Edición 701 - Desde el 24 de diciembre de 2009 al 7 de enero de 2010
Inicio |   Favoritos | Recomendar Página | Cartas al Director |
Documento sin título
Buscar
Su opinión
Ediciones Anteriores.
En Quioscos
Archivo Histórico
Publicidad del Estado

El fallo de la Fiscalia

Regalo
En esta edición

Votar hasta
que duela

Los dramáticos veinte años de Carlos Gardel y Piñera

Copenhague: fracaso de proyecciones bíblicas

País zombie

Obama se metió
en Honduras

En edición impresa

Entre el fin de la Concertación y el neopinochetismo

El hastío

¿Una oposición
sin medios?

Bicentenario
¿Brasil, el gran ausente?

Buen apetito

En su quinto aniversario

Visita

Chile
Entre el fin de la Concertación y el neopinochetismo

Autor: EMIR SADER
En Sao Paulo

Chile fue el único país, de los que tuvieron dictaduras militares en el Cono Sur, en el cual las fuerzas de la dictadura se reciclaron en partidos políticos aliados, reivindicaron el período dictatorial y se constituyeron en una fuerza casi mayoritaria en el período democrático. En todas las elecciones, el bloque de partidos neopinochetistas siempre consiguió una alta votación, y en dos ocasiones fue derrotado por menos del 5% de los votos en la segunda vuelta.
La oposición a la dictadura, desde la derrota de las organizaciones clandestinas -el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez- fue liderada por la alianza entre los partidos Demócrata Cristiano y Socialista, antes enemigos porque éste era el partido de Allende y aquél, de Eduardo Frei Montalva, que predicaba el golpe militar. Para eso el PS tuvo que romper su alianza histórica con el Partido Comunista y organizar la llamada Concertación, en consonancia con el fenómeno internacional de reciclaje de los partidos socialistas y socialdemócratas hacia el neoliberalismo.
En esa forma, cuando Pinochet perdió el plebiscito al que él mismo había convocado para su reelección, en 1988, esa Concertación logró elegir dos años después a Patricio Aylwin -un democratacristiano, ex opositor intransigente al gobierno de Allende cuando era presidente de su partido-, como primer presidente civil desde 1973. La Concertación mantuvo la política económica de la dictadura militar -que contaba con el apoyo del gran empresariado chileno-, basada en una política de apertura económica, un modelo primario exportador y tratados de libre comercio, que un gobierno concertacionista posterior presidido por el socialista Ricardo Lagos llegó a firmar con Estados Unidos, lo que impide a Chile participar en el Mercosur entre otras consecuencias. La coalición gobernante trató de disminuir los duros efectos sociales de la dictadura militar, que habían llevado a Chile de ser uno de los países menos desiguales del continente a ser uno de los más desiguales. Entretanto, mantuvo invariables las políticas de libre comercio en el marco del neoliberalismo implementado por Pinochet.
Después de Aylwin, fue elegido Eduardo Frei Ruiz-Tagle -hijo del presidente rival de Allende, Eduardo Frei Montalva- hasta que los socialistas eligieron a los dos presidentes siguientes, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, sin que hubiera ninguna modificación sustancial a la política implementada hasta entonces por los presidentes democratacristianos.
Cuando se eligió a Bachelet -en la misma forma que su antecesor, por un margen muy estrecho sobre el candidato de las fuerzas neopinochetistas-, la presidenta sufrió un gran desgaste al implementar un plan que pretendía transformar radicalmente el transporte urbano de todo Santiago simultáneamente, en un solo día, plan heredado de su antecesor. Los resultados fueron catastróficos. Durante muchos meses, sumando a ello las movilizaciones de los estudiantes secundarios, de los pequeños productores mineros y del pueblo mapuche, el prestigio de la mandataria cayó a niveles muy bajos.
Al poco tiempo, a medida que se desencadenaba la crisis internacional, Bachelet fue recuperando apoyo al implementar medidas compensatorias para paliar los efectos sociales más graves de la crisis. A pesar de tener un ministro de Hacienda estilo Chicago boys, implantó una corrección parcial de la privatización de la previsión y bonos para los sectores más afectados, llegando al término de su mandato con un índice de apoyo similar al de Lula.
Sin embargo, la sucesión se presentó difícil, dado que la Concertación nunca logró propinar a la derecha neopinochetista una gran derrota -lo que fue uno de sus mayores fracasos políticos- reapareciendo nuevamente Sebastián Piñera como un fuerte candidato de este sector. Piñera es una de las mayores fortunas del país. Se enriqueció durante la dictadura de Pinochet, cuando su hermano y socio, José Piñera, ministro del Trabajo de la dictadura, implementó la nefasta “flexibilización laboral” por primera vez en el continente. Piñera, entre otras grandes empresas agresivamente expansivas en Chile y en el exterior, es propietario de Lan Chile (así como de Lan Perú y también hizo ofertas para comprar Varig, antes de que Gol la rematara). También es dueño de Colo Colo (aunque es hincha de otro club, compró la mayor parte de las acciones del equipo más popular de Chile) y de un canal de TV.
Con Piñera favorito, la Concertación creyó que tenía que (…)

 

(Este arículo se publicó completo en Punto Final, edición Nº 701, 24 de diciembre, 2009. Suscríbase a PF)
punto@interaccess.cl
www.puntofinal.la
www.pf-memoriahistorica.org