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El sida
se disparó
en Chile

Autor: ARNALDO PEREZ GUERRA

Doctor Carlos Beltrán Buendía: las cifras reales desmienten las oficiales.

Los enfermos con VIH/sida aumentan y en Chile la realidad señala que no existen políticas públicas eficaces para controlar la epidemia. Muchas más personas que las que aparecen en las estadísticas están contagiadas de VIH o tienen sida. A esto se suma el colapso de los centros de atención y la dramática falta de diagnóstico, consecuencia de trabas económicas y administrativas que las autoridades sanitarias imponen al test Elisa. Las políticas de prevención, focalizadas en la abstinencia, fidelidad o el uso de condón, no han logrado disminuir la propagación de la enfermedad. Aparte del déficit histórico de diagnóstico, se observa con preocupación un creciente incumplimiento de las garantías de acceso a tratamiento. El 50% de los casos se diagnostican tardíamente, con un riesgo veinte veces mayor de enfermar o morir pese al tratamiento. Dos de cada tres contagiados con el virus no están diagnosticados. Según el gobierno serían trece mil los enfermos diagnosticados y en control, pero estudios de organismos internacionales advierten que el número de personas con VIH en Chile no es inferior a treinta mil. Según la Sociedad Chilena de Infectología, los enfermos son entre 40 mil y 45 mil. Para el doctor Carlos Beltrán Buendía, médico infectólogo y tratante de VIH/sida a cargo de la atención en el Hospital Barros Luco y en el Servicio de Salud Metropolitano Sur, “es urgente una política pública”.
Hasta 2001 el Ministerio de Salud (Minsal), entregó a los pacientes monoterapia o biterapia. Debían comprar el tercer medicamento. Ese año se promulgó la Ley del Sida (19.770) que estableció como objetivo la prevención, diagnóstico y control del VIH, sancionando la discriminación contra los portadores y garantizando acceso igualitario al tratamiento médico. Se suponía que los pacientes del sistema público (Fonasa) tendrían derecho a la gratuidad de los medicamentos. Pero recién en 2003 se logró cubrir un 80% de los casos notificados, gracias a recursos internacionales. En 2005, con el Auge y el Régimen de Garantías Explícitas en Salud (GES), se dio cobertura total.
El doctor Carlos Beltrán fue copresidente del Panel de Expertos y asesor del Minsal en 2009. Trabaja en el área desde 1994, y lleva más de quince años a cargo de la atención de VIH/sida. Es médico desde 1981. “Hasta 1998 no teníamos acceso a terapias de alta eficacia, como las que se usan actualmente. Hasta 2001 tuvimos acceso muy restringido, lo que significó que algunos pacientes tenían tratamiento y otros no. Aparte del número de casos que aparecían todos los años, teníamos una alta letalidad de pacientes en control. Morían entre un 15 y 20% al año, muy similar al número que ingresaba. Desde 2001 empezó el acceso a terapia antirretroviral, programa que originalmente tuvo aportes de fondos internacionales y que, posteriormente, el Minsal siguió con sus propios medios. En 2003 todas las personas con VIH en el sistema público tuvieron acceso a la terapia, y la letalidad por sida bajó sustancialmente por la eficacia del tratamiento, que controla completamente la replicación viral y, por lo tanto, hace que las personas se libren de la circulación del virus y recuperen su salud e inmunidad, aunque no se curen. Desde entonces, lo que hemos visto es que el número de nuevos infectados ha seguido en constante aumento. Como son muchos menos los fallecidos, el número de pacientes en control se ha triplicado”, dice.

