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Luis Dubó, actor
Juicio a la casta que manda en Chile
Este es “el negro” Dubó. Con una copa de vino, espera el almuerzo en la picada ñuñoína al lado de la plaza. Cero glamour, sencilla naturalidad. La gente lo reconoce como protagonista de Barrio universitario, taquillera película en cartelera, y él responde con un gesto amistoso y la sonrisa del abuelo que es desde hace menos de un mes. “Ya, mi vida, en un rato más paso a verlo”, le dice a un hombre en “situación de calle” que deambula por el sector y que insiste en contar que “pagué 25 años en la cárcel”.
A este actor, por cuya boca rondan las palabras “bondad” y “bondadoso”, le han tocado roles de narcotraficante y torturador, perfiles que coinciden con el delincuente doméstico que hizo en El arte de la fuga, de Raúl Rivera, obra que hace dos décadas lo mostró como gran comediante.
Es “el negro” Luis Dubó (49 años), actor, cuequero, el Tato Dubó, como también le dicen. Conversa con Punto Final sobre la realidad del país sin la jerga del político avezado. Y alude a las luchas de hoy, siempre con la emoción en el gesto y la mirada.
¿Hace tiempo que no haces teatro?
“Desde Amores de cantina (exitosa obra de Juan Radrigán). Pero este año vengo con harto teatro. Lo que pasa es que esta actividad económicamente es débil. Ahora soy abuelo y tengo que buscar el soporte económico en otras fuentes. Regreso con una obra de mi gusto: El señor Galíndez, de Eduardo Pavlovsky (Teatro Nacional Chileno). El y otros viejos, en los tiempos difíciles de América Latina, escribieron, denunciaron y nos hicieron pensar sobre lo que nos estaba ocurriendo.
Ahora me invitó un grupo de cabros de la nueva generación. Los roles que he hecho requieren de un alto nivel de compromiso. No hay ninguna obra que haya hecho que no tenga que ver con el ámbito social. Es el territorio del teatro en que me encanta moverme. Nosotros en Chile tenemos muchas cosas que revitalizar, para que la memoria se mantenga viva”.
¿Expectivas en televisión?
“Acabo de terminar una serie de cuatro capítulos para Chilevisión, sobre la Caravana de la Muerte, de Andrés Wood. Interpreto al coronel Marcelo Morén Brito (uno de los más sanguinarios asesinos de la Dina durante la dictadura de Pinochet, actualmente preso). Se van a encontrar con una historia increíble y terrible, que generó dolor y muertos. Estamos muy expectantes. Es un trozo de nuestra historia que se pone en escena. En la película Dawson. Isla 10 hice al sargento “Mala Cueva”. Son roles contradictorios con mi manera de pensar. Con Morén Brito uno visita la oscuridad, ese territorio que cuesta entender desde afuera. Está vivo y sigue sin reconocer culpa en las atrocidades que cometió”.
¿Conversaste con él?
“¡Noooo, qué miedo! La serie tiene que ver con cómo una mujer lucha, lucha y lucha, buscando razones y el cuerpo de su marido. Hasta meter presos a los monstruos de esta caravana. Por el momento se titula Rosa. En otra temporada de la serie Prófugos, en HBO, vuelvo como el ‘Cacho’ Aguilera, un narcotraficante. Me gusta llegar a un público bien diverso. Amores de cantina y El arte de la fuga, de Raúl Rivera, aunque menos conocidas, llegan al corazón, porque son sencillas y cercanas a la gente. Tienen personajes jugándose el todo por el todo”.
HISTORIAS REPETIDAS
Trago, huachos, abandono, lucha y comedia, constantes de los clásicos chilenos.
“Claro, prostitución, huachismo y abuso por donde sea. En todas las familias existe una deuda pendiente. Por eso Chile tiene una profundidad y una diversidad que pocas veces se alcanza. Yo soy muy optimista con lo que está ocurriendo en este país, a pesar de todo”.
¿Pese a que la historia se repite?
“Sí. Creo que el ciclo social que se avecina viene acompañado con conocimiento. El conocimiento y la sabiduría están en la calle. A los jóvenes les tengo gran respeto. Están asumiendo un protagonismo con sabiduría. Está todo en crisis, lo cual también es interesante, porque después siempre viene algo bueno. Estas obras muestran justamente ese abandono, el alcoholismo como consecuencia de sociedades que no se preocupan del ser humano”.
