Punto Final, Nº 847 – Desde el 18 al 31 de marzo de 2016.
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Vamos conociendo al monstruo

 

Se dice que un fantasma recorre América Latina y yo agregaría que también recorre el mundo. Pero la verdad es que el enemigo al que tenemos que enfrentarnos no es ningún fantasma, es un monstruo de plomo (las balas) y de plata (el dinero). Y resulta que el tigre tampoco es de papel.
Creo que ya no es bueno pensar sólo en Chile, hay que pensar en América Latina y mejor en el mundo entero. Porque todo lo que pasa en Chile pasa también en otras partes.
Para entrar en materia repitamos lo ya dicho otras veces: actualmente hay unos 7.000 millones de personas en el mundo y nosotros somos 6.999 millones. Cuando digo “nosotros” se entiende que somos toda la gente normal que no es dueña de un montón de dinero. No todos somos obreros o campesinos, pero los intelectuales, los profesionales, los trabajadores de cuello y corbata -como se suele decir ahora- también somos explotados y humillados por el capitalismo, y por lo tanto también somos proletarios. “Ellos” son un millón de personas, o a lo mejor son diez millones o más, pero son cuatro gatos al lado de nosotros.
“Ellos” son el enemigo “violento y brutal que nos desprecia” (Martí dixit), nos explota y nos odia y contra el cual debemos batallar si queremos sobrevivir y que sobreviva nuestra Madre Tierra. Pero para eso hay que comenzar por conocerlo, como bien dijo el genial Sun Tzu. Hay que entender cuáles son sus poderes y su fuerza, aprender a no despreciarlo ni minimizarlo, pero tampoco a magnificarlo demasiado, porque tiene sus puntos débiles. Y saber además quienes lo integran, porque es un monstruo de mil cabezas.

LA PIRAMIDE
La cúpula de la pirámide. El mundo se ha representado como una pirámide controlada por muy pocos que están tan arriba, que no llegamos a verlos. Estos pocos son un grupo muy reducido de banqueros, empresas, instituciones y entidades financieras que manejan a la mayoría de los países. Muchos de estos bancos o instituciones son propiedad de algunas familias que se llaman Rockefeller, Rothschild, Morgan, Walburg…y unas cuantas más. Se han tenido que organizar en empresas, en grupos y en instituciones diversas. Una de las principales es el Club Bilderberg, fundado en 1954 y cuyas reuniones son absolutamente secretas. Este acepta como invitadas a personalidades de muchos países, líderes de la política, de las finanzas, de los medios de comunicación. A veces les dan derecho a voz a los invitados, lo que los hace inflarse de orgullo, pero nadie los escucha porque como es bien sabido, al Club Bilderberg lo controlan cinco individuos y los demás están de adorno.
El Banco de Pagos Internacionales. Inmediatamente debajo de la cúspide está el Banco de Pagos Internacionales (BPI), que es una compañía con sede en Basilea, Suiza. Sólo presta servicios financieros a bancos centrales o a organizaciones internacionales. Después de la segunda guerra mundial lo quisieron disolver por haber ayudado a los nazis, pero no se pudo porque el BPI está demasiado arriba en la pirámide del poder. ¿Sabía usted que existía este banco, al que se le llama banco central de los bancos centrales? Yo apostaría que no.
El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los bancos centrales. Para abajo siguen el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que dan o quitan créditos a los países por conducto de los bancos centrales. Por eso ahora casi todos los bancos centrales son independientes de los gobiernos, son entidades autónomas, una figura jurídica bastante ambigua inventada en las últimas décadas. No son privados ni son públicos, son “autónomos” y como tales sostienen que no tienen que rendirle cuentas a nadie.
Los bancos privados. Por debajo están los grandes bancos privados, les voy a decir algunos de los principales: el Industrial & Commercial Bank of China; el Wells Fargo & Co., de EE.UU.; el China Construction Bank; el JP Morgan Chase & Co, de EE.UU.; el HSBC Holdings, del Reino Unido. Hay muchos más, naturalmente, y se pueden encontrar en Internet.
Las empresas transnacionales. Después están las grandes empresas o corporaciones transnacionales. Cuáles son las más grandes del mundo es cosa muy relativa: depende de cómo se mida su importancia, pues hay diferentes maneras. Lo único que se sabe de cierto es que son cada vez menos porque se van uniendo, concentrando, y a menudo unas se comen a otras. En todo caso, parece que hay acuerdo en que la más importante es Wal-Mart Stores, norteamericana, dedicada a la distribución. Resulta interesante y hasta sorprendente que la mayor empresa sea una de distribución. Creo que muchos, tan ignorantes como yo, pensarían que las principales son las petroleras, las de armamentos, las electrónicas… Pero fíjense que no, que es Wal-Mart, que en Chile controla los supermercados Líder, Líder Express, Ekono, Superbodega A Cuenta y Central Mayorista.
Los gobiernos. En esta pirámide del poder, vista de arriba hacia abajo, siguen los gobiernos de cualquier tipo, que por el momento conservan el control del ejército, la policía y las fuerzas de seguridad. Estos gobiernos ya no mandan -salvo contadísimas excepciones- porque mandan los otros, los que están arriba.
El pueblo. Al final de la pirámide, o sea en su base, está el pueblo en general, todo el mundo que constituye el 99% de la población de cualquier país.
Puede haber y hay discrepancias sobre esta pirámide, quiénes la integran, quiénes están un escalón más arriba o un escalón más abajo. Pero en términos generales, la cosa es como la he descrito.

