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Habla embajador de Palestina en Chile
Israel se hunde en la ignominia
IMAD Nabil Jada'a, embajador de palestina en Chile
Son días tensos para el embajador de Palestina en Chile, Imad Nabil Jada’a. Pendiente de las noticias de Gaza, las sigue por la televisión internacional y también conectado directamente con su gobierno. Lleva pocos meses en Chile, pero se ve familiarizado con nuestras costumbres y nuestra realidad. Nacido en Beirut en 1948, dice que fue una de las primeras víctimas de la diáspora provocada al proclamarse el Estado de Israel. Su familia vivía en Haifa y tuvo que emigrar y convertirse en refugiados. Ha trabajado en la diplomacia palestina desde 1966. Diez años después, fue nombrado encargado de negocios en India y en 1979 embajador en Cuba, y luego en Venezuela. Hasta 2013 era embajador en Colombia. Militante de Al Fatah, Imad Nabil Jada’a es diplomado en la Universidad de Postdam y graduado en ciencias políticas en la Universidad Libanesa de Beirut.
¿Cómo podemos calificar la agresión israelí a Gaza que tiene como víctimas a civiles, incluyendo niños y mujeres?
“Se trata de una acción genocida de intimidación a un pueblo que despliega una legítima defensa ante una agresión permanente que lo lleva a vivir a diario un infierno. No olvidemos que apenas en 300 kilómetros cuadrados vive un millón y medio de personas, encerradas como se ha dicho en un ghetto, que sufren a diario detenciones que les llevan a la cárcel sin causa justificada, que ven sus casas destruidas por las tropas israelíes, que dependen de Israel para tener agua y electricidad y que deben someterse a registros y esperas en los puntos controlados por el ejército sionista”.
UNA LARGA HISTORIA
“Gaza hoy es un capítulo de una larga historia. Parte en 1947-1948 cuando se crea el Estado de Israel, en una forma artificial, única en el mundo, en que se quita el territorio a un pueblo para dárselo a otro. En 1947 Naciones Unidas toma la decisión que divide Palestina en dos. Fue la culminación de un plan internacional fraguado por el sionismo, usando a los judíos como pretexto. Un plan internacional para dominar el Oriente Medio con el canal de Suez y la inmensa riqueza petrolera situada en Arabia Saudita, en los emiratos del Golfo, en Iraq e Irán, la mayoría bajo gobiernos corruptos.
Teodor Herzl, en el congreso sionista de 1896, había barajado diversas ideas de países donde radicar a los judíos: Polonia, Argentina, Uganda y Palestina, territorio considerado después de la primera guerra mundial ya con la idea del ‘Eretz Israel’, desde el Nilo al Eufrates, como en la Biblia; la idea reapareció después del exterminio judío durante la segunda guerra mundial, cuyos sobrevivientes buscaban una tierra donde rehacer sus vidas.
En lo que ahora es Israel, en 1917 el cuatro por ciento de la población era judía y había un 20 por ciento de cristianos. El 76 por ciento era musulmán; dichas comunidades vivían en paz. Esa era la tradición en los países del Medio Oriente. La creación del Estado de Israel significó la expulsión de Palestina de cientos de miles de personas, estimadas en más de 700 mil, que salieron al exilio hasta hoy. Hubo masacres feroces como la de Deir Yassin y operaciones terroristas realizadas por bandas armadas judías, que incluso asesinaron al primer comisionado de Naciones Unidas, el conde Folke Bernardotte, de nacionalidad sueca, al que ametrallaron en Jerusalén. La partición de Palestina nació muerta porque hubo en su territorio solamente un Estado -Israel-, un Estado judío, y no un Estado palestino”.
CAMPAMENTOS DE REFUGIADOS
“Los refugiados se amontonaron en la Faja de Gaza -agrega el embajador- en campamentos que existen hasta hoy. Pero tampoco hubo tranquilidad. Israel impuso su voluntad atropellando la legalidad internacional. La culminación se produjo en 1967 en la llamada Guerra de los Seis Días, en que el Estado judío se apoderó de la Faja de Gaza, de Cisjordania y de todo Jerusalén, además de las alturas de Golán, en la frontera con Siria. La resolución 242 de la Asamblea General de Naciones Unidas exige a Israel la retirada de sus tropas de los territorios ocupados. Pero Israel hace caso omiso y no puede ser sancionado porque cuenta con el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad. Ha tenido siempre una posición privilegiada, protegido por los principales países occidentales, especialmente por Estados Unidos. Le suministran ayuda económica, le proporcionan armamento, hacen la vista gorda ante su poderío nuclear y vetan en Naciones Unidas toda sanción a Israel.
