Punto Final, Nº784 – Desde el 28 de junio al 11 de julio de 2013.
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Asesinatos en la Base Aérea

 

 

DOCTORA Ruth Kries Saavedra: desde hace 21 años busca verdad y justicia.

 


Ocho ex funcionarios de la Fuerza A érea de Chile fueron detenidos y sometidos a proceso en Temuco como autores, en 1973, del homicidio calificado del médico Hernán Henríquez Aravena y del dirigente de los trabajadores de la Salud, Alejandro Flores Rivera. Los crímenes fueron perpetrados el 5 de octubre de 1973 en la Base Aérea de Maquehua. Otros cinco ex funcionarios de la Fach fueron sometidos a proceso como encubridores. La resolución judicial causó expectación en la zona, donde la investigación ha sido difícil por tratarse de crímenes cometidos por uniformados en un recinto militar. Se espera, al mismo tiempo, se establezca la responsabilidad de jefes y oficiales de mayor grado.
El 11 de septiembre de 1973 el doctor Hernán Henríquez Aravena, director zonal del Servicio Nacional de Salud de Temuco, fue llamado a la Fiscalía Militar en el Regimiento Tucapel de la ciudad. Compareció al día siguiente y fue devuelto a su domicilio. En la noche del 12 ó 13 (lo que no se ha logrado precisar), Carabineros allanó su casa y lo llevó detenido para ponerlo al día siguiente nuevamente a disposición de la Fiscalía Militar. Esta lo envió finalmente bajo arresto a su domicilio y fue citado a comparecer el 25 de septiembre. Pero en la noche del 24, Investigaciones allanó nuevamente su casa. Más tarde hizo lo mismo una patrulla de Carabineros que lo sacó de su domicilio, sin mayores explicaciones a él o a su esposa, Ruth Kries a quien, al día siguiente, en la Fiscalía Militar se le informó que su marido no había sido llevado ante ese tribunal ni se encontraba en el Regimiento Tucapel. También lo negaron en la base aérea de Maquehua (donde efectivamente estaba y había sido torturado, según testimonios que constan en el proceso).
El 5 de octubre, el Bando N° 9 firmado por el comandante de la Guarnición Militar de Temuco, informó que “ante el intento de fuga planificado por Alejandro Flores Rivera en complicidad con Hernán Henríquez Aravena mientras se encontraban detenidos en el cuartel del Grupo N° 3 de Helicópteros, y en connivencia con individuos que desde el exterior trataron de ayudarlos, fueron eliminados por la guardia. Los demás sujetos huyeron del lugar sin obtenerse otras bajas. Esos elementos extremistas fueron enterrados”.
La investigación judicial ha concluido sin embargo que ambos fueron ejecutados en la Base Aérea de Maquehua por el personal encargado de su custodia, y que no hubo intento de fuga.
La doctora Ruth Kries Saavedra, esposa de Henríquez, debió abandonar Temuco porque su vida también peligraba. Con sus cuatro hijos salió al exilio en la República Federal Alemana. Revalidó estudios y ejerce la medicina en Frankfurt. Tres de sus hijos se graduaron como médicos en Alemania y el otro como periodista en Chile, pero regresó a Alemania, donde reside.
Ruth Kries ha mantenido una relación permanente con Chile. Visita regularmente el país y también Temuco, donde conserva amigos. Ella se querelló por al asesinato de su marido y ha mantenido una lucha permanente a lo largo de 21 años. El proceso que lleva el ministro Alvaro Mesa, de la Corte de Apelaciones de Temuco, ha imputado el homicidio calificado del Dr. Hernán Henríquez y de Alejandro Flores a un grupo de ocho ex funcionarios de la Fach a los que además, se responsabiliza por apremios ilegítimos. Ruth Kries conversó con PF.
Llama la atención la lentitud del proceso y el escaso avance en términos de esclarecimiento.
“Se debe a que están involucrados elementos de las fuerzas armadas y Carabineros, especialmente de la Fach. También los procedimientos se rigen por el sistema penal antiguo, mucho más lento.
Los antecedentes que han llevado al ministro instructor a proseguir el proceso ya estaban en el proceso. Cuando inicié la causa, agregué el certificado de defunción de mi marido que dice ‘fallecido por herida de proyectil’ agregando que ocurrió en un recinto militar.
A Hernán lo mataron en la noche del 4 al 5 de octubre de 1973. A mi me detuvieron días después. Cuando me liberaron, tuve media hora para salir de Temuco con mis cuatro hijos. Un oficial de Carabineros dijo: ‘Señora, se tiene que ir de inmediato porque la busca gente del SIM (Servicio de Inteligencia Militar), que son muy brutos. La van a matar porque usted habla demasiado’.
Me asilé y salí en el primer grupo de chilenos que viajó a la República Federal Alemana. No pudimos volver pronto porque se nos prohibió el ingreso a Chile, incluyendo a mi hijo de siete meses. Cuando pudimos entrar presenté una querella, hace 21 años. El ministro que se hizo cargo la remitió a Valdivia, sosteniendo que correspondía a la justicia militar porque había ocurrido en un recinto castrense. Fue rechazada, según me informaron, porque el caso caía dentro de la ‘ley de amnistía’. Esa fue la primera querella.
