Punto Final, Nº788 – Desde el 23 de agosto hasta el 5 de septiembre de 2013.
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Tocopilla se rebela

El grito de las regiones

 

 

EL alcalde Fernando San Román logró consolidar una fuerza social que está en crecimiento.

 

Dicen los lugareños que Tocopilla cambió. La desidia se convirtió en voz de lucha. Y no es antojadizo. Hasta hace unos meses, arribar a la ciudad-puerto era empaparse de abandono, con la paradoja de barrios acomodados y poblaciones separados por menos de dos kilómetros. Hoy, en cambio, se advierte otro espíritu. Banderas negras, marchas multicolores con una inocencia en plena transformación, y hasta el claro desprendimiento del miedo, que radicalizó un movimiento. Partió en la protesta de ideas y concluyó en el enfrentamiento y reclamo callejero de derechos postergados.
Muchos pensaron, el 14 de noviembre de 2007, que la comuna nortina se remecía definitivamente con un terremoto grado 7,7 que dejó traumas, carencias y la fotografía triste del entorno urbano. Las termoeléctricas instaladas en esta zona estratégica entre los grandes polos urbanos del Norte Grande, eran el único destello de un paisaje taciturno e inmutable. A diferencia de Calama -otro de los estallidos populares del último tiempo-, los 25 mil habitantes de Tocopilla convivían con la precariedad. Sólo disponen de dos supermercados, un ínfimo comercio, nulas alternativas de entretención -salvo la bohemia de locales donde la prostitución y la droga tienen sitial privilegiado-, y bajas perspectivas de desarrollo.
Pasaron casi cinco años y el avance de unos no pudo soslayar la postergación de otros. Tocopilla dejó de ser conocida como la cuna de Alexis Sánchez, Alejandro Jodorowsky o Andrés Pérez. Ahora, la identifica la demanda que pone en aprietos al gobierno. Y los tocopillanos sienten que es sólo el inicio de algo mayor.

SAN ROMAN: “EL POLEMICO”
Mientras recorría los pasillos del Liceo Domingo Latrille, un joven Fernando San Román Bascuñán, con apenas 17 años, decidió acometer un proyecto que lo llevaría lejos. En 2001, El Polémico era un periódico estudiantil que expresaba inquietudes de una generación inconformista. Dos años después, en la carrera de periodismo de la Universidad Católica del Norte -donde sólo cursó tres semestres-, el ahora alcalde de Tocopilla materializó el proyecto, con el mismo nombre pero con un fin distinto: despertar a toda una comunidad. “Siento que ese fue el inicio, porque cuando uno se sumerge en las necesidades de tu gente, te das cuenta que la mejor manera de aportar al desarrollo es desde dentro. Así me di cuenta que tenía que entrar en la disputa por la alcaldía”, dice el jefe comunal, de 28 años de edad, que en 2010 fundó el movimiento “Tocopilla vuelve”.
“Hoy podría decir que puedo morir tranquilo. No porque hayamos conseguido materializar avances, sino que obtuvimos compromisos. Pero hay un factor mayor. Hemos logrado despertar a una comunidad que se quejaba de abandono, pero nunca se materializaba en acciones. Nosotros organizamos, convocamos y ahora, presionamos por nuestros derechos postergados”, dice el carismático líder tocopillano.
Manuel Jopia, uno de los voceros del movimiento, atribuye el éxito a la figura de San Román. “Fue él quien consiguió juntar todas las voces demandantes y concentrarlas en una sola fuerza”, dice. Pero también advierte que “una de las ventajas que tiene el alcalde para que la comunidad le crea, es su independencia. Hasta ahora no está amarrado a ningún grupo político y por ello, puede luchar por las carencias de la ciudad sin abanderizarse ni ablandarse”. Una visión no del todo correcta, porque el mismo alcalde San Román reconoce que “si bien llegué a mi cargo de manera independiente, lo conseguí con apoyo del PRO. En la próxima elección presidencial apoyaré a Marco Enríquez-Ominami”.
“Acá han llegado todos los sectores políticos en actitud de ayuda. Quiero entender que las necesidades de la gente son vistas como justas y no como una opción electoral. Pero seamos francos: sabemos bien que en tiempos de elecciones llegarán todos a sumarse. Si eso nos sirve para posicionar el movimiento, bienvenidos sean”, señala San Román. El candidato a diputado por El Loa, el comunista Cristián Cuevas, reconoce que “para estar con la gente de la comuna no es necesario transar apoyo. Tocopilla es una ciudad postergada desde hace varias décadas”.
San Román ataca sin empacho a los dos últimos gobiernos. “A la ex presidenta Bachelet hay que reconocerle que algo hizo en el tema vivienda. Se hicieron el 80% de las casas que había que reconstruir. Sólo 220 quedaron pendientes. Pero en educación el avance fue nulo. Nunca se terminó el Liceo Domingo Latrille ni la Escuela 10”. Sobre los acuerdos con el actual gobierno -ampliar la atención en el hospital Marcos Macuada con especialistas; subsidios a estudiantes en transporte público, y licitación de la planta de revisión técnica más la promesa de reconstrucción-, el edil es tajante: “Se lograron acuerdos, pero es el turno de que se vean avances concretos. Esto no será como en otras comunas, donde se entregan calmantes y se posterga la ayuda. De no haber respuestas, las movilizaciones serán más radicales”, enfatiza.

