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Autor: GERMAN CARRASCO VIELMA

Cecilia Arana, terapeuta de la clínica de medicina china que funciona en el antiguo hospital San José.

Insistir en la medicina preventiva es un acto político. No ser blanco de especuladores de la salud que unifican precios y cuidar el cuerpo es un acto de resistencia y de placer. Las medicinas alternativas estuvieron prohibidas históricamente debido a la especulación económica, así como los masajes curativos. Susan Sontag nos hablaba del fascismo implícito en el lenguaje de la medicina: “No bien se habla de cáncer, las metáforas maestras no provienen de la economía sino del vocabulario de la guerra. Las células cancerosas invaden… colonizan zonas remotas del cuerpo… Por muy radical que sea la intervención quirúrgica, por muy vastos los reconocimientos del terreno, las remisiones en su mayor parte son temporarias, y el pronóstico esque la invasión tumoral continuará, o que las células dañinas se reagruparán para lanzar un nuevo ataque contra el organismo”.
En la zona norte de Santiago existe un departamento de medicina china. Está en el antiguo hospital San José, en esa fresca casa colonial de adobe. El teléfono es el 7-322-06-23. Es un éxito y hay que pedir hora con anticipación. Hay té verde gratis durante la espera y Electra, una de las secretarias encargada de dar las horas, es simpática y radiante. Música china en el ambiente y una energía positiva que se respira de entrada. Hay algunos actores y actrices reconocibles entre los terapeutas, y precios más que razonables. Hablamos con Cecilia Arana, una de las terapeutas.
¿Cuándo empezaron y cuántos son?
“La clínica del antiguo hospital San José se abrió en marzo de 2007, y hoy funciona con un equipo de aproximadamente treinta terapeutas. Claro que la escuela funcionaba desde antes”.
¿Cómo es el primer acercamiento del público a las agujas y otros implementos?
“Los pacientes vienen por recomendación de algún familiar o amigo, por derivación de algún consultorio u hospital del Servicio de Salud Norte o porque el médico se lo recomendó. La primera vez vienen curiosos y algo asustados, pero siempre intentamos crear un ambiente amigable, donde se sientan acogidos y comprendidos. Ya desde la primera entrevista se genera una situación más relajada y de confianza”.
Al ver resultados, la gente vuelve.
“Es muy gratificante cuando el paciente cuenta que aquello que lo aquejaba ya no le molesta, que está volviendo a hacer cosas que no hacía hace tiempo; ver cómo les mejora el ánimo y cómo se puede hacer tanto por mejorar  la calidad de vida de las personas”.
¿Qué tipo de dolencias tratan en la clínica de medicina china?
“Tratamos de todo: lumbago, dolores de cabeza, colon irritable, alergias, problemas de la piel, depresiones, ansiedad y también hay apoyo a pacientes en tratamiento por adicciones. Incluso apoyo para el tratamiento de enfermedades o condiciones crónicas. Lo interesante es que todo se puede evaluar y ‘traducir’ a los parámetros de la medicina china, y es desde ahí desde donde lo abordamos”.
Las agujas o implementos en general no duelen o duelen poco. ¿De qué depende?
“En general, los pacientes vienen algo asustados. Pero después comentan que la apucuntura es menos dolorosa de lo que pensaban. Duele menos que una extracción de sangre.
Nosotros buscamos una sensación subjetiva que llamamos Arribo de Qi, que se podría explicar como la constatación de que la aguja hizo contacto con el sistema energético del paciente. Someramente se puede decir que cada cuerpo es como un mundo en chiquitito, con continentes, volcanes, ríos, mares, etc., que tiene climas propios en cada zona y estaciones que se alternan cíclicamente y en un equilibrio determinado. La ‘enfermedad’ rompe este equilibrio, y rompe también la forma en que ese mundo chiquitito interactúa con el mundo externo.
Si entendemos que somos una suerte de prolongación del funcionamiento del planeta, nuestro cuerpo tiene un equilibrio ecológico,  que se mantiene gracias a la conexión de los distintos componentes a través de una serie de canales o meridianos llenos de energía, que tienen un recorrido y un sentido de tránsito determinado. Cuando estamos ‘enfermos’ (para nosotros no son enfermedades, son en cierto sentido vicios energéticos que llamamos síndromes; una misma enfermedad de medicina occidental puede corresponder a distintos síndromes) este equilibrio se rompe, se altera el sentido del tránsito, se pueden armar ‘tacos’ y quedar canales con menos flujo que lo normal (aquí las combinaciones posibles  del desorden son muchísimas). Lo que hace la acupuntura, y todas las otras ramas de la medicina china, es procurar ordenar el sentido del tránsito, distribuirlo para que la comunicación se restablezca y el balance impere otra vez”.
Aquí los maestros y sus auxiliares hablan de China. ¿Ahí estudiaron?
“Todos estudiamos en la Escuela Latinoamericana de Medicina Tradicional China (www.medicinachina.cl). Dentro del programa de estudios está un viaje a China, a un hospital de medicina china. La clínica del antiguo hospital San José es uno de los ‘campos clínicos’ de la escuela, donde los alumnos hacen su práctica a cargo de un terapeuta tutor”.
Me parece que el cuidado del cuerpo tiene un aspecto político...
“Yo entiendo la política como una extrapolación de la ética, todo puede tener una arista política. Me parece que si aceptamos que formamos parte de la Naturaleza, debemos reconocer que nuestra existencia guarda relación con lo que ocurre en todo lo que nos rodea. Eso sí, siempre teniendo en cuenta que hay una máxima de la biología que dice que la riqueza de un ecosistema está dada por su diversidad, y en esa diversidad se incluye el libre albedrío”.
Pensaba en Susan Sontag, Ginsberg, Lihn, Jorge Torres, en la relación de la enfermedad y sus metáforas, en la relación de la enfermedad y la letra...
“Tal vez, y para ilustrar lo que comenté, hay un libro de John Donne, que escribió mientras estaba enfermo, en el que dice que ningún hombre es una isla, sino parte de un continente, y que lo que afecte a una porción de tierra, afecta a todo el continente. En otras palabras, lo que le pase a uno, nos afecta a todos”.
(Es una parte de Devotions upon emergent occasions y que, además, es citado por Hemingway al inicio de Por quién doblan las campanas).(*)
¿Hay casos de pacientes especiales, por ser agradecidos o que se han curado, o por sus prejuicios iniciales, dolor o escepticismo?
“Siempre el más especial para mí es el más reciente. Acabo de despedir a una paciente que vino porque tenía unos dolores de cabeza invalidantes. Le habían hecho muchos exámenes. Afortunadamente, no había nada que explicara estos horribles dolores desde el punto de vista de la medicina occidental. Ahora está muy contenta, ya no le duele la cabeza. Eso me alegró el día”

 

(*) John Donne, poeta metafísico londinense (1559/1603). Escribió en 1624 un texto en prosa llamado Devociones para ocasiones de emergencia. Dice así: “Ningún hombre es una isla por sí mismo; cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo. Si el mar se lleva una porción de tierra, Europa es menos, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquiera me afecta porque soy parte de la Humanidad; por eso, nunca mandes preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti”.

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 725, 23 de diciembre, 2010)
punto@interaccess.cl
www.puntofinal.la
www.pf-memoriahistorica.org

 

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