Punto Final, Nº 891 – Desde el 22 de diciembre de 2017 al 11 de enero de 2018.
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Sergio Salinas recuperado

 

Sergio Salinas, crítico de cine que marcó una época.

 


En agosto de 2007, el cr ítico Sergio Salinas Roco intervino en una sesión del observatorio sobre el cine de la Unidad Popular, en el marco del Festival Internacional de Cine de Valparaíso. Sus palabras sobre la necesidad de conocer la verdad impactaron hondamente en una de las asistentes, Lucy Oporto, quien se encontraba pergeñando su primer libro: El Diablo en la música. La muerte del amor en “El gavilán”, de Violeta Parra. A diferencia de otros panelistas, de Salinas le impresionó su alejamiento del subjetivismo y el relativismo, y su crítica sobre aquellas miradas que se acercaban bastante al totalitarismo.
Era la primera vez que Lucy Oporto Valencia (Viña del Mar, 1966) conocía a Salinas. Sería la última. El crítico fallecería en noviembre de aquel año. Sin embargo, la experiencia fue tal que, a 10 años de su desaparición física, la licenciada en filosofía e investigadora independiente, cree que el fulgor de Salinas ha recorrido los textos gestados por ella en esta década. No sólo aquel sobre Violeta Parra sino, además, Una arqueología del alma. Ciencia, metafísica y religión en Carl Gustav Jung y Los perros andan sueltos. Imágenes del postfascismo, publicados por la Editorial Usach. A estos hay que agregar La inteligencia se acrecienta en la Nada (Ediciones Inubicalistas, 2016).
Como conclusión de este proceso, Oporto acaba de publicar Cine, humanismo, realidad. Textos reunidos, un monumental trío de volúmenes que compila críticas de cine de Salinas, publicadas en diversos medios, así como entrevistas y textos inéditos.
Es un reconocimiento pero por añadidura, el objetivo ha sido poner en circulación nuevamente las ideas de un hombre que integró la recordada revista Primer Plano (1971-1973) y fundó el Cine Arte Normandie, en 1982. Alguien para quien el cine era un medio de conocimiento de la naturaleza humana, especialmente en sus aspectos éticos y morales. Un convencido de la formación del espectador. Su muerte también puede entenderse como el ocaso de cierto modo de entender este arte en los meandros del neoliberalismo campante en el Chile posdictatorial. “Yo no podía permitir que este material se perdiera porque hubiese sido terrible para la cultura”, argumenta Oporto.

LUZ Y EXTINCION
No es la primera vez que escribe sobre cine pero acá es distinto, porque reúne parte importante de la producción de un crítico. ¿Dónde comienza su relación con el cine?
“El cine me interesó desde temprano, tal vez porque se parece a la música. Es arte en movimiento. Cuando niña vi mucho cine por televisión, y tengo la impresión que era el más importante contacto humano que tenía. Y no era que me interesara convertirme en cineasta. Más bien se complementa con la pasión de fondo: descifrar documentos... una película, una obra de arte.
Cuando terminé de estudiar filosofía me puse a ver más películas, porque esperaba escribir un estudio sobre ciertos filmes y necesitaba también desarrollar una formación teórica mayor. De a poco me fui involucrando y escribí ensayos sobre Rainer Werner Fassbinder y sobre Hitler, una película de Alemania, de Hans-Jürgen Syberberg, incluidos en Los perros andan sueltos. Imágenes del postfascismo pero, a veces, tengo la sensación que había una especie de línea trazada que culmina en este trabajo sobre Sergio Salinas, y que se inició poco después de su muerte”.
¿En qué momento decide desarrollar esta faena recuperadora de la obra de Sergio Salinas?
“Al comienzo, pensé que personas con autoridad académica se iban a hacer cargo. A mí me interesaba, de todas maneras, leer sus textos pero esas ansias fueron creciendo en el tiempo. Cuando Salinas murió escribí un texto llamado ‘Luz y extinción del espíritu’ que fue publicado en La Ultima Butaca, y en la web Fuera de Campo. En enero de 2009, de modo casi providencial, logré contactar a las hermanas de Salinas. Una cantidad importante del material que tenían estaba al cuidado de dos investigadores de la Universidad de Chile, Hans Stange y Claudio Salinas. Les solicité si me permitían fotocopiar el material. Eso se concretó en agosto de ese año. En los años posteriores, seguí trabajando, ordenando el material y encontré otros, mientras elaboraba mis otros libros”.

