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Violencia contra la mujer
El femicidio se dispara en Chile
Leslie Nicholls, investigadora del Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública, (Cesop).
Entidades no gubernamentales y académicas coinciden en que el porcentaje de muertes por femicidio ha aumentado en los últimos años. Sin embargo, para otras instituciones las cifras se mantienen relativamente estables. No obstante, coinciden en que esta brutal violencia de género, ha adquirido mayor importancia en la sociedad chilena.
El Observatorio de Igualdad y Género de América Latina y el Caribe, dependiente de la Cepal, consigna que la violencia contra las mujeres continúa golpeando a la región. Durante 2011 se registraron en doce países de la región 466 muertes de mujeres, ocasionadas por sus parejas o ex parejas. Chile ocupó el cuarto lugar con 40 casos de femicidio, superado por República Dominicana, 127; Colombia, 105; y Perú 61 casos.
En Chile un estudio de la ONG Activa dio a conocer un incremento del 40 por ciento en la cifra de víctimas por femicidio entre los meses de enero y septiembre de 2013. Citando datos del Ministerio Público, la ONG apuntó que se verificaron 66 víctimas por femicidio en ese periodo, 19 más que en igual lapso del año anterior, lo que representa un incremento del 40,42 por ciento.
VIOLENCIA DE GENERO
Para Leslie Nicholls, sicóloga, investigadora del Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública (Cesop), de la Universidad Central, “el femicidio es la forma más extrema de violencia de género, y se distingue de un homicidio básicamente porque se comete en perjuicio de una víctima que es mujer, que no siempre tiene las herramientas culturales y físicas para defenderse frente a la violencia del hombre. Agrega que hay estadísticas que establecen que entre 38 y 40 por ciento de los femicidios a nivel mundial se producen en la pareja estable o en relaciones que han terminado hace poco.
La profesional considera muy preocupante que las cifras vayan en aumento y que la cantidad de denuncias por violencia intrafamiliar suba año a año. “Nosotros -relata- estamos trabajando con cifras desde 2006 a 2013. Al respecto, en promedio anual hay 45 ó 50 femicidios… Un dato concreto: en 2011 se produjeron 43 femicidios, en 2012 bajan a 37 y en 2013 hubo 77, es decir, se dobló la cifra, según un informe de la Fiscalía”.
A juicio de Leslie Nicholls el aumento de los femicidios da cuenta que las campañas de prevención no están siendo efectivas. Sostiene que hay campañas como No a la Violencia en el Pololeo, que no informan a la comunidad respecto de cuáles son los pasos a seguir si se quiere acudir a la policía o a los tribunales. “Si aumentan las denuncias y también los femicidios, significa que algo estamos haciendo mal”, subraya la sicóloga.
Considera que las campañas de prevención no son todo lo efectivas que debiesen: “Creo que no tienen bajada a lo concreto, no dicen cómo debe actuar la gente en las comunidades, no se sabe cuáles serán las consecuencias para la mujer que denuncia, no hay una red de protección integrada. Faltan sistemas de vigilancia entre los vecinos que no dependan de una sola unidad, y es necesario que haya acompañamiento sicológico. Faltan campañas de educación y de protección real para la gente. Es sabido que la gente hace la denuncia pero cuando tiene que ratificar, se arrepiente”.
IMPORTANCIA DE LA EDUCACION
La investigadora de la Universidad Central se manifiesta a favor de hacer una campaña educativa a todo nivel. “Esto se puede incorporar en planes de educación sexual desde la infancia. Tenemos todos que cambiar la percepción de la pareja, porque a la mujer se la está entendiendo como un objeto. Se le cosifica como una pertenencia, y la mayoría debe entender que las mujeres no son cosas ni tienen dueño. Por el contrario, son seres independientes que decidieron compartir la vida como una decisión entre adultos”.
Según los datos aportados por Nicholls, generalmente un femicidio se produce por una espiral de violencia al interior de la pareja. No es sorpresivo, pero en la mayoría de los casos es un proceso que se inicia con violencia sicológica, luego física, económica, sexual, etc. y que se mantiene por meses, años o décadas.
