Punto Final, Nº 889 – Desde el 24 de noviembre al 7 de diciembre de 2017.
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El país del miedo


¿Todo está perdido en el mundo? En Alemania la derecha ha sacado más votos. Estados Unidos y Corea del Norte están a punto de ¿irse a los puños? No, de apretar el botón de la bomba atómica. En Francia, el presidente quiere eliminar todas las conquistas sociales. Y lo de América Latina es peor: Brasil se fue para atrás, en Argentina ganó el macrismo. En Venezuela mejora la cosa, pero la situación es tensa. Y Cuba resiste, pero bloqueada como siempre. En Chile hubo elecciones y mejor ni hablar del resultado… Apenas hemos obtenido el divorcio después de decenios de nulidades falsas, tenemos un aborto muy limitado, una educación onerosa y otras calamidades. En suma, damos un paso adelante y dos pasos atrás.
Manuel Cabieses dice que somos el País de Nunca Jamás, poblado de niños que nunca crecen, hadas, indios y sirenas.
¿Cómo se llegó a esto? Porque Chile era un país de adultos inteligentes, de obreros y campesinos críticos, creativos y poseedores de gran dignidad.
Es el resultado del miedo implantado por la dictadura. También hay vergüenza, porque el miedo infunde vergüenza, depresión y aislamiento. ¿Quién no tuvo miedo? Seamos francos, fuimos niños obedientes, no les decíamos nada a nuestros hijos para que no hablaran. Y así, casi toda una generación -no toda, desde luego-, la de nuestros hijos, ahora cuarentones, vivió en el País de Nunca Jamás, con hadas y piratas. Y los que estaban afuera eran niños del exilio, sin patria, sin idioma, sin abuelos. Hubo muchos héroes también, pero casi ninguno sobrevivió.
Después, cuando vino la “transición” se impuso el olvido, la impunidad y la corrupción. Trataron de que olvidáramos a nuestro presidente Allende y a los hermanos muertos. Nunca llegó la alegría, pero llegaron las tarjetas de crédito, las deudas, la educación pagada, la salud sin esperanzas, la entrega a manos extranjeras de nuestros bienes comunes, la discriminación y la intolerancia. El dinero se convirtió en rey. Más que un cuento de hadas, Chile vive una pesadilla.
Después de una experiencia tan traumática como la chilena, el miedo no desaparece por completo sino que se mantiene subyacente.
Hasta aquí puros desastres, dirán ustedes. Entonces ¿nos suicidamos?
Pues no, porque todo esto es superable. El coraje anida detrás del miedo. ¿Se puede vencer? Claro que sí, hay que mirarlo a los ojos y veremos que es un miedo falso, creado deliberadamente. El cerebro es muy poderoso para dominar las emociones. El temor a las arañas y a las culebras se puede derrotar, eso está probado. Por lo tanto el miedo a la cesantía y a que venga una nueva dictadura se puede vencer también.
No tenemos derecho a ser pesimistas en esta hora en que el capitalismo se derrumba. Porque en el mundo entero se está diciendo que el capitalismo financiero ya tocó fondo, no da para más. ¿Y cómo es que gana las elecciones en todas partes? Por eso, porque está dando sus últimas boqueadas y ha inventado el temor a lo desconocido, pues los que tienen terror son ellos. Vamos, compañeros, no le tengamos miedo al porvenir, que no es tan desconocido. Digamos: “Basta de estar a la defensiva. Pasemos a la ofensiva, que peor no puede ser”. Porque el futuro lo vamos a hacer nosotros y los movimientos sociales que se han ido gestando en todas partes de Chile, sobre todo los territoriales. Y será como nosotros queramos.
El porvenir tiene que estar asentado en la solidaridad, en acciones colectivas, en la fraternidad, y allí no habrá tanques esperándonos. Esa aventura que a ustedes les parece tan riesgosa, la enfrentaremos en común. Y junto con otros países también. El pueblo tiene que participar en la toma de decisiones, recuperar la soberanía que le ha sido arrebatada. Lo primero será realizar una Asamblea Constituyente, en eso todos estamos de acuerdo. Se hará por medio de la organización: sindicatos, cooperativas, juntas de vecinos, federaciones estudiantiles y otras, devolviéndole su dignidad y su inteligencia al pueblo. ¿Esto es algo tan peligroso? ¡Pero si en Chile siempre han existido estas organizaciones, estos intentos de poder popular!
Por medio de los cabildos, el pueblo hizo muchas cosas, ya desde la Colonia. Y para no ir más lejos -porque el asunto empezó mucho antes- sabemos que durante el gobierno de Frei padre y sobre todo en el de Allende, hubo muchos fundos, universidades, bancos, fábricas, en los cuales se estableció el control obrero. Este control sobre los medios de producción es una tradición en Chile y funciona perfectamente. Lo están haciendo en Bolivia, en Argentina y en otros países. Si nos unimos con los pueblos de América y de otros continentes seremos fuertes, podremos cuidar la ecología y quizás logremos salvar al planeta. Tenemos razones para ser optimistas.
En Chile hay mucha riqueza mal repartida. Buscaremos una mejor distribución por medios democráticos y legales. ¿Y las fuerzas armadas? Hay que democratizarlas y convertirlas en pueblo organizado, pues a él pertenecen.

Margarita Labarca Goddard

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 889, 24 de noviembre 2017).

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