Punto Final, Nº 738 – Edición desde el 22 de julio al 4 de agosto de 2011.
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Paro de la CUT en aguas turbulentas

Autor: RAUL BLANCHET MUÑOZ

El paro nacional convocado por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) para los próximos 24 y 25 de agosto, persigue protestar contra el nivel de desigualdad social y económica que marca a fuego las odiosas distancias entre los sectores sociales del país y exigir cambios conducentes a un país más justo y equitativo, según el llamado de la multisindical. Agrega un nuevo ingrediente a la creciente ola de movilizaciones iniciada con el paro regional de Magallanes en enero pasado, continuada por las protestas en rechazo a HidroAysén, el inmenso movimiento estudiantil, la huelga de los mineros de La Escondida, etc.
Agosto parece contener alguna cábala para la multisindical, porque si bien ha realizado jornadas de movilización en diversas fechas del año, el mes de los gatos se torna dominante en cuanto a convocatorias a movilización. Por ejemplo: 28 de agosto de 2001, unas tres mil personas  se reunieron en la plaza Los Héroes de la capital, en el acto que puso término a la “marcha contra la cesantía”, iniciada varios días antes en ciudades del norte y sur del país; 21 de agosto de 2002, marcha en respaldo a la “Demanda por un Chile Justo”;  13 de agosto de 2003, paro nacional y protesta social reiterando apoyo a la “Demanda por un Chile Justo”, primer paro nacional desde el advenimiento de los gobiernos concertacionistas; 29 de agosto de 2007, jornada de movilización nacional por el establecimiento de un sueldo ético de 250.000 pesos propuesto por el obispo Alejandro Goic.
Ahora las demandas son reforma tributaria, para que empresas transnacionales, así como consorcios nacionales y extranjeros, aumenten su pago de impuestos para ayudar al país a enfrentar los severos problemas sociales existentes; cambiar el sistema de previsión social, pues en él radicaría el empobrecimiento de millones de pensionados y posibilita el lucro y enriquecimiento de grupos que administran los Fondos de Pensiones: se exige que el Estado juegue un papel preponderante en la materia. Mejorar la atención de salud a la población, terminar con los planes abusivos de las Isapres y aumentar los recursos destinados a la salud pública; establecer una nueva institucionalidad para la educación, de acuerdo a las exigencias sustentadas por los estudiantes movilizados; establecimiento de un nuevo Código del Trabajo que garantice libertad sindical, negociación colectiva sectorial y por servicios, derecho a huelga efectivo, fin al despido por necesidades de la empresa, entre otros; instaurar una nueva Constitución Política que establezca el plebiscito como mecanismo para resolver grandes temas nacionales y que otorgue rango constitucional a los derechos fundamentales de los trabajadores.

Voces rebeldes

Este llamado a movilización nació en medio del remezón vivido por la CUT a comienzos de julio, ocasionado por la “Carta Abierta a los Trabajadores/as de Chile” (ver PF 737), que fuera absorbido por el Consejo Directivo Nacional pero no por eso menos importante. Tras el rechazo del Consejo Nacional Ampliado a las propuestas del documento suscrito por siete presidentes de tres confederaciones y cuatro federaciones nacionales, cuestionando la conducción de la multisindical encabezada por el socialista Arturo Martínez, los firmantes reiteraron sus demandas, la determinación de no abandonar la Central pero suspender su participación en los órganos regulares de ella y también el pago de cuotas de sus afiliados.
La propuesta de los “rebeldes” demanda hacer público el padrón electoral de la CUT, que es mantenido en secreto por la Central; presentar balance público de tesorería antes de 30 días; informe de la Comisión Revisora de Cuentas sobre denuncias por irregularidades antes de 45 días; constituir una Comisión Especial de Afiliación, para incorporar más socios a la CUT; otorgar apoyo financiero a los consejos regionales y provinciales más activos en los conflictos; convocar a un congreso nacional extraordinario, con carácter refundacional, en que participen todas las organizaciones afiliadas y finalmente, adelantar las elecciones del Consejo Directivo Nacional y de sus respectivos cuerpos directivos.

Una extensa onda sísmica

Pero si bien este sismo no alcanzó la intensidad esperada por los autores de la propuesta, la rebelión es parte de un extenso proceso incubado al interior de la CUT prácticamente desde el arribo de los gobiernos de la Concertación. Sus alcances -a pesar de lo espaciado de las réplicas- son imprevisibles. En efecto, los conflictos se hicieron patentes bajo la presidencia del democratacristiano Manuel Bustos, que se propuso, al asumir el cargo en 1988, desarrollar al organismo hasta alcanzar un millón de trabajadores afiliados.
Tempranamente la intervención de los partidos políticos al interior de la multigremial se convirtió en factor de polémica, y lejos de producir un crecimiento que restituyera la presencia de una central de trabajadores de carácter nacional, capaz de encabezar a vastos sectores de la población en su batallar por las numerosas demandas pendientes, propició un proceso de desmembramiento, así como el surgimiento de una creciente desconfianza que se ha tornado, al correr de los años, en desprestigio.
El primer descuelgue importante lo constituyó el surgimiento de la Central Autónoma de Trabajadores (CAT) en 1995. Lo desencadenó la existencia de visiones irreconciliables acerca de la relación y posición que debía mantener la CUT con el gobierno de la Concertación, encabezado entonces por Eduardo Frei Ruiz-Tagle, y la posición frente al Tratado de Libre Comercio con EE.UU., que ya se preparaba y discutía, entre otros asuntos en disputa. Fue la resultante de los forcejeos entre partidos políticos y los requerimientos del gobierno a los dirigentes que militaban en las filas del entonces bloque oficialista.
La CAT se constituyó “como una organización ‘Autónoma’ (sic), para seguir apoyando a los trabajadores y ser una verdadera alternativa en el movimiento sindical de Chile”, según informa su sitio oficial. Y pese a que no se proponía competir con otras centrales sindicales, es una de las tres multigremiales que actúan con sus respectivos pesos específicos en la vida sindical del país. Afiliada a la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) y su continuadora desde octubre de 2006 -la Confederación Sindical Internacional (CSI)), con sede en Bruselas-, la CAT agrupa a 160.000 trabajadores.
En noviembre de 2003 se desafilió de la CUT la Confederación de Trabajadores de la Industria Alimenticia, Comercio y Servicios (Cotiach), presidida por Manuel Ahumada, quien integraba además el Consejo Directivo Nacional de la CUT. La resolución fue adoptada por el 97% de los participantes en el VIII consultivo nacional de la Confederación, ante la falta de transparencia y democracia internas, motivadas por el control y manejo de los partidos políticos representados en el directorio de la CUT, los que operaban muchas veces comprometidos con las autoridades de gobierno en desmedro de los trabajadores. En octubre de 2004, el (...)

Este artículo se publicó completo en “Punto Final”, edición Nº 739, 5 de agosto, 2011
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