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Análisis de Javier Diez Canseco
Perú en tiempos
de Ollanta Humala
Perú puede convertirse en otro protagonista del proceso de cambios sociales y políticos en marcha en América Latina. El gobierno del presidente Ollanta Humala abre un curso que de ser exitoso significaría un indiscutible avance. Puede, sin embargo, verse frustrado por enemigos poderosos y dificultades que resulten insalvables.
“El gobierno de Humala es un gobierno en disputa”, sostiene el diputado y dirigente socialista Javier Diez Canseco, que estuvo en Chile participando en un seminario de ciencias políticas. Para este sociólogo que ha sido diputado constituyente, diputado por Lima, senador y congresista a lo largo de más de veinticinco años, es esencial que se mantenga la alianza Gana Perú para que se cumpla el programa de gobierno que materializaría profundos cambios sociales. PF entrevistó a Javier Diez Canseco en Santiago.
¿Cuáles son las líneas centrales del proyecto de gobierno del presidente Ollanta Humala?
“El gobierno de Humala representa esencialmente un esfuerzo de recuperación de dignidad y soberanía. En otros términos, de recuperar la presencia del Estado en todos los aspectos de la vida nacional, desde la seguridad interna -ante el enorme crecimiento de la delincuencia- hasta el manejo soberano de los recursos naturales y energéticos. Aunque pertenecen al país, éste no dispone de ellos ya que sus concesionarios los manejan a su conveniencia, como ocurre con el gas. Como eje central, el gobierno del presidente Humala tiene como planteamiento la inclusión de enormes sectores sociales que están marginados y, por lo tanto, un crecimiento con desarrollo humano, una redistribución de riqueza con desarrollo de oportunidades y capacidades para todos. Su programa pone énfasis en la revolución educativa, indispensable en un país que es estrella del crecimiento económico de los últimos diez años y que, sin embargo, está penúltimo o último en comprensión de lectura, habilidades matemáticas y conceptos científicos. En el sistema educacional el sistema público se ha mercantilizado. Es un negocio guiado por el lucro libre de impuestos, que ha permitido el surgimiento de inmensas fortunas mediante una educación mediocre tanto en secundaria como superior. Aunque la educación básica sigue siendo pública, hay fuertes avances del sistema privado. La Universidad de San Marcos ya no es la más grande de Perú, ahora es la Universidad de San Martín de Porres, vinculada a un alto funcionario del sector educación del gobierno de Alan García. Le sigue en fama una universidad sumamente gris, Alas Peruanas, fundada, al amparo de Vladimiro Montesino en el gobierno de Fujimori, por un suboficial de las Fuerzas Armadas.
Creo que Ollanta representa un gran anhelo de cambio, las expectativas de un pueblo cansado de ver cómo el crecimiento no mejora su situación, no mejora las condiciones de trabajo ni da oportunidad de compartir los beneficios. Perú es un país que tiene bajísima tasa de sindicalización. La negociación colectiva casi no existe, salvo en actividades como la construcción, municipalidades y magisterio. El reclamo laboral es permanente frente a la tercerización y el predominio de empresas contratistas. En el Estado los llamados ‘contratos de administración de servicios’ son temporales, no consideran los derechos de los trabajadores y, para colmo, hay una multitud de regímenes de excepción en materia de contrataciones temporales. Humala representa el anhelo de cambio en el mundo popular”.
¿Existe una fuerza política para lograrlo?
“Ese es uno de los retos del proceso político peruano. Es necesario crear una mayoría electoral. Partiendo del nacionalismo, que es la fuerza principal, con sectores de Izquierda, con movimientos regionales y movimientos sociales, esta coalición obtuvo 32% en primera vuelta, para rebasar el 50% más uno, se vio obligado a un acercamiento con sectores de centro e inclusive de centro derecha. Hubo un acercamiento con Perú Posible, de Alejandro Toledo, con Acción Popular, y con Somos Perú, movimiento más bien de centro derecha. La coalición Gana Perú ampliaba su espectro para enfrentar a Keiko Fujimori, apoyada por la derecha más recalcitrante y ganar las elecciones, con 51,5%. Se trata ahora de convertir esa mayoría en mayoría política. Eso pasa por un gobierno capaz de articularse alrededor de sus promesas fundamentales. Gana Perú no tiene mayoría en el Congreso: tiene 47 parlamentarios de 130. Sin embargo, la tiene con Acción Popular, Perú Posible y Somos Perú, aunque es una mayoría fluida, eventualmente cambiante”.
