Edición 719 desde 1 al 14 de octubre de 2010
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Diálogo con Hugo Blanco , histórico líder campesino del Perú

Nosotros
los indios

“Nosotros los indios” es un libro de Hugo Blanco lanzado en Argentina por Ediciones La Minga/ Emprendimiento Colectivo y Ediciones Herramienta. En su presentación, escribe Eduardo Galeano: “Estas páginas, escritas a borbotones, desordenadas, jubilosas y desesperadas, cuentan las aventuras y desventuras del hombre que encabezó la lucha campesina en el Perú, el organizador de los sindicatos rurales, el que impulsó una reforma agraria nacida desde abajo y desde abajo peleada. Hugo Blanco ha caminado su país al revés y al derecho, desde las sierras nevadas a la costa seca, pasando por la selva húmeda donde los nativos son cazados como fieras.
Y por donde pasaba, iba ayudando a que los caídos se levantaran, y los callados dijeran”.
Tuve el gusto de hablar con Hugo y aprender de su sonrisa, de sus palabras, y de su ejemplo. Son algunos momentos en que se dan gracias a la vida… que nos ha dado tanto, para que nos siga dando tantos Hugos, tantas resistencias que cuentan.

El campesinado peruano tiene una larga historia de enfrentamiento con el poder y el capital. Es una historia desconocida en América Latina. ¿Cómo son sus formas de organización, de lucha y cómo ve el momento actual de este movimiento?
“El indígena peruano, como todos los indígenas de América, tiene 500 años de lucha y de resistencia. Esta historia es escondida, o se nos muestra como algo que no es. Por ejemplo, a Túpac Amaru lo muestran como precursor de la Independencia, que fue concluida por San Martín y Bolívar. ¡Mentira! El luchaba por la reivindicación de los indígenas, y estos indígenas en la llamada Independencia continuaron explotados. Se dio como premio a los generales de la Independencia haciendas con indios. Entonces, nació la lucha por la tierra, como señalaba Mariátegui en ‘El problema del indio’ y ‘El problema de la tierra’(1). La lucha ha sido por la tierra hasta que más o menos obtuvieron tierras, con nuestra lucha.
Nosotros hicimos la primera reforma agraria en la zona de La Convención. Después continuaron las tomas de tierras en el resto del país, y los militares comprendieron que todo se iba a incendiar. Por eso prefirieron tomar el poder, y desde el poder hacer la reforma agraria que dio la tierra a la mayoría del campesinado. Perú es el país donde el mayor porcentaje de pequeños propietario indígenas y no indígenas, agrupados en comunidades o como parceleros, tienen propiedad sobre la tierra. Una realidad que va disminuyendo, porque renace el latifundio, pero ya es un latifundio de tipo capitalista, la gran agroindustria depredadora de la tierra con agroquímicos, monocultivos, etc.
Ahora la lucha es diferente. El tema ya no es la posesión de la tierra, es la defensa de la naturaleza que está siendo agredida por el gran capital. La gente ahora lucha contra la tala de la selva y contra del envenenamiento de sus ríos. En la sierra también lucha contra el envenenamiento de los ríos y contra el robo del agua que hace la minería, o lo que se piensa hacer para la agroindustria en Cuzco, como el robo de tierra que se piensa hacer con la represa Inambari, una gran empresa que afecta a tres departamentos: Cuzco, Madre de Dios y Puno. Piensan desalojar a miles de campesinos de sus tierras y viviendas para sacar electricidad que ni siquiera irá a multinacionales en Perú, sino a las que tienen base en Brasil. Esta es la lucha ahora: en defensa de la vida y de la naturaleza”.

