Punto Final, Nº796 – Desde el 20 de diciembre de 2013 al 9 de enero de 2014.
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Un país fracturado

Los números de la desigualdad

 

 

Gonzalo Durán, economista de la Fundación Sol.

 

El segundo gobierno de Michelle Bachelet recibirá un país en que la desigualdad ha aumentado, creando nuevos y múltiples focos de malestar en la población trabajadora. Chile-2014 se caracteriza por una economía fuerte pero desigual. Dos de cada tres hogares viven agobiados por las deudas y reciben menos de 1.200 dólares mensuales. Pero la mitad de los trabajadores ganan menos de 500 dólares. En cambio, las 4.500 familias más ricas del país tienen un ingreso que supera los 40 mil dólares mensuales.
Según la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (2011), la pobreza alcanza al 14,5% de la población. Pero esto mide la pobreza sólo en el aspecto monetario. De ese modo, pobre es quien vive en un sector urbano y gana menos de 144 dólares mensuales; o el residente en zona rural que percibe menos de cien dólares. Esta medición se fundamenta en una canasta básica construida en 1987. Según expertos, si esa metodología se actualizara, la pobreza podría dispararse al 28%.
Para el economista Gonzalo Durán, de la Fundación Sol, “hay indicadores que muestran a un Chile con una fachada muy atractiva, pero la desigualdad es profunda. El 5% de hogares más pobres recibe 257 veces menos que el 5% más rico. Esta brecha se duplicó entre 1990 y 2011. La desigualdad ha crecido 100% en los últimos veinte años”, subraya.

INVESTIGANDO LA POBREZA
Gonzalo Durán es economista de la Universidad Católica y magister en economía laboral aplicada al desarrollo, de la Universidad de Turín (Italia). Ha sido consultor de la OIT y Cepal. La Fundación Sol nació en 2007. La crearon Durán y Marco Kremerman. Ambos trabajaron en la CUT en un proyecto de observatorio laboral. Cuando el proyecto terminó, decidieron continuar de manera independiente. La Fundación, que apoya a sindicatos en negociaciones colectivas, ha integrado a otros profesionales y desarrollado diversas investigaciones vinculadas con el mundo del trabajo.
 “Una de nuestras primeras investigaciones -dice Durán- fue en 2007 sobre el multiRUT en las forestales, el retail, las salmoneras, etc. Junto a los sindicatos queríamos establecer la cadena de subcontratación, pero también lo que son las filiales: empresas que son parte del holding pero que subdividen a sus trabajadores, como Cencosud, D&S, etc. También hicimos una investigación sobre el salario mínimo y una propuesta de cambio. Investigamos cómo crece la brecha entre salarios y productividad. En los últimos veinte años la productividad ha cuadruplicado el crecimiento de las remuneraciones reales, según datos del Banco Central y el INE. Desde 2010, cuando asumió el gobierno de Piñera, iniciamos un estudio permanente de la calidad del empleo, apoyando los procesos de negociación colectiva de los sindicatos. Nos ha permitido tomar contacto directo con la realidad y develar el comportamiento de los empresarios. Han salido cosas muy reveladoras. Los empresarios saben que el Código del Trabajo fue hecho para ellos y que les quita todo poder de negociación a los trabajadores. Por lo tanto, aprovechan esa ventaja en las mesas de “negociación”. Empresas que han aumentado sus ganancias se niegan a reajustar los salarios, alegando que las utilidades son para los accionistas y no para los trabajadores, cuyos ingresos se rigen por el mercado”.
¿Cuál es la calidad del empleo en Chile?
“Tenemos un problema grave de precariedad del empleo. A nosotros nos importa mucho la dimensión material, que es el salario. De acuerdo a la última encuesta Casen, el 50% de los trabajadores gana menos de 251 mil pesos. Se puede hablar de un atraso salarial. El PIB de Chile llegó a los 22.600 dólares per cápita. Pero el 50% gana menos de 500 dólares. Esa situación no se da en ninguna otra parte. En segundo lugar, tenemos una dimensión de poder que también afecta a la calidad del empleo. Me refiero a que los trabajadores no tienen posibilidad de negociar las condiciones de trabajo. La huelga es un chiste. Los pueden reemplazar desde el primer día de huelga. Así lo estableció la dictadura y los gobiernos de la Concertación no cambiaron esa situación. Lo mismo sucede respecto a la prohibición de negociar más allá de la empresa. La negociación colectiva se radica a nivel del RUT. No se puede negociar por rama, como en otros países. Eso también hace la mala calidad del empleo. Más bien es un mendigar colectivo. Solo el 8% de los trabajadores pueden negociar con derecho a huelga. Solo el 14% de los trabajadores están sindicalizados. Y esa cifra ha ido bajando. En el gobierno de Salvador Allende la sindicalización ascendía al 33,5% de los trabajadores En países de América Latina como Uruguay o Argentina, la negociación colectiva abarca de un 60 a 90% de los trabajadores. En países de Europa es de 90 a 99%. Lo que hay detrás de estas políticas es una decisión que se tomó en dictadura para despojar de poder a los trabajadores. En el fondo, esto permitió despolitizar al movimiento sindical mediante la negociación a nivel de empresa, que impide percibir los problemas de país y que, obviamente, impide que la negociación colectiva sea un proceso destinado a mejorar la distribución del ingreso”.