VISIONES DE MUNDO
Nacido en Santiago en 1942, Sergio Salinas estudió derecho pero nunca ejerció. Su pasión fue el cine desde muy joven en algunos cineclubes universitarios. Eran los años 60. Su perspectiva del cine tuvo influjos cruciales: André Bazin y Les Cahiers du Cinéma. Asimismo, admiró el trabajo de Aldo Francia, fundador del Cine Club y el Cine Arte de Viña del Mar. “Salinas se interesó principalmente en el cine clásico. Para él, muestra los dilemas fundamentales del ser humano. Tenía una mirada amplia de la condición humana, desde conflictos internos hasta sociales, generalmente atravesados por un cuestionamiento moral donde los personajes tienen que tomar decisiones. Esa es la finalidad, para él, del cine como de las artes”, señala Lucy Oporto y abunda: “Salinas enseñó a apreciar el cine como una obra de arte integral, abierta a muchos significados. No participaba de las tinieblas posmodernas. No le interesaba la mitificación de la forma sino que esta debía dar cuenta del contenido de determinada película: el color, el montaje, hasta la construcción de los personajes, algo que enfatiza mucho en sus escritos”.
Desde sus artículos recobrados destila el interés de Salinas en cineastas como Hitchcock, Orson Welles, Douglas Sirk, así como del nuevo cine norteamericano: Scorsese, Peter Bogdanovich y Brian de Palma, entre otros. También del cine de Europa como Visconti, Bresson, Chaplin, Tarkovski, Otto Preminger o el cine social de Ken Loach. Sin embargo, de entre todos estos talentos hay uno que parece subyugarle de especial manera: Sam Peckinpah, autor de cintas como La Pandilla Salvaje y La Cruz de Hierro. En el libro aparecen artículos inéditos sobre el realizador: “(Acá está) el problema de la realidad y las apariencias: la pérdida de lo humano y los procesos de descomposición social y decadencia; los finales de época”, señala Oporto. La investigadora indica que en los textos de Salinas también son rastreables las confrontaciones de visiones de mundo. Un ejemplo es su crítica a El Maestro de Música, de Gérard Corbiau (1988). “Una visión que exige rigor y ascetismo, y que tiene un desenvolvimiento espiritual, y otra que propende al lucimiento personal, a la egolatría, el poder y el dinero. Su texto sobre esa película bien puede considerarse un manifiesto sobre el cine, y sobre las artes en general”, señala.

EL FINAL
El nuevo milenio también contenía otros finales de época. En sus columnas, Salinas advertía la decadencia del cine estadounidense, que se sumía en cintas carentes de conflictos profundos y abundantes en efectos especiales. Además, los estudios eran adquiridos por transnacionales de las comunicaciones, como Sony.
Sin embargo, en palabras de Lucy Oporto el tránsito del Cine Arte Normandie debido a una merma de espectadores pero también por los insuficientes aportes estatales, así como la aparición de las multisalas, el DVD y otras tecnologías, significó un desgaste del que el crítico no se recuperó. “Es la posdictadura el momento en que el Cine Arte Normandie va entrando en la crisis total”, enjuicia la compiladora. “En los 90, aparecen fondos concursables que les permiten, por ejemplo, imprimir material didáctico para los espectadores pero la ley de Fomento Audiovisual es promulgada en 2004, y el año 2006 se implementa recién una línea más especializada en las salas de cinearte. Salinas murió al año siguiente”.
El crítico falleció a causa de un infarto. Algunos lo atribuyeron al tabaquismo, así como a antecedentes familiares de riesgo cardiaco. Sin embargo, para Oporto, la causa mediata de su muerte fue la larga crisis del espacio al que dedicó sus energías.
“Lo dice de alguna manera en esa entrevista que le hace Alberto Hayden, meses antes de su muerte, donde observa que se esperaba un gran auge con la transición a la democracia pero nada de eso se concreta. Salinas ve mucho simulacro, mucho megaevento, pero los procesos culturales son profundos, lentos, y la ley de Fomento Audiovisual no proporciona la posibilidad de que estos largos procesos se desarrollen de modo natural. Las políticas culturales están dominadas por criterios mercantilistas y cortoplacistas”.

FELIPE MONTALVA
En Valparaíso

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 891, 22 de Diciembre 2017).

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