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Piedad Córdoba y el diálogo en Colombia
“Caminaremos por encima del fuego”
Después de medio siglo de conflicto armado, se ha firmado en La Habana el acuerdo para el inicio del diálogo de paz entre el gobierno colombiano del presidente Juan Manuel Santos, y la conducción de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP). El deseo y la necesidad de paz es un reclamo profundo de la sociedad colombiana, que ahora puede vislumbrar una posibilidad en esta búsqueda. Si bien éste es un primer paso y todavía no están todos los actores necesarios para concretar una decisión de paz, este momento es resultado de un enorme esfuerzo realizado por las organizaciones políticas, por los movimientos sociales, por los organismos de derechos humanos y por espacios como Mujeres por la Paz y Colombianos y Colombianas por la Paz, iniciativas que tienen entre sus principales inspiradores a la ex senadora Piedad Córdoba.
Esos colectivos y movimientos, desafiando la lógica guerrerista que identifica mediáticamente a cualquier interlocutor de la guerrilla con un mensajero de la misma, realizaron una labor de orfebrería que tuvo entre sus momentos destacados la liberación de los rehenes de las FARC. Más de una vez se ha visto a Piedad Córdoba ingresar a la selva, para regresar con militares y policías liberados por la guerrilla.
También el mundo asistió a la estigmatización y a las múltiples agresiones que recibió Piedad -incluida la pérdida de su estatus de senadora, cargo ganado por su pertenencia al Partido Liberal y que ejerció desde 1994 hasta 2010-, en una operación tendiente a eclipsarla políticamente. La Procuraduría General de la Nación la acusó de “colaboración con las FARC”. Piedad recibió amenazas de todo tipo para ella y su familia. Una y otra vez respondió poniendo en el centro la necesidad de lograr la paz con justicia y una salida política al conflicto colombiano.
Fueron precisamente esos esfuerzos los valorados cuando Piedad Córdoba recibió de manos del presidente de la Federación Universitaria de Buenos Aires, Igael Kejsefman, la distinción Deodoro Roca en reconocimiento a su lucha por la paz y los derechos humanos en Colombia. Cuando ella entró al Salón Libertador Simón Bolívar del Hotel Bauen -recuperado por los trabajadores y trabajadoras-, la multitud que colmaba ese espacio estalló en una ovación. Esa mujer tan agredida por las fuerzas conservadoras de su país, en Argentina recibía un homenaje merecido, rodeada del cariño de militantes por los derechos humanos que saben el lugar de Piedad Córdoba en esta batalla crucial no sólo para Colombia sino para toda Nuestra América.
MUJER Y NEGRA
Piedad Córdoba es una mujer negra, y estos datos la definen… Tanto por la estigmatización que ha sufrido, como por el lugar desde el cual mira al mundo. El guerrerismo, el patriarcado, el racismo, el colonialismo, desprecian estas condiciones. El mundo de la guerra, de la violencia, hace del machismo un valor. Siglos de colonialismo construyeron una subjetividad hegemónica que refuerza la dominación de una burguesía blanca, patriarcal -el ex presidente Alvaro Uribe es su figura emblemática- sobre los pueblos indígenas y negros.
En nuestro diálogo, Piedad afirmaba: “Yo creo que si se pudiera hacer un tratado de la agresión a las mujeres desde su etnia, desde su condición de mujer, desde su ser revolucionario, yo sería el ejemplo perfecto. Porque me han dicho lesbiana, histérica, loca, puta, de todo. Por el solo hecho de ser mujer y negra. Desafortunadamente, a pesar de muchas normas y leyes que hemos aprobado en Colombia, las cosas siguen siendo iguales, en un país donde se ve tan claramente el retroceso de las mujeres en el ejercicio de los derechos...”.
EN LA PRIMERA FILA DE LA RESISTENCIA
Pero Piedad ubica su lugar como parte de un drama colectivo. Hace énfasis en el lugar de las mujeres en la primera fila de la resistencia. “El lugar de las mujeres en la lucha por la paz es fundamental. Las mujeres estamos jugando un papel muy importante en la resistencia, sobre todo en los movimientos sociales en el Cauca, a pesar de que es cada vez más difícil no sólo permanecer sino también hacer nuestro trabajo”.
Ese lugar es difícil porque en tiempos de militarización y violencia, los cuerpos de las mujeres se vuelven botines de guerra, moneda de cambio, territorio de conquista e incluso de diversión. Se indigna Piedad Córdoba cuando recuerda el episodio de los custodios de Obama visitando los prostíbulos de Cartagena de Indias: “Los agentes que protegen al presidente Obama abusaron de las mujeres dedicadas a la prostitución. No les pagaron porque están acostumbrados a no hacerlo. De esa manera ellos aprovecharon para irrespetarnos”.