PROMESAS Y ABUSOS
Las carencias de Tocopilla refrendan los vicios del centralismo: explotación indiscriminada, migración de la población joven en busca de oportunidades -no hay universidad ni institutos de formación profesional-, la poca solidaridad de las multinacionales de la energía que no se comprometen con el medioambiente ni otorgan garantías de calidad de vida. Norgener y Electroandina encabezan el listado de doce plantas de energía eléctrica, con petróleo y carbón, que dan a la comuna la carátula de “capital de las termoeléctricas de Chile”. Con ellas, el polvillo negro que emana de sus chimeneas cubre la ciudad. “Si usted sale a tender ropa y la deja un par de horas, la recogerá tiesa”, dice el dirigente social Pedro Lazo: “Los problemas de salud son silentes y el efecto de la contaminación es acumulativo e ignorado por las autoridades de salud”, agrega.
La II Región -considerando el efecto de las mineras en Antofagasta y Calama, más las termoeléctricas en Tocopilla-, ha visto aumentar el número de pacientes con cáncer, catapultándola a los mayores niveles del país. El presidente del Colegio Médico de El Loa, Mauricio Castillo, entrega una estadística nefasta. “El cáncer es una de las cinco causas de muerte más reiterativas en la región. En unos años más será la mayor de Chile, donde la estadística la encabezan las enfermedades cardiovasculares”. En Tocopilla se dispara peligrosamente el número de casos por complicación pulmonar, a causa del humo tóxico que se respira cotidianamente. “No tenemos especialistas en el hospital y cada vez que hay un caso grave, la gente debe trasladarse a Antofagasta. No es raro que los heridos en accidentes sean trasladados a otras ciudades y mueran en el camino”, dice Manuel Jopia. El alcalde Fernando San Román apunta que “el mismo efecto del centralismo se produce en lo administrativo, dependemos de Antofagasta de manera inaceptable”. El ministro Jaime Mañalich se comprometió a aumentar la base de médicos de urgencia y de consultas de especialidades. Pero el incremento fue de nueve a doce. Y peor aún: los profesionales llegarán periódicamente desde Calama, dejando el problema asentado en la misma región.
Hay también otras necesidades mayores. Pedro Lazo sostiene que “es inadmisible que con plantas termoeléctricas produciendo y contaminando aquí, los vecinos paguen cuentas de luz tan caras”. “El gobierno se comprometió a interceder para que la comisión de energía dé su visto bueno al requerimiento de la comunidad, para subsidiar sus pagos”, subraya el alcalde. San Román es un reconocido fiscalizador de esas empresas. Cambió los absurdos aranceles de patentes, que en el caso de Norgener no alcanzaban a veinte mil pesos. Contando a Soquimich, que se enriquece pasando su producción por una línea férrea que atraviesa Tocopilla, el pago de permisos equivale apenas al 1% de los ingresos de la municipalidad.
“Ya conseguimos algo con el gobierno. Ahora vamos por los privados”, anuncia el alcalde. Para eso tiene aliados. Uno es el presidente del comité de alcaldes del Norte Grande y líder del movimiento en Calama, Esteban Velásquez. Ya se reunió con ellos y estableció acuerdos. “No vamos a parar, intensificaremos las marchas, el costo está asumido. Vamos a dejar los pies en la calle para ser el grito por la descentralización y no daremos nuestro brazo a torcer”, dice San Román.
Las casas de Caleta Boy Sur -donde los pescadores ven cómo la producción apenas alcanza para vivir-, siguen esperando ser demolidas. Los dos campamentos que reciben al turista en su más popular acceso son un cuadro deprimente. En carpeta están la reconstrucción de recintos educacionales y el levantamiento de parques que disimulen la dura impresión que deja la ciudad a primera vista.
Los teléfonos celulares pierden señal en medio de los imponentes cerros que arrinconan el paisaje urbano de Tocopilla. La inconexión es total. Los vecinos sienten que les quitan lo poco que tienen. Una de sus exigencias al gobierno es mejorar la planta de revisión técnica, en plena decadencia, conocida como “el pasadizo” por quienes no pasaban las pruebas en ciudades mayores. “Eramos conocidos por tener el menor número de rechazos y ahora se licitará una nueva planta”, dice Pedro Lazo. Es otro cliché negativo que por ahora los vecinos de Tocopilla quieren extirparse. Una cruzada que recién despierta. A la luz de su primera expedición, con soluciones de parche no tiene atisbos de acabarse...

RICARDO PINTO NEIRA
En Tocopilla

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 788, 23 de agosto, 2013)


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