No fue solo Estados Unidos quien apoyó. También Gran Bretaña y Francia. Para la Guerra de los Seis Días, el general de Gaulle decretó el embargo de armas para el Medio Oriente. Sin embargo, en la noche de Navidad de 1967 zarparon cinco buques de guerra del puerto de Cherburgo, en el Atlántico, que por Gibraltar entraron al Mediterráneo y llegaron a Haifa, siendo recibidos con manifestaciones de júbilo. Israel con los planos del avión francés Mirage 2000 fabricó una copia, el Kafir, equipado con motores General Electric, norteamericanos. Hubo algo más grave, un buque-tanque salió de puerto sueco con un cargamento de agua pesada, indispensable para la fabricación de bombas atómicas, hacia Estados Unidos. Desapareció en el camino y reapareció tiempo después en Israel con bandera nigeriana. Así comenzó la industria nuclear de Israel que utiliza tecnología francesa.
Nunca Israel ha sido condenado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Se ha burlado de la legalidad internacional. En 2002, la Corte Internacional de La Haya declaró ilegal el muro de separación (llamado popularmente muro del apartheid) de más de 730 kilómetros por territorio palestino ocupado en Cisjordania. La decisión de la Corte fue ignorada por Israel. En todo este cuadro, el Estado judío ha podido imponer siempre sus condiciones. Después de la Guerra de los Seis Días la superficie dominada por Israel era varias veces superior a la que habría correspondido de acuerdo a la partición de 1948. Los mapas son elocuentes. En la actualidad, apenas algo más de un diez por ciento de la Palestina histórica esta bajo control de la Autoridad Palestina”.
HAY SOLUCION PACIFICA
En esta historia, ¿qué momento ha permitido vislumbrar una solución pacífica?
“Este es un punto muy importante. Nosotros firmamos en 1993 los Acuerdos de Oslo, que en realidad nos fueron impuestos por Estados Unidos y la Comunidad Europea, que sabían que había un vencedor y un vencido: el pueblo palestino. Yasser Arafat, después de la guerra de El Líbano, había tenido que refugiarse en Túnez. Yo era embajador en Cuba y viajé a Túnez para hablar con Arafat, que había decidido ir a vivir en Gaza. Me dijo: ‘Dile a Fidel que no estamos cantando victoria, estamos cambiando una trinchera por otra. Me iré a vivir con mi pueblo para seguir la lucha’. Y así ocurrió. El Estado palestino fue reconocido con Arafat instalado en Gaza, poniendo en primer lugar la situación de la Faja y el tema de Jericó, y negociando la posibilidad del desmantelamiento de las colonias judías en territorio palestino. En Gaza se echaron las bases de lo que podría ser su infraestructura. Inauguramos el primer aeropuerto que permitió el vuelo de aviones palestinos y esbozamos la posibilidad de una zona industrial libre, que tendría financiamiento palestino, tecnología israelí y mano de obra palestina. Ese fue el periodo entre 1994 y 1996, el tiempo en que Isaac Rabin y Yasser Arafat se trataban de partner, había justificadas esperanzas. Hasta la noche del 5 de noviembre de 1996, en que tenemos que creer que el primer ministro de Israel se paseaba sin guardaespaldas ni ningún tipo de protección por una plaza pública, donde un muchacho de veinte años, con problemas siquiátricos, lo asesina. Era un secreto a voces el conflicto que al interior de Israel provocaba el proceso de paz. Los sectores ultraortodoxos lo rechazaban de plano y reclamaban la muerte de Arafat. La paz entre israelíes y palestinos haría estallar ese polvorín”.
¿Israel en la encrucijada?
“El Estado sionista se encuentra en un dilema imposible. No se puede inventar un pueblo. Judíos de todo el mundo han sido congregados en Israel en una mezcla de tradiciones, culturas, idiomas y formas de practicar la religiosidad muy diferentes. El enjambre cultural favorece la discriminación. Los judíos yemenitas, por ejemplo, son discriminados, y qué decir de los judíos negros, chinos o peruanos. Muchos judíos llegan a Israel pero no se quedan a vivir en una sociedad que les resulta extraña y que está permanentemente en guerra. No hay cifras oficiales de los judíos propiamente israelíes que viven en su territorio. Así como tampoco Israel tiene una Constitución ni hay tampoco límites fijados con precisión ni en Gaza ni en Cisjordania. Por otro lado, está el crecimiento de la población árabe-israelí que alcanza ya a un millón y medio, una población discriminada que crece mucho más rápido que la población judía.
Los judíos tienen conciencia de que están en una lucha demográfica que no pueden ganar. Por eso incluso algún sector extremista considera seriamente la posibilidad de la deportación masiva de los palestinos más allá de las fronteras de Israel”.