Respecto de las campañas preventivas, puntualiza que han sido más publicitarias que formativas. “No es suficiente decir que tenemos que detener el femicidio, tenemos que ser claros en señalar cómo frenaremos esa violencia, cuáles son los pasos a seguir, cómo dar más garantías a los denunciantes, o cómo evitar el miedo. Idealmente, se deberían poner en práctica campañas educativas desde los primeros años de vida, que se refuercen a partir en la educación básica, media y universitaria”. Según cifras entregadas por la investigadora, al año 2012 sólo 44 por ciento de los femicidios tenían denuncia previa de la víctima.
¿Por dónde se debe iniciar el proceso para modificar los niveles de violencia contra la mujer?
“Es un tema cultural que está arraigado hace siglos. Abarca desde el uso del lenguaje, hasta un asunto de pertenencia. En este sentido, creo que un cambio se puede producir, pero tomará mucho tiempo, probablemente dos generaciones. Sin embargo, la gran solución es la educación… La educación sexual debe ser obligatoria en las escuelas públicas e integrada en las mallas curriculares… Sólo así van a bajar las tasas de femicidios y se establecerá respeto por las diferencias. Tenemos que abordar el problema desde una perspectiva cultural e insertar ese cambio en la educación para avanzar en esta materia”.
¿El aumento de las penas respecto del femicidio ha contribuido a evitar este delito contra la mujer?
“Claramente, no. La penalización más alta y el superpoblamiento de las cárceles no ha sido efectivo para combatir el fenómeno. Ni en éste ni en ningún otro delito, si no hay labor educativa, si no hay prevención, si no hay espacios de rehabilitación, ni políticas de reinserción... Los cambios son sociales, más allá del castigo que se imponga”.
PREVENCION POLICIAL
Según autoridades de la Jefatura Nacional de Homicidios de la Policía de Investigaciones, PDI, la consideración de que Chile se encuentre dentro de los cuatro países con mayor cantidad de casos de femicidio en América Latina despertó la motivación para que se legislara respecto del tema, y que la institución empezara a desarrollar actividades preventivas. Es así como a fines de 2010 se inició una campaña de prevención que se repite anualmente, y que coincide con el año en que se tipificó legalmente el delito de femicidio.
La subcomisaria de la PDI, socióloga Carol Muena Ciero, afirma que el femicidio es el asesinato de una mujer por razones de género y que, por tanto, no se trata de un homicidio habitual. “Hay tres tipos de femicidio -explica-, el íntimo, el no íntimo y el mixto. En Chile sólo está legislado el femicidio íntimo, pero sólo la parte que dice relación con la pareja entre un hombre y una mujer, ya sea actual o del pasado. En otros países de Latinoamérica todos los aspectos de ese delito están tipificados. Pero no así en Chile”.
Subraya que el interés de la PDI es entregar herramientas conceptuales a la población y también al personal institucional respecto de la definición precisa del femicidio. Indica que este tipo de campañas de prevención contribuyen a generar conciencia y a evitar que se minimicen los hechos de violencia contra la mujer. “La idea consiste en entregar adecuada información para que la comunidad sepa qué hacer en caso de ser víctima o testigo de actos de violencia contra la mujer”.
La subcomisaria Carol Muena expresa que entre los objetivos de la campaña de la PDI está llegar a la población vulnerable, entregar herramientas para que sepa cuándo se es víctima de un hecho de violencia, a quién tiene que acercarse y que el entorno de la víctima tome conciencia que este tipo de violencia se puede prevenir. A su juicio este es uno de los pocos asesinatos en que la gente tiene un espacio donde se puede hacer trabajo de prevención. “Porque el femicidio -asegura- es el último paso de una serie de hechos de violencia. Cuando se analizan los casos de femicidio se observa que a ninguna mujer el hombre llegó y la mató… siempre hubo hechos de violencia previos”.
