Punto Final, Nº 745 – Desde el 28 de octubre al 10 de noviembre de 2011.
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Explosiones en Argentina coinciden con terremoto de Valdivia en 1960

Pruebas nucleares:
¿origen de terremotos?

Hasta 1958, las tres potencias nucleares -EE.UU., Gran Bretaña y la Unión Soviética- habían realizado 210 pruebas nucleares, y los vientos esparcían las partículas radioactivas llamadas fallout en todo el mundo. El presidente Dwight D. Eisenhower y su Partido Republicano estaban bajo presión de la opinión pública, sobre todo después de la declaración de una moratoria de pruebas nucleares realizada por la Unión Soviética.
El 31 de octubre 1958 se reunieron en Ginebra por primera vez los Tres Grandes para conversar sobre la proscripción de las pruebas nucleares. Públicamente, Eisenhower se mostró a favor del desarme. Pero en su gabinete había halcones que propusieron una línea dura. La AEC (Comisión de Energía Atómica) y el Pentágono querían evitar la proscripción porque estaban realizando pruebas nucleares importantes. Pero no pudieron evitar que al final de 1958, Eisenhower y Nikita Kruschev acordaran una moratoria para los ensayos -en la superficie, bajo tierra, bajo agua y en la estratósfera-. Esto era voluntario y no existían controles para detectar las pruebas de armas nucleares a gran altitud y en el espacio, así como las subterráneas.
El presidente Eisenhower encargó a su Consejo Científico averiguar cómo se podía probar una explosión subterránea y distinguirla de un terremoto natural. La respuesta fue: “Nuestras pruebas en Nevada han mostrado que las explosiones subterráneas son mucho más difíciles de identificar que lo previsto”. Todavía no existía una red de puntos de control que pudiera evaluar los movimientos sísmicos.
La Unión Soviética se resistió a las inspecciones, por temor al espionaje. Pero Kruschev quería pactar en la cumbre de París del 16 de mayo de 1960 la prohibición de todos los ensayos atómicos. Por eso, estaba dispuesto a hacer concesiones.
El director de la AEC, John McCone y el Pentágono elaboraron un proyecto especial: el “proyecto reja de arado” (Plowshare), también llamado “Proyecto bombas para la paz”. Fue inventado en 1957 por el físico atómico Herbert York, fundador del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, y su sucesor, Edward Teller. Ambos trabajaron durante la segunda guerra mundial en la bomba atómica estadounidense, el famoso Proyecto Manhattan.
Plowshare es una herramienta que cava como la hoja del arado en lo profundo de la tierra. Con el concepto bíblico del pacifismo -cambiar la espada por la reja del arado-, el proyecto del laboratorio de Livermore, el arsenal principal del Pentágono, no tenía nada en común.

Explosivos nucleares para construir canales

York y Teller querían utilizar explosivos nucleares en la construcción civil, para la excavación de canales y diques, túneles y minas. A mediados de 1959, los dos físicos habían terminado los planes para dos proyectos en el marco del Plowshare y habían diseñado una nueva arma secreta: el Ditchdigger, en español: “excavadora de trinchera”.
“El plan Chariot prevé excavar en el Cabo Thompson, en Alaska, con 100 kilotones de explosivos atómicos una dársena de 230 metros y un canal, con explosivos de 20 kilotones. El propósito consistía en averiguar si el Ditchdigger podría ser una nueva arma nuclear para construir un canal que desemboque en el océano...”, así lo describe un informe del Departamento de Energía. El plan Chariot nunca se realizó. Durante nueve meses del año, Cabo Thompson está bajo hielo y los nativos de Alaska anunciaron resistencia al proyecto cuando se enteraron. Sin embargo, a principios de 1960, la AEC aprobó “estudios de desarrollo” para el Ditchdigger en el Livermore Laboratory: “... porque, debido a la moratoria, la perspectiva de hacer pruebas es muy baja, por lo menos cuando no haya otro tipo de preparación para iniciar detonaciones”. El desarrollo técnico de esta nueva arma -la “preparación para iniciar detonaciones”- no podía tener lugar dentro de EE.UU. debido a la moratoria.
El 11 de mayo, Edward Teller escribió a Eisenhower exponiendo sus argumentos a favor de Ditchdigger, que podría perforar bajo tierra rocas duras con el uso de bombas atómicas. Teller mencionó un canal en Centroamérica, desde el Pacífico hasta el Atlántico. El proyecto estaba técnicamente maduro y debía ser probado con un experimento. Afirmaba que por las explosiones subterráneas, el peligro de la lluvia radioactiva era muy bajo, la gente no debía ser evacuada de la zona -lo que significaba una gran ventaja, porque una evacuación costaría “cientos de millones de dólares y desataría una resistencia emocional” en la población afectada-.
“La combinación de la fisión nuclear reducida con explosiones de profundidad en la tierra, lo que ya es posible, reduce la radiactividad emitida a la atmósfera en relación de uno a mil. Si se nos permite seguir adelante con nuestros planes creo que Plowshare será la primera aplicación comercial más importante de la fisión nuclear”, decía Edward Teller a Eisenhower. La respuesta de Eisenhower no está en los expedientes accesibles, pero numerosas notas de registro de extracción demuestran que fueron tomados de los expedientes documentos que se mantienen bajo llave.
El 12 de mayo se reunió el gabinete en la Casa Blanca. Estaban John McCone, Gertrude Schroeder, de la CIA -para el punto 2 de la agenda- y para el punto 5 llegaron Herbert York y el mayor general Burchinal. York ya no estaba en el laboratorio de Livermore sino en el Pentágono, como jefe de desarrollo de armas nucleares. El punto 2 de la agenda fue mencionado -el poder militar soviético- pero no se conoce el punto 5. El protocolo no lo menciona y finaliza abruptamente después del punto 4.
En la Biblioteca Nacional de Buenos Aires están los informes de la inteligencia militar argentina de esa época. Según ellos, York llegó el 15 de mayo de 1960 a Buenos Aires. Junto con él, llegaron varios aviones de espionaje U-2 y bombarderos estratégicos con capacidad para realizar pruebas atómicas. “A los efectos de reanudar el programa de pruebas a gran altura de la Agencia de Apoyo Atómico de la Defensa de la Unión, que se realizan con arreglo a convenios con el gobierno argentino, llegarán hoy 7 máquinas especiales -3 aviones U-2 y 4 P-57”. Es decir, York estaba invitado por el gobierno de Arturo Frondizi.

