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150 años de “El Capital”
La “Biblia” de la clase obrera
Este año se cumplieron 150 años de la publicación de El Capital, obra cumbre de Carlos Marx. En momentos de desorientación y confusión como los que atraviesan los trabajadores en Chile y en otros países por ausencia de una guía ideológica y política, conviene volver la mirada a esa obra iluminadora.
Con este propósito PF entrevistó al profesor José Valenzuela Feijóo, doctor en economía, graduado en la Universidad de Chile y con estudios en la Universidad Estatal de Moscú y en la Universidad Autónoma Metropolitana de México. Autor de numerosos libros y de publicaciones en revistas académicas, el profesor Valenzuela Feijóo reside en México y es colaborador de PF.
¿Cuál es la principal enseñanza que los movimientos revolucionarios en América Latina pueden hoy rescatar de “El Capital”?
“La respuesta es sencilla. Si los trabajadores quieren lograr su libertad, su dignidad y acceder a una vida plena, deben luchar por destruir completamente al capitalismo. Y nadie mejor que Marx, en El Capital, ha estudiado tan a fondo y con tanto rigor al sistema capitalista: su estructura, su dinámica y contradicciones de largo plazo. Si la clase obrera y su partido no manejan El Capital, lucharán a ciegas y con cero posibilidades de éxito. No en balde siempre se ha dicho que El Capital es ‘la Biblia de la clase obrera’. Con una diferencia a subrayar: El Capital es una obra laica, científica. A evaluar según su coherencia lógica y su congruencia con las realidades empíricas. Por ende, susceptible de críticas, ajustes y desarrollos ulteriores.
En el Chile de hoy, el déficit ideológico de la clase trabajadora es inmenso. De los ‘intelectuales’, muy pocos han leído El Capital. Y muchos menos lo han estudiado y desarrollado. Por ejemplo, el supercapitalista Luksic le reclamó a Guillier que no impulsara la lucha de clases (como si ésta dependiera de este personero y no del sistema que ha transformado en un real faraón al tal Luksic) y el candidato ‘progresista’ se asustó y retrocedió. De hecho, al igual que un Lagos o una Bachelet, son ‘progres’ de palabra y neoliberales de hecho (progres cagados de susto). Y frente a El Capital se persignan. En corto, lo que buscan es una clase trabajadora bien domada, respetuosa del orden público. Y es obvio que para ello El Capital no sirve y debe ser señalado como una obra inútil, obsoleta. Hoy, hay que leer a Milton Friedman. Como quien dice, rechazar la física de Einstein y Planck y volver a la de Aristóteles. Se opta por la ideología (al servicio del capital) y no por la ciencia (al servicio de la clase obrera).
En El Capital encontramos: i) el análisis de los rasgos más esenciales (o ‘núcleo interior’, lo que usualmente no se ve a simple vista) del capitalismo; ii) una certera visión de su dinámica o movimiento de largo plazo; iii) cómo este proceso está anclado en las contradicciones internas del sistema; iv) cómo este desarrollo va preparando las condiciones de extinción del sistema y del avance a una forma social superior. Como decía el poeta latino, “solo la muerte es inmortal”. Marx no reemplaza la realidad por los ‘buenos deseos’. El punto es otro: el método de la dialéctica racional que maneja implica que ‘en la inteligencia y explicación positiva de lo que existe abriga a la par la inteligencia de su negación, de su muerte forzosa’ (El Capital, Tomo I, prólogo)”.
LA SOCIEDAD COMUNISTA
¿Cuál es la prioridad estratégica para el movimiento de trabajadores y clases populares: la lucha antimperialista o la lucha por el derrocamiento de las burguesías autóctonas? ¿Cómo se interrelacionan este tipo de luchas en el contexto de los capitalismos latinoamericanos de hoy y su inserción en la economía mundial?
“Si por estrategia entendemos los propósitos de muy largo plazo, para la clase trabajadora se trata de construir una sociedad comunista. Es decir, una sociedad ‘basada en la cooperación y en la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción producidos por el propio trabajo’. (Marx, El Capital, Tomo 1, cap. 24). O sea, una gestión económica planificada que refleje un tipo de relacionamiento social muy preciso. En éste, debe cumplirse el principio clave: que ‘el libre desenvolvimiento de cada uno sea la condición para el libre desenvolvimiento de todos’ (Marx y Engels, El Manifiesto Comunista). Operando el principio de participación en la producción: ‘de cada cual según sus capacidades’, y el principio de distribución: ‘a cada cual según sus necesidades’.
A la sociedad comunista no se llega en un día. Exige avanzar por una ruta muy larga y sinuosa. Y se habla de una fase de transición entre el capitalismo y el comunismo: la etapa socialista. Incluso, a veces (especialmente en países con un capitalismo atrasado) se habla de ‘transición al socialismo’. En cada una de estas fases, las contradicciones principales, las transformaciones (o metas) y las clases aliadas, son diferentes. Y como lo muestra la experiencia histórica, nada asegura que se arribe a la meta final. De hecho, hasta hoy, lo que se ha acumulado son derrotas.
