Punto Final, Nº810 – Desde el 8 al 21 de agosto de 2014.
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Las encrucijadas de las resistencias

 

Gloria Muñoz Ramírez, periodista mexicana y activista zapatista.

 

 

Gloria Muñoz Ramírez es periodista mexicana. Abrazó la causa zapatista desde el momento en que conoció la experiencia, y ahí sembró su vida, su suerte, su pasión. Nos vimos en diferentes oportunidades, en México, en Chile, en Buenos Aires. Siempre difundiendo la experiencia de las y los indígenas de Chiapas y buscando solidaridades.
Volví a verla ahora en México, donde desde Desinformémonos -sistema de publicaciones y comunicación nacido abajo y a la Izquierda-, encontramos una ventana abierta al mundo de la autonomía y de la rebeldía de los pueblos.
En la presentación del libro El fuego y la palabra escribió el entonces subcomandante Marcos: “Una mujer de profesión periodista acabó, no sin dificultades, por brincar el complicado y espeso muro del escepticismo zapatista y se quedó a vivir en las comunidades indígenas rebeldes (…) El nombre de esta persona es Gloria Muñoz Ramírez. Durante el periodo que va de 1994 a 1996 trabajó para el periódico mexicano Punto, para la agencia de noticias alemana DPA, para el periódico norteamericano La Opinión y para el diario mexicano La Jornada. En 1997 dejó su trabajo, su familia, sus amigos (además de cosas que sólo ella sabe), y se vino a vivir a las comunidades zapatistas. Durante estos siete años no publicó nada, pero siguió escribiendo y su olfato periodístico no la abandonó (…) Gloria fue aprendiendo a tener otra mirada (…) La mirada que se aprende en las montañas del sudeste mexicano”.
Esta charla la sostuvimos mientras la redacción de Desinformémonos se movía agitada para aportar a la denuncia y la solidaridad con el maestro “Galeano”(1), asesinado en la comunidad de La Realidad, agredida por fuerzas paramilitares.

OTRO MEXICO
“México es otro. En los últimos diez años ha recrudecido de manera salvaje la embestida de las transnacionales contra los territorios. Ese es básicamente el principal problema que estamos atravesando, además de la violencia. Hay una ruta en la que se cruzan tanto la supuesta guerra contra el narco como las intenciones de las transnacionales de ocupación de territorios.
Donde están los pueblos indios, están los recursos naturales. Y donde están los recursos naturales, están las ansias de las empresas -antes en contubernio con el gobierno, pero ahora por encima de los gobiernos-. Hubo un momento en que nos explicábamos todo por la complicidad de gobiernos y transnacionales, eran los mismos intereses. Pero ahora ni siquiera. Nos encontramos a lo largo de todo el territorio de México, de norte a sur, con esta embestida. Son represas, minas, acueductos, gasoductos, plantas de energía, megaproyectos que se anuncian con la cara del progreso... Muchas carreteras están desplazando a pueblos enteros. Además nos encontramos con algo que nosotros ya explicamos: que estos proyectos son inútiles. O sea, si realmente te metes al fondo de cada proyecto, si analizas si realmente se necesita esa carretera, si realmente se necesita esa represa, no es así. Lo de las represas es la completa privatización del agua, lo de las carreteras es el desplazamiento de pueblos con miras al transporte comercial. No es nada que tenga que ver con los pueblos y la vida comunitaria. Hay una nueva embestida, mucho más salvaje, que tiene que ver con veinte años de Tratado de Libre Comercio”.
Son veinte años de la firma del Tratado de Libre Comercio, pero también veinte años de la aparición pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
“¡Claro! Paralelamente a esto hay, afortunadamente, mucha resistencia. Pueblos que no quieren desaparecer, pueblos que se están organizando, pueblos que están resistiendo como pueden. Y en el centro, las comunidades zapatistas. Pero se da, de una manera también muy salvaje, lo que llaman la contrainsurgencia, la compra de voluntades, los proyectos gubernamentales. Hay tanta miseria en el país, que se llega a las comunidades con una despensa, con una cobija, con dos botellas de agua, con un techo de lámina. Es que no hay nada, nada, y con eso están rompiendo pueblos. Hay una miseria muy profunda en los pueblos, y pocas opciones: el narco, el megaproyecto, o la migración. Entonces, o le entras al narco, al megaproyecto, o te vas del país. Para muchísimos pueblos, en México ésas son las opciones. Estamos en un momento muy crítico. La otra opción es la resistencia. Pero te opones y te matan, porque para eso está la criminalización de la protesta y la criminalización de la pobreza. Es larga la lista de presos, desaparecidos o asesinados en el terreno de la resistencia. Aun así, la gente sigue resistiendo”.