Encuentro en París

Ese mismo día, Eisenhower llegó a París a la cumbre de los cuatro potencias sobre el desarme y prohibición de los ensayos nucleares. Obviamente, la voluntad de Eisenhower de llegar a un acuerdo era mínima. La prensa argentina festejó la visita de York, su escuadrón de bombarderos y los ensayos atómicos “de gran altura”. Seguramente, la embajada soviética en Buenos Aires también vio estos artículos. No es de extrañar entonces que Nikita Kruschev acusara en la cumbre de París a presidente Eisenhower de cometer “provocaciones”.
El presidente Frondizi había llegado al gobierno con los votos peronistas -Perón estaba en el exilio, después del golpe militar de 1955-, y tenía la imagen de un político progresista. Estaba en contra de entregar el petróleo argentino a las empresas norteamericanas, pero llegado al gobierno, cambió postura. Abrió la industria para inversionistas de EE.UU. y no legalizó al Partido Justicialista. Más aún, en 1960 decretó el Plan Conintes con estado de sitio, tortura en las comisarías y exilio forzado de peronistas, socialistas y comunistas. El 17 de mayo de 1960, recibió a Herbert York en la Casa Rosada y le deseó “buena suerte” en los ensayos nucleares.
“En esa época, se tenía poca conciencia de la gravedad que podían tener esos ensayos en materia de contaminación”, dice Roberto Ornstein, hoy alto funcionario de la Comisión de Energía Atómica Argentina (CNEA). “Se pensaba que podía ser muy útil realizar obras de ingeniería de gran magnitud, como la apertura de un canal en Centroamérica u otro tipo de obras de esas características. Con explosivos corrientes se hubiera tardado años”. Ornstein era, en 1960, un joven oficial de la Armada argentina, responsable para asuntos nucleares. “Se pensaba que se podían hacer explosiones pequeñas, controladas, subterráneas, por supuesto. Pero en la práctica todo eso nunca se ha hecho”.

