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El rico veneno
Los transgénicos que
tragan los chilenos
Greenpeace-Chile
dio en el clavo al publicar la Guía de alimentos transgénicos
2004 (ver recuadro). Por primera vez se podrá saber qué
tipo de productos está poniendo en los supermercados la industria
alimenticia y cuánta comida preparada con ingredientes o aditivos
de origen transgénico se están llevando a la boca chilenos
y chilenas.
La “lista roja” se compone de más de 600 alimentos
-con sus respectivas marcas- que podrían contener soya o maíz
transgénicos. Entre ellos se encuentran muchos productos de consumo
masivo y popular, como fideos en todas sus variantes, harinas, aceites,
margarinas, salchichas, mortadela, salsas de tomate, leche, yogurt e,
incluso, colados y cereales para niños.
¿Qué consecuencias puede tener ingerir estos alimentos desde
temprana edad? Nadie lo sabe con certeza, aunque sí que los transgénicos
pueden provocar alergias y resistencia a los antibióticos.
Llama la atención que numerosos productos consignados en la lista
sean del tipo light o diet, como también leches descremadas, que
usan preferentemente personas que ya tienen algún problema de salud
y, por lo tanto, están más expuestas a ser afectadas por
alimentos que poco o nada tienen de “natural”. Ocultar la
información, en este caso, equivale a un engaño que puede
costar caro a la salud de las personas.
La iniciativa de Greenpeace es una respuesta a la indiferencia del Estado,
que rechazó una propuesta para exigir a las empresas que etiquetaran
sus productos señalando si son transgénicos. En Chile se
sigue comiendo “a ciegas”. Por eso, Greenpeace inició
su campaña “por el derecho a saber” con una acción
simbólica en el centro de Santiago: cuarenta personas se sentaron
a comer en una mesa de 20 metros de largo con sus ojos vendados. “Si
estamos en una economía liberal, de mercado, que se basa en el
principio de informar a la gente para que tome decisiones, nos encontramos
ante la más profunda contradicción. O entregamos información
para que la gente decida, o la ocultamos. En otros países, el ciudadano
está informado y tiene la posibilidad de elegir. Acá no,
y la respuesta que entrega el gobierno es vaga. Sólo dice que hay
que confiar en que las autoridades de salud harán las cosas con
el mejor nivel posible”, declaró en esa oportunidad Juan
Carlos Cuchacovich, encargado de la campaña de transgénicos
de Greenpeace-Chile.
Más enfática es María Elena Rozas, directora de Greenpeace
y coordinadora regional de la Red de Acción en Plaguicidas y sus
Alternativas en América Latina (RAP-AL). Afirma que la información
relacionada con organismos genéticamente modificados “es
nula por parte del gobierno”. En su opinión, la desinformación
“es algo deliberado, porque por una parte el gobierno está
aprobando apresuradamente la liberación de los cultivos transgénicos
sin consulta a la población y, por otra, rechaza la posibilidad
de legislar sobre el etiquetado de los productos importados que los contengan.
Ante la falta de información oficial, Greenpeace investigó
y elaboró la guía de alimentos para que la gente pueda identificar
los alimentos con y sin contenido transgénico. Al rechazar aquellos
manipulados genéticamente, los consumidores pueden dar señales
al mercado para que los productores de alimentos no los utilicen”.
VIDA ARTIFICIAL
Por más que se argumente que siempre se han producido
cruces genéticos entre diversas variedades de plantas o que los
campesinos han experimentado tradicionalmente la producción de
híbridos para mejorar la calidad del poroto, lenteja o papa, por
ejemplo, la modificación genética que da vida a los transgénicos
es algo nuevo. En este caso, se introduce por la fuerza el gen de una
especie en el patrimonio genético de otro ser vivo, de una manera
que nunca se habría producido en la naturaleza (mezcla de un gen
animal con otro vegetal, por ejemplo) y que tampoco el campesino hubiera
podido hacer por su cuenta. Así, se han introducido en vegetales
genes de pescado, mariposa, sapo, escorpión e, incluso, de virus
y bacterias. El ser humano nunca se alimentó así, y no es
posible prever las consecuencias en el largo plazo.
En la soya, arroz y maíz, por ejemplo, se introdujo un bacilo altamente
tóxico que actúa como insecticida, bacillus thuriengensis
(Bt), para proteger a la planta del ataque de insectos. También
hay transgénicos resistentes a herbicidas (principalmente glifosato
o “Roundup”), lo que permite aplicarlos para exterminar las
malezas sin dañar las plantas. El problema es que con el tiempo
las malezas también desarrollan resistencia y a mediano plazo los
productores están obligados a usar cada vez más agroquímicos.
