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El compromiso cristiano en las páginas de “Punto Final”
Camilo Torres, el cura guerrillero del ELN de Colombia.
En la historia de la cristiandad siempre hubo hombres y mujeres que lucharon contra la explotación y la opresión. Otros, disfrazaron la injusticia a través de las intervenciones de las jerarquías eclesiales o de organismos ligados a ellas. A pesar de tanto estudio de filósofos, teólogos e historiadores respecto de este paralelismo, el tema es un arcano, aunque no insondable. Al celebrar los cincuenta años de Punto Final, la revisión del periodo 1965-1973 permite descubrir que sus páginas acogieron desde el inicio a los primeros, a esos de la iglesia popular con sus movimientos y sus grupos de acción, y denunciaron con fuerza a los segundos, que los impugnaban.
Llegar a Camilo Torres, el cura guerrillero colombiano sacerdote católico y sociólogo, es iniciar este recuento con el nombre más emblemático del compromiso cristiano con los procesos revolucionarios. Al año de su muerte, en 1967, PF decía editorialmente en su número 23, que Camilo Torres había entendido que católicos y marxistas vivían en América Latina los mismos problemas de opresión y explotación y había comprendido que “solo por la lucha armada los colombianos podrán alcanzar su completa y definitiva liberación”.
En el homenaje, PF reproducía el mensaje que el cura guerrillero había dirigido a los estudiantes de su país, particularmente a los universitarios, con quienes había trabajado largo tiempo en tareas apostólicas. En su mensaje, Camilo Torres se refería particularmente al factor económico, que incidía en el acceso a la educación y a los privilegios que vivían dichos estudiantes. Entre estos últimos situaba “el ascenso social mediante el ascenso en los grados académicos en las universidades” y el poder de “ser informal y manifestar su rebeldía” en las universidades donde no había “delito de opinión” o en los colegios donde había libertad de expresión. Advertía, sin embargo, que el inconformismo podía perderse u ocultarse con la obtención de los títulos profesionales. “En la fase agitacional de la revolución -escribía- la labor estudiantil ha sido de gran eficacia”, pero, que si bien era importante, “ella debía ir seguida de la organización y de la lucha por la toma del poder”.
En la misma edición, PF reproducía fragmentos de la proclama que dirigiría desde las montañas de Colombia a su pueblo y en la que informaba de su incorporación al Ejercito de Liberación Nacional (ELN) para “seguir la lucha con las armas en la mano, hasta conquistar el poder para el pueblo”. La proclama, firmada por él y los comandantes del ELN, Fabio Vásquez Castaño y Víctor Medina Morón, había sido publicada en el vespertino El Espacio y reproducida en miles de hojas distribuidas clandestinamente en el país.
DISCUSION DE LOS CRISTIANOS
Los católicos ya venían reflexionando sobre la encíclica Populorum Progressio, de Paulo VI, desde posiciones que la apoyaban o la criticaban. Juan Rivano, profesor de lógica del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile y columnista del vespertino Ultima Hora y del propio PF -autor de varios libros, entre otros Desde la religión al humanismo (1961) y Entre Hegel y Marx (1962)- haría para PF (Nº 28, Mayo de 1967) un acabado análisis de esa encíclica, tocando a la mayoría de los sujetos abordados por ella, desde las posiciones de la Iglesia en ese momento histórico, hasta la comprensión y sentido que daba a los fenómenos de desarrollo y subdesarrollo en el entonces llamado Tercer Mundo.
Entre los cristianos se multiplicaban los curas obreros. Desde Montevideo, Eduardo Galeano anunciaba que Uruguay también tenía su Camilo Torres. Se refería al sacerdote jesuita Juan Carlos Zaffaroni, conocido por su trabajo como cura obrero en la plantación azucarera “El Espinillar”. Expulsado de Uruguay, luego de Ecuador, donde se había trasladado, fue impedido de entrar a Colombia. Al tiempo del reportaje de Galeano, trabajaba como albañil en Uruguay. Zaffaroni había declarado que la salida revolucionaria de Uruguay estaba integrada en la liberación de los demás pueblos del continente.
Una de las fuentes de inspiración para los cristianos progresistas y revolucionarios del continente fue, en sus inicios, el balance -documentos, estudios, debates e investigaciones- de la llamada “Reunión de París”, en octubre de 1966, que había convocado a teólogos e intelectuales de todos los continentes y a la que habían asistido también representantes de los movimientos revolucionarios de Asia, Africa y América Latina. Entre los asistentes, seguidores muchos de las teorías de Teilhard de Chardin, estaban los sociólogos Bloch Lainé y Josué de Castro. PF entrevistaba a su regreso de esa cita al parlamentario Patricio Hurtado que revelaba gran parte del contenido de las discusiones, en las que se había profundizado temas como el paso del capitalismo al socialismo, el futuro de América Latina y las luchas de liberación, y se había avanzado, sobre todo, en la elaboración ideológica del socialismo cristiano. El examen del rol de los partidos democratacristianos en Europa y América Latina había preocupado a muchos y Hurtado recordaba las afirmaciones de Bloch Lainé que, refiriéndose a la Democracia Cristiana europea, señalaba haber llegado a la conclusión que esos partidos “habían nacido como resabios de los grupos desplazados por el nazismo y el fascismo para convertirse en sostenedores del régimen capitalista”.
