Edición 577 - Desde el 1 al 14 de Octubre de 2004
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MUJERES
que no “arrugan”

Autor: JIMMY ALEXIS QUINTANA

Las mujeres han ido ganando espacio en todos los ámbitos, aunque persisten algunas odiosas diferencias. Sin embargo, ya está comprobado que en cuanto al trabajo, el sexo no marca impedimentos. Durante los últimos años, ellas se han destacado en sectores como la política, las fuerzas armadas y, por supuesto, en los trabajos que tradicionalmente eran terreno masculino. Un ejemplo lo constituye Jessica Caro: trabaja como obrera en la empresa Inber S.A., del rubro de los muebles de madera, para la exportación.
“Es un trabajo de hombres, porque se necesita mucha fuerza física. De hecho, trabajamos alrededor de 40 hombres y 17 mujeres”, señala Jessica Caro, quien explica que se trabaja operando prensas, perforadoras, copiadoras, serruchos, cepilladoras, moldeadoras. Un trabajo segmentado de acuerdo a las diversas partes del mueble, para finalmente armarlo. “En cada máquina te puede tocar ‘tirar’, es decir, ir a buscar los distintos tipos de madera, cargarla, meterla a la máquina y manejar el proceso correspondiente, o ‘recibir’, que es recoger la madera procesada, cargarla y ordenarla de cierta forma para que pase a otro proceso”, explica esta mujer que en siete años se ha desempeñado en cada una de las máquinas.
Jessica Caro entró a trabajar por necesidad: “Al principio hacía ‘perros’ para la ropa, pero se acabó ese trabajo y la única posibilidad era seguir como operaria en las máquinas”. Y aunque los inicios no fueron fáciles, ya que no estaba acostumbrada a un trabajo que requería fuerza física, se fue acostumbrando. “Yo misma le pedía a mi jefe que me enseñara a trabajar distintas maquinarias, porque me aburría de operar una sola. Ahora trabajo en la perforadora”, indica. Y a pesar de que se trata de un trabajo masculino, para Jessica nunca fue un problema: “Aunque sea un trabajo de fuerza, una sigue siendo mujer. Hay compañeras que cuando terminan la jornada salen de faldita y taco alto, y las personas afuera piensan que son secretarias. La femineidad va en la personalidad, no en el trabajo”.
En cuanto a la relación con los compañeros de trabajo, Jessica Caro indica que es algo cambiante y en progresivo deterioro: “Cuando llegas, todos se hacen los amables, pero son caballeros sólo cuando andan con otras intenciones, porque son muy lachos. Cuando pasa el tiempo y se dan cuenta que no los pescaste o que tienes pareja, se olvidan de toda amabilidad y caballerosidad. Se les olvida que sus colegas son mujeres, y aunque las vean exhaustas, prefieren hacerse los tontos: pueden ver que ya no das más ‘tirando’ un carro con maderas, y te dan cero ayuda. Incluso ahora, que estoy embarazada de seis meses, si no exijo ayuda, nadie me la va a ofrecer”.
Esta mezcla de trabajo pesado con su avanzado estado de gravidez, ha hecho que Jessica vaya perdiendo el gusto por este tipo de labores. “Aunque ahora estoy en un trabajo más liviano, con tarugos, pegándolos en la prensa, ya no me gusta la pega porque es super pesada, deja demasiado cansada. Son ocho horas de pie. La mayoría de las mujeres quedan con problemas en las manos, los hombros, la cintura o las piernas”. A lo anterior se suma la preocupación de su pareja, que es colega de ella. “Al principio lo entendió y no se hacía problema. Pero ahora que estoy embarazada, sí, él sabe que este es un trabajo pesado”, indica Caro.
En este tipo de trabajo no es difícil que ocurra un accidente. En cualquier descuido, las máquinas se pueden convertir en una peligrosa trampa, “el serrucho, una hoja filosa que gira a toda velocidad en la que tú pasas la madera, es lo más peligroso. Si te agarra te puede cortar el brazo en un segundo. En la cepilladora, tienes que empujar las tablas, y al otro lado salen más delgadas, tiene unos rodillos que te pueden agarrar. En la perforadora trabajas con unas brocas que funcionan a gran fuerza y tienes que poner ahí las maderas, para hacerles un sacado. Como a veces los trozos de madera que hay que perforar son pequeños, un mínimo descuido y la broca puede agarrar la mano. Además, hay máquinas que si llegan a tomar algo, hay que esperar a que termine el proceso. Es imposible apagarlas una vez que lo iniciaron”.

MAQUINAS PELIGROSAS

Todo esto también lo sabe muy bien Noemí Lagos, quien no teme ni siquiera a la máquina serrucho. Pero el (.......)


JIMMY ALEXIS QUINTANA


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