En cuanto a la interrelación entre la lucha contra el imperialismo y las burguesías autóctonas, en la actualidad queda poco de las antiguas burguesías nacionales y eventualmente antiimperialistas. Peor aún: en el modelo neoliberal lo que vemos es una sumisión que llega a ser vergonzante y grotesca a los países imperiales. Por consiguiente, si luchas contra unos debes luchar también contra los otros. Algo que no es sencillo y exige que las fuerzas antiimperialistas y anticapitalistas, logren una coordinación continental. Es decir, retomen la directriz del Che y de Miguel Enríquez”.
LA LUCHA ANTICAPITALISTA
¿Qué relación guardan los conceptos de neoliberalismo y capitalismo? ¿Tiene sentido esta dicotomía en la teoría marxista? ¿Hasta dónde la crítica del neoliberalismo ha reemplazado a la lucha contra el capitalismo?
“El neoliberalismo es una modalidad históricamente determinada del capitalismo. En breve, el capitalismo es un modo de producción que emerge en algunas regiones de Europa en torno a los siglos XVI-XVII y sigue vigente, ahora a escala mundial, hasta hoy. Es un fenómeno complejo (opera con múltiples aristas) donde se deben primero distinguir sus rasgos más esenciales -los que le otorgan su identidad básica-. Es decir, son los rasgos que si existen podemos hablar de capitalismo y si no existen ya no podemos hablar de capitalismo. A la vez, como se trata de un fenómeno complejo y multilateral, dinámico y cambiante, también podemos identificar rasgos esenciales de segundo orden, de tercer orden, etc. Estos se modifican dando lugar a diversas modalidades -fases o etapas- del capitalismo. Por ejemplo, podemos hablar de la fase histórica de génesis (a veces denominada fase de acumulación originaria), de la fase de consolidación (el capitalismo de libre competencia) y de fase de madurez y ancianidad (capitalismo monopólico). Si aplicamos una óptica más delimitada -más concreta- podemos distinguir una sucesión de patrones de acumulación. Es decir, de diversas formas de funcionamiento del capitalismo. O, más precisamente, diversas formas de producción, apropiación y utilización de la plusvalía o excedente. Lo que va asociado a diversos tipos de relacionamiento externo, de heterogeneidad estructural, del bloque de poder y de mecanismos de dominación.
En América Latina, por ejemplo, se habla del patrón de acumulación primario-exportador (1860-1930) aproximadamente. Seguido por la industrialización sustitutiva o desarrollo hacia adentro (1940-1970 o algo más). Y luego (1980 a la fecha) tenemos el modelo neoliberal. Esta es una modalidad del capitalismoy pensar que estamos en presencia de una dicotomía, algo así como ‘capitalismo versus neoliberalismo’, es una perfecta tontería.
¿Qué rasgos tipifican al neoliberalismo? Limitándonos a lo más básico podemos decir: i) ataque en todo el frente a la clase obrera industrial induciendo un brutal salto en la tasa de plusvalía. En Chile pasa desde alrededor de un 1.0-1.5 con Allende a 4.0-4.5 con Pinochet y Lagos. En México, pasa desde un 3.0 (hacia 1980) a un 6.0 hacia el 2015; ii) dominio del capital financiero-especulativo y del primario exportador; iii) destrucción del capital industrial y fuerte debilitamiento del mercado interno; iv) inestabilidad, distribución muy regresiva del ingreso y tendencias (de plazo largo) a un muy bajo crecimiento; v) consumismo patéticamente enajenado y basado en deuda.
En cuanto a la crítica del neoliberalismo, puede asumir dos gruesas modalidades: a) romper con él para avanzar a otra modalidad (o patrón de acumulación) del capitalismo; b) romper con el neoliberalismo y a la vez con el capitalismo. La alternativa b) es propia de la Izquierda política, la que existe sólo en la medida que es anticapitalista. La alternativa a) es propia del reformismo burgués. En Chile hoy, diciembre de 2017 de elecciones presidenciales, parece que ninguna de estas opciones está presente. Ni siquiera la a), pues si existe algún progresismo burgués, este es tan vergonzante que no es capaz de romper con el patrón neoliberal. En breve, sólo sirve para engañar a los sectores populares. No en balde se habla de socialistas neoliberales.
En el Chile de hoy, una crítica real al neoliberalismo no existe (salvo en muy pequeños grupos). Existe un gran malestar y también una gran orfandad política e ideológica. Y se comprende cuán lejana está la crítica real al capitalismo. Incluso en los grupos más jóvenes y radicales, a veces peligrosamente cercanos al Syriza griego o al Podemos español (los que mucho ladran y nada muerden), hay escasa claridad sobre esta lucha anticapitalista”.
PEDRO FERNANDEZ
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 891, 22 de Diciembre 2017).
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