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Bachelet y el “año de Hidalgo”
Todo el mundo ataca ahora a doña Michelle. Tanto que la querían y ahora la critican por un sí y por un no. A mí esto me parece un poco mucho. Porque desde el principio deberían haber sabido como era, puesto que ya había gobernado antes. Ahora habla mucho de la desigualdad, aunque en su gobierno anterior y en todos los gobiernos posteriores a la dictadura existía la misma desigualdad, pero no hicieron nada. Sólo ahora se preocupan de eso. Pero no crean que los políticos de la Nueva Mayoría descubrieron la pólvora, porque de la desigualdad vienen hablando los sociólogos y economistas gringos y europeos desde hace más de diez años.
La gente vio a Bachelet como a una mamá bondadosa. ¿Por qué? Debe ser porque es médico. Los médicos tienen un prestigio tremendo, funcionan como placebos: cuando llega el médico, el enfermo se mejora, todo se arregla y todo va bien. La doctora no es nadita de quedada para esas cosas y lo sabe: “Grito y plata” ha dicho, y es verdad. Parece que por el solo hecho de ponerse un delantal de médico, ya todo el mundo se siente mejor.
Y además tiene una pinta adecuada. De joven era bien bonita, hasta atractiva diría yo, una chica muy mona. Pero con el tiempo ha adquirido un aspecto de matrona que le ha servido mucho: una señora buena persona, maternal, bien simpática según dicen los que la conocen de cerca. No tiene fama de genio, como Lagos, ni es muy elocuente como era Frei padre… o ¿Piñera? Y eso es bueno, porque en la actualidad las cosas no son como antes, los genios y los hablantines no son apreciados. Es que los genios -o los que se creen genios y son autoritarios, antipáticos, engreídos y déspotas-, resultan insufribles. Sobre todo si fincan su soberbia en que una vez levantaron el dedo, cuando ahora se ha sabido que ese dedo lo tenían así por causa de un calambre(1). Y los excesivamente elocuentes producen un natural recelo, no cabe duda. El habla floripondiosa es propia de los embusteros y timadores. Y ahora, imagínense, con todo este lío de la corrupción, más sospechas provocan.
Pues no, doña Michelle era una doctora sencilla y bondadosa, que hasta había estado presa bajo la dictadura y le habían matado al papá, pobrecita. Es cierto que ella nunca hizo nada para que castigaran a los culpables del asesinato de su padre, e incluso defendió al jefe de la Fach de esa época, Fernando Matthei. Pero eso es explicable dado que se trataba del querido tío Fernando, como ella lo llama, papá por lo tanto de la querida prima Evelyn.
Pero de repente, cuando menos se lo esperaba, se le descompuso el naipe por culpa de ese hijo nini que tiene. Se enteró por la prensa de que tenía un hijo, un hijo nini casado con una señora codiciosa y arribista, y que el joven estaba haciendo negocios con información privilegiada y que le daban créditos gigantescos sin ninguna garantía, sólo porque era hijito de su mamá. Pero ya se sabe que “amor de madre, abismo insondable”, tan insondable que resulta aterrador y el que a él se asoma, se queda ciego, como dicen leyendas muy conocidas. Pero más bien parece que en este caso, el asesor que intente asomarse a ese abismo se va a quedar cesante.
Y con el pretexto de respetar esa privacidad peligrosa, todos sus cuates o ex cuates, comenzando por el joven ministro del Interior, pasando por la reina Isabel y terminando en el señor de la escalera, le han dado vuelta la espalda a Bachelet y la están dejando morir sola, como muy bien se dice en México, lo que es una mariconada.
Porque todos han salido salpicados, así que no pueden lavarse las manos tan tranquilamente, con un silencio ominoso, sobre todo en el caso de sus asesores y supuestos amigos políticos. Sin embargo aquí ha reinado el sálvese quien pueda, cada uno tira pa’ su raya. Andan argumentando que en política todo es válido, puesto que un avisito miserable en El Mercurio vale un ojo de la cara y para qué hablar de espacios en la televisión. Pero casi siempre algunos de esos fondos conseguidos para las campañas electorales, vengan de Soquimich o de donde vengan, se quedan pegados en el bolsillo.
A doña Michelle se le cayó esa como aura que la rodeaba. Y ahora nos estamos dando cuenta de que todas las reformas que ha propuesto van a empezar a regir en 2017 ó 2018, cuando ella se haya ido. Por lo tanto la señora piensa “después de mí el diluvio, total, yo ya no voy a ser candidata a nada”. Pero no va a ser por modestia o por tener un hijo nini que no va a ser candidata, sino porque después de ser presidente de la República no hay muchos puestos disponibles. Ya ven al hombre del dedo acalambrado, que sólo piensa en volver a la Presidencia a pesar de tener como 90 años.
Aunque es seguro que en la ONU le están guardando algún lugarcito a doña Michelle. Así que consuélese, doctora, que va a poder irse a Nueva York donde nadie la critica ni critica a su hijito nini, porque en Estados Unidos los ninis suelen llegar a ser presidentes del país. Puede cambiar a todos los ministros, pero lo hecho, hecho está. Las platas pasaron de una mano a otra y el que las tiene las retiene.
En México se dice que el último año de gobierno es el año de Hidalgo, porque “es pendejo el que deja algo”. En Chile parece que va a haber dos años de Hidalgo, hasta 2017, por lo cual todos los corruptos y corruptitos están cantando el Aleluya y prendiéndole velas a la Virgen del Carmen.
(1) Lipchenko, Andreas, La verité sur le Chili, Editorial Vrhnika, Liublianka, Eslovenia, 2006.
Margarita Labarca Goddard
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 828, 15 de mayo, 2015)
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