento sin título
Buscar
Ultima Editorial

Homenaje

Carta al director
Ediciones Anteriores.
En Quioscos
Archivo Histórico
Acto Miguel Enríquez

Regalo

Una familia de Izquierda

Ricardo y sus hermanos

 

Ricardo Ruz Zañartu, asesinado en 1979.

 


Ricardo Ruz Zañartu nació en Santiago el 24 de diciembre de 1944 y fue asesinado el 27 de noviembre de 1979. Tenía 34 años y era dirigente del MIR. Hijo de Santiago Ruz Prado, ex seminarista que estudió pedagogía en educación musical, y de Pascuala Zañartu Silva, hija de un liberal que rompió con su familia latifundista y conservadora. Ricardo “en su infancia tuvo una enfermedad al corazón, una estrechez en las arterias, que era riesgosa y le impedía hacer esfuerzos”, cuenta su hermano Gustavo, ex secretario general de la Juventud Socialista. La madre falleció cuando Ricardo tenía 8 años, y fue el único “que estuvo en el funeral y tuvo conciencia de la muerte. Eso le dio una impronta en la vida, ya muy niño”, menciona Gustavo, actual activista de la Asamblea Constituyente.
Las jornadas callejeras de abril de 1957, inscritas en la historia de luchas del movimiento popular chileno, fueron un momento decisivo en la vida de Ricardo Ruz. El alza de pasajes del transporte público desató movilizaciones de protesta en las principales ciudades. La CUT, junto a las federaciones de estudiantes y organizaciones contra las alzas, convocaron a una manifestación nacional los días 2 y 3 de abril. La familia Ruz vivía en Buin, y el padre que era muy activo en el gremio de profesores, convocó a sumarse a la protesta en Santiago. A las 11 de la mañana del día 2, una patrulla de Carabineros llegó a su vivienda para allanarla. Los niños Ricardo y Gustavo observarían escondidos que la policía encañonaba al padre que con firmeza respondía las amenazas de un oficial. Al anochecer escucharían por cadena nacional de radio al general Horacio Gamboa Núñez, jefe de la Guarnición de Santiago, quien informaba que “el enemigo tuvo 18 muertos y 500 heridos”.

COMPROMISO Y MILITANCIA
Ricardo Ruz vivió la adolescencia entre Chillán y San Carlos, época en que inicia un romance con Gladys Ortiz, estudiante, con quien contrajo matrimonio. Las elecciones presidenciales de 1964 encuentran a Ricardo militando en la Juventud Socialista. Había estudiado en el Liceo de Hombres de La Serena y en el Liceo de Chillán, en que fue presidente del Centro de Alumnos. Luego estudiaría derecho y pedagogía en la Universidad de Concepción. Finalmente se tituló de profesor primario, ejerciendo como docente en la Escuela N° 49 de Coronel. Entonces participó del proceso de fundación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). En 1967, en el tercer congreso del MIR, Miguel Enríquez es elegido secretario general y entre los miembros del Comité Central es electo Ricardo Ruz.
Gladys Ortiz evoca que conoció a Ricardo cuando ella tenía 15 años: “Tuvimos un largo pololeo, él viajaba periódicamente a San Carlos para vernos. Nos casamos al cumplir mayoría de edad. La primera clandestinidad del MIR -recuerda Gladys- nos obligó a adoptar medidas de seguridad. El se fue a Santiago. Nació nuestro primer hijo, Ricardo. Yo cumplía tareas de enlace en el MIR”.
La elección de Salvador Allende abre un proceso político inédito en Chile. Amplios sectores sociales se incorporan a la militancia en las organizaciones populares. La familia Ruz participa del proceso,  militando en el Partido Socialista y en el MIR. Las hermanas menores crecen reconociéndose en los cambios que vive el país. Ricardo despliega su iniciativa entre pobladores, en la construcción de los cordones industriales y en el impulso de los comandos comunales: el Poder Popular. Gladys recuerda el nacimiento del segundo hijo, Alexis, y menciona: “Me incorporé a trabajar en la central telefónica de la casa presidencial de Tomás Moro”, y añade “el tiempo pasaba rápido, era una época de mucha mística y compromiso. Vivíamos en una casa sin terminar, modesta, que arrendábamos frente a Lo Hermida, allí vivimos con los dos niños”.
En los primeros días de agosto de 1972, un incidente en Lo Hermida, protagonizado por fuerzas policiales -que costó la vida de un poblador- obligó al presidente Salvador Allende a concurrir al campamento. Escuchó a los pobladores, recorrió el lugar y se reunió con dirigentes de la Izquierda revolucionaria, entre ellos, Alejandro Villalobos y Ricardo Ruz.
La lucha de clases se agudiza en Chile. Las clases dominantes se esfuerzan por desalojar, vía golpe de Estado, al gobierno de la Unidad Popular. En agosto de 1973, en una casa de Puente Alto, se realiza un encuentro entre marinos y dirigentes socialistas y miristas. Carlos Altamirano, Miguel Enríquez, Andrés Pascal y Ricardo Ruz, entre otros, reciben pormenorizada denuncia de la conspiración que entregan Juan Cárdenas, sargento, Alberto Salazar, cabo, y otros marinos, entre ellos, Jaime Salazar y Ernesto Zúñiga.