Y nada de esto es inocuo. Según investigaciones recientes, el “Roundup”
altera las hormonas que modulan la síntesis del estrógeno,
lo cual podría originar aumento de cánceres y malformaciones
del aparato sexual.
María Elena Rozas destaca que “además de los impactos
negativos y el riesgo para la salud, los transgénicos representan
una amenaza para el ambiente, debido a la pérdida irreversible
de diversidad biológica”. De hecho, el último informe
del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) sobre el
estado del medio ambiente y medidas normativas (1972-2002) advierte que
los organismos genéticamente modificados están acelerando
la pérdida de biodiversidad y la disminución de especies
autóctonas, debido a la “contaminación genética”.
Esto es, la propagación descontrolada de cultivos transgénicos
invade y aniquila cultivos tradicionales. Es lo que está ocurriendo
con el maíz en México.
Como consecuencia de lo anterior, el Pnuma llega a la misma conclusión
que los ambientalistas: “El principio precautorio debería
aplicarse como regla principal, hasta que exista un consenso científico
sobre el tema”. En virtud del “principio precautorio”
(o de precaución), establecido en el Protocolo de Cartagena sobre
Seguridad de la Biotecnología (Montreal, 2000), no debería
permitirse la producción industrial -menos aún la comercialización-
de alimentos transgénicos mientras no se pruebe que son inofensivos,
cualquiera sea el tiempo que eso requiera.
Sin embargo, los alimentos transgénicos se están imponiendo.
Se estima que en el mundo hay actualmente más de sesenta millones
de hectáreas plantadas con soya, maíz, algodón y
colza (planta forrajera) transgénicos. El principal productor es
Estados Unidos, que concentra el 63% de la producción mundial,
seguido a distancia por Argentina (21%), Canadá (6%), China (4%),
Brasil (4%) y Sudáfrica (1%). También se han ido incorporando
otros países, como Australia, España, Alemania, Rumania,
Bulgaria, México, Indonesia, India, Uruguay, Colombia, Honduras
y Filipinas.
DEPENDENCIA ALIMENTARIA
Uno de los principales argumentos a favor de los transgénicos
es que contribuirán a terminar con el hambre en el mundo, debido
a la supuesta ‘mejor calidad’ y productividad de estos cultivos.
¿Qué hay de cierto en eso?
“Nada -responde la coordinadora de RAP-AL-. Es sólo un excelente
negocio para las corporaciones transnacionales de la alimentación.
Por ejemplo, el mercado para las variedades genéticamente modificadas
alcanzará los 6 billones de dólares al año y espera
llegar a los 20 billones en el 2010. El mundo produce hoy más alimentos
por habitante que nunca antes. Por lo tanto, las verdaderas causas del
hambre son la pobreza, la desigualdad y la falta de acceso a los alimentos.
Para qué engañarnos, el problema del mundo no es la escasez
de alimentos, sino el mal reparto.
Los productos transgénicos garantizan el negocio de alimentos ‘patentados’,
en contraposición con los alimentos ‘libres’, que son
los no manipulados. La monocultura transgénica requiere de insumos
químicos que son fabricados por las mismas compañías
de semillas. Eso empobrece el suelo, contamina las aguas, debido al abuso
de plaguicidas y herbicidas, y sus insumos asociados generan deforestación.
Las plantas modificadas están preparadas para que sus semillas,
que tienen patentes, no sean útiles en otra siembra, obligando
al agricultor a continuar comprándolas a las transnacionales. Significan
desempleo, porque en los cultivos transgénicos se usa muy poca
mano de obra. De esta forma se está abriendo paso a una agricultura
sin agricultores, con una mayor concentración de la tierra y más
pobreza. Argentina, con catorce millones de hectáreas de cultivos
transgénicos es un ejemplo de eso”.
¿Cuáles serán las verdaderas consecuencias para los
países en desarrollo?
“Los impactos negativos sociales, de salud y ambientales se traspasan
a los países pobres. En el 2003 la superficie destinada a cultivos
transgénicos aumentó en 28% en los países del sur,
mientras que en los países industrializados el incremento fue sólo
de 11%. Este aumento se debe a las ventajas económicas, ambientales
y sociales que presentan estos países empobrecidos, dependientes
y contaminados. Pero más allá de estos impactos, significa
la pérdida de la soberanía alimentaria. Mientras millones
de campesinos son expulsados de sus tierras, y los pueblos pierden el
libre acceso a las semillas y el derecho a definir su política
agraria, cerca de diez corporaciones -que monopolizan el mercado de los
agrotóxicos y transgénicos- consolidan su poder y deciden
cómo hay que alimentarse”.