La primera reforma agraria

¿En qué consistió esa primera reforma agraria que ustedes promovieron como organización campesina?
“Nosotros hicimos la primera reforma agraria porque el sistema imperante era el colonato servil. Al campesino -igual que en Europa- el señor feudal le daba un pedazo de tierra para que la trabajara para sí, y en pago tenía que ir a trabajar donde el hacendado. Se organizaron sindicatos campesinos para pedir que se rebajaran los días que tenían que trabajar para el hacendado. Algunos hacendados aceptaron después de discusiones. Pero otros no quisieron discutir
Como el poder judicial y la policía estaban en manos de ellos, mandaron presos a los indígenas. Con los sindicatos hacíamos algunas paralizaciones, marchas y mítines para lograr su libertad. Pero como no reconocían al sindicato, no había discusión posible acerca de la rebaja de los días de trabajo para el patrón. Por eso se decidió hacer huelga. La huelga consistía en no ir a trabajar para la hacienda, pero seguir trabajando sus tierras. O sea, sin darse cuenta, el campesino estaba haciendo la reforma agraria, con el nombre de huelga.
Al contrario de la huelga del obrero y del empleado, que no puede durar mucho porque el obrero y el empleado viven de su sueldo o salario, acá, como no recibían ningún pago por su trabajo, tener este tiempo para sí mismos era una felicidad. Tenían más tiempo para trabajar su tierra. Hasta que en mi sindicato dijimos: ‘Bueno, no puede haber una huelga tan larga, son nueve meses de huelga. Esta huelga la hemos hecho para que el hacendado hable con nosotros y el hacendado no quiere hablar. Ahora ya no es huelga, es la reforma agraria. De ahora en más, ya no vamos a trabajar para el hacendado. Como el hacendado no ha querido conversar durante nueve meses, ahora, aunque él quiera conversar con nosotros, ya no tenemos nada que hablar con él. La tierra es de quien la trabaja’.
Eso era en algunos sindicatos, quedaban los otros. La realidad era la misma, que no se trabajaba para el hacendado. Los hacendados comenzaron a andar armados, a disparar al aire. ‘¡Indios ladrones, nos están robando la tierra!’. Los campesinos se quejaron a la policía. La policía les dijo: ‘Pero ustedes, sinvergüenzas, ¿qué quieren? Si realmente le están robando la tierra al patrón, él tiene derecho de matarlos como a perros’. Entonces los campesinos fueron a la Federación, y en asamblea se acordó: ‘Como el hacendado nos amenaza, y la policía dice que tiene derecho de matarnos como a perros, lo único que queda es defendernos nosotros mismos’.
Se acordó hacer grupos de autodefensa. A mí me nombraron para que organice los grupos de autodefensa. Frente a eso los hacendados dejaron de amenazar. Nosotros, como no nos interesaba la vida de los hacendados, los dejamos tranquilos, pero el gobierno reaccionó contra esa reforma agraria y mandó la policía. Entonces tuvimos choques con esa policía. Hubo policías muertos, hubo campesinos muertos. Después disolvieron nuestro grupo armado, pero se dio cuenta el gobierno, que era un gobierno militar, y dijo: ‘Bueno, si estos indios son tan atrevidos que cuando estamos comenzando la represión responden en forma armada, ¿cómo será cuando los obliguemos a volver a trabajar para las haciendas? Esto se va a convertir en un levantamiento general’.
Yo ya estaba preso, pero no era yo el problema, era el campesinado en general. Entonces dijeron: ‘Mejor sacamos una ley de reforma agraria reconociendo la posición de los indios en esta zona’; y solamente para esta zona sacaron una ley de reforma agraria. El presidente era Ricardo Pérez Godoy, un militar. Sacaron una ley de reforma agraria que, entre otras cosas, decía que había que dejar un mínimo inexpropiable en poder del hacendado. Algunas haciendas aplicaron esta ley. A otras haciendas, a las de nuestra zona, fueron y dijeron: ‘Venimos de parte del gobierno para entregarles la tierra’. Y los campesinos dijeron: ‘No los necesitamos, no queremos que vengan ustedes. Acá nosotros tenemos nuestra propia reforma agraria, no se ha dejado ni un palmo de tierra para los hacendados’.
¡O sea, ni eso se cumplió! Entonces, en el resto del Perú, la gente decía: ‘¡Qué buena gracia! A ellos les han dado la tierra porque agarraron las armas, y para nosotros nada’. Así comenzaron las tomas de tierras en varias partes del Perú, y como ya había un gobierno civil, el gobierno civil hacía meter balas a los campesinos que estaban tomando tierras. Entonces se armaron los militares. ‘Estos indígenas nos van a incendiar el país, mejor nosotros tomamos el poder, y lo que en el 62 hemos hecho en una región, lo hacemos en todo el Perú’. En el 68 hizo el golpe Velasco Alvarado, y él hizo la reforma agraria en todo el país. Nosotros por supuesto aplaudimos que haya liquidado las haciendas, y estábamos de acuerdo con que algunas tierras fueron entregadas a las comunidades. Pero con otras tierras se fabricaron gigantescas cooperativas, que solamente eran cooperativas de nombre, porque trabajaban para tres o cuatro burócratas.
El campesinado, mientras yo estuve exiliado, tomó tierras de esas gigantescas seudo-cooperativas para las comunidades. Tenemos una organización milenaria, que es la comunidad indígena. Cuando yo regresé al Perú, bajo el primer gobierno de Alan García, participé del levantamiento indígena. Como dirigente de la Confederación Campesina del Perú (CCP) fui mandado a Puno; allí, recuperamos 1.250.000 hectáreas de las seudo-cooperativas para las comunidades indígenas.
Por todas estas cosas, el Perú es el país donde más pequeños propietarios y agricultores hay en el mundo, aunque eso últimamente se está revirtiendo, porque el gobierno está pretendiendo sacar una ley que aumente el límite posible de la propiedad agraria para defender la agroindustria”.

