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Punto Final, Nº815 – Desde el 17 al 30 de octubre de 2014. | ||
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El poeta rebelde
Al cumplirse 120 años del nacimiento del poeta Pablo de Rokha, vapuleado y discriminado en su época, su obra sobrepasa las fronteras del tiempo. Dos botones de muestra: Editorial DasKapital ha publicado el libro de Daniel Rozas, Pablo de Rokha y la revista Multitud y Arnaldo Delgado, junto al grupo Canto Crisol, musicaliza sus poemas. Esto, en el marco de una serie de actividades para celebrar al vate y el anuncio de próximas publicaciones. “Aquí yace ‘Juan, el carpintero’; vivió setenta y tres años sobre la tierra, pobremente, vio grandes a sus nietos menores y amó, amó, amó su oficio con la honorabilidad del hombre decente, odió al capitalista imbécil y al peón canalla, vil o utilitario; -juzgaba a los demás según el espíritu-. Las sencillas gentes honestas del pueblo veíanle al atardecer explicando a sus hijos el valor funeral de las cosas del mundo; anochecido ya, cantaba ingenuamente junto a la tumba del rorro, -un olor a virutas de álamo o quillay, maqui, litre, boldo y peumos geniales perfumaba el ambiente rústico de la casa-, su mujer sonreía; no claudicó jamás, y así fue su existencia, así fue su existencia. Ejerció diariamente el grande sacerdocio del trabajo desde el alba, pues quiso ser humilde e infantil, modesto en ambiciones; los domingos leía a Kant, Cervantes o Job; hablaba poco y prefería las sanas legumbres del campo; vivió setenta y tres años sobre la tierra, falleció en el patíbulo, POR REVOLUCIONARIO. R. I. P.” ESCUELAS PRIMARIAS “Como un copihue agropecuario de condición frutal es un panal de abejas o nido de calandrias en un camino real, la Escuela Primaria Chilena. Brama el río funeral de la miseria por adentro de sus cimientos y en su barco flamea el pabellón de lo épico. El coraje forestal del profesor defiende a la desnutrida criatura proletaria, y la niña maestra es una gran paloma del saucedal obrero, en el cual Chile se define como lo heroico y su categoría. Los quillayes, los boldos, los peumos, los maitenes cantan la tonada de la nacionalidad en la guitarra de la entraña escolar y el roto relumbra en su corazón. La batalla social de los desamparados la plantea como vivencia y lenguaje de multitudes y adentro de sus techumbres desesperadas se están criando las semillas de las banderas del porvenir, como grandes potros”. Pablo de Rokha era parte del pueblo, vivió como tal y asumió su voz, su defensa, su condición. Dice en el poema “Canto del macho anciano”: “Caduco en ‘la República asesinada’ “Tranqueo los pueblos rugiendo libros, EL AMOR POR WINETT “El sexo, el hambre, el vino y la justicia, Cuando te nombro, Luisa Anabalón, se remece la especie, LA REBELION ROKHIANA “Empuña el sol tocando y desparramando su cuerno de fuego, y en los surcos maduros el pan estalla entre gaviotas y vasijas... Todo está hecho así, Luisita: vihuelas y cadenas, y somos materia que habla, materia que llora, materia que canta y enormes categorías de espanto; cae el hombre y se levanta la sociedad huracanada, rompiendo esclavitud adentro y congojas grandes como espigas o como estruendos de eternidades que batallan arrojándose montañas a la cara; amor, aquí estoy cuidando tu sueño como un tigre rojo o un soldado de basalto de centinela en las avanzadas del mundo. Sobre el hambre del régimen levantan los imperios económicos la bandera negra de la piratería internacional, enarbolada por los Caínes y traidores, y el águila de los infiernos desgarra y aplasta vientres de mujeres de miel y niños atroces con la pata macabra de la guerra y la inflación rugiente de cadáveres”. “Entre el ilustre mar y tú, la relación de profundidad es enorme; es por aquello que no es tu recuerdo quien va adentro de mí, sino yo mismo íntegro adentro de tu recuerdo porque yo soy tu recuerdo; desde mi congoja llueve tu nombre, y voy como Galvarino con los brazos cortados a la altura del corazón. Llora la ojota nacional, y el país hambriento y desesperado aguanta la patada del gran imperio del dólar tallada en la bota del patrón, y el peón apenas se puede la miseria; tranco a tranco, empujo mi alma como un carretón viejo; y estos renglones echan humo y pena de gran incendio, como si se quemasen todas las montañas del mundo; sobre las ruinas tremendas alto y ancho retumba el trueno; aguarda un momento Winétt: ¡voy a golpear la Eternidad con la cacha de mi revólver...!” Alejandro Lavquen (Publicado en “Punto Final”, edición Nº 815, 17 de octubre, 2014) revistapuntofinal@movistar.cl
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