Edición 728 desde el 4 al 17 de marzo de 2011
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La Fortaleza
de los Libros

FERNANDO Martínez Heredia: recibió el homenaje de la Feria Internacional del Libro en La Habana.

Si en el segundo mes del año uno ve desde el cielo el Complejo Morro Cabaña, al este de La Habana, podrá divisar un continuo hormigueo humano que va de un lado a otro como los jugadores de un equipo de fútbol. Y si tiene el espíritu adiestrado por el calendario de las noticias culturales que viajan desde Cuba, caerá rápidamente en cuenta que se trata de la Feria Internacional del Libro, que convoca cada año a prominentes escritores de Iberoamérica y el mundo y a un público ávido de conocer lo que acontece en el mundo editorial de la isla.
Contar las historias tan grandes como leyendas que gravitan sobre la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña y los entresijos de su hermosa arquitectura colonial, es digno de la pluma de un Alejo Carpentier o de un Ernest Hemingway, más que de un simple cronista.
Esta fortaleza comenzó a levantarse luego de que el gobierno español recuperara La Habana tras el ataque inglés. Su construcción comenzó en 1763, bajo las órdenes del rey Carlos III y concluyó en 1774. De ahí que haya pasado a los libros con el nombre del monarca español. El imperio ibérico se jactó ante el mundo de disfrutar en Cuba del mayor enclave militar de América Latina.
En el siglo XIX durante las guerras de independencia de Cuba contra el gobierno español, sirvió como campo de prisioneros y almacén de armas. Tras el triunfo en 1959 de las tropas rebeldes lideradas por Fidel Castro, el comandante argentino-cubano Ernesto Che Guevara tomó la Cabaña y mantuvo allí su comandancia. En la actualidad existe un museo que recuerda la presencia de Guevara.
Desde hace años se la ha empezado a llamar con un calificativo que por varias razones le viene como anillo al dedo: la Fortaleza de los Libros. Este año no ha sido la excepción de la regla.
Mientras ciertas editoriales elevan a la categoría de best-seller a autores que no podrían pasar el más mínimo juicio de calidad, con el fin de engordar sus arcas, y privilegian la literatura fácil por encima del rigor literario e intelectual, los sellos insulares recurren a todas las estrategias para “driblear” la crisis internacional y publicar a precios módicos títulos que bien merece la pena guardar como objetos de culto en nuestros catálogos personales.
Las principales editoriales del país asisten de la mano de autores como José Martí, Thomas Mann, Alejo Carpentier, William Faulkner, Mark Twain, Oscar Wilde, José Saramago, Miguel de Cervantes, (y sigue la lista). Así los lectores han podido acceder a más de 2.400 títulos de autores cubanos y extranjeros y recorrer los stands de más de 40 países, una cifra que marca un récord de asistencia con respecto al año anterior según dijo a Punto Final Zuleica Romay, presidenta del comité organizador y del Instituto Cubano del Libro.
Durante los días de la Feria casi todo es posible. A vuelo de pájaro, podemos rememorar la presencia, en ediciones anteriores, de figuras tan ilustres como los Premios Nobel de Literatura Nadine Gordimer y Wole Soyinka, o de la escritora mexicana Elena Poniatoswka, el académico italiano Gianni Vattimo, el novelista David Viñas, el mexicano Paco Ignacio Taibo.
 