DICTADURA Y REPRESION
La historia no tiene certezas. El golpe militar del 11 de septiembre de 1973 es la demostración de que las clases dominantes reaccionan con saña cuando defienden sus privilegios.
Fernando Krauss Iturra, dirigente del MIR, casado con María Inés Ruz, hermana de Ricardo, fue fusilado en Valdivia el 4 de octubre de 1973. Tenía 24 años. Ese día fueron fusilados también doce estudiantes y obreros del Complejo Forestal de Panguipulli.
María Inés Ruz y Fernando Krauss se habían conocido en la lucha social y conformaban una familia militante. Fernando había sido dirigente en el Liceo Enrique Molina y miembro de la directiva de la Federación de Estudiantes de Concepción. Llegó clandestino a Valdivia el año 69. Pese a las dificultades, “al cabo de algunos meses logró establecerse. Con el nombre de Gonzalo Morán impartía clases de español a profesores extranjeros en la Universidad Austral”, recuerda María Inés, actual embajadora de Chile en El Salvador.
María Inés describe las tareas junto a Fernando: “Durante el periodo de la UP se amplió la militancia mirista en el país. Valdivia no fue una excepción. Se formaron bases en la Universidad Austral y en poblaciones emblemáticas, mientras en los fundos de la precordillera se alentaba el despertar de los trabajadores madereros. El 22 de septiembre fue nuestro último encuentro con Fernando. En medio de sentimientos contenidos, me entregó una carta y me pidió que no la abriera en ese momento. En la carta me decía que había que vivir la vida con alegría, cualesquiera fueran las circunstancias…”.
Gustavo Ruz aclara: “Ricardo y yo estábamos clandestinos”. Agrega que en la familia se recuerda la actitud valiente de María Inés, que al momento en que los ataúdes de los fusilados en Valdivia se encontraban en una iglesia, denunció el crimen cometido por los militares. “Unas palabras muy vibrantes en un momento que ella enfrentó con mucha fuerza”, afirma Gustavo.