Las transnacionales, bajo el amparo de la OMC, patentan las semillas en
calidad de “inventos”. Una sola multinacional, Monsanto, controla
el 80% del mercado de plantas transgénicas. El resto se distribuye
entre Aventis, Syngenta (ex Novartis), Basf y Du Pont, entre otras. Hay
un constante proceso de fusión y concentración empresarial
que se traduce en mayor control de la cadena alimenticia, desde la producción
y venta de semillas hasta la comercialización del producto procesado,
pasando por la venta de agroquímicos.
En tanto en Chile, la única normativa específica respecto
de transgénicos es una resolución del Servicio Agrícola
y Ganadero (SAG) que autoriza el ingreso de semillas transgénicas
para multiplicación con fines de exportación. Desde 1992
han ingresado semillas transgénicas de maíz, soya, canola,
remolacha, melón, papa y tomates. No existen datos sobre la superficie
plantada con esas semillas
PATRICIA BRAVO
Alerta con la Lista Roja
La Guía de alimentos transgénicos 2004,
difundida por Greenpeace, fue elaborada a partir de una encuesta que incluyó
información recolectada hasta mediados de abril de este año.
El método fue transparente: se le envió una carta certificada
a una larga lista de empresas pidiéndoles una declaración
garantizando que no utilizan ingredientes derivados de soya y maíz
transgénico, incluyendo los aditivos. A las empresas que no respondieron
se le envió una segunda carta. Paralelamente, el Instituto Nacional
de Tecnología de los Alimentos (Inta) analizó diversos alimentos
para determinar su contenido. Como resultado, se constató que varias
marcas de hamburguesas y embutidos tenían un alto contenido de
soya transgénica.
Con la información recolectada se confeccionaron dos listas. Una
Lista Verde que incluye productos que, según sus fabricantes, no
contienen ningún ingrediente derivado de soya o maíz transgénico
y una Lista Roja, que está conformada por alimentos cuyos fabricantes
no garantizan ausencia de esos transgénicos y por productos elaborados
por empresas que no respondieron el cuestionario.
¿Por qué la encuesta consideró sólo maíz
y soya? Sencillamente, porque son los cultivos transgénicos más
extendidos en el mundo: representan el 82% del total de plantaciones transgénicas.
Y también porque Chile importa gran cantidad de maíz desde
Estados Unidos -el mayor productor de maíz transgénico-,
como también soya de Argentina, donde el 90% de la producción
es transgénica. De la soya se obtiene harina, aceites, lecitina,
mono y diglicéridos, y ácidos grasos. Y con el maíz
no sólo se elabora harina, también almidón, aceite,
jarabe de glucosa, fructosa, caramelo, sorbitol, etc.
Greenpeace advierte que su Lista Roja no pretende incorporar todos los
productos con soya y maíz que se encuentran en el mercado, pero
constituye una referencia para quienes deseen alimentarse en forma sana
y segura. Aquí van algunos de los productos de consumo más
frecuente que contienen transgénicos:
ACEITES
Aceites vegetales (Cristal, Trovattore, Ibiam, Acuenta, Olin, Oro, Jumbo,
Doña Flor, Belmont, Líder); aceite de maíz (Arcor,
Chef, Jumbo); aceite de maravilla (Chef, Belmont, Trisol, Líder,
Miraflores, Bonanza); aceite de oliva y maravilla (Chef, aceite Omega
3 Miraflores); aceite de soya (La Fuente Natural).
MARGARINAS
Belmont, Bonella, Leche Sur, Loncoleche (Margarina Sureña), Banda
Azul, Soprole (Margarina Next y corriente), Calo, Dorina, Nestlé
(Margarina Doña Juanita), Superior.
ALIMENTOS PARA NIÑOS Y CEREALES
Los productos Nestlé llevan la delantera en el uso de transgénicos,
con los siguientes alimentos: cereal infantil (de trigo con leche y 5
cereales con leche ), Multicereal Nestum (avena, trigo y frutas, 5 cereales),
colados, picados, postres colados, picado de frutas surtidas, Milo, Nesquick,
Nido (1+3+6+), Zucosos, Lechera flakes, Estrellitas, Chocapic.
