Punto Final, Nº820 – Desde el 26 de diciembre de 2014 al 8 de enero de 2015.
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Nieves Ayress Moreno: acusa a sus torturadores.




“El dolor muchas veces impide hablar de la violencia sexual sufrida en los centros de detención de la dictadura”, dice Luz de las Nieves Ayress Moreno. Pero ella no sólo está dispuesta a hablar. Vino a Chile -vive en EE.UU.- a ratificar una querella junto a tres exprisioneras políticas. De la querella, de su proceso personal y sus desafíos actuales conversó con Punto Final.
Nieves Ayress nació en una familia de Izquierda. Sus padres, Virginia Moreno y Carlos Orlando Ayress, heredaron a sus seis hijos el compromiso social y político. Ella estudió sicología y periodismo en la Universidad de Chile. Fue alumna del Liceo Nº1 de Niñas, cuando cursaban en ese colegio Michelle Bachelet y Soledad Alvear. Recuerda que a fines de los sesenta militaba en el sector socialista vinculado al ELN. Sus hermanos estaban en el MIR. Durante el gobierno de Allende participó de la transformación impulsada por los sectores populares.
En Chile ahora declaró ante el ministro Mario Carroza y con ello, ratificó la querella que junto a Alejandra Holzapfel, Soledad Castillo y Nora Brito presentaron en tribunales. Concurrió al Servicio Médico Legal para efectuarse pericias sicológicas bajo el Protocolo de Estambul, normativa aceptada internacionalmente para acreditar tratos crueles, inhumanos o degradantes. Trámites difíciles, comenta, pero “cumplimos con relatar los crímenes de lesa humanidad a los que fuimos sometidas”. Añade que “el delito de violencia política sexual y la tortura deben ser tipificados en la legislación chilena, dado que hasta hoy esa tipificación no existe”. De allí -agrega- “la querella es muy importante para hacer justicia y establecer un precedente para que otras exprisioneras políticas se atrevan a denunciar este tipo de atrocidades cometidas por civiles y militares que no han sido juzgados”.
Nieves Ayress, al golpe de Estado tenía 25 años. Su primera detención la realizó Carabineros, fue llevada a la Escuela de Suboficiales y luego trasladada al Estadio Nacional, convertido en un campo de detención y exterminio. Allí fue liberada sin ninguna explicación. “Me golpearon. Me tocaban el cuerpo, amenazándome con avances sexuales, y me insultaban”, refiere. “A las mujeres y a los hombres les es muy difícil denunciar la violencia sexual. El miedo, el terror o la vergüenza, inhiben la denuncia como si las víctimas tuvieran alguna responsabilidad por lo que sucedió”.
Nieves rememora una segunda detención, en enero de 1974, esta vez por efectivos de la Dina. Fue llevada a Londres 38, centro de torturas en pleno centro de la capital. Desde allí la trasladaron al centro de instrucción de la Dina en Tejas Verdes, entre cuyos “profesores” se encontraban Ingrid Olderock y el ex alcalde de Providencia, Cristián Labbé. Su paso por estos centros conlleva un testimonio desgarrador: violaciones reiteradas, uso de animales, aplicación de electricidad y penetración de utensilios y otras atrocidades, que a sus 66 años relata con voz pausada, intentando atenuar los recuerdos. “Como resultado de las violaciones, cuando me encontraba en libre plática en el COF, una cárcel para mujeres, me di cuenta que estaba embarazada… y en abril o mayo… a los dos meses… sufrí un aborto espontáneo”.
Nieves Ayress respira profundo y dice que la tortura y violencia sexual tiene como finalidad deshumanizar, destruir la identidad, además de intentar quebrantar la dignidad de los prisioneros y las prisioneras. “Por ello la denuncia de estos crímenes es tan importante, es una forma de combatir y luchar. Yo lo pude hacer desde el primer momento, pues tuve el apoyo de mi madre que denunció lo que me ocurrió, estando aún yo prisionera”.
Respecto a la opinión del presidente de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, quien señaló que la tortura de tipo sexual “es una materia en la cual el Estado de Chile está al debe”, Nieves Ayress señala “que esto se diga es un paso, pero existen acuerdos internacionales que obligan al Estado y no se han cumplido. Hay que seguir presionando para que se incorporen específicamente los delitos de tortura y violencia sexual en la legislación chilena”.
Nieves Ayress tuvo una agenda de encuentros en Chile, entre ellos conversatorios con mujeres, ex prisioneros y organizaciones sociales. Destaca un encuentro en la Universidad de Chile y un seminario organizado por Codepu y la Universidad Central. El motivo principal de todas sus actividades señala “es que el Estado se comprometa a asumir en la legislación estos delitos, que no haya prescripción y que los responsables sean castigados para que el nunca más sea una realidad”.
Nieves rememora a su familia; la detención de su padre y hermano con quienes estuvo detenida en Londres 38; su expulsión, junto a otros 18 ex prisioneros, en diciembre de 1976. Recuerda su llegada a Alemania, y luego su viaje a Cuba, donde estableció una relación con Víctor Toro, dirigente del MIR. Nieves nos cuenta del nacimiento de su hija, el viaje con Víctor Toro a Nicaragua, México y el ingreso como inmigrantes indocumentados a Estados Unidos hasta afincarse en la ciudad de Nueva York, en el Bronx “un barrio popular, de inmigrantes hispanos y afroamericanos”.
Nieves habla de la Peña del Bronx, centro de actividad social y política en defensa de inmigrantes y derechos de la comunidad. “Víctor y yo hemos sido detenidos varias veces por causas que defendemos”. Víctor Toro enfrentó un juicio por indocumentado en el cual se pretendió acusarlo por su pasado militante. “Nos defendimos enrostrando a EE.UU. su participación en el golpe militar y su responsabilidad política en los crímenes. Defendimos la historia del MIR”. Su defensa impidió la expulsión de Víctor Toro a Chile. El está bajo la figura “de muerte presunta” en Chile. “Víctor -dice Nieves- no tiene ningún tipo de documentación chilena que lo identifique. Se solicitó a las autoridades chilenas que resolvieran la situación, pero no ha ocurrido” señala finalmente.

Raúl Flores Castillo

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 820, 26 de diciembre, 2014)

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