¿En qué ámbito adviertes crisis?
“Se manifiesta en que las clases dominantes y los que tienen la sartén por el mango están muy aproblemados. Son personas que no lograron completar niveles de sabiduría. Sí alcanzaron niveles de administración, de ostentación del poder, pero no fundamentados en sabiduría… Y eso es muy grave, porque demuestra, igual que en una casa, que no se tiene idea de la vida. A nivel mundial se exige sabiduría, porque es una crisis global”.
¿A qué llamas sabiduría?
“Respeto, no discriminación, no pasar por encima de los otros, solidaridad real, no compasión. Entenderse con las mismas capacidades, virtudes y defectos que los demás, como un ente frágil; entender que la vida va pasando, que hay que aprovechar el tiempo. Absorber la belleza de la vida, ser capaz de tener el ocio como un derecho, no una irresponsabilidad; la risa como un elemento para sentirse mejor. No burlarse, pero sí reírse, y ojalá de uno mismo.
Las castas que tienen el poder son aburridas, fomes, tienen conductas de muy mal gusto y siutiquería. El ‘cuiquerío’ se comporta mal. No saben hacer cosas ni transformar nada. Para eso necesitan la mano de obra y más encima, pagan mal. Están como fuera de los tiempos”.
Pero tienen el poder...
“Sí, ostentan el poder y atesoran dinero. Un signo de sabiduría en estos tiempos es entender lo que está ocurriendo con la Tierra, comprender lo que es la materia prima, el valor del trabajo y su justa remuneración. Son cosas que en todas las calles los jóvenes lo saben”.
¿Esas castas son los empresarios, los políticos?
“Quienes obtuvieron comodidades para vivir y se perdieron la preciosa oportunidad de ser justos y sabios. Y sienten mucho miedo de perder ese poder. Le otorgan mucho valor a cosas que no lo tienen. La felicidad de un ser humano no es material. Necesitamos obtener para vivir en justicia y con la retribución adecuada para cada labor que realiza el hombre y la mujer, pero de ahí a creer que es una situación fundamental… Y cuando se ven amenazados, asustan a la gente… Pero creo que el temor que tratan de meternos los bicharracos más recalcitrantes y obscenos, los que dijeron que podría haber otro golpe, está fuera de tiempo. Yo soy optimista. Será mucho más bondadoso lo que se avecina, porque se está filtrando el hombre.
Ahora soy abuelo. Al otro día de nacer mi nieto estaba en el consultorio para chequearme. Claro, porque quiero ver crecer a Salvador José Alí. Salvador por el ‘Chicho’ Allende, José por el padre de la mamá del niño, y Alí por mi hijo y por Muhammad Alí. Tres nombres. ‘Como príncipe’, dijo mi hija”.
EXIGENCIAS CIUDADANAS
¿Ves claro el panorama político actual?
“Los menos claros son los políticos, sufren una neurosis vergonzosa. Y son importantes, porque de ellos depende que podamos mejorar las condiciones de vida. Es vergonzoso el papelón que han estado haciendo, ya que pierden una oportunidad bondadosa. Elegir a quienes te van a representar es una fiesta ciudadana, no una tragedia. Sí es grave cuando la gente protesta. Protestar no es una fiesta, pero es un derecho. La democracia, elegir, es una fiesta y, sin embargo, se ha transformado en un caos.
El mundo político tiene una mirada muy añeja. En época de elecciones andan besando guaguas y bendiciendo niños. ¡Eso se tiene que hacer todos los días! La inmensa mayoría tenemos muy poco conocimiento de las bondades, virtudes o defectos de nuestros delegados políticos. Votamos desde la ignorancia. Hay mucho que hacer ahí”.
Algunos culpan a las marchas por la violencia callejera…
“Hay un movimiento interesante que es como un monstruo sin cabeza y mucho corazón. Tiene las virtudes de la intención humana que hay que conducir. Algunos de estos jóvenes se están planteando como voz ciudadana frente a la situación política. Otras, como Camila Vallejo, es una figura que nace a partir del clamor de la calle. Ojalá que le vaya bien. De a poco se van consiguiendo representaciones con pasión, con dignidad. Porque el servicio público es una pasión, no cualquiera tiene esa capacidad. Es lo que hace falta”.