También figuran otras marcas como Blevit (cereal); Cola Cao (chocolate
en polvo); Raff (cocoa); Arcor (cereal mix); Bruggen (Gourmet Musli);
Calaf (granola); Ipal (Digest, Natur trigo); Laboratorio Maver (Adelgazul);
Kellogg‚s (Muslix tradicional, All brand, Froto loops, Miel flakes,
Corn flakes, Chokos); Líder (cereal con miel, cereal con chocolate);
Natur (chip’s, power girls, Galactum, Pequeña Lulú,
Digimond); Nature Valley (Oat’s honey, Penauts butter, Trail ix);
Nutrexpa (cereales Cola Cao).
FIDEOS, MASAS Y HARINAS
Prácticamente toda la variedad que ofrecen Carozzi, Luchetti, Parma
y San Remo están en la Lista Roja, además de productos Talliani
(pasta pronta al pesto); Maggi (pasta 3 minutos); La Salteña (capelletis,
gnoquis, ravioles, saconitos); Il gastronómico (agnolotti, pancutras);
Deli Expres Líder (gnoquis, tortellinis); Acuenta (canutos, quífaros,
espirales); Líder (quífaros, corbatas); Pancho Villa (tortillas
de maíz); Old El Paso (Flour Tortillas, tacos, fajitas, tortillas);
Cena, Agua de Piedra, Ideal, Líder y O’Clock (pre pizzas).
Todas las harinas de marcas conocidas están en la lista roja, además
de levaduras Lefersa, polvos de hornear Royal y Maizena Dropa.
LECHES Y PRODUCTOS LACTEOS
Leches Calo (chocolate, crecimiento, entera, instantánea, extra
calcio, Purita); leche entera Colún; leche chocolate y semidescremada
Copalca; leche en polvo instantánea Leche Sur; productos Loncoleche
(leche cultivada, leche natural, yogurt batido); productos Nestlé
(leche cultivada, leche descremada, leche entera, leche asada, flan, yogurt
con cereal trix, chandelle, sémola con leche); Parmalat (yogurt
diet fibra, mix, mousse, leche chocolate, semidescremada); Soprole (leche
cultivada Next Gozzo, Manjarate, 1+1 Zucaritas, Chococrispis); Svelty
(yogurt batido, fibra, leche cultivada, flan, leche líquida y en
polvo); Quillayes (yogurt light Yoplait, leche cultivada Yoplait); leche
entera Ula; Leche chocolate Surlat; yogurt diet Calán; sémola
con leche Líder.
PAN Y GALLETAS
Ideal (molde integral, hot dog, diet, kids, siluette); Líder (hot
dog, molde blanco e integral); Cena (molde blanco, integral, fibra, completos,
frica); Ecovida (panteón diet); Pan Pierre (hot dog, molde fibra,
light, burguer); galletas Costa, Costa Kids, Arcor, Ecovida, Holanda,
Francisca Calaf, Bortolaso, McKay, Kraft, Ártica, Parmalat. Y,
además, Galleta María Dorada (Marbu), Amandita (Lacta),
Porteñitas (Bagley), Wafer (Baducco), Butter cookies (Copenhaggen),
Butterscotch (Crolaina).
OTROS...
Salsas de tomate de marcas Malloa, Doña Clara, Pomarola, Dos Caballos,
D’ampezzo, San Remo, Arcor, Tomatín Centauro, Talliani, Tuco
Maggi, Ekono, Líder, Bolognesa Carozzi, Acuenta, Mickelsen.
Hamburguesas congeladas (carne, pollo, pavo) de las siguientes marcas:
Ahora Más Ricas, Campo Lindo, Procarne, Ekono, Acuenta, Patty,
Pollos King, Sopraval, además de croquetas de salmón AgroSuper,
nuggets de pollo y croquetas Ariztía, croquetas de arroz y verduras
Bouduelle, papas pre fritas y papas duquesa Frutos del Maipo, empanaditas
de queso La Spegia, productos Maggi (rollitos y bocaditos de pescado,
pescaditos apanados, empanadas de queso, nuggets y bocaditos de pollo).
Salchichas y chorizos PF; vienesas La Preferida, Winter y Fastdeli; zwancitos
(Zwan); salchichas, longanizas, mortadelas y chorizos de Cecinas Llanquihue;
salchichón, mortadela, patés y chorizos San Jorge, etc.
En bebidas de fantasía figuran las de la empresa Coca Cola (Coca
Cola, Sprite, Fanta, Kapo y sus versiones light); CCU (7UP y light, Bilz
light, Kem, Pap light, Crush light); jugos Watts (tutifrutti, naranja
light, durazno, frutilla); Zuki (Luz Vitta), néctar light de Parmalat,
Loncoleche, Andina, etc.
(Más información en www.greenpeace.cl)
(Revista “Punto Final” Nº 568, 28 de mayo, 2004)
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