AUTONOMIA Y TERRITORIO
En esta resistencia hay claves como el concepto de “territorio”, fundamental a la hora de pensar las razones y las motivaciones de los pueblos indígenas. Y hay otra clave que es la “autonomía”. ¿Cómo funcionan estos dos conceptos en la base de las resistencias?
“Todo junto, por supuesto. No hay autonomía si no hay territorio. La base de la autonomía es el territorio, y es el control sobre el territorio. Ese territorio puede ser una esquina para las trabajadoras sexuales, puede ser la tierra, el campo fértil para indígenas y campesinos, puede ser la fábrica para el obrero. El territorio no es tanto las hectáreas físicas de terreno, sino la autonomía que se construye sobre un espacio habitado, con una característica importantísima: la comunidad. Construir comunidad es mucho más difícil en terrenos urbanos -lo sabemos perfectamente-, que en el campo, en territorios indígenas o campesinos, en territorios rurales. A mí lo que me llama la atención es cómo construir encima del concreto, porque la otra, la autonomía que se construye en territorio rural, responde más a organizaciones ancestrales de los pueblos indios, que tienen o no tienen que ver con una resistencia. Así se organizan porque la vida comunitaria lleva a eso. Es decir: si se cerró un camino por las lluvias, pues tiene que formarse una comisión de todo el pueblo que abrió el camino, porque eso es en beneficio del pueblo. Eso es autonomía, no dependen del gobierno, no dependen de una comisión, de nadie. Dependen de ellos para abrir el camino. Cuando ese tipo de organización la llevan a la autonomía política, ya es otra cosa. El ejemplo más notable sigue siendo la organización zapatista. Y no el más notable en México, sino el más notable en el mundo entero. Pero cuando se construye en Italia, en un teatro ocupado, o cuando se construye en una fábrica ocupada en Grecia, o en una escuela argentina, o en los campos de fútbol en Brasil, en las favelas y demás, ésa es la autonomía que para mí tiene mayor dificultad para construirse, y por lo tanto también tiene un mérito distinto. No quiere decir que sea mayor o menor, sino que es distinta la valoración que nosotros vemos en esas experiencias.
Pensamos que es toda una postura política apostarle a la autonomía. En Desinformémonos es donde le apostamos al terreno donde los pueblos deciden su destino. Ahí viene la pregunta de si los pueblos se equivocan. Yo creo que sí. Entonces la autonomía les da toda la reivindicación de sus propios errores. Creo que es eso la autonomía. No es la construcción perfecta o ideal. Es toda la serie de tropiezos que llevan a decidir tu destino, porque no nos enseñaron a eso. Estamos educados en una construcción muy vertical, muy capitalista, en donde alguien ordena, otro obedece; todo es jerárquico. La autonomía presenta retos muy distintos, que tienen que ver con la horizontalidad, con una toma de decisiones distinta, con un compromiso distinto, y que es doble, o triple o cuatro veces más difícil que la construcción vertical a la que estamos acostumbrados”.