Una feria a todo tren

Menos es más. El conocido lema minimalista cobra protagonismo en la XX edición de la fiesta de las letras, en la que dijeron presente personalidades del relieve de la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú, los escritores y periodistas españoles Juan Madrid y Pascual Serrano (director del sitio digital Rebelión), los argentinos Vicente Battista y Jorge Edmundo Coscia, el venezolano Luis Britto García, el peruano Hildebrando Pérez, el ecuatoriano Raúl Vallejo, el jamaicano Keith Ellis, el belga Eric Toussaint, y el brasileño Frei Betto, para citar algunos.
El concepto cobra protagonismo sobre todo porque en medio de los recortes financieros y de la actualización del modelo económico cubano, la Feria no sólo no ha dejado de realizarse, sino que ha crecido en comparación con años anteriores. Como botón de muestra se puede citar el mayor número de expositores foráneos, y la apertura de ocho nuevas instalaciones que ensanchan el circuito ferial.
Ya es tradición que el evento cultural más popular del país se dedique a personalidades de la cultura cubana y a diferentes naciones. En esta oportunidad se ha hecho un acto de justicia intelectual al dedicar el evento al filósofo, ensayista e investigador Fernando Martínez Heredia, quien comparte roles protagónicos con el narrador y periodista Jaime Sarusky. Además, se ha podido transitar por las intersecciones de las avenidas literarias de los países del Alba, a los que se consagra también el evento a fin de abrir las literaturas latinoamericana y caribeña a sí mismas y a los lectores. Se cumplió el propósito dando a conocer un grupo de autores del continente que no están en el mainstream de las grandes transnacionales de la literatura, pero que, sin embargo, tienen mucho que decir y vinieron a contarlo a Cuba.

Martínez Heredia

Nacido en Yaguajay en 1939, en la antigua provincia de Las Villas en la región central del país, y autor de libros como El corrimiento hacia el rojo y El ejercicio de pensar, Martínez Heredia ha desplegado una trayectoria que lo ubica en el podio de los principales pensadores cubanos. En su obra resalta la originalidad, la independencia de espíritu y un pensamiento que irradia compromiso intelectual y rigor científico por todos los poros. Precisamente esa forma de concebir los procesos sociales, culturales y políticos, le ha abierto las puertas para configurar de manera excepcional una mirada, sobre todo, de las ideas de Izquierda en Cuba, de los caminos para (re) pensar y (re) renovar el socialismo de las maneras más coherentes y revolucionarias, e interpretar la vigencia del legado intelectual y político del Che Guevara.
De invaluable referencia para los procesos que se desarrollan en la Cuba de hoy, sus contribuciones intelectuales también las ha plasmado en textos como Desafíos del socialismo cubano (1988); El mes más crudo de la siembra; Ensayos sobre historia de Nicaragua (1990); Cuba en los noventa: Realidades, proyectos, alternativas (1991); Che, el socialismo y el comunismo (1989) -Premio de Ensayo Casa de las Américas-; En el horno de los 90 (1999), y Repensar el socialismo (2001).
Dejemos que sea el propio Martínez Heredia -ex director de la prestigiosa revista Pensamiento crítico y antiguo colaborador de Punto Final (N. de PF)- quien resuma las ideas que ha compartido en diferentes foros sociales:
“Estamos obligados a ser muy creativos, a hacer cada vez más intencionada nuestra actuación, más meditada, debatida y consensuada, más hija de un pensamiento que tenga puntos de partida diferentes, no solo opuestos a las dominaciones del capitalismo y que sea capaz de pensar y actuar en otro terreno” (...) “Los movimientos populares -prosigue- han seguido creciendo sostenidamente, pero hay una novedad decisiva: poderes populares en Venezuela, Bolivia y Ecuador; lazos muy estrechos entre ellos y la Cuba revolucionaria; el polo atractivo del Alba, que crece en miembros y en nexos de nuevo tipo. A mi juicio, el enorme crecimiento de la cultura política de los pueblos de la región ha sido determinante para que las vías políticas del sistema -recambios electorales de la dominación- se hayan vuelto contra el propio sistema, al desarrollarse movimientos y líderes revolucionarios que lo desafiaron en su propio terreno en diferentes países, y han vencido”.
Gracias a la Feria, que después de su etapa habanera se extiende a todo el país hasta concluir en la oriental ciudad de Santiago de Cuba, la isla también ha podido volver sobre la figura de este pensador que junto a los lectores, a otros colegas de oficio y a los amigos de numerosas partes del mundo, se han volcado de lleno en su entramado cultural y en el ejercicio de pensar la fortaleza de los libros.

Michel Hernandez
En La Habana

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 728, 4 de marzo, 2011)
punto@tutopia.com
www.puntofinal.la
www.pf-memoriahistorica.org

 

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