REPUDIO MUNDIAL A ISRAEL
“El repudio a Israel ha sido universal. En muchos países -y también en Israel- ha habido protestas y manifestaciones multitudinarias exigiendo que cese la masacre que lleva dos mil muertos civiles, con cientos de niños, mujeres y ancianos y alrededor de diez mil heridos, mientras Israel ha perdido menos de 80 soldados. El repudio ha sido especialmente duro en América Latina. En Chile, en una medida sin precedente, el gobierno -para evidenciar su molestia-, llamó a Santiago a su embajador ante el gobierno israelí. Venezuela retiró su embajador al igual que Bolivia, cuyo presidente Evo Morales incluyó Israel en la lista de Estados terroristas. Ecuador prepararía medidas de rechazo y Argentina prohibió a los argentinos hijos de judíos, hacer el servicio militar en Israel. Cuba no tiene hace más de sesenta años relaciones con el Estado sionista. Y en Chile, además, hay un grupo de parlamentarios interesados en prohibir a los chilenos el servicio militar en el extranjero.
El movimiento crítico y de rechazo es un mensaje para Israel, que debe producir efectos internos. A pesar de que la oposición en ese país está subordinada a una minoría fundamentalista fanática, el Estado de Israel está sufriendo una derrota política que afecta gravemente su imagen internacional”.
¿Cuáles son los caminos de solución?
“Es un conflicto muy complicado que tiene, sin embargo, una solución fácil si se respetara la legalidad internacional.
En primer lugar, hay que terminar con la agresión israelí en Gaza, incondicionalmente. A sesenta y seis años de la creación artificial del Estado de Israel hay dos realidades. Israel existe, hay una población israelí, buena parte de la cual ha nacido en esa tierra. Es una realidad no eliminable. Al frente está el pueblo palestino, que tiene una historia milenaria. Y que después de sesenta y seis años de diáspora, mantiene la lucha por sus derechos inalienables. El problema no tiene solución militar a favor de uno u otro bando. Es una opinión en la que coinciden hasta los que han sido jefes del Mossad”.
UN ESTADO PALESTINO INDEPENDIENTE
“Teniendo en cuenta lo que ha sucedido, la comunidad internacional tiene la obligación de resolver el conflicto. La solución es la instalación del Estado palestino independiente, soberano en los territorios ocupados hasta 1967, hasta la Guerra de los Seis Días, con Jerusalén oriental como capital. Esto solo podrá ser realidad si el principal aliado de Israel, Estados Unidos, deja de malcriar a su pupilo; que asuma el peligro permanente que significa eso para la estabilidad del Medio Oriente y sus repercusiones sobre la paz mundial. Obviamente, también hay un problema de ética y justicia de importancia fundamental. Es muy triste, por ejemplo, que el secretario de Estado, John Kerry, haya llamado a la liberación inmediata del oficial israelí supuestamente secuestrado por Hamas -que luego resultó que había muerto en combate-, callando Kerry que hoy en las cárceles de Israel hay más de seis mil presos palestinos, civiles, no sometidos a proceso, que en realidad están secuestrados. Oímos a Estados Unidos hablar del derecho que tiene Israel a la autodefensa, y corresponde preguntar, ¿no tiene un derecho igual o superior a la autodefensa el pueblo palestino, ya que está bajo permanente agresión? ¿O por defender a Israel, hay que seguir masacrando al pueblo palestino?
La posición palestina es muy clara. Seguimos ligados por nuestro compromiso por la paz. No queremos más sangre. No pensamos en un cese del fuego o en una tregua por unas pocas horas o algunos meses, hasta que Netanyahu tenga un conflicto interno, sea chantajeado por ministros radicales y se sienta obligado a agredir a Gaza, Cisjordania o cualquier parte de nuestro territorio. Quisiéramos que los israelíes abandonaran la doctrina del ‘ojo por ojo, diente por diente’ de la Torah y se acercaran más a los Diez Mandamientos, especialmente a los que prohiben matar y que castigan el robo. Queremos el desmantelamiento de los enclaves habitados por colonos judíos en territorio palestino y la demolición del muro del apartheid como garantía de paz y entendimiento.
Los palestinos estamos dispuestos a volver a negociar, a sentarnos a una mesa a conversar de manera decente, con una agenda política con plazos claros y resultados viables. Estamos cansados de tanto sufrimiento, no queremos más matanzas, y creemos que todavía existe la posibilidad de que nuestros pueblos tengan un futuro de paz”.
HERNAN SOTO
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 810, 8 de agosto, 2014)
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