VIOLENCIAS ENCONTRADAS
¿Qué sucede en los territorios donde se están intentando construcciones de autonomía, frente a la amenaza de ser desplazados del territorio por el narcoestado en sus diferentes instancias?
“Te voy a poner un ejemplo para responder. En Guerrero hay una de las construcciones más notables de autonomía, aparte de la zapatista, que es la policía comunitaria. Nace con una influencia del EZLN, y tiene que ver con la vigilancia, las autodefensas y la salvaguarda del territorio. Tiene que ver con la procuración de justicia. Esta experiencia sucede en un territorio donde hay diferentes cárteles del narcotráfico, y además es un territorio minero. Se cruzan en este territorio una experiencia autónoma, como la policía comunitaria, los narcos -que actúan en complicidad con los gobiernos locales y el estatal-, las transnacionales que van por las minas, y un elemento más: la militarización. Entonces, tú vas siguiendo la ruta de la militarización, y no es la ruta del narco, es la ruta de la mina. En esa ruta de la mina, ya hay una mezcla muy fuerte, muy compleja, en donde ya no es blanco y negro. En esa ruta de la mina, está también el que resiste, el que está contra la mina, que a veces trabaja para una facción del narco y que también trabaja para la policía comunitaria: tiene las tres camisetas puestas y las tres son reales. Hay una complejidad muy grande. Antes, en un territorio, a partir de un proyecto autónomo tú sabías quiénes estaban en la resistencia y quiénes no. Ahora ya no sabes. Esta misma persona puede ser la que lleva a los exploradores de las minas, la que pertenece a la policía comunitaria, y trabaja para el gobierno del Estado. Todo es verdad. Es impresionante. Y hay en algunos casos una fractura a los proyectos autónomos, a partir de la militarización, de los megaproyectos, y de la ruta del narco”.
¿Cómo funcionan dentro de este escenario las redes de la trata de personas?
“En realidad, nosotros nos acostumbramos a hablar de narcotráfico, pero se trata del ‘crimen organizado’. Son empresas en contubernio con los tres niveles de gobierno, que se dedican a toda una red de actividades criminales. Una parte es el narco, y otra muy fuerte es la trata de personas, una gran parte para la explotación sexual y otra para la trata de migrantes. Es un fenómeno terrible que estaba escondido, y que saltó hace unos años cuando se descubrió la masacre de San Fernando, en Tamaulipas. Setenta y dos migrantes centroamericanos ejecutados. A partir de ahí se destapó a los ojos públicos la cloaca a la que vienen a caer los centroamericanos en cuanto entran a México, extorsionados no sólo por Migración, sino entregados por las mismas autoridades a los cárteles del crimen organizado para ser reclutados forzadamente como sicarios, y los que no sirven ni para una cosa ni para otra, son ejecutados en las innumerables fosas clandestinas que hay por toda la ruta migratoria del país.
Entonces se plantea otra cosa: ¿Dónde queda la organización y la resistencia frente a todas estas embestidas? Pues te pone a la defensiva. De pronto, tu organización ya no está en el terreno de la autonomía, construyendo escuelas, centros de salud y demás. Está en la denuncia absoluta. Está pasando también eso, que los proyectos de autonomía en zonas en donde ya se estaban empezando a construir y a organizar de manera distinta, en este momento están sacando a alguien de la cárcel, o enterrando a alguien, o haciendo un bloqueo para que no entren. Se plantea la resistencia en la defensa del territorio, defendiéndose como pueden de la criminalización”.

LA PROPUESTA DE “DESINFORMEMONOS”
Quería preguntarte cómo construyeron conceptualmente la propuesta comunicacional de “Desinformémonos”.
“Bueno, es un proyecto básicamente de abajo y a la Izquierda. Se construye con esa mirada, con ese horizonte político. Es un proyecto que se inscribe dentro de la autonomía. Es un proyecto que no es de México, es un proyecto global. Las revistas que tenemos son como mosaicos de experiencias de resistencias en todo el mundo. Nace con un espíritu global. Por supuesto en México, además, tenemos la fortuna de tener la experiencia zapatista, que nos da este horizonte político y que se inscribe en el terreno de los cinco continentes. Es una manera de comunicar muy concreta en ese ‘abajo’.
Tenemos un cuestionamiento permanente hacia el poder y hacia quien lo ejerce. Tenemos una postura en relación a los partidos políticos, frente a las formas de organización autoritarias y verticales, y partimos de ese cuestionamiento para enfocar la resistencia en México y en América Latina. La resistencia la vemos mucho en el territorio indígena, ya que ahí está la embestida y ahí está la resistencia. Con mirada además incluyente, que tiene que ver con formas que incluso no entendemos o no conocemos muy bien, pero que nos laten en el mismo corazón, y que tal vez no compartamos absolutamente. Todo lo que nos trae una experiencia de cualquiera otra parte del mundo tiene lugar en Desinformémonos, en la medida en que se construya con ese horizonte. No somos puros tampoco, sabemos quiénes somos y dónde estamos. Y estamos bien abajito, y bien a la Izquierda”.

CLAUDIA KOROL
En México

(1) José Luis Solís López, conocido como “Galeano”, maestro zapatista asesinado por paramilitares el 2 de mayo de 2014, en la comunidad de La Realidad.

 

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 810, 8 de agosto, 2014)


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