La pista en Argentina

Hoy, en el Ministerio de Defensa argentino dicen no disponer de documentación sobre este tema. Entonces decidí seguir la pista del “arma mágica” de Edward Teller. ¿No trajeron en secreto en esos grandes aviones su Ditchdigger a Argentina para probarla? Como el proyecto presentado a Eisenhower habló de la construcción de un canal o un muelle, tendrían que haber buscado un lugar semejante en Argentina, en la costa atlántica. Para transportar al Ditchdigger, tendrían que haberlo hecho en barco, porque en aquella época los aviones de transporte sólo podían aterrizar en Ezeiza y Bariloche.
El 11 de mayo, justo antes de la llegada de York, varios miembros de la delegación de la Armada de EE.UU. visitaron la base militar de Puerto Belgrano, según un informe de la inteligencia argentina. Desde ahí, salen las naves de transporte de la Armada argentina hacia el sur -la única forma de transportar carga pesada-. En el archivo naval están los antiguos registros de los buques. El 14 de mayo sale de Puerto Belgrano el navío de carga San Bartolomé, al mando del comandante Marcos Oliva Day. Según artículos de prensa, la nave transportaba personal y material de construcción para una nueva rampa en la base naval en Puerto Deseado, en la Bahía Uruguay. A bordo estaba un “centenar de expertos”, se dijo.
Normalmente se registra en el libro de navegación si el buque está fondeado y baja gente o algún equipo. El libro de navegación es un documento público. Sin embargo, esta información falta. Pero detalles sobre el calado del buque despertaron la curiosidad de la gente del archivo: “Por la información de los calados de proa y de popa, había un asiento de popa del barco bastante pronunciado, se dice que en proa hay siete pies de calado y en popa hay 14 pies. Evidentemente, navegaba como si tuviera mucho peso en popa”. ¿Algo pesado como el Ditchdigger tal vez?
Puerto Deseado se encuentra en la provincia de Santa Cruz, en la desembocadura del Río Deseado. Este río anteriormente fluyó desde los Andes a través de la provincia y terminó en una ría en la Bahía Uruguay, dice Virginia Martínez, empleada del archivo local. “El río nació en el Lago Buenos Aires, que después, cuando se produce el levantamiento de la cordillera de los Andes (en la última época glacial), abandona su cauce e ingresa al mar terminando en una ría que tiene 40 kilómetros de extensión. El río existe en forma subterránea abajo del manto de roca volcánica”.
Puerto Deseado había sido poblado por colonos españoles e italianos, muchos de ellos con tradiciones socialistas y anarquistas. En 1960 sólo vivían ahí unas 4.000 personas que en su mayoría criaba ovejas. Para otras actividades económicas faltaba agua potable. Ahora bien, hubiera sido lo más sensato construir una tubería hasta el Lago Buenos Aires, o por lo menos hasta el punto donde el Río Deseado desaparece de la superficie y sigue bajo tierra hasta desembocar en la ría. Sin embargo, la Armada argentina tenía una idea más ambiciosa. Querían hacerlo con orden: el proyecto era excavar un canal en la roca para volver a conectar el río con la Bahía Uruguay, excavar una trinchera a lo largo de muchos kilómetros en la roca dura, algo que nunca se había hecho. Se necesitaba ayuda.
La prensa local mencionó la construcción en Bahía Uruguay de una rampa de hormigón para permitir el aterrizaje de hidroaviones. Pero eso no tenía ningún sentido en 1960. La tecnología había avanzado y los hidroaviones estaban casi fuera de servicio. Y cerca de la base naval está todavía una base de la Fuerza Aérea con una amplia pista de aterrizaje.

Misterio profundo

La rampa está todavía en la bahía: una bajada de concreto de tres metros de ancho y algunos metros de largo hacia el agua. Aparte de ella, no queda nada. La base militar ha sido demolida.
Pedro Urban es un ex empleado del ferrocarril y recuerda bien el proyecto de 1960. Había muchas leyendas sobre la Bahía Uruguay; era una zona militar con acceso restringido: “De golpe y porrazo pronto eso se esfumó, desapareció el entusiasmo y el interés”. Urban se refiere a la empresa petroquímica estadounidense Texas Butadienne que vino en enero de 1960, anunciando fuertes inversiones; quería producir caucho sintético. En el pueblo todo el mundo se sorprendió, ya que la región carecía de infraestructura. Sin embargo, la empresa hizo llegar una docena de ingenieros de EE.UU., incluyendo el director del proyecto: Manuel Asensio. El había dirigido el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE.UU. Su último rango era teniente general. A la edad de 54 años se retiró. Eso fue el 1 de febrero de 1960, y 19 días más tarde llegó con el avión correo a Puerto Deseado.
“Texas Butadienne tenía terrenos asignados por el gobierno”, se acuerda Urban. En Chile, la empresa contrató a mineros con experiencia en explosivos, entre ellos al ex trabajador de Codelco Roberto Oyarzo, quien llegó en marzo de 1960 a Puerto Deseado. “Nos dijeron que iban a buscar agua, arriba estaba seco pero abajo no”. La empresa envió a los trabajadores hasta el lugar donde una vez el río desembocó en la bahía. “En el cauce del río, sacamos la tierra, todo con palas y después hicimos los agujeros en la piedra”. Hicieron profundos agujeros con dinamita normal. Pero más tarde vinieron junto con la Marina de Guerra explosivistas de afuera. El 12 de mayo, la prensa local escribió: “La primera fase de la construcción se ha completado con éxito, tanto los estudios geológicos como hidrológicos”.
Según el libro de navegación, la San Bartolomé llegó el 18 de mayo al muelle de Puerto Deseado. Desde el puerto, se tuvo que transportar la misteriosa carga por carretera al sitio de operaciones. A partir de aquí, el registro del barco sólo revela la presencia de numerosas lanchas y buzos de la Armada argentina. A partir del 20 de marzo, el equipo pudo ser instalado y preparado. A partir del 21, estaba listo.
Las explosiones subterráneas, sobre todo con explosivos nucleares, siempre causan movimientos sísmicos. Es una ley física. ¿Qué pasó en mayo de 1960, cuando el máximo jefe de desarrollo de armas nucleares estadounidense, Herbert York, estaba en Argentina? Hay que recordar que el 22 de mayo de 1960 se produjo un gran terremoto en Chile, en la región de Valdivia, el más grande de todos los tiempos. ¿Tuvieron algo que ver las pruebas nucleares subterráneas? Todavía es un misterio.

GABY WEBER (*)
En Buenos Aires

(*) Versión resumida del trabajo de Gaby Weber para la radio alemana. El texto completo puede verse en: www.gabyweber.com/artikel.php

 

Publicado en “Punto Final”, edición Nº 746, 11 de noviembre, 2011
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