LOS MEDIOS
Después, para conocer al enemigo hay que saber con qué medios cuenta para atacarnos. Veamos:
Los medios económicos. Es muy difícil saber con exactitud con qué medios cuentan ellos. Se calcule como se calcule, salen cantidades tan altas que no caben en la página y tampoco en la cabeza de uno. Cuando la cifra comienza a tener más de doce ceros, estoy segura de que usted no entiende nada -y yo tampoco- y nos da lo mismo doce ceros que veintiocho ceros o cincuenta y tres ceros.
En consecuencia, creo que no se puede saber con cuántos medios económicos cuenta el monstruo, pero lo cierto es que es mucho más de lo que uno puede concebir, imaginar o soñar.
¿Y nosotros con qué dinero contamos? Sin entrar a hacer cálculos, yo diría que con nada. Concluimos que por el lado del dinero no podemos hacer gran cosa, aunque se puede tratar de quitarle muchos negocios, eso sí.
Los medios de comunicación masiva. Muy simple esta vez: ellos los controlan casi todos. En el mundo entero, porque nosotros hemos sido tan torpes que se los hemos dejado, los hemos abandonado y ya es muy difícil recuperarlos. La televisión y los principales periódicos y revistas del mundo los controla el monstruo, no hay duda alguna. Ejemplos: FOX, CNN, CBS, New York Times, Wall Street Journal, BBC, Le Monde, Le Figaro, Il Corriere de la Sera, L’Osservatore Romano, Clarín de Argentina, El Mercurio de Chile (al cual los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría le dan avisaje oficial y con eso se mantiene)… y no sigo porque son miles. Ahora muchos diarios están desapareciendo o se hacen puramente digitales, porque lo principal es la televisión y la gente lee cada vez menos.
Están las redes sociales y los medios alternativos de comunicación, pero no les hemos sabido sacar el partido que deberíamos, es una tarea pendiente que resulta indispensable. Yo soy partidaria de las radios clandestinas, porque no vamos a estarle pidiendo permiso al monstruo, pero nadie me da pelota. Nos queda TeleSUR, pero no es suficiente.
Las armas. Busco información y confirmo que ellos tienen los mejores ejércitos del mundo. Los yanquis invierten en armamento más que todos los países juntos, su ejército cuenta con un millón y medio de efectivos y podrían eventualmente conseguir otros dos millones más; está dotado de lo más moderno en tecnología, poder nuclear, docenas de impresionantes portaviones, etc. Hoy por hoy, nadie le ganaría. Sin embargo, un pueblo muy pobre los derrotó: los vietnamitas. Pero seamos realistas: nosotros no somos vietnamitas, ellos son únicos. Pero aunque sea por darme el gusto, diré esto: los yanquis son cobardes hasta la pared del frente. Acuérdense como se aterraron con lo de las Torres Gemelas y todavía les dura el susto…
Lo de derrotarlos militarmente me parece que está descartado, al menos por ahora, vaya a saber después… Gente muy valiente, dispuesta a dar la vida sí que la hay en Chile -quedó demostrado en la lucha contra la dictadura- y en todo el mundo, pero no para defender a la socialdemocracia o a los gobiernos corruptos que han seguido profundizando el mismo modelo de capitalismo salvaje. Para eso no hay nadie dispuesto, naturalmente. Pero para hacer una revolución de verdad, estoy segura que sí.
¿Y qué más tiene el monstruo? Muchas cosas, pero vamos a una sola para acortar:
La cultura. Gracias al dinero, a los medios de comunicación, a todo el poder que tiene, parece ser el dueño de la cultura y de la ideología de la mayoría del pueblo. Pero este asunto tiene varios bemoles.
Gramsci nos dio muchas pistas sobre cómo crear una cultura alternativa. Desde luego, él sabía que la clase dominante refuerza su poder material con formas muy diversas y efectivas de predominio cultural e institucional. Para contrarrestarlo, sostuvo que el pueblo debe desarrollar desde la base nuevas propuestas y demandas culturales, asentadas en las referencias y en los juicios que están en la memoria popular.
En eso creo que en Chile tenemos mucho adelantado: todos los intelectuales de valía están o estuvieron durante su vida con nosotros. El monstruo no cuenta con ninguno, o con ninguno de alto nivel, que yo sepa. Nuestro pueblo tiene una larga experiencia de luchas, es inteligente, está formado en batallas centenarias. Si ahora parece indiferente es porque no ve nada claro en política, ya no cree en los políticos. El pueblo chileno es muy capaz de crear su propia cultura, su propio sentido común expresado en el lenguaje, en las costumbres ancestrales, porque sus raíces históricas y culturales nunca las ha olvidado. ¿Acaso Neruda, Gabriela Mistral, Salvador Allende, Pedro Aguirre Cerda, Recabarren, Violeta Parra, no forman parte de la cultura de nuestro pueblo? ¿Acaso los pintores que decoran las riberas del Mapocho con emocionantes obras de arte, los compañeros que escriben y escriben en Internet y los que han sacado la revista Punto Final durante 50 años, no forman parte de la cultura popular?
Dijo Gramsci que cada hombre es un intelectual, y es cierto porque el pescador artesanal que sabe perfectamente donde está el pez esperándolo, y la mujer que conserva la receta del caldillo de congrio de su abuela, son expresiones preciosas de nuestra cultura y del sentido común del pueblo, que ni El Mercurio ni la televisión han logrado destruir.
¿Y qué más tenemos nosotros? Pues vamos viendo a la rápida, porque se me acaba el espacio: la cantidad; los medios alternativos de comunicación; la urgencia de salvar al planeta de los desastres ecológicos provocados por ellos; la experiencia en Chile y en otros países; la rabia; la solidaridad; la decencia; la dignidad. ¿Les parece poco?