No hay medicinas

No es un misterio que el sistema público de salud tiene serios problemas para atender a los pacientes con VIH/sida. “Ultimamente se ha agregado un problema que no tuvimos entre 2001 y 2009, y es que está empezando a verse desabastecimiento de los medicamentos garantizados. Hay pacientes que, teniendo indicación de tomarlos y estando dispuestos a hacerlo, no los encuentran. En el policlínico he visto pacientes que llevaban más de un mes sin terapias”, agrega.
¿Eso es muy grave?
“Extraordinariamente grave, no sólo para los enfermos sino también para la salud pública. Actualmente el mejor método para prevenir la transmisión de VIH, es diagnosticar e iniciar oportunamente el tratamiento. Un paciente en tratamiento reduce sustancialmente la probabilidad que transmita VIH. Lamentablemente las últimas autoridades de Salud han dicho que el VIH/sida está controlado y, de hecho, han dado cifras en el sentido de que el VIH ya no es un problema, cosa que es un error. En los últimos informes epidemiológicos se observa que después de una aparente reducción en el número de casos nuevos, las tasas de VIH/sida han subido notablemente. Lo que es peor: las tasas de sida -que es ya tener la enfermedad-, se han disparado en los últimos dos años.
En 2006 y 2007 hubo políticas sólidas de parte de la autoridad en cuanto a tratamiento de los pacientes y a preocuparse de la infraestructura. Pero en ese período en que el control del VIH/sida iba mejorando, ocurrió lo de los ‘casos no notificados’, que significó que el problema se hizo mediático. Y la autoridad inició una serie de acciones mediáticas. En definitiva, no hubo ningún cambio en las políticas públicas; por el contrario, se debilitaron. Hoy vemos incremento en el número de nuevos casos de VIH/sida.
Quiero insistir en algo muy importante: existe una tendencia a desinformar lo que ocurre. Se ha dicho que el VIH/sida no es problema, que es algo puntual en Arica e Iquique, lo cual no es efectivo. Con toda seguridad se van a utilizar argumentos como decir que ‘hay una mejor notificación’, que ahora ‘los casos se están reportando’, pero eso no es cierto. Atendemos todo el tiempo a contagiados y se ve con alarma cómo los casos nuevos van en aumento”.
-¿Sigue existiendo subnotificación de las personas que estarían infectadas?
“Todavía hay subnotificación. Me refiero específicamente a la notificación al área de epidemiología del Minsal, no a la notificación a las personas. Eso se corrigió después del escándalo. El número de no notificados, y que probablemente tampoco se notificaron a la autoridad sanitaria, fueron entre 500 y 600 personas. Esa cifra se traduce en un aumento del orden de miles. La tasa ha subido de dos casos por cien mil habitantes a seis o siete por cien mil, en relación al sida. Más un aumento de cuatro casos a nueve por cien mil, en el caso de VIH. Son diez casos por cien mil habitantes. Más de mil casos por año. Eso es lo que ha aumentado. Es gravísimo”.
¿Qué otros problemas hay en los servicios de Salud en relación al sida?
“La atención: al aumento en el número de casos se suma el déficit de recursos humanos en los hospitales. Hay una sobrecarga para los centros de atención. Por otro lado, hay desabastecimiento de medicamentos. Otro problema es que las políticas de prevención han fallado, independientemente de cuál fue la que se eligió: uso de preservativo, fidelidad o abstinencia. Ha fallado la implementación de las campañas para lograr que penetren en la población.
El uso de preservativos por adolescentes -que es uno de los grupos más golpeados- ha significado éxitos según las autoridades. Ha subido la tasa de uso de preservativos en 10%, pero un 65% y más no los usa. Es grave que hace tres meses se terminara la distribución de preservativos en el sistema público. Ya no se entregan a personas con VIH, lo que significa que si un enfermo no puede comprarlos -y son caros-, tiene sexo sin protección. La distribución de preservativos para los contagiados de VIH y enfermedades de transmisión sexual se hacía gratuitamente en los hospitales.
Sume a eso que tenemos pocos recursos para la atención y nulos para hacer diagnósticos. Es muy difícil hacerse un test sin costo, hay que pagarlo. Son trece mil diagnosticados y en control, pero resulta que los estudios que han hecho organismos internacionales, incluyendo la Onusida, advierten que el número de contagiados en Chile no es inferior a treinta mil. La Sociedad Chilena de Infectología estima que son entre 40 y 45 mil. ¿Qué significa eso? Que por cada persona a la que se le ha diagnosticado VIH, hay dos sin diagnosticar. En países desarrollados eso también existe, pero a la inversa. Por ejemplo, en Estados Unidos, hay una sin diagnóstico por cada cuatro personas diagnosticadas; en Europa, es una de cada tres.
Si los diagnosticados no tienen acceso a preservativos, y hay gran cantidad de infectados no diagnosticados, obviamente el número de casos va en aumento. Esto, que debería motivar alarma, que debería haber sido difundido, que debería significar la implementación de políticas como en otros países de Latinoamérica, no ha tenido réplica de parte de las autoridades. En el mundo se hacen campañas, se invita a hacerse test gratuitos, con confidencialidad y voluntariedad. ¿Y qué se ha visto? Que se agotan los reactivos, van miles de personas; planifican que irán cien mil y asisten 500 mil. En Chile, y lo digo con responsabilidad, si alguien quiere hacerse un diagnóstico y no tiene dinero para pagar, dona sangre. Eso es una aberración, pues está la posibilidad de que el test no dé positivo y esa sangre se use en pacientes sanos. Si se recurre a la donación de sangre para hacerse el test, significa que no se ofrece el servicio como debería”.

Falta una política pública

¿Qué pasa con las nuevas autoridades de salud?
“Quiero creer que cuando el doctor Mañalich, ministro de Salud, dijo que el VIH en Chile estaba en disminución no conocía estas cifras… Pero no tengo duda que ahora las conoce. Son cifras oficiales del Ministerio de Salud y, por lo mismo, es que (...)

(Este artículo se publicó completo en “Punto Final”, edición Nº 720, 15 de octubre, 2010)
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