En un marco general de pobreza y de vulneración de derechos, en Colombia se agrava la situación de las mujeres. “Hay un informe de la Fiscalía sobre la situación de las mujeres absolutamente alarmante. En los casos de desapariciones forzadas, hay casi un 51% de mujeres afectadas… Desaparecidas. En los crímenes y asesinatos que se cometen a sangre fría, hay cifras escalofriantes. Igual en el aumento de violaciones, de violencia contra las mujeres, de femicidios. Colombia se está caracterizando por la utilización del ácido en la cara de las mujeres, y cada vez hay más asesinatos de mujeres por sus parejas. Esto se aúna a un cuadro de guerra. Quienes se ven más afectadas por estas circunstancias y por la pobreza estructural, son las mujeres negras e indígenas. Ha aumentado la feminización de la pobreza, que afecta especialmente a las mujeres indígenas porque tienen menos recursos y conocen menos las regiones a las que se podrían desplazar”, agrega Piedad Córdoba.
También se hace muy difícil enfrentar los mecanismos patriarcales de exclusión de las mujeres de los lugares del poder. ”Eso lo refleja -dice Piedad- la nula decisión del Estado que, a pesar de firmar convenios internacionales y aprobar leyes, sigue deteriorando las políticas públicas que posibilitarían la participación de las mujeres. Hay un descenso de la participación de mujeres en lo electoral. Ellas tienen cada vez menos posibilidades de llegar al poder. Sobre todo afrontan más dificultades para acceder a cargos de elección popular. Para nosotras, mujeres de la oposición, es muy difícil. Hay que agregar que de los cinco millones de desplazados en el país, las mujeres son tres millones o más”.
CRISIS HUMANITARIA Y BATALLAS POR LA PAZ
Los desplazamientos forzados de población son uno de los grandes dramas humanitarios que sufre Colombia. La guerra, así como las políticas de las multinacionales, provocan estos movimientos de la población más pobre. Piedad Córdoba habla desde las tripas cuando retrata el desastre: “Colombia tiene cinco millones de desplazados y desplazadas, a quienes se les ha arrebatado -según cifras oficiales- ocho millones de hectáreas de tierra. Pero sabemos que son muchas más. Más de 70 dirigentes campesinos que luchaban por la restitución de sus tierras han sido asesinados en un año y medio. Es una cifra escandalosa, que muestra que vivimos una grave crisis humanitaria”.
En este contexto, Piedad Córdoba valora la acción de los pueblos indígenas del Cauca, que se han puesto a la tarea de desmontar las bases militares en su territorio, exigiendo el retiro de las Fuerzas Armadas y de las fuerzas guerrilleras. “Es muy positiva la posición de las comunidades del Cauca, porque la Corte Constitucional se pronunció avalando lo que dijimos: que se retiren las bases militares -porque no pueden estar en medio de la población- exigiendo a las fuerzas militares la entrega de un resguardo en el Meta y planteando que todos los actores del conflicto se retiren. Las comunidades tienen derecho a vivir libres en sus territorios. Es un momento muy importante que visibiliza la necesidad y la exigencia de que termine la guerra en el país”.
Pero hay otros factores que agravan la crisis humanitaria: “Forman parte de esta crisis las casi sesenta mil personas desaparecidas, sobre las cuales nadie dice nada, así como las casi tres mil ejecuciones extrajudiciales. Los 8.500 prisioneros y prisioneras políticos que se encuentran en las peores condiciones, en una situación denigrante como seres humanos. Nosotras -como parte de Mujeres por la Paz en el Mundo- hemos intentando entrar a las cárceles para constatar su situación, pero el gobierno no lo autoriza. Sabemos que son muchas las mujeres que se han suicidado en las prisiones al no poder soportar esas condiciones. El Estado intenta quebrarlas y no les presta atención médica. Presos y presas que padecen enfermedades terminales mueren sin ser atendidos, o están en cárceles con 44°C a la sombra. No hay luz ni agua durante dos o tres meses. Algunos de esos prisioneros y prisioneras políticas son combatientes, pero también muchos son defensores y defensoras de los derechos humanos, o campesinos que se levantaron contra la instalación de los campamentos petroleros que arrasan con el medioambiente, o que lucharon por la restitución de tierras”.
Se acusa a la guerrilla colombiana por la integración de niños y niñas a sus filas. Piedad Córdoba señala: “Hay una investigación llamada ‘Mambrú se fue a la guerra’, que da cuenta de lo que está pasando con los niños y las niñas en el conflicto armado. La conclusión de ese informe es que los niños están donde están por el hambre, por la miseria. Muchos están con la insurgencia por hambre”.
MODELO AL SERVICIO DE LAS MULTINACIONALES
La ex senadora Piedad Córdoba cuestiona las violaciones de los derechos humanos y el modelo que las genera: “No se puede hablar de desarrollo cuando hay ocho millones de indigentes, hay gente que apenas come. Las calles de las ciudades de noche se convierten en camas. Es impresionante la cantidad de gente que duerme en las calles. Sin contar que Colombia tiene el segundo lugar en prostitución infantil en América Latina. Son cifras de un modelo decadente, impresentable, indecente…y que necesita de la represión para contener a la gente que se está levantando. En Colombia se pasó de un formato ramplón y mafioso del modelo, a uno meloso, caricaturesco, que persigue lo mismo; porque los presidentes que se eligen en Colombia no obedecen al país, obedecen a las multinacionales”.
Los intereses norteamericanos siguen mandando en Colombia, agrega Piedad Córdoba, a pesar de que se ha logrado una resolución de la Corte Suprema suspendiendo la instalación de siete bases militares. “Se cambiaron las bases militares por una inteligencia con tecnología de punta, que permite saber dónde se ubican las riquezas del país”.
QUE UNASUR SE PRONUNCIE
Una de las acciones anunciada por Piedad Córdoba es que Marcha Patriótica -fuerza política de la que forma parte- realizará una gestión ante Unasur, denunciando la persecución política de que es objeto. “Unasur tiene que comprometerse a que nosotros, como oposición, en Colombia tengamos el derecho a llegar al poder. Es necesario fortalecer la decisión de lograr una salida política y negociada de la guerra en Colombia. Además de lo que el conflicto significa para nuestro pueblo, la guerra desestabiliza a la región. Es un instrumento que ha sido contemplado para una posible violación del territorio venezolano. Unasur tiene que tipificar los delitos de persecución política, de opinión, de expresión. Queremos que se verifique si es cierto que pertenecemos a las FARC o que nos financian las FARC, como se nos acusa. Ese es un paso para que termine la guerra en Colombia, y se acabe la persecución contra quienes hacemos hoy lo que en su tiempo hicieron otros, como la Unión Patriótica (UP), que fueron asesinados”.
La sombra del genocidio contra la UP en los años 80, cuando fueron asesinados, desaparecidos y torturados alrededor de cinco mil de sus militantes, pesa sobre la política colombiana. “A nosotros no nos pueden matar, ni nos pueden desaparecer. Ni nos pueden quitar el derecho a construir una sociedad diferente. No nos asustan con la amenaza de que nos va a pasar lo mismo que a la Unión Patriótica. Lo rechazamos, es como cuando violan a una mujer y la culpan a ella porque tenía la falda muy corta, el escote grande... Así nos dicen. Que Marcha Patriótica es responsable por existir. Incluso intelectuales de Izquierda han dicho que nosotras somos responsables si nos matan. Pero hemos tomado una decisión: caminar por encima del fuego.
La peor amenaza es que nos paralice el miedo. Vamos a enfrentarnos a lo que pase, esto no tiene reversa. Unasur tiene que defendernos porque somos de los suyos, porque soñamos lo mismo. Queremos educación, salud, vivienda, un modelo de desarrollo al servicio de la gente, no en beneficio de las transnacionales. No nos vamos a dejar matar ni encarcelar, no nos vamos a dispersar. Tampoco vamos a perder el horizonte. No nos distraerán los cantos de sirena de la derecha colombiana y de América Latina que confunden a la gente para que se desdiga de lo que son. Para que se arrepientan de haber luchado con el pueblo, de haber sido comunistas o socialistas. Como dice Mario Benedetti, ésa es la industria de los arrepentidos. Los que estamos en la Izquierda, no podemos abstraernos de la responsabilidad de luchar contra la pobreza, la miseria, las violaciones de los derechos humanos. Debemos ser capaces de poner a militar nuestros conocimientos al servicio de la gente, debemos estar donde están el campesino, el obrero, el estudiante, los indígenas, las mujeres, los negros. Ese es nuestro lugar. Para eso son nuestros conocimientos”
CLAUDIA KOROL
En Buenos Aires
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 766, 14 de septiembre, 2012)
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