Dos años después volví a presentarla en Santiago. Estuvo en manos de tres ministros, entre ellos Juan Guzmán y el ministro Daniel Calvo, que fue el único que investigó en los seis meses que tuvo la causa. Yo venía a Chile todos los años y no pasaba nada. Decidí entonces llevar la causa a Temuco. Ha sido un proceso difícil, tiene ocho tomos. El ministro actual, Alvaro Mesa, ha llegado hasta donde estamos. Es meritorio que por lo menos haya revisado a fondo lo que se había hecho. Ha sido importante también la actuación de mis abogados, la del Ministerio del Interior y el trabajo especializado de la PDI”.
¿Su marido estuvo desaparecido?
“Sí. El 24 de septiembre se lo llevaron carabineros. Me dijeron que lo habían entregado a los militares. Fui a todas partes, a todas las instituciones que podían tenerlo. En todas partes me decían ‘no lo tenemos’, pero yo sabía que lo tenían. Fui también a la Masonería. Pedí ayuda a la Iglesia, y me la negó el obispo Bernardino Piñera. Me dijo que no nos ayudaría porque ‘no éramos cristianos’.
Recibí información de que Hernán estaba en la base aérea de Maquehua, donde era torturado. El comandante Andrés Pacheco, de la Fach, a cargo de la base -una persona grosera y brutal-, me dijo que no lo tenían. Yo sabía que era mentira. Hay un testigo que vio a Hernán en la base, torturado”.
¿Cuáles fueron las razones del asesinato de su marido?
“En lo fundamental, puede haber sido por su trabajo con los mapuches. Hubo, seguramente, otras razones menos importantes, como su militancia comunista, que no era muy destacada porque se dedicaba a su trabajo. Hernán era jefe del Servicio Nacional de Salud y la huelga médica fue muy dura, con mucho odio de clase... Puede haber sido otra razón.
Mi marido impulsó un programa de salud intercultural dirigido a los mapuches, que tuvo mucha repercusión. El conocía bien la situación de discriminación y abandono en que estaban los mapuches. La idea del programa intercultural era llevar la medicina a las comunidades. Era necesario un enfoque global y multidisciplinario. Medicina alternativa tradicional y, al mismo tiempo, preparar monitores mapuches. Se alcanzó a hacer un curso completo. La derecha lo denunciaba como un ‘proyecto subversivo’.
La represión afectó brutalmente a los mapuches. También al programa de medicina intercultural. En pocos semanas cuatro de sus responsables fueron asesinados: mi marido, Hernán Henríquez; el dirigente zonal de la Federación de Trabajadores de la Salud, Alejando Flores, y más tarde dos educadores sanitarios: Jécar Neghme -padre del dirigente del MIR, del mismo nombre, asesinado en 1989-, y Manuel Gastón Elgueta”.
¿Qué espera usted del juicio?
“Espero saber. Necesito saber qué pasó en esos días, dónde lo tuvieron, dónde lo torturaron, y donde lo mataron. Quiénes lo hicieron, con nombres y apellidos, y porqué asesinaron a un hombre indefenso que nunca hizo mal a nadie. Siento que esta es mi obligación y no quisiera morir dejando esa tarea sin cumplir.
¿Qué piensan mis hijos? Ellos comprenden, han vivido con esto. Durante mucho tiempo creí que ellos no sabían, ni mucho menos que recordaban haber visto detener a su papá. Me decía: al menos no vieron cuando se lo llevaron. Hasta que supe que lo recordaban. Crecieron con la historia de los años de la Unidad Popular y Salvador Allende, con la idea de esas esperanzas, también con la historia de su papá contada por otra gente que lo conoció. Nunca he podido yo contarles la historia.
Espero que se haga justicia. Pero pienso que para estos crímenes no hay justicia suficiente, son demasiado atroces. Pero entiendo también que los crímenes deben ser castigados de alguna manera. Confío en que el tribunal cumpla su deber y que los culpables sepan que hay crímenes que no tienen perdón. Por eso, para mí, es tan importante este juicio. Servirá también, es lo que espero, para que la sociedad de Temuco se mire al espejo y vea una verdad lastimosa, no el rostro amable que cree tener”

HERNAN SOTO


Los asesinos y sus cómplices

En Temuco ha causado revuelo la detención de ex funcionarios de la Fach y civiles, entre ellos empresarios y profesionales de la zona, acusados de los asesinatos del médico Hernán Henríquez y del dirigente gremial, Alejandro Flores, en 1973.
Los ex funcionarios de la Fach -detenidos en libre plática en la base aérea de Temuco- son: Hugo Crisóstomo Ferrada Carrasco, Enrique Alberto Rebolledo Sotelo, Heriberto Pereira Rojas, Jorge Aliro Valdebenito Isler, Jorge Eduardo Soto Herrera, Luis Osmán Yáñez Silva, Luis Alberto Soto Pinto y Leonardo Reyes Herrera.
En la misma condición se encuentran detenidos los civiles Berthold Erwin Bohn Sauterel, Rodolfo Ernesto Schmied Callejón, Antonio Sergio Monserrat Mena, Aníbal Arturo Tejos Echeverría, Pablo Aquiles Alister Contreras, Emilio Sandoval Poo y Enrique Alcides Isaacs Casacuberta.

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 784, 28 de junio, 2013)


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