RESISTENCIA
Tras el golpe militar, Ricardo Ruz y Gladys Ortiz se fueron a vivir en el sector de Carrascal. Gladys recuerda que después del fusilamiento de Fernando Krauss, viajaron a Valdivia a reconectar al MIR en la zona. El 30 de marzo de 1974 “Ricardo es detenido por un grupo operativo de la Fuerza Aérea. Yo continué vinculada con la colonia mirista de Valdivia en Santiago. Mi contacto era Lumi Videla, quien es detenida. A fines de septiembre se toma la decisión de que abandone el país con mis hijos, Ricardo y Alexis, vía embajada de Italia”.
Gustavo recuerda un encuentro fortuito con Ricardo, cuando ambos se encontraban incomunicados en la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea, en abril de 1974. “Se produce un descuido de los guardias y puedo ver que traen a mi hermano, le hablo y él se levanta la venda. Estaba encañonado por los guardias. Ricardo, con voz fuerte, jugándose la vida, me gritó ‘¡hermano, todo el mundo está informado que tú estás aquí!’. Imagínate la fuerza que eso me dio”. Ricardo estuvo incomunicado varios meses, tras los cuales fue condenado a 10 años de cárcel por un consejo de guerra.
En 1975, ambos hermanos se reencontraron en la Penitenciaria de Santiago. “Salir de un lugar de incomunicación y tortura y ser trasladado a una cárcel donde se podían recibir visitas, encontrarse con otros compañeros detenidos, jugar ajedrez y practicar algún deporte, era un cambio sustantivo”, dice Gustavo Ruz.
Gustavo recuerda el instante en que se entera que Ricardo, como consecuencia de la “ley de amnistía” de 1978, es liberado y decide quedarse en el país para reintegrarse a la resistencia. “Yo estaba en Berlín, expulsado del país. Estaba con mis hermanas, cuando ellas me gritan ‘Ricardo está en la tele’, y veo imágenes en las afueras de la cárcel esperando que salgan los presos políticos, y a mi hermano con una frazada en el cuello y otra en el brazo izquierdo, un bolso y una maleta en el brazo derecho. Deja la maleta en el suelo y levanta el puño en señal de victoria. Esas imágenes las pasaron como por una semana en la televisión alemana”.
El 20 de abril de 1978, la mayoría de los ex presos se reunieron en la Vicaría de la Solidaridad, oportunidad en que hicieron uso de la palabra varios, entre ellos Ricardo Ruz. “Nosotros no hemos transado esta lucha -dijo-. No tenemos que agradecer nuestra liberación, nada agradecemos a quien hizo desaparecer a nuestros compañeros, a quien tiene a nuestros compañeros en las cárceles”, dijo Ricardo y agregó: “nuestra liberación es producto de la lucha del pueblo… de la solidaridad de muchos de los que están aquí en la Vicaría de la Solidaridad, de gobiernos amigos, de los que luchan en Chile”.
Sylvia Castillo, la segunda compañera de Ricardo Ruz, recuerda que estuvo ese día en la Vicaría. “Llegué con un grupo de familiares. Hablaron los recién liberados. Un representante de cada partido de Izquierda. Me impresionaron las palabras de Ricardo, a quien conocí en 1976, cuando participaba en el Comité Pro Paz y me coordinaba con familiares de detenidos desaparecidos y visitaba las cárceles de la dictadura”. Sylvia agrega que “una relación de pareja estable la iniciamos cuando él fue liberado”. Cuenta que “Ricardo salió de prisión y de inmediato se dio tiempo para conversar con familiares de los detenidos desaparecidos del MIR, y al poco tiempo se conectó con el partido. Tiene conciencia que debe permanecer en el país, pese a opiniones de otros dirigentes... Asume la clandestinidad y nuestro hijo, Pedro, se gesta en esas condiciones. Ricardo se aboca a las tareas de la resistencia”, relata Sylvia Castillo.

MUERTE DE “ALEXIS”
Noviembre de 1979, un año y medio después de su liberación, encuentra a Ricardo Ruz (Alexis, en el MIR) integrado a las tareas de su partido. Se esforzaba -como todos los que resistían- por acelerar los tiempos que permitieran terminar con la dictadura. En septiembre, familiares de detenidos desaparecidos ocuparon cuatro iglesias en Santiago y una decena de jóvenes ingresó a la embajada de Dinamarca. Todos iniciaron una huelga de hambre exigiendo saber de sus familiares. El MIR extiende sus vínculos sociales e impulsa acciones de propaganda armada e inicia otras de mayor envergadura. La represión se desplaza por Santiago, estableciendo cercos de control. El 27 de noviembre, cuando Ricardo Ruz se dirigía a una reunión de la dirección del MIR -que integraba junto a Andrés Pascal y Hernán Aguiló-, el taxi en que se movilizaba fue interceptado por Carabineros. Se produjo un intercambio de disparos, Alexis es herido, pero aún así intenta escapar. Cae y es rematado en el suelo.

RAUL FLORES CASTILLO

 

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 821, 9 de enero, 2015)

revistapuntofinal@movistar.cl
www.puntofinal.la
www.pf-memoriahistorica.org
¡¡Suscríbase a PF!!

Punto Final
Translation

Google Translate

En esta edición

Calafateando el modelo

Qué hacer con los viejos

“Ya está claro hasta dónde quiere llegar este gobierno”

El “show” de las reformas laborales

Las mujeres reclaman sus derechos

En edición impresa

Una familia de Izquierda

Las batallas de Venezuela

Santiago era ciudad antes de los españoles

Miguel Angel Asturias

Larraín versus Canales

Helia en el país de la hipocresía

Visita