Punto Final, Nº795 – Desde el 6 hasta el 19 de diciembre de 2013.
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LUMI VIDELA MOYA

 

Más de un mes fue torturada Lumi Videla Moya, dirigente del MIR, en el Cuartel Ollagüe de la Dina. Pero sus verdugos no consiguieron arrancarle ningún antecedente valioso. Finalmente, la asfixiaron y su cadáver lo arrojaron a los jardines de la embajada de Italia para simular una disputa entre los asilados en esa misión diplomática.
Lumi Videla, de 26 años, una hermosa mujer morena, de larga trenza azabache, era toda pasión, inteligencia y valor revolucionarios. Su esposo, Sergio Pérez Molina, miembro de la comisión política del MIR, también murió en la tortura pero su cuerpo no ha sido encontrado. Su tumba sólo la conocen los asesinos encarcelados en Punta Peuco.
Hoy se sabe que los torturadores de Lumi Videla y Sergio Pérez fueron rufianes egresados con rango de oficiales de la Escuela Militar: Miguel Krassnoff, Cristoph Willeke, Francisco Ferrer y Marcelo Moren, bajo el mando del general Manuel Contreras.
Lumi Videla nació en febrero de 1948. Estudió en el Liceo Darío Salas y en 1965 ingresó al Instituto Pedagógico a estudiar filosofía. Allí se hizo militante de las Juventudes Comunistas, que pronto abandonó para incorporarse al naciente Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Sergio Pérez, a su vez, estudiaba historia en el Pedagógico. En 1966 se casaron y tuvieron un hijo, Dago Emiliano.
Lumi Videla destacó en la lucha estudiantil y compartiendo con los pobladores del Campamento Nueva La Habana (hoy Población Nuevo Amanecer). En 1971 se integró al Cordón Industrial Vicuña Mackenna y en su partido asumió tareas de mayor responsabilidad. Fue jefe del Grupo Político Militar (GPM) 2, de Santiago, y encargada de organización del MIR en Santiago.
A raíz del golpe de 1973, Lumi Videla y Sergio Pérez pasaron a la clandestinidad. Un año más tarde Lumi fue detenida en la calle. Sergio Pérez cayó al día siguiente. En el cuartel de la Dina de José Domingo Cañas 1367, convertido hoy en Casa Memoria, ambos fueron sometidos a crueles torturas hasta causarles la muerte. Los esbirros intentaban arrancarles información para ubicar a Miguel Enríquez, líder del MIR.
Quienes conocieron a Lumi Videla destacan su valor e inteligencia. Pero también recuerdan su cálida personalidad que inspiraba confianza y abría paso al diálogo franco. La Negra, como le decían en el MIR, forjó un ejemplo de conducta que hoy renace en nuevas generaciones de estudiantes que desafían al sistema capitalista.
La vida y lucha revolucionaria de Lumi Videla están hoy en el libro-homenaje que escribió su tía, la doctora Laura Moya Díaz, recientemente fallecida.

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 795, 6 de diciembre, 2013)


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