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Buen apetito
Autor: LEOPOLDO PULGAR IBARRA
Pablo Jerez y María José Contreras, chef y ayudante en “Degustación”, que dirige Jaime Lorca.
El público que asiste a ver la obra Degustación, que dirige Jaime Lorca, no debiera sorprenderse si durante la función lo invitan a saborear algún bocadillo. Es posible que la primera reacción sea recelosa o inquieta. Se deberá a que tanto el chef (interpretado por Pablo Jerez) como Irina, su ayudante (María José Contreras), se han mostrado en actitudes algo extravertidas. Pero eso no debiera importar, ya que este montaje equivale a un show que incluye una invitación a comer, con el público como principal testigo del trabajo en una cocina de restaurante que padece algunos problemas económicos.
Con esta obra, el director de la compañía Viaje Inmóvil, Jaime Lorca, agrega a su trayectoria un modo de hacer teatro distinto a su línea habitual, aunque es posible rastrear en la puesta en escena el perfil artístico que lo caracteriza, por el sentido humano y social y la forma cómo se usan algunos elementos propios de la cocina.
Opciones artísticas
Degustación marca el afán creativo de Jaime Lorca que no se agota en las opciones que mejor maneja. Así como en El último heredero tomó con fuerza historias y personajes chilenos, que dieron una visión del espacio nacional y latinoamericano a través de episodios instalados en el período de la Colonia y la lucha de Independencia de Chile, en Degustación la realidad se introduce con violencia a través de imágenes de televisión, que determinarán la vida del chef de cocina y su ayudante, los personajes de la obra.
El montaje está inspirado en Una propuesta modesta (1729), de Jonathan Swift (1667-1745), escritor irlandés autor de Gulliver, entre otros títulos universales. El texto pertenece a Guillermo Calderón, un autor joven que golpea la escena chilena desde hace un par de años con obras como Neva, Clase y Diciembre. En el original, la obra habla de una época de crisis y hambruna en Irlanda. Y como plantea seria y cruelmente que para sobrevivir las familias pobres vendan a sus hijos menores de un año como alimento para las familias ricas, el autor agregará sabrosas recetas de cocina para seducir a la gente.
Para Degustación, Guillermo Calderón construye un entorno que incluye una mirada social crítica, que hace a la historia más creíble, actual y cercana. El dramaturgo propone que durante una crisis económica, como la que todavía está vigente en el mundo, un chef busca salir de los problemas de su restaurante organizando un show en su cocina, con el público participante degustando alimentos preparados allí mismo, con sanos y limpios ingredientes y tal vez, con alguna sorpresa.
De este modo, el escenario se transforma en una especie de set de televisión, con monitores a la vista y cámaras en miniatura que captan los detalles del proceso de elaboración de la comida. Tanto el chef como su ayudante se dedican a trabajar ágilmente: amasan a plena vista, cortan trozos de pan y verduras y arman los canapés, cocinan y sirven sopa al público. Y hacen una que otra broma sangrienta. El público, sentado en sus butacas, parece sentirse en una gradería televisiva o en un estadio pequeño. Mientras evolucionan, chef y ayudante no parar de pronunciar discursos y realizar malabares distractivos, en una experiencia gastronómica y teatral de hondo sentido humano.
En plena crisis
Aunque Degustación es una propuesta más bien íntima, en este montaje de Jaime Lorca asoma un amplio entorno social, a partir de la crisis económica. Efectivamente, como consecuencia de la debacle económica, el restaurante está vacío y nadie llega, porque no hay plata. De allí la idea del show para atraer clientela. Mientras tanto, en el exterior se ha organizado una cumbre de presidentes para resolver la crisis, la que se ha suspendido, porque las masas hambrientas se han levantado en rebelión y rodean el aeropuerto. Nadie sabe cómo las imágenes de represión en las calles se filtran en las pantallas ubicadas en la cocina, interrumpiendo el show culinario. De este modo, la realidad se entremezcla y apodera de un espacio ficticio y de entretención, poniendo al público entre la comedia y la tragedia. El chef debe alimentar a los presidentes, aunque no haya comida para todos. Pronto encontrará una solución, que completará de manera espectacular este show de cocina.
(Matucana 100. Ju. a sá., 20.30; do., 20.00. 27 diciembre al 7 febrero. $ 5.000 y
$ 3.000; ju., $ 2.000).
(Publicado en Punto Final, edición Nº 701, 24 de diciembre, 2009. Suscríbase a PF)
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