Punto Final, Nº813 – Desde el 19 de septiembre al 2 de octubre de 2014.
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Rostros del espanto y de la esperanza

 

De Palestina no se regresa. Una parte del corazón queda enterrado bajo los escombros de Gaza. Otra parte queda detenida en un puesto de control (check point). La mejor parte, seguramente, queda repartida entre esa gente tan diversa, tan llena de coraje, que resiste por diversos caminos la ocupación sionista.
Escribo estas palabras con dolor, con rabia, con indignación. También con esperanza. Escribo entre los ruidos que llegan como ecos de una guerra recurrente. ¿Guerra? Es en realidad un largo genocidio, programado, sistemático, absurdamente cruel.
El dolor, la rabia, la indignación tienen un sabor amargo. Se anudan en la garganta como una piedra que no se puede tragar, y que si se traga no se puede digerir. La esperanza -en esta situación- es la condición necesaria para vivir sin aceptar, sin resignarnos, sin darnos por vencidos frente a la inhumanidad que ordena muerte y destrucción. “Pedagogía de la esperanza”, escribió Paulo Freire, y nos dijo entonces que la esperanza es una “necesidad ontológica”… es la necesidad de saber y de hacer, que tienen como base la esperanza de que es posible la transformación. “Nadie lucha y se arriesga si no sabe que es posible cambiar al mundo”. Pienso a Paulo en la Palestina bombardeada, que sin embargo resiste. Pienso a Paulo cuando veo la sonrisa de los niños y niñas en la tierra arrasada.
Quisiera escribir un texto que no sólo se pueda leer, sino también sentir, ver, tocar, oler… pero no encuentro el modo. Así que trataré de sobrevolar solamente algunas sensaciones, junto a los “datos duros” que dan marco a esta situación.

ANTECEDENTES HISTORICOS
Desde la creación del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948, quedaron como territorios palestinos Cisjordania y Gaza, separados geográficamente entre sí. Desde entonces, Israel siguió ocupando territorios más allá de los acuerdos, desplazando a la población, provocando represión y masacres, y creando asentamientos que aumentan la fragmentación geográfica, económica, social y política de Palestina.
La Intifada, rebelión popular iniciada en 1987, fue una masiva respuesta a la ocupación. La población palestina tomó parte a través de acciones de desobediencia civil, y la organización de comités populares de solidaridad y asistencia mutua, responsables del suministro de alimentos, de la educación, salud y seguridad.
Issa -un activista de la pesistencia- nos cuenta: “La primera Intifada fue el levantamiento popular más significativo contra la ocupación israelí. Yo tenía 17 años. Los jóvenes y los niños fuimos los actores más importantes en la primera Intifada. Si bien hubo otros sectores, fue la juventud la que la lideró. Se la solía llamar incluso la ‘Intifada de los niños’. Para mi generación fue clave, para el desarrollo de nuestra personalidad, de nuestra mirada política, de nuestra manera de entender el mundo, y de nuestra elección sobre qué hacer en el futuro. La Intifada nos hizo sentir que tenemos la fuerza de hacer algo, incluso sin armas”.
La primera Intifada culminó con los Acuerdos de Oslo (1993), por los cuales Israel reconocía a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y la OLP reconocía la existencia del Estado de Israel. Se estableció también que “las dos partes (palestinos e israelíes) consideran que Cisjordania y la Franja de Gaza constituyen una entidad territorial única, que deberá preservarse como tal durante todo el periodo interino” (de cinco años). Sin embargo, desde 1993, la integridad territorial de Cisjordania y la Franja de Gaza se ha debilitado cada vez más. Desde 1995, fueron divididas en tres zonas administrativas diferentes:
Area A. La Autoridad Palestina (AP) ejerce completa soberanía (abarca el 3% de Cisjordania y el 60% de la Franja de Gaza).
Area B. Los asuntos civiles son administrados por la AP, y el control de seguridad por las autoridades militares israelíes (abarca el 27% de Cisjordania que incluye zonas rurales).
Area C. La AP no tiene autoridad. Esta región de Palestina (abarca el 70% de Cisjordania y el 40% de la Franja de Gaza) está gobernada administrativa y militarmente por Israel.
La fragmentación territorial y geográfica se acentúa, porque en estas regiones palestinas se levantaron 227 enclaves israelíes, que separan la Franja de Gaza de Cisjordania e impiden la circulación de bienes o personas entre las ciudades. Luego de la reciente firma del “cese del fuego” (25 y 26 de agosto), Israel anunció la construcción de 1.472 nuevos asentamientos israelíes, a ser habitados por 6.000 colonos en tierras confiscadas a los palestinos en la Cisjordania ocupada.
En los caminos de Palestina tampoco es libre la circulación. A cada paso se encuentran los puestos de control (check point) fijos y móviles: lugares donde se realizan largas colas cada día para pasar de una zona a la otra (por ejemplo por razones laborales), y donde muchos no pasan o quedan detenidos.
En el año 2000 hubo una segunda Intifada, esta vez con la presencia de organizaciones armadas en su seno y con un enfrentamiento entre la Autoridad Palestina y las organizaciones de la resistencia, que debilitó su proyección popular. La respuesta fue nuevamente una enorme masacre a la que se agregó la construcción del Muro del Apartheid, a partir de 2002. Es un muro que en su versión actual tiene 723 km de 6 a 8 metros de altura.

