Punto Final, Nº 764 – Desde el 17 al 30 de agosto de 2012.
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Enersis y el espíritu del capital

 

Hacia finales de julio, el directorio de Enersis anunció un aumento de capital de más de ocho mil millones de dólares, de los cuales Endesa España aportaría una suma equivalente a casi cinco mil millones. Equivalencia, porque Endesa no traería capital fresco, sino activos de más de una decena de sociedades que posee en América Latina, fórmula que desató una guerra empresarial de proporciones entre los accionistas grandes y los minoritarios, entre los que se hallan las AFPs. Vale recordar que las AFPs tienen invertido en ésta y otras empresas los fondos para la jubilación de los trabajadores.
El escenario que se ha destapado con esta nueva jugada de Endesa es de sumo interés para comprender el horizonte al que apuntan las grandes corporaciones en un territorio prácticamente sin normas ni regulaciones. Porque el gran truco de Endesa no es otro que imponer su poder, que no es menor si consideramos que ha dejado como detalles, fragmentados, a los fondos de las AFPs.
La molestia de las AFPs y otros accionistas minoritarios surgió desde la desconfianza en los directores que representan a Endesa España en la chilena Enersis. Porque los activos que propone aportar la hispana, hoy controlada por la italiana Enel, evaluados por un perito externo como solventes e intachables, no generaron la misma opinión entre los accionistas minoritarios. Las sospechas se elevaron no sólo por la calidad de esos activos sino por los planes futuros de Enersis, motivos por lo que la operación fue revisada por la entidad fiscalizadora, que emplazó a la empresa a cambiar la forma de esta operación. Para las AFPs y otros minoritarios -quienes sí aportarían capital fresco-, el destino de estos fondos no estaba muy claro: sospechan que podrían derivarse para capitalizar en Italia a la endeudada Enel.
La trama empresarial expuesta tiene sin duda semejanzas con otras áreas del modelo neoliberal. El libre mercado desregulado, que ha afectado a las AFPs y accionistas más débiles, ha venido por largo tiempo afectando con prácticas más o menos similares los derechos de consumidores y trabajadores, quienes no han tenido otra salida que la protesta en la calle o la dolorosa resignación.
La protesta de los accionistas minoritarios no ha sido con cacerolas en mano, pero sí muy ruidosa, lo que llevó a Hernán Somerville, uno de los directores de Enersis, a declarar incómodo que estaban viviendo “un juzgamiento de calle”. Ante la fuerza y prepotencia del gran capital, han recurrido a la única salida que hoy existe en el capitalismo ubicuo y totalitario. La metáfora del poder financiero concentrado en el 1% de la población mundial tirando a su favor la cuerda de los recursos mundiales engarza también en esta puesta en escena. Tal vez el gran escándalo es que por primera vez el despotismo corporativo llegó a las oficinas de las AFPs. Aun cuando el atropello de Enersis en nada redime el abuso de las administradoras a su clientela, bien vale esta metáfora. El capitalismo desregulado tiene como premisa básica que el pez más grande se come sin aspavientos al más chico.
El drama no termina aquí. El capitalismo neoliberal no sólo es industrial, comercial o financiero. Es también político. Aquí radica su enorme poder. En el caso de Enersis, está imbricado hasta los confines del sistema binominal con directores que han sido militantes en partidos de la derecha desde los años de la dictadura y con figuras de la Concertación, como Eugenio Tironi, director de Enersis por mandato de Endesa desde el año 2000.
El paso de los años y los efectos del modelo neoliberal han terminado por desnudar ante la opinión pública los verdaderos intereses de las grandes corporaciones. No las caracteriza su vocación como servidores públicos, aun cuando controlan todas las empresas de servicios, sino su fruición por las ganancias. Con este objetivo Endesa ha inundado territorios ancestrales de pueblos originarios e insiste, pese al abierto rechazo de gran parte de la ciudadanía, con el proyecto HidroAysén. Con este horizonte parece que también pasa su aplanadora por encima de los accionistas minoritarios.
El binominal es la fusión de la clase gobernante enclavada en la institucionalidad desde el final de la dictadura. En el discurso, en las campañas, lo mismo que en la publicidad cuando destaca los atributos de un producto, hay políticos que están un poco más a la derecha que los otros, pero en las verdaderas decisiones son los grandes voceros del statu quo empresarial-neoliberal.
Es por ello que la polémica al interior de Enersis tiene rasgos de absurda comedia. El socialista Tironi defendía junto al pinochetista Somerville los intereses de la transnacional Endesa contra los representantes de los fondos de los trabajadores, entre ellos los derechistas José Antonio Guzmán, presidente de la AFP Habitat y el ex senador de la UDI Carlos Bombal, presidente de Cuprum.
Protestas, cacerolas, máscaras, todo vale en el capitalismo neoliberal. A diferencia de los conflictos sociales nunca resueltos, aquí el lobbying político de las AFPs junto a la prensa corporativa lograron terminar con el trance en menos de una semana. Todo sea por la consolidación del modelo y el aumento de las utilidades.

Paul Walder

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 764, 17 de agosto, 2012)

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