¿Asamblea Constituyente?
“Ahí está el tema y por eso yo soy optimista. Si Bachelet gana, va a llegar con una carta ciudadana de peticiones que no podrá desconocer. Está en el ADN del movimiento, de todos los que queremos que este país sea más justo. También son interesantes las candidaturas alternativas que han salido de la invisibilidad y golpean en grandes sectores y problemas. Tenemos problemas graves con el ecosistema, con la administración de nuestras materias primas, con la cultura. Para las estructuras de poder, la cultura está en último término”.
¿Alejada del poder?
“Claro. Ningún candidato baila bien. Son fomes y torpes. Se enferman con el poder y pierden la naturalidad. He tenido la suerte de recorrer Chile y la distancia del desarrollo cultural es gravísima. Si en Santiago existe actividad cultural a medio morir saltando, en regiones es casi inexistente. No se refleja la diversidad maravillosa que tenemos. ¡Qué felices seríamos entendiendo toda nuestra diversidad!
Recorrí Chiloé por la película Hijo del Trauco, que hicimos con Alan Fischer -se va a estrenar en Sanfic- y tuve oportunidad de conocer la belleza de esa isla. De alguna manera el centro de Chile se ha alejado del país. Si uno va a San Bernardo o a Buin, vemos zonas con 50 años de atraso. El desbarajuste es demasiado grande”.
¿Qué le exiges al político que compite?
“Que cumpla a cabalidad su sueño. Que lo intente desde lo más humano que tenga en su corazón. Y que no mienta. Que haga cuenta que le está aconsejando a su hijo. Nosotros vamos a estar ahí, toda la ciudadanía expectante para que cumpla el programa”.
¿Todo esto te deja sin posibilidad de elegir para la presidencial?
“No, al contrario. Creo que es el momento de tomar decisiones. Lo maravilloso es que tenemos primera y segunda vuelta. Los que ostentan el poder tienen un problema de dignidad: cumplir con las promesas que dicen en sus discursos, no mentir. Esa es la condición a nivel mundial que plantean las masas. Deben cumplir, sean moros o cristianos. Sea consecuente, cumpla lo que dice. Una porción importante votará con ganas por los candidatos de las minorías, Marcel Claude, MEO, Sfeir… Un universo de opiniones y diversidad para llegar a acuerdo. El voto es personal y cada candidato aporta desde su territorio. Pero votar por la derecha, bajo ningún punto de vista. Tienen la calle llena de carteles de candidatos que ya no son…”.
¿La confianza nunca se pierde?
“No, hay que ser feliz con lo menos. Uno tiene que estar en disposición para ser feliz con la vida. Yo estoy constantemente disfrutando la risa, echando la talla, y cuando estoy triste, también disfruto. Con mi amigo Leo Yáñez hicimos un bolero que dice (canta): ‘Déjame gozar mi pena, como gozo mi alegría…’. Yo tuve la tremenda tristeza de perder a mi madre hace cuatro meses, y el domingo pasado fui visitado por un ‘príncipe’, mi nieto. El recambio en la vida es maravilloso”
Leopoldo Pulgar Ibarra
Mundos menos visibles, pero reales
ANARQUISTAS. “He tenido la oportunidad de conversar con ellos, y siempre les digo que ser anarquista es muy difícil, porque hay que conocer a fondo esta ideología. Es un llamado a profundizar en el conocimiento. Es una buena intención, sin duda. No basta la rabia, porque te nubla, significa que se te arranca el gorila... y nosotros tenemos la capacidad de ordenar nuestro mapa mental y conducirnos”.
CUECA. “Vengo del mundo popular trabajador, en donde la gente sabe hacer las cosas. Mi papá trabajaba en Chuquicamata, mi mamá era una excelente cocinera. Mi compadre Iván Verdugo es músico, marionetista, albañil, carpintero, soldador, cocinero, bailarín, cantor, poeta. ¡Estos son los buenos! No es que a uno le guste o no la cueca, representa lo que somos. Pero también nos representa el bolero, porque somos medio llorones; la ranchera, porque entró con el cine mexicano y se quedó; la cumbia, para las fiestas de la casa. Somos una cultura muy potente. Entonces, hay todo un mundo que ha ido tomando cuerpo y es visible. Es interesante lo que ocurre entre los jóvenes y la cueca”
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 787, 9 de agosto, 2013)
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