Pero muchos reconocen la fuente principal en el Manifiesto de los Obispos del Tercer Mundo firmado por obispos de Brasil, Colombia, Yugoslavia, Laos, Indonesia, Oceanía, El Líbano, Egipto y Argelia, y que impactó particularmente en la región latinoamericana. La lista de firmantes la encabezaba Hélder Cámara, obispo de Olinda y Recife, en el Nordeste brasileño, de cuyas declaraciones PF había informado abundantemente, entre ellas, aquella en que pedía a los fieles brasileños “orar por el mártir de América, Ernesto Che Guevara”. El extenso Manifiesto de los Obispos se proponía rescatar a la Iglesia Católica de sus lazos, a veces fusionales, con el poder económico, recordar a los cristianos “que el verdadero socialismo es el cristianismo integralmente vivido”, y adherir a él. Muchos otros puntos sobre las condiciones de vida de los trabajadores, exhortándolos a defender sus derechos, eran considerados. El Manifiesto terminaba citando el Evangelio (Lucas 21-28): “Poneos de pie y levantad vuestra cabeza, pues vuestra liberación está próxima”. (Documentos de PF, Nº 44).
CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO
Heredero legítimo del anterior Manifiesto, fue también el producido en el Primer Encuentro de Cristianos por el Socialismo que se realizó en Santiago, con participación de 400 cristianos, delegados de todos los países de América Latina, además de observadores de Estados Unidos, Québec (Canadá) -vertiente este último de un importante aporte de sacerdotes progresistas y curas obreros que trabajaron en Chile y otros países latinoamericanos- y de países europeos. En sus páginas nacionales esta vez PF cubriría in extenso este Encuentro, en el que se discutiría y subrayaría el compromiso revolucionario al que ya se había llegado entre numerosos cristianos del continente; el fenómeno de “violencia institucionalizada” que amenazaba en tantos países; el “fracaso del tercerismo social y cristiano” y la tendencia a la unificación entre los movimientos de liberación en el llamado Tercer Mundo. (PF Nº 157, 9 de mayo 1972)
En todo el periodo se publicaban cartas y manifiestos de feligreses o curas progresistas que protestaban por las condiciones de injusticia extendida en varios países, (Brasil, Venezuela, y Argentina), contra la represión, muchas a favor de la libertad de los presos políticos (Nicaragua) y que se dirigían fundamentalmente a las jerarquías eclesiásticas y los gobiernos, particularmente a dictaduras militares. A fines de enero de 1973 la Conferencia Episcopal de Santiago dio su apoyo oficial al documento Evangelio y Violencia, que había sido firmado por 50 sacerdotes denunciando los métodos de tortura aplicados en el país. (PF Nº 177). En Argentina, Brasil y en Chile, se iniciaban o desarrollaban los movimientos de la llamada Iglesia Joven. En Chile, el líder sindical Clotario Blest escribía en PF un vibrante artículo inspirado inicialmente en la ocupación por jóvenes estudiantes, sindicalistas y trabajadores, de la Catedral de Santiago el 11 de agosto de l968. En las asambleas allí realizadas se decidió estructurar el Movimiento Iglesia Joven “desligado de cualquier partido político”, y destinado a luchar por dar respuesta a las exigencias de igualdad y justicia del pueblo. “La Iglesia Joven debe estar en la barricada contra la explotación, en la lucha de clases que es un ‘hecho histórico’ dentro de los regímenes capitalistas”, escribía Clotario Blest (PF Nº 62, agosto de 1968). En Argentina se rendía homenaje a Norma Morello, llamada “la guerrillera de Dios”, detenida y torturada durante 154 días.
La denuncia contra la represión, particularmente ejercida por las dictaduras militares contra los cristianos progresistas y revolucionarios, fue constante. La acompañó, desde la otra parte, la impugnación a esos grupos de cristianos por parte de varias instituciones sostenidas o ligadas a la institucionalidad de la Iglesia Católica, de algunas instituciones protestantes y otras con financiamiento externo a la región.
La implantación del Opus Dei en España había sido desentrañada en profundidad en PF por el periodista Rogelio García Luppo, que fustigó las relaciones del Opus Dei con Caritas Internacional, en tanto que la periodista Ximena Cannobio, lo hacía sobre el Opus Dei en Chile.
Finalmente, vale decir que en tantos relatos, testimonios y entrevistas relacionadas con este tema, las páginas de PF contuvieron también poesía y emoción. De visita en Chile, el poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal entregó, en forma exclusiva a PF, un capítulo de su libro En Cuba que estaba imprimiéndose, y que PF publicó íntegramente. (PF Nº 143, de noviembre de l971).
Y, por cierto, recordar que en las páginas de PF también se expresaron, con profundo respeto al compromiso revolucionario que había costado la vida a sus hijos, Selvira Leigue de Peredo -madre de Coco e Inti Peredo del ELN de Bolivia- e Isabel Restrepo Gaviria, madre de Camilo Torres.
MARIA EUGENIA SAUL
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 838, 9 de octubre, 2015)
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