¿Tiene el nacionalismo peruano una orientación de Izquierda?
“A mi juicio, en general el nacionalismo es una fuerza identificada con una visión progresista. Un nacionalismo que tiene como una de sus figuras históricas el recuerdo del ex presidente Juan Velasco Alvarado, símbolo de recuperación de soberanía y de reconocimiento de factores de justicia social y redistribución del ingreso. El programa de la coalición Gana Perú es progresista y de avanzada. El problema principal del nacionalismo es su dificultad para articularse como partido. Más que un partido es un movimiento electoral. Tiene dificultad para articularse como organización en torno a planteamientos ideológicos y programáticos y para contar con una estructura consistente y sólida. Y en eso se está trabajando ahora con su líder real que es Ollanta Humala, con el respaldo de militantes en los movimientos sociales. Gana Perú se inscribió cambiando el nombre del Partido Nacionalista, que era el único que tenía legalidad electoral. Las otras fuerzas no teníamos inscripción.
Gana Perú es un nombre que surge del cambio de nombre del Partido Nacionalista. El Partido Nacionalista ha recuperado su nombre y hay quienes interpretan esto como una posibilidad de que se ponga en cuestión la alianza política y su pacto de gobierno. Los socialistas consideramos que hay que mantenerlo por el plazo convenido, hasta 2016, es decir hasta el término del gobierno de Humala, ya que se trata de un pacto de gobierno y no meramente electoral. La unidad es un factor estratégico para las posibilidades del gobierno y la realización de su programa”.
Artimañas de la derecha
¿Qué papel juega en la coalición la Izquierda, vale decir las fuerzas que se orientan al socialismo?
“Como Partido Socialista estamos en Gana Perú y nuestra ex secretaria general, Aída García-Naranjo, es actualmente ministra de la Mujer y el Desarrollo Social. También tenemos varios viceministros. Igualmente está en el gobierno el Partido Comunista peruano, que dirige la Confederación General de Trabajadores del Perú. Uno de cuyos militantes, Pablo Checa, es viceministro del Trabajo. Hay otros grupos más pequeños, entre ellos el Partido Socialista Revolucionario, que viene del velasquismo. Nosotros venimos del Partido Unificado Mariateguista. Somos una fuerza pequeña pero organizada que aportamos cuadros a lo que entendemos como una tarea común: el cumplimiento del programa de gobierno.
El escenario político peruano tiene singularidades complejas. Ganadas las elecciones, el presidente comprometió un gobierno de Concertación Nacional, en la consideración no sólo de consolidar la alianza entre Gana Perú y los agrupamientos con que habíamos ganado la segunda vuelta, sino, además, teniendo en cuenta que después de la segunda vuelta la derecha lanzó una ofensiva contra lo que iba a ser el nuevo gobierno. Provocó artificialmente una caída en la Bolsa de Valores, intentó una devaluación monetaria y empezó a presionar para colocar como ministro de Economía y Finanzas a Pedro Pablo Kuczinski, ex ministro y candidato presidencial de la derecha. Esa maniobra fracasó, pero se colocó en el Ministerio al hombre que había sido viceministro de Economía y Finanzas de Alan García, y se anunció que se mantendrá en la presidencia del Banco Central a Julio Velarde, que fue jefe de campaña de Lourdes Flores el año 2006, también de orientación marcadamente neoliberal, y se entregaron otros Ministerios importantes, entre ellos Transporte y Vivienda”.
Túpac Amaru y
Sendero Luminoso
¿Qué pasa con el Movimiento Túpac Amaru y con Sendero Luminoso?