GAZA. RESISTIR, LA UNICA MANERA DE VIVIR
Gaza es el lugar más habitado en el mundo (4.661 personas por kilómetro cuadrado). Imaginemos un territorio con esta densidad de población, sin posibilidades para salir o entrar. Está cercado por Israel, especialmente desde 1996, año en que en las elecciones -convocadas por los países occidentales que luego no aceptaron sus resultados- en Gaza ganó Hamas (movimiento fundamentalista religioso-político) por una amplia mayoría: más del 60% de los votos. Es además un territorio con dificultades de infraestructura, de acceso al agua, a la electricidad, y ahora, devastado por los bombardeos. En esas condiciones, hay muchas posibilidades y maneras de morir… pero una sola de vivir: resistiendo.
En los meses pasados se desarrolló una nueva ofensiva militar israelí en Gaza. Las cifras provisorias informan el “resultado”: más de 2.300 asesinados (incluyendo a 550 mujeres y 500 niños); más de 10.400 heridos. A 13.000 personas les destruyeron sus casas. Estas personas se suman a las 250.000 que ya estaban viviendo en refugios.
Sergio Yahni, co-director del Centro de Información Alternativa, analiza así el “conflicto” reciente: “Estamos hablando de 74 días de choque. Los primeros 25 días en Cisjordania, desde el 12 de junio, y otros 50 días de un choque militar terrible en la Franja de Gaza, que llevó a la muerte a más de 2.300 palestinos (el número va a aumentar), y a la destrucción total de la infraestructura. Pero, al final de este proceso, Israel fue derrotado, porque no ha logrado ninguno de sus objetivos, sobre todo el de llevar a rendirse a la resistencia palestina. Al revés, la resistencia palestina se pudo reconstruir en este proceso. El ataque israelí logró galvanizar a fuerzas que se veían como enemigas antes del ataque. Tres semanas antes del ataque israelí a Gaza, el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) era un enemigo acérrimo de Hamas. Fue el ataque israelí el que los llevó a una unidad táctica en el terreno. Israel subestimó a las fuerzas de la resistencia, y el apoyo popular a la resistencia. Suponía que bombardeando a la población civil se lograría que la misma población obligara a las fuerzas combatientes a entregar sus armas. Una táctica que ya fue usada en El Salvador, en Guatemala, y como allá, también en Palestina fracasó. A lo que llevó fue a una mayor identificación de la población civil con la resistencia. Y eso hizo que la resistencia no tenga una alternativa de retroceder. No tuvo otra alternativa que seguir combatiendo. Frente a esa realidad, Israel no tenía la capacidad militar de reocupar la Franja de Gaza. El precio de cientos de soldados muertos o prisioneros era demasiado alto. El propio ejército israelí empujó para terminar el conflicto”.

CISJORDANIA. LA ESPERANZA COMO LLAVE
En la región de Palestina que aparentemente no “sufre” la guerra, en este mismo periodo fueron asesinados por la fuerza militar israelí 32 palestinos. 1.397 palestinos fueron heridos y 1.753 detenidos. ¿A eso le llaman paz?
Nos dice Sergio Yahni: “Ya desde hace unos años la ocupación israelí tiene dos tipos de estrategia: una estrategia militar para Gaza, y una estrategia policiaca para Cisjordania. En Cisjordania la represión es policial: arrestos, muertos en manifestaciones, porque en Cisjordania el tipo de resistencia es diferente. Es una resistencia popular, masiva, y no un movimiento guerrillero como en Gaza. También hay represión policial en el Estado de Israel contra las poblaciones palestinas más debilitadas, como los beduinos en el sur, y una restricción a los derechos políticos de los palestinos ciudadanos de Israel”.
Visité algunos campos de refugiados palestinos en Cisjordania. En todos ellos hay una gran llave a la entrada. Símbolo de las familias que fueron desplazadas violentamente de sus casas por el avance de la ocupación israelí, y terminaron amontonados y hacinados en estos campos. Cuentan que la llave simboliza las llaves que llevaron guardadas de sus viviendas, con la esperanza, que aún mantienen viva, de retornar. La esperanza como llave.