Mariategui en las luchas de América Latina

Hay ejercicios militares con presencia norteamericana en Perú. En zonas campesinas, en zonas indígenas. ¿Qué nos puede decir sobre este tema?
“Bueno, el pretexto que ponen es el del narcotráfico, igual que en Colombia. Entonces dicen que hay que combatir el narcotráfico, y para eso hay acuerdos con los yanquis, aunque no está claro cuáles son esos acuerdos. A Iraq lo invadieron con el pretexto de las armas de destrucción masiva. No encontraron armas de destrucción masiva, pero en Perú y en Colombia sí hay coca. Entonces el pretexto es combatir el narcotráfico, y nos mandan sus bases militares”.
Usted mencionó a Mariátegui. ¿Cómo analiza sus aportes a las luchas del Perú y de América Latina?
“La obra más conocida de Mariátegui es Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Allí hay dos artículos, dos ensayos, donde dice que el problema del indio es el problema de la tierra. Bueno, ahora ya no es eso, porque el indio, en gran medida ya tomó la tierra. Ahora el problema es la defensa del medioambiente. También él, como hijo del Perú, estaba en contra de eso de la revolución por etapas que planteaba el stalinismo de Codovilla(2), que decía que primero se hacía la revolución democrática y burguesa, dirigida por la burguesía. Mariategui estaba en contra de eso, porque veía que la comunidad indígena era un centro socialista. Entonces decía que no, que la revolución en Perú será socialista o no será. Hay otro dicho importante: que la revolución socialista en estos países no será calco ni copia de otras partes, sino creación heroica. Y eso es lo que se está haciendo, creación heroica de los pueblos, a través de la organización comunal indígena, que ahora está transformando poco a poco la sociedad”.
¿Cómo ve los principales desafíos del movimiento indígena y campesino de América Latina?
“Los desafíos que confronta el movimiento indígena son los de toda la Humanidad: la extinción de la especie humana con el calentamiento global. Las señales son claras. El invierno más crudo que ha vivido Europa fue el invierno pasado. Ha habido ríos de lodo que han cruzado las poblaciones peruanas. Estos mismos ríos de lodo los he visto, en un video, en Italia. Las inundaciones en Afganistán y Palestina son feroces. Y cada día van a ser peores todos estos acontecimientos, fruto del calentamiento global que no se tiene ninguna intención de detener, como se ha visto en la reunión de Copenhague. La única forma de detenerlo es arrebatando el poder a las grandes empresas multinacionales, y que la Humanidad tome en sus manos su propio destino. Es el desafío para las poblaciones indígenas y para todo el mundo

Claudia Korol
En Buenos Aires

(1) Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, José Carlos Mariátegui.
(2) Victorio Codovilla. Dirigente, en esa etapa, del Partido Comunista de Argentina.

 

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 719, 1º de octubre, 2010)
punto@interaccess.cl
www.puntofinal.la
www.pf-memoriahistorica.org

LECTURA DE FOTO: HUGO Blanco Galdós, 75 años, militante trotskista que dirigió el movimiento campesino en La Convención, Perú, en los años 60. Para enfrentar la represión, el sindicato Chaupimayo creó una columna guerrillera que fue derrotada en 1963. Hugo Blanco estuvo tres años preso y fue lanzado al exilio. Vivió en varios países, entre ellos Chile. Más tarde fue diputado en su país durante varios períodos.

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