“En cuanto a Túpac Amaru: su estructura ya no existe. La dirección está presa, Víctor Polay lleva más o menos 20 años preso. Sendero tiene a Abimael Guzmán preso y mantiene, digamos, dos corrientes: los llamados Acuerdistas, que promueven un acuerdo de paz y una amnistía general que iría desde Fujimori a Abimael Guzmán. Son muy activos a través del Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales que aparece en diversos sectores del país y que, además, radicaliza los conflictos sociales. La otra corriente se denomina Proseguir. Impulsa la acción armada y tiene algunas columnas en zonas selváticas que operan autónomamente, no tienen mando común y están ligadas a los narcotraficantes. Pienso que militarmente están derrotados y tienen una importancia política menor, si bien han corregido algo el accionar terrorista que marcó su actuación en las ciudades. Las huellas de la guerra todavía se mantienen. La Comisión de la Verdad calcula que murieron alrededor de setenta mil personas en partes más o menos iguales de víctimas de Sendero y de fuerzas militares y de la autodefensa campesina. Entretanto, se siguen descubriendo fosas comunes. Es interesante a este respecto la posición del presidente Humala, como oficial en retiro de las Fuerzas Armadas y líder del movimiento Gana Perú. Han declarado que el Informe de la Comisión de la Verdad debe tener fuerza vinculante para la gestión del gobierno. Humala tiene una buena relación con oficiales de su promoción militar, que ya tiene varios generales. Humala ha arrancado con un liderazgo que no se excede en las comunicaciones, que apunta más a hacer que a hablar. Ha retomado su relación con el mundo social, que incluye una constante presencia en provincias”.
¿Cuál es la visión integracionista del gobierno del presidente Humala?
“Humala ha sido muy claro. Juega a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) como propuesta central. Buenas relaciones con todos, pero lo central será Unasur y no el eje del Pacífico, que se quiso constituir entre México, Colombia, Perú y Chile. La apuesta por Unasur fue reiterada en el discurso del presidente ante Naciones Unidas. Hemos definido una política exterior que prioriza las relaciones con América del Sur y su articulación en torno a Unasur, con las implicaciones que eso tiene: el Banco del Desarrollo, integración de las comunicaciones, integración energética y desarrollo de un mecanismo de comercio en moneda nacional para evitar la dependencia del dólar. En eso ha venido trabajando intensamente Oscar Ugarteche, economista peruano que cumple funciones de asesoría en la construcción de Unasur.
Se está produciendo un cambio evidente en América Latina en términos de dependencia, en que Estados Unidos puede hoy hacer menos que antes. Por ejemplo, el gobierno ha dado una muestra de independencia al nombrar como jefe de la política antidrogas a Ricardo Soberón, que ha sido objeto de una campaña promovida por la embajada norteamericana en Lima. Soberón ha planteado desde siempre que el tema no se puede manejar exclusivamente a partir de la erradicación forzada de cultivos de coca sino a través de mecanismos de diálogo y transformación productiva, sin olvidar la necesidad de reprimir o desincentivar el consumo. La sustitución de cultivos debe ser parte de programas de desarrollo integral que impliquen no sólo cultivos alternativos, sino mercados, precios, carreteras, agua, desagües, energía, educación y salud”.
Brasil, Chile y China
¿Cuál es la visión de la Izquierda peruana acerca de las inversiones extranjeras?
“Es necesario regularlas asegurando la soberanía y el aprovechamiento pleno de riquezas que son de todos. Deben preocuparnos especialmente las inversiones brasileñas, chilenas y chinas que tienen características especiales. En Perú los brasileños están culminando los proyectos de construcción de tres vías de interconexión, los llamados corredores oceánicos, y están presentes en la industria de la construcción, en los bancos y el petróleo. Eso es un problema porque siendo Brasil un país que tiene una posición progresista y de avanzada en diversos aspectos, que lo convierten en un bastión importante para el desarrollo y las alternativas de cambio en América del Sur, es también soporte del gran capital que tiene grandes intereses comprometidos, que ha sido denunciado por corrupción, daño al medioambiente o especulación. En estos momentos, por ejemplo, los brasileros controlan el principal yacimiento de fosfatos del Perú. Con Chile existe el problema de su fuerte presencia en el sector financiero y en el retail. En ese ámbito, sus capitales cobran intereses francamente usurarios, como el 42% anual que impone Ripley. Con China el asunto es mucho más serio dado su enorme poder económico, que se proyecta al control de materias primas, la depredación del medioambiente, el poco respeto por los derechos de los trabajadores y el tipo de presiones que puede ejercer. En fin, son los problemas con que debemos lidiar en un mundo globalizado”.
HERNAN SOTO
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 746, 11 de noviembre, 2011
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Punto Final
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