LA “SEGURIDAD” SOCIAL
¿Qué pasa con la seguridad social?
“Cerca del 57% de los asalariados tiene contrato indefinido, cotización de salud, pensión y seguro de cesantía. Deberían tenerlos todos los trabajadores. Otro elemento de precariedad es el subempleo. Personas que trabajan part time, menos de treinta horas, pero que están disponibles para trabajar más horas. Es gente para la cual no hay más trabajo, solo veinte o treinta horas semanales, por ejemplo, en supermercados los fines de semana. Son cerca de 660 mil personas. Cerca del 55% de los trabajadores de tiempo parcial son subempleados. En países de la OCDE ese porcentaje es del 20%. En Holanda, donde el trabajo part time es muy amplio, el subempleo es de 3%. Es un trabajo part time voluntario. Acá no. Los subempleados ganan 80 mil pesos promedio al mes. También está la tercerización, el subcontrato y el suministro de trabajadores mediante agencias de trabajo temporal. Cerca del 70% del empleo creado en los últimos 43 meses es tercerizado. Hay quienes dicen que esto no es necesariamente malo, pero cuando los datos señalan que ganan menos, que tienen menos seguridad y que las posibilidades de organizarse son más reducidas... Esto hace un capitalismo más fuerte, una situación en que el trabajador no puede defenderse. Transforma a los subcontratados en trabajadores de segunda categoría y a los suministrados, en trabajadores de tercera clase. Es muy difícil que esta situación pueda cambiar, sobre todo en el retail. Los trabajadores laboran de mala gana porque las condiciones son pésimas. Esto hace que en una negociación colectiva lo único que importa es el bono de término de conflicto. Los trabajadores quieren el bono, el reajuste real y nada más. Los sueldos base no les interesan porque no se proyectan en la empresa. ¿Cómo cambiamos esa realidad? Para la Concertación y la Alianza, los análisis no se hacen respecto a la calidad de los empleos, sustituyen calidad por cantidad. Se instala la tesis de que cualquier empleo es mejor que ninguno. ¿Qué tipo de empleos? Los peores”.

EL DRAMA DE LAS PENSIONES
¿Qué ocurre con la brecha entre salarios y productividad?
“La productividad ha ido subiendo. El crecimiento en productividad laboral es de más o menos 80% desde el año 90 hasta el 2009, mientras los salarios han crecido cerca de 21%. Esto produce una brecha que se conoce como excedente productivo, que no es remunerado; es plata que llegó del lado del trabajo pero quedó en el bolsillo del empresario”.
¿Y las pensiones?
“Tenemos un problema muy similar a lo que pasa en el trabajo. El sistema de pensiones fracasó. Está entregando pensiones que, en promedio -a octubre de 2013-, son de 182 mil pesos. Si se toma la modalidad de retiro programado, cerca del 85% de esos pensionados obtienen pensiones menores a 138 mil pesos. Hay muchas personas a quienes se les termina el fondo de pensiones y tienen que postular a la pensión básica, que está orientada al 60% más pobre. La experiencia de jubilarse en Chile es muy negativa, las personas tienen que seguir trabajando. Los fondos de pensiones van directamente al empresariado, que los ocupa para financiar sus inversiones. Estamos hablando de cerca de 45 mil millones de dólares, que están en manos de veinte corporaciones, diez bancos principales y diez holdings. Reciben la plata de los trabajadores a bajo costo, la ponen en el mercado para dar crédito a los mismos trabajadores endeudados. Es un negocio redondo. Eso explica por qué hay tanta resistencia a cambiar el sistema de AFPs. Los ahorros de los trabajadores financian a los grupos económicos. Debería demolerse el sistema de capitalización individual porque ha sido un fracaso en entregar pensiones dignas y ha financiado a los grupos económicos. Es un pilar de la acumulación capitalista en Chile. En Uruguay, que había adoptado el sistema de capitalización individual, se permite que los trabajadores vuelvan a un sistema de reparto solidario. En Argentina también hubo un periodo de AFP pero se estatizó. El discurso de que la capitalización individual está calando en el mundo es falso. En los únicos países donde rige este sistema es en Chile, Perú, México y Uruguay -que lo está cambiando-.”
¿Chile es primero en el mundo en explotación y desigualdad?
“Desde su origen hay explotación en el sistema capitalista. Chile es de los países que más ha crecido en el mundo. Está entre los 25 países que más han crecido en 24 años. Es el que más ha crecido en América Latina y el segundo en la OCDE, después de Corea del Sur. Pero sin duda tenemos una enorme desigualdad. Según la Universidad de Chile, el 1% más rico acumula el 30,5% de los ingresos. Son 4.500 familias que a nivel per cápita reciben más de 88 millones de pesos mensuales. ¿Cómo ha evolucionado la desigualdad en los últimos 22 años? La brecha entre el 5% más rico versus el 5% más pobre, en el año 90 era de 130 veces. En el año 2011 es de 258 veces. El crecimiento con igualdad fue una falacia. La desigualdad creció 100%. Se suele decir que el trabajador chileno es poco productivo y que se necesita más educación. Se opina que esa es la solución de la desigualdad. Se dice que con más educación las personas tendrán más remuneración. Eso también tiene un componente falaz. ¿Cómo se da más educación a un cajero o a un vendedor de ropa en la multitienda? ¿Cómo se combate la desigualdad ahí? No es con educación, sino con más poder para los trabajadores, con relaciones laborales más simétricas. Seguir haciéndole el quite al conflicto capital-trabajo hará que la desigualdad siga aumentando”.

Arnaldo Pérez Guerra

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 796, 20 de diciembre, 2013)

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