Punto Final, Nº 754 – Desde el 30 de marzo al 12 de abril de 2012.
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Asesinato de un joven gay:

Odio al “diferente”


Autor: ARNALDO PEREZ GUERRA

 

“Mi tristeza e impotencia son enormes… No puedo comprender que Daniel fuese atacado por su homosexualidad. Sólo pido justicia y que nos ayuden a conseguirla”, dice conmovida Jacqueline Vera, madre de Daniel Zamudio, joven de 24 años golpeado por presuntos neonazis el pasado 3 de marzo. Daniel falleció el 28 de marzo a consecuencia de la brutal golpiza.
En el Parque San Borja, lugar donde atacaron a Daniel, se efectuó una velatón. La conmoción pública hizo que el gobierno enviara al Congreso la urgencia para la tramitación del proyecto de ley antidiscriminación. Hubo que esperar otro crimen de odio para mover al gobierno y a los legisladores.
Rolando Jiménez, presidente del Movilh, insiste en la necesidad de su perfeccionamiento: “Las propuestas trabajadas por una decena de organizaciones sociales de sectores discriminados, no sólo de minorías sexuales, busca que el Estado se comprometa en políticas públicas a favor de la igualdad y que se establezcan indemnizaciones para las víctimas de las exclusiones. Podemos decir que hay, sin duda, una mayoría favorable en la Cámara para perfeccionar la ley, según quedó de manifiesto en un documento que íbamos a presentar al Tribunal Constitucional donde se expuso la necesidad de mejorarla y que fue firmado por 52 parlamentarios”.
Iván Zamudio, padre de Daniel, afirma: “Esta agresión es un crimen de odio”. El 7º Juzgado de Garantía ordenó la prisión preventiva de los presuntos culpables del crimen. Aunque negaron ser neonazis, se les conoce como “los nazis del centro”. Según Jaime Silva, abogado de la familia Zamudio Vera, “hubo clara intención de asesinar a Daniel. La brutal golpiza tuvo las características de odio y discriminación de los grupos neonazis”. El presidente Piñera, el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, y la primera dama, Cecilia Morel, se reunieron con la familia Zamudio y dirigentes del Movilh. Para el Movilh, el proyecto antidiscriminación es deficiente y distinto al original. “Respaldamos un proyecto contra la incitación al odio elaborado por la senadora Lily Pérez, por cuanto la ley antidiscriminación no hace referencia a este aspecto, que consideramos de la máxima importancia para prevenir y enfrentar acciones que violan derechos humanos”, dice Jiménez.
“La solidaridad que ha suscitado la agonía de Daniel es transversal, muy amplia desde todo punto de vista. Esta tragedia también ha provocado algo hermoso en nuestro país. Daniel sufrió un traumatismo encefalocraneano grave, fracturas, lesiones múltiples, quemaduras de cigarrillos, cortes en forma de svastica nazi en su cuerpo, la amputación de parte de una oreja… Fue un crimen de odio, un ataque inhumano, brutal. El país y la comunidad homosexual, que ha sabido históricamente de agresiones, discriminación y violencia, están profundamente conmovidos. Gracias a Daniel y a la golpiza de la que fue objeto, gracias a la tremenda fortaleza de su familia, estamos cambiando este país. Estoy seguro que habrá un antes y un después del asesinato de Daniel Zamudio. La gente decente de este país, de Izquierda y derecha, de todos los estamentos sociales, de todas las religiones, no quiere vivir en un país que asesina a sus jóvenes con una condición sexual distinta. No tenemos odio, pero sí sed de justicia, de libertad, de igualdad ante la ley. Exigimos justicia en la mayor dimensión posible”, agrega.
“Llevamos siete años tramitando una ley contra la discriminación, pero hay sectores que se han opuesto con uñas y dientes porque beneficiaría a gays y lesbianas. Son corresponsables de este asesinato. No entienden que los seres humanos nacemos todos iguales en dignidad y derechos”, señala Rolando Jiménez.

CHILE SANCIONADO

Por otra parte la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó a Chile como “responsable internacionalmente de vulnerar los derechos a la igualdad y la no discriminación establecidos en la Convención Americana de DD.HH.”. Esta dura condena la originó el fallo de la Corte Suprema que en mayo de 2004 despojó, en razón de su orientación sexual, a la jueza Karen Atala de la custodia de sus tres hijas.
Según la CIDH “el Estado chileno incurrió en responsabilidad internacional por la violación de los derechos a la igualdad y no discriminación, vida privada y familiar, familia, protección especial de las niñas, garantías judiciales y protección judicial”. A pesar del fallo, el tribunal chileno sigue insistiendo en que no hubo discriminación. “Junto con demandar de la Corte Suprema un mea culpa, sostenemos que en sus declaraciones se combina la ignorancia -por cuanto la homosexualidad no es una opción-, con la inhumanidad y la total falta de compromiso con los derechos humanos y para reconocer lo que es objetivo: el profundo daño causado a Karen y a sus hijas y que ha sido reconocido por una instancia internacional. Los dichos de la Suprema afectan profunda y negativamente la imagen de Chile, ya dañada con la sentencia de la Corte Interamericana, además de ser contrarios a lo planteado por el propio gobierno en orden a que cumplirá a cabalidad lo exigido por la CIDH”, señala Rolando Jiménez.
Agrega que el fallo de la CIDH es un paso histórico: “Se acusa a Chile de una realidad: la violación a los derechos de no discriminación e igualdad de las personas con orientación sexual diferente. Chile queda en vergüenza, es explícito a nivel mundial que en nuestro país hay ciudadanos de primera y segunda categoría. Una vergüenza graficada en que pasaremos a la historia por ser el primer país sancionado internacionalmente por discriminación basada en la orientación sexual. Demuestra que los chilenos deben salir al extranjero a buscar la justicia negada en su país. Karen Atala agotó todas las diligencias para que se revirtiera la atrocidad de ser separada de sus hijas por ser lesbiana, un hecho que dañó profundamente su integridad, con efectos que jamás podrán borrarse. Pasaron casi ocho años, tres gobiernos de por medio, y nada consiguió. Por el contrario, el Estado sigue desconociendo que hubo discriminación en su caso, aspecto que hoy la CIDH enmienda. No se vulneran sólo los derechos de las (...)

Este artículo se publicó completo en “Punto Final”, edición Nº 754, 30 de marzo, 2012)

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