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Las salmoneras arrasan las costas de Chile
Contaminación y muerte en el mar
Autor: ISABEL DIAZ MEDINA
TRABAJADORAS en la plnata de proceso de la salmonera Pesca Chile, en Puerto Chacabuco, Aysén.
“La culpa no es del chancho, sino del que le da el afrecho”. Este refrán popular es aplicable a la transnacionalización de la industria salmonera en Chile, la cual presenta los menores costos de producción… y los más deficientes estándares ambientales, sanitarios y laborales de esta actividad a nivel global, respondiendo a las políticas neoliberales de incentivos y protección a la inversión extranjera generadas durante la dictadura militar, que se mantienen hasta la actualidad.
Como resultado de una política gubernamental de incentivo y protección a las inversiones, de la existencia de una legislación débil y permisiva, y la falta de fiscalización y monitoreo por parte del Estado, entre 1991 y 2007 las producciones salmoneras del país crecieron de 196 millones de dólares anuales a 2.490 millones, convirtiendo a Chile en el segundo productor mundial, con 31 por ciento de la oferta global.
Pero los costos asociados a dos décadas de expansión y malas prácticas sanitarias y ambientales, se evidencian hoy en las costas del archipiélago de Chiloé, irreversiblemente contaminadas con la presencia de 18 enfermedades de origen viral, bacteriano y parasitario, incluyendo el agresivo virus de la anemia infecciosa del salmón (ISA, por sus siglas en inglés). Además, dos nuevas enfermedades amenazan a las aguas chilenas: Piscine reovirus (PVR) (patógeno surgido en Noruega que afecta al salmón del Atlántico en la fase de engorda) y Totivirus.
El virus ISA
Justamente, el peak del mal comportamiento de las compañías transnacionales se puede observar en el proceso de introducción del virus ISA desde Noruega, que provocó la mayor crisis sanitaria, ambiental y social en la historia de la Región de Los Lagos, y que dejó veinte mil trabajadores cesantes en Puerto Montt y el archipiélago de Chiloé. La presencia del primer brote del patógeno en aguas chilenas, en julio de 2007, se registró en un centro de cultivo de la transnacional noruega Marine Harvest, en Isla Lemuy, Chiloé. El siguiente foco fue en la contigua Región de Aysén. También ocurrió en un centro de una transnacional noruega, Cermaq/Mainstream, y el primer caso en aguas de Magallanes también se detectó en un centro de Marine Harvest, que arrendaba irregularmente a una empresa local.
Pero los costos de esta crisis causada por compañías transnacionales salmoneras no los ha pagado la industria, ya que fue favorecida con un “plan de salvataje” que significó la entrega de 450 millones de dólares con un aval del 60 por ciento por parte de los contribuyentes chilenos; también se modificó en 2011 la Ley General de Pesca y Acuicultura, que privatizó bienes nacionales de usos público para que las empresas pudieran avalar su deuda privada de 2.200 millones de dólares ante los bancos acreedores.
Cosme Caracciolo, director de la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales de Chile (Conapch), denuncia que “las empresas transnacionales nos han desplazado de nuestras áreas históricas de pesca, han contaminado las aguas interiores desde la Región de Los Lagos hacia el sur y han promovido proyectos de ley que incluyen la entrega gratuita de concesiones de acuicultura en el litoral chileno, a perpetuidad.
Hemos intentado que la transnacional Marine Harvest, técnicamente propietaria del territorio marítimo nacional, aplique en Chile los mismos estándares que en Noruega, pero la compañía se ha aprovechado de la falta de voluntad política del Estado chileno para ejercer un mayor control y fiscalización”, precisa el dirigente de la pesca artesanal. Por su parte, Gustavo Cortés, presidente de la Federación de Trabajadores de la Industria de Salmón en Quellón, quien estuvo en huelga de hambre y lideró la movilización que se inició con una olla común el 29 de marzo frente al municipio en demanda por puestos de empleo, asegura que “las empresas transnacionales han sido más irresponsables que las nacionales para enfrentar la crisis del virus ISA. Fueron las primeras en cerrar sus plantas de proceso y despedir masivamente a los trabajadores, desvinculándose del problema social y económico, y dejando al gobierno regional que resolviera la alta cesantía e indigencia que provocaron en la Región de Los Lagos”.
El director del Centro Ecoceanos, Juan Carlos Cárdenas, afirma que “desde el punto de vista productivo y de la seguridad alimentaria, las empresas transnacionales salmoneras se han comportado como un enclave económico en Chile, al utilizar intensamente sus abundantes recursos naturales y realizar en sus costas, lagos y fiordos las fases más contaminantes del proceso productivo, utilizando empleo precario con compañías subcontratistas, y exportando el 98 por ciento de sus producciones, mientras los habitantes locales ven cómo el 70 por ciento de las ganancias de la industria salen de las regiones donde se encuentran ubicados sus centros de cultivo”.
Para el ex ministro del Trabajo, Jorge Arrate, “el doble estándar de las transnacionales en Chile es inadmisible. Demuestra el carácter depredador de las empresas que abusan de las facilidades excesivas que encuentran en nuestro país, y en otros países de menor desarrollo capturados por la codicia del capital foráneo. El modelo económico que se ha impuesto en su variante neoliberal de derecha -y en la atenuada que ha impulsado la Concertación-, se basa precisamente en dar curso a la codicia de las transnacionales. La industria salmonera ha sido un trágico ejemplo y por eso se ha pagado el costo social y medioambiental que conocemos”.
Noruega lidera precariedad laboral
Caracterizadas por sus billonarios ingresos y hasta ahora aparentemente ilimitado crecimiento productivo y expansión geográfica, las transnacionales del salmón registran un largo historial de violaciones a los derechos fundamentales de los trabajadores nacionales, con prácticas antisindicales, violación de los derechos de género, incluyendo el de la protección a la maternidad.
La industria de monocultivo industrial intensivo de salmónidos en Chile registra el triste récord de (...)
(Este artículo se publicó completo en “Punto Final”, edición Nº 732, 29de abril, 2011)
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