MUJERES
que no “arrugan”
Autor: JIMMY ALEXIS QUINTANA
Las mujeres han ido ganando espacio en todos los ámbitos,
aunque persisten algunas odiosas diferencias. Sin embargo,
ya está comprobado que en cuanto al trabajo, el sexo
no marca impedimentos. Durante los últimos años,
ellas se han destacado en sectores como la política,
las fuerzas armadas y, por supuesto, en los trabajos que tradicionalmente
eran terreno masculino. Un ejemplo lo constituye Jessica Caro:
trabaja como obrera en la empresa Inber S.A., del rubro de
los muebles de madera, para la exportación.
“Es un trabajo de hombres, porque se necesita mucha
fuerza física. De hecho, trabajamos alrededor de 40
hombres y 17 mujeres”, señala Jessica Caro, quien
explica que se trabaja operando prensas, perforadoras, copiadoras,
serruchos, cepilladoras, moldeadoras. Un trabajo segmentado
de acuerdo a las diversas partes del mueble, para finalmente
armarlo. “En cada máquina te puede tocar ‘tirar’,
es decir, ir a buscar los distintos tipos de madera, cargarla,
meterla a la máquina y manejar el proceso correspondiente,
o ‘recibir’, que es recoger la madera procesada,
cargarla y ordenarla de cierta forma para que pase a otro
proceso”, explica esta mujer que en siete años
se ha desempeñado en cada una de las máquinas.
Jessica Caro entró a trabajar por necesidad: “Al
principio hacía ‘perros’ para la ropa,
pero se acabó ese trabajo y la única posibilidad
era seguir como operaria en las máquinas”. Y
aunque los inicios no fueron fáciles, ya que no estaba
acostumbrada a un trabajo que requería fuerza física,
se fue acostumbrando. “Yo misma le pedía a mi
jefe que me enseñara a trabajar distintas maquinarias,
porque me aburría de operar una sola. Ahora trabajo
en la perforadora”, indica. Y a pesar de que se trata
de un trabajo masculino, para Jessica nunca fue un problema:
“Aunque sea un trabajo de fuerza, una sigue siendo mujer.
Hay compañeras que cuando terminan la jornada salen
de faldita y taco alto, y las personas afuera piensan que
son secretarias. La femineidad va en la personalidad, no en
el trabajo”.
En cuanto a la relación con los compañeros de
trabajo, Jessica Caro indica que es algo cambiante y en progresivo
deterioro: “Cuando llegas, todos se hacen los amables,
pero son caballeros sólo cuando andan con otras intenciones,
porque son muy lachos. Cuando pasa el tiempo y se dan cuenta
que no los pescaste o que tienes pareja, se olvidan de toda
amabilidad y caballerosidad. Se les olvida que sus colegas
son mujeres, y aunque las vean exhaustas, prefieren hacerse
los tontos: pueden ver que ya no das más ‘tirando’
un carro con maderas, y te dan cero ayuda. Incluso ahora,
que estoy embarazada de seis meses, si no exijo ayuda, nadie
me la va a ofrecer”.
Esta mezcla de trabajo pesado con su avanzado estado de gravidez,
ha hecho que Jessica vaya perdiendo el gusto por este tipo
de labores. “Aunque ahora estoy en un trabajo más
liviano, con tarugos, pegándolos en la prensa, ya no
me gusta la pega porque es super pesada, deja demasiado cansada.
Son ocho horas de pie. La mayoría de las mujeres quedan
con problemas en las manos, los hombros, la cintura o las
piernas”. A lo anterior se suma la preocupación
de su pareja, que es colega de ella. “Al principio lo
entendió y no se hacía problema. Pero ahora
que estoy embarazada, sí, él sabe que este es
un trabajo pesado”, indica Caro.
En este tipo de trabajo no es difícil que ocurra un
accidente. En cualquier descuido, las máquinas se pueden
convertir en una peligrosa trampa, “el serrucho, una
hoja filosa que gira a toda velocidad en la que tú
pasas la madera, es lo más peligroso. Si te agarra
te puede cortar el brazo en un segundo. En la cepilladora,
tienes que empujar las tablas, y al otro lado salen más
delgadas, tiene unos rodillos que te pueden agarrar. En la
perforadora trabajas con unas brocas que funcionan a gran
fuerza y tienes que poner ahí las maderas, para hacerles
un sacado. Como a veces los trozos de madera que hay que perforar
son pequeños, un mínimo descuido y la broca
puede agarrar la mano. Además, hay máquinas
que si llegan a tomar algo, hay que esperar a que termine
el proceso. Es imposible apagarlas una vez que lo iniciaron”.
MAQUINAS PELIGROSAS
Todo esto también lo sabe muy bien Noemí Lagos,
quien no teme ni siquiera a la máquina serrucho. Pero
el (.......)
JIMMY ALEXIS QUINTANA
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