¿Por qué se llega al femicidio?
“Este es un problema sociocultural, existe una cosificación de la mujer, es tratarla como objeto. Si uno se da cuenta, en nuestro país la mayoría de los femicidios ocurren cuando una mujer decide cambiar el papel tradicional que se le asigna en la sociedad… Muchas deciden salir a trabajar, buscar otras perspectivas de vida y muchas, también, quisieron terminar con sus parejas”. En este sentido, agrega que de acuerdo con valores arraigados en la sociedad chilena, el hombre cree que la mujer es de su propiedad y no es capaz de aceptar el término de la relación.
¿Existe un patrón en el femicidio?
“Lo que se puede destacar es que comúnmente el entorno de la víctima tenía conocimiento de que la mujer ya era objeto de violencia. A veces, la víctima presenta más lesiones porque también hay un componente pasional. En muchos casos, después de las agresiones, el hombre le pide disculpas a la mujer y ésta olvida lo ocurrido, sin denunciar”.
CAMBIO SOCIO CULTURAL
¿Cómo se debe abordar el tema del femicidio en la sociedad chilena?
“Primero hay que generar un cambio sociocultural… un cambio a largo plazo. Es necesario descosificar a la mujer, hacerla entender, y educar a los niños, en el sentido de que somos todos de la misma categoría y que la relación que se establece entre ambos géneros son igualitarias. Lo anterior requiere de un cambio en la educación, los niños no sólo son socializados en las escuelas, también en las casas, que es el principal ente socializador. Se debe trabajar en los hogares y con las comunidades. La sociedad debe adecuarse a los nuevos tiempos”.
Respecto de la penalidad del femicidio, Carol Muena explica que antes de la tipificación del delito, en 2010, cuando un hombre asesinaba a una mujer con quien tenían un hijo en común pero no habían convivido nunca, era un homicidio simple y la pena era de cinco años. Posteriormente, con la tipificación, la pena es de 15 años para arriba. El femicidio -subraya- adquirió la misma categoría del parricidio. “La importancia de esto es que ahora se castiga el vínculo que tiene la víctima con el víctimario, porque no se está hablando de un sujeto que mata a cualquier persona, sino de una persona que formó una pareja, donde hubo cariño y confianza”.
Expresa que cuando el tribunal establece una medida de restricción “es porque consideró que efectivamente existía peligro para la vida de esa mujer. No obstante, muchas mujeres minimizan el riesgo que están corriendo y nuevamente deciden juntarse con el hombre. Es decir, no se está entendiendo el riesgo. En segundo lugar, la policía no está en condiciones de estar las 24 horas vigilando las casas. Es necesario un trabajo en conjunto con todos los actores”.
¿Cuáles son los aspectos básicos que se deben tomar en cuenta en la prevención del femicidio?
“Primero, tratar de hacer entender que ninguna forma de violencia hacia la mujer es aceptable, ni económica, ni física, ni sicológica. De ningún tipo. Segundo, no se deben justificar ni minimizar los hechos de violencia. Se debe precisar en las mujeres que el femicidio no es causado por personas enfermas, ni con problemas mentales. Por tanto, son personas normales que deciden asesinar a otra por motivos de género. Cabe destacar que no sólo la mujer puede denunciar la violencia contra ella, sino también puede hacerlo el entorno de la víctima. Ahora, el entorno puede denunciar y evitar los hechos de violencia contra la mujer y en ese marco, la policía y los tribunales de justicia se pueden acercar y están a disposición de las afectadas”.
De acuerdo con datos aportados por la PDI, los casos que se clasifican como homicidio, según el Código Penal chileno, en el periodo 2011-2013, fueron 1.627 (95 por ciento) y 82 (5 por ciento), correspondieron a casos de femicidios investigados por la institución policial. De los casos registrados en el mismo periodo, el lugar de ocurrencia de los femicidios fue al interior del domicilio de la víctima (68 por ciento); en la vía pública (11 por ciento); en otro lugar privado (2