ENTONCES ¿CÓMO ATACAMOS O POR LO MENOS NOS DEFENDEMOS DE ESTE MONSTRUO DE PLOMO Y PLATA?
La pirámide no se va a derrumbar si le cortamos la cabeza, porque genera otras nuevas, como las lagartijas generan nuevas colas. Tampoco sirve golpearla en el medio, porque se va a recomponer y la parte del medio no es la principal.
¿Le pegamos abajo, para que pierda su base de sustentación? Sí, esa es su principal debilidad, la base no quiere sujetar más a la pirámide, quiere deshacerse de la carga que lleva encima. Sí, pero vamos precisando. ¿Cómo convencer a 6.999 millones de personas que golpeen al mismo tiempo y en el mismo sentido? Bueno, no tienen que ser los 6.999 millones, pienso que con una buena parte bastaría. ¿El diez por ciento? Probablemente bastante menos.
Creo que hay una manera de atacar al monstruo en un principio: carcomiéndole el sistema desde abajo, haciendo túneles, agujeros, como hacen las termitas. También se necesitan partidos políticos revolucionarios, por supuesto, no vamos a ignorar algo tan fundamental. Pero mientras en Chile los trescientos setenta y siete grupúsculos de Izquierda deciden unirse, vamos creando poder popular. ¿Cómo? Pues inventando, siendo creativos. Haciendo farmacias populares, creando cooperativas para comprar al mayoreo, sumándonos a la exigencia de Asamblea Constituyente, y muchas cosas más que al pueblo se le ocurran.
Entonces, ¿con unos pequeños trueques, cambiando cebollas por calcetines vamos a hacer la revolución? se burlan algunos. No, no es eso, o más bien no es sólo eso. Pero el pueblo debe comprender que el poder no está únicamente en el gobierno.
También hay que salir a la calle, habrá que tomarse fábricas y fundos, porque con la crisis que ya está llegando en el mundo, los momios van a querer despedir a la mitad de los trabajadores para evitar la quiebra, y eso no lo podemos permitir. Y tampoco vamos a aceptar que nuevamente se salve a los bancos y a las empresas al borde de la quiebra, con el dinero público que es de todos nosotros.
Finalmente se trata de hacer una revolución, de instaurar el socialismo democrático, participativo, de tomar la totalidad del poder. Pero primero hay que ir debilitando al monstruo, un ataque frontal desde ahora parece difícil. Pues vamos a cercarlo, vamos a debilitarlo mediante las movilizaciones sociales, mediante la organización y con una dirección política unitaria que es indispensable formar, sobre todo en Chile. Una de nuestras principales tareas es exigirles a los grupos de Izquierda que se unan y al que no tome la senda unitaria, le daremos la espalda.
Tenemos que cambiar el modelo económico-social porque hacerlo será necesario para sobrevivir a la madre de todas las crisis que se nos viene encima. Es un asunto de Patria o Muerte.

MARGARITA LABARCA GODDARD

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 847, 18 de marzo 2016).

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