LOS FUNDAMENTALISMOS. SER MUJER EN PALESTINA
Además de la situación que vive el pueblo palestino como consecuencia de la agresión israelí, se encuentra también lo que significa para la vida cotidiana de las mujeres el hecho de que las fracciones principales de la resistencia, especialmente Hamas, son grupos fundamentalistas religiosos, profundamente conservadores y patriarcales.
Salam Hamdan, activista feminista en Ramallah, nos dice: “Después de tres devastadoras guerras en Gaza, ni siquiera puedo empezar a describir la cantidad de sufrimientos del pueblo palestino. En todas las guerras del mundo la gente sufre, pero las mujeres generalmente sufren doblemente, porque asumen la responsabilidad por los niños; tienen que alimentar a sus familias... En Gaza no hay modo de escapar: es una prisión. Gran parte ha sido devastada en 2008, 2012 y ahora en 2014. Así que muchas familias no tienen casa, se han convertido en refugiados, muchas viven en escuelas. Eso hace que la situación -especialmente para las mujeres-, sea muy dura en términos de higiene, de hacerse cargo de la familia, de la exposición personal... Un gran número de familias -hablo de miles de personas- tienen que vivir en escuelas de las Naciones Unidas, porque no tienen otro lugar. Todos los días, de mañana, hacen largas filas para usar las pocas instalaciones sanitarias que tienen las escuelas. Estas mujeres están realmente angustiadas, porque algunas están embarazadas o amamantando, o están menstruando, y necesitan otras condiciones higiénicas. En este contexto de hacinamiento, las mujeres también están expuestas al acoso sexual y a veces a violaciones. Hamas contribuyó muchísimo al desplazamiento de las mujeres de las esferas públicas. La actual popularidad de Hamas significa un futuro oscuro para las mujeres y para los grupos progresistas. Siempre las mujeres son las más pobres de los pobres. Cuando eres muy pobre no tienes nada. Las mujeres tienen menos que nada”.

LOS DESAFIOS
¿Qué sucederá después de la tregua?
Después de lograda la tregua, se abrió un gran debate en las fuerzas de la resistencia. Lo que la guerra había acallado, vuelve a plantearse en torno al futuro de Palestina.
Según Issa: “El desafío más grande que tenemos es la ocupación israelí. Todo el tiempo que dure esta ocupación, las personas que vivimos en este territorio no tendremos libertad. Otro desafío es que cuando Palestina haya sido liberada, es importante que no sea un Estado religioso, sino que tenga un régimen político que abra un camino democrático, popular, progresista, esperanzador”.
Para Salam: “Estamos ante el problema de mucha división de las facciones políticas en Palestina. Tenemos el problema de la división geográfica, de la fragmentación del país: Cisjordania está separada de la Franja de Gaza, lejos de Jerusalén, y eso implica una fragmentación socio-económica también. Otro de los mayores desafíos que estamos enfrentando estos días, es la creciente confiscación de tierra por parte del Estado de Israel en Cisjordania, y el crecimiento de los asentamientos israelíes. También está el tema de la situación regional, los acontecimientos en el mundo árabe. Hay muchos problemas, guerras civiles, como en Siria o en Iraq, muchos problemas en Egipto... Eso hace que estos países estén ocupados con sus propios asuntos y no le están prestando atención a Palestina. Esta situación produce frustración, y tal vez refuerce a los movimientos religiosos extremistas, lo que se vuelve un riesgo para los sectores progresistas y muy especialmente para las mujeres”.

BOICOT, DESINVERSIONES Y SANCIONES
En el contexto de los muchos debates, estamos ante un desafío principal que nos compete: hace falta que crezca la solidaridad, para que el pueblo palestino no tenga que batirse con sus propias fuerzas. Y la solidaridad -en esto coinciden todos los sectores de la resistencia- pasa hoy por el boicot a Israel. Boicot político, comercial, desinversiones, ruptura de relaciones. Boicot, desinversiones y sanciones, como se realizó en su momento con el régimen sudafricano del apartheid. Eso esperan en Palestina. Y esa esperanza tiene un lugar: América Latina.
De Palestina no se puede regresar. Un pedazo de nuestro corazón queda ahí. Como compromiso. Como testimonio. Como promesa. Y nuestra solidaridad multiplicada es por el pueblo que resiste. No es solo por los niños que nos miran, entre lágrimas y sonrisas con una V en alto.… Es también por nosotros. Por nosotras. Por seguir siendo humanos y humanas. Para huir de la indiferencia, del silencio, de la complicidad. Por rescatar una vez más la ternura como esperanza de los pueblos. Es por nuestro corazón, que quedó en Palestina.

CLAUDIA KOROL


(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 813, 19 de septiembre, 2014)


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