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Interrogantes en la compra del “The Washington Post”
No sabemos si inscribir la compra del Washington Post en el proceso de fusiones y adquisiciones como parte de la crisis de los grandes medios impresos, o como una jugada que apunta hacia el futuro. Es posible que esta operación, de 250 millones de dólares, tenga un poco de todos esos factores, o tal vez ninguno. Porque es posible que la jugada del comprador del WP, el multimillonario Jeff Bezos, dueño de la tienda virtual Amazon, esconda otra jugada y lleve al declinante diario estadounidense a inaugurar un nuevo tipo de periodismo. Bezos compró una gigantesca redacción, de unos 600 periodistas, entre los que hay varias estrellas, y desechó adquirir el inmueble y otros activos físicos.
Todo el mundo sabe qué es lo que ha comprado Bezos: uno de los diarios más importantes de Estados Unidos, con fama mundial por haber destapado el escándalo de Watergate en los años setenta, que terminó con la salida del presidente Nixon. Un diario de enorme influencia política, considerado del ala liberal, que vende, según datos públicos, casi medio millón de ejemplares diarios para elevarse a unos 800 mil los domingos.
Lo cierto es que la especulación ronda a los observadores de medios de comunicación tanto como al mundo de los negocios. Por mucho dinero que tenga el propietario de Amazon, ha comprado un negocio en franca decadencia comercial, que acumula anualmente déficits de varias decenas de millones de dólares. El otro aspecto que desconcierta es que Bezos, que se hizo multimillonario vendiendo desde libros a instrumentos musicales, es la primera vez que incursiona con este nivel de inversión en otro rubro. Y hay, por último, un tercer elemento que estimula más el desconcierto. Amazon ha sido no sólo una tienda en Internet: ha cambiado la forma de leer y escuchar música a través de la digitalización y el comercio de estos productos. Amazon y su lector kindle vende más libros digitales que impresos. The Washington Post, a diferencia de los productos para el kindle, pertenece (aún) al mundo real impreso.
Por Internet circulan todo tipo de rumores. De partida, Jeff Bezos ya tiene suficiente dinero (estiman que su fortuna llega a 25 mil millones de dólares), por lo que es más que probable que se trate de otro tipo de apuesta. ¿Poder? Por cierto, a muchos millonarios les gusta el poder político, como ha sido el caso de Sebastián Piñera. Pero hay otra idea que ronda con fuerza, aunque tiene menos base argumental. Bezos, que ha cambiado la industria editorial, ha tomado el desafío de cambiar el periodismo. Porque el caso del Washington Post es el más rutilante entre muchos otros más opacos. Las suspensiones de las ediciones en papel son habituales en esta actividad, así como también, lo que es aún más dramático, la reducción y cierre de redacciones. Es un fenómeno que hoy parece ineludible para la prensa tradicional.
Consideremos que el objetivo del dueño de Amazon va por el sendero de la digitalización, lo que abre otras interrogantes. Aun cuando la digitalización del libro tiene tantos adherentes como detractores, ello no le ha impedido inaugurar un nuevo tipo de negocio que está en pleno auge. El año pasado la venta de e-books aumentó 70 por ciento, lo que llevó a Amazon a tener ventas totales, que incluyen también los otros rubros, por 61 mil millones de dólares, con un crecimiento del 27 por ciento respecto al año anterior.
Si el negocio de la lectura digital ha funcionado de maravillas para Amazon, no ha sido lo mismo para los periódicos. Pese a que los sitios en Internet de los diarios aparecieron hace ya más de una década, aún no se han podido convertir en negocio, por lo que dependen en el aspecto comercial de la venta de los ejemplares impresos y la publicidad. El problema, que es bien conocido, es la feroz caída en las ventas, que no pueden competir con Internet, y los costos de producción y distribución. Las pérdidas son pan de cada día en este rubro.
Hay otro asunto que se suma a las interrogantes. Cómo se convierte en negocio un diario digital, en circunstancias que todos los intentos por cobrar por la información online han resultado un rotundo fracaso. Hasta el momento, y esperamos que así continúe, la información que circula por Internet se convierne en un bien público que es reproducida a través de correos electrónicos y redes sociales millones de veces. Son muy pocas las personas dispuestas a pagar por algo que tiene hoy el estatus de público.
El mundo de los negocios globalizados, el neoliberalismo llevado a sus extremos, nos ha dado más que una desagradable sorpresa. Tal vez por ello hay observadores que no ven esta millonaria operación con buenos ojos. La apuesta de Jeff Bezos podría denigrar y comercializar el periodismo, así como ha sucedido con el grueso de la prensa, en la búsqueda de rentabilidad. Pero dejemos algún espacio para la duda. Es también posible que la genialidad comercial y tecnológica del dueño de Amazon lo lleve a impulsar una revolución en el periodismo.
Paul Walder
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 788, 23 de agosto, 2013)
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