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¿Fair play?
¡Las pelotas!
Autor: Karen Hermosilla
Todo marcha sobre ruedas. Las cosas parecen continuar viento en popa, mientras el vaivén nauseabundo agita a la tripulación. Pero no estamos para motines, ni trote alguno. Las fiestas culturales siguen su carta de navegación y el espectáculo futbolero aumenta la sensación de que el tormentoso juego democrático está apenas comenzando. Los pobres sí pueden esperar, porque el show debe continuar. Así, la espera se hace más llevadera, y el viaje, aunque incómodo, entretenido.
Bielsa pudo hablar 120 minutos multiplicados por cada centavo ganado en el negocio “deportivo”, y aun así, las supuestas lecciones, la filosófica experiencia, la audacia perentoria, el ultimátum desafiante, son cosas del fútbol. Que el fútbol sea política, sea economía, sean modelos y drogas, nos habla que el ideal de corpore sano está enfermo de muerte a causa de una mente permeada por los discursos y prácticas más nocivas y decadentes.
Si bien se agradece que el DT haga esfuerzos en develar la maraña putrefacta, las cosas no van a cambiar mientras los estatutos comerciales, los honorarios exorbitantes, la esclavitud del cuerpo para desatar la pasión de una multitud de ciudadanos estafados, continúe siendo culturalmente aceptada sin hacer un sinceramiento de que el fútbol es una pequeña parte de la sociedad, utilitaria, decorativa, distractora, de los grandes y esenciales problemas que nos aquejan.
Pero los piratas y los capitanes beben juntos en la cantina los licores que sus esclavos trasladaron bogando incesantes. Parlotean a la par con cacatúas y delfines, e incluso saltan frases feroces, diatribas punzantes, lecciones de ética, saludos a la bandera, gingles fantásticamente pegajosos, palabras y más palabras, que a pesar de su rudeza no se baten en un duelo decisivo.
Están mirando a los veintidós sudar la gota gorda en busca de un gol.
Lo reconozco. Pago CDF porque soy hincha de Colo Colo, y a pesar de que me joden con que es un equipo fascista, intento separar aguas, porque no me voy a poner a pensar en el estadio construido por Pinochet, en el club comprado por el pulpo Piñera, ni en las elecciones de la ANFP en las cuales se ha inmiscuido. Porque entiendo el populismo e intento disfrutar del esfuerzo de los once gladiadores que intentan dejar todo en la cancha, so pena de la carga de basura y desperdicio.
El fútbol hace tiempo que está manchado, la pelota desinflada y la cancha rala. Y eso porque tanto lo fundamental como la salud, la vivienda, la educación, auténticas preocupaciones, y lo accesorio como el fútbol, son un excelente negocio. Por algo quemar dinero es un delito más grave que robarlo. Porque esa entelequia, ese artificio, esa farsa, es hoy por hoy, el corazón de la Humanidad.
Estamos perdidos en el infinito por cientos de números torturados por financistas macabros, por sádicos usureros, por Don Cangrejos y Tíos Ricos, que sólo se contentan con aparecer en el ranking de Forbes, porque esa “es” la “tabla de posiciones” del juego verdadero, sin reglas o normas, nada de trabajo en equipo; la perseverancia y la superación tienen como modus operandi la competencia desleal, la mafia y el transfuguismo.
¿Fair play? ¡Las pelotas! Para que estamos con cosas. “Monopoly” es el deporte-rey.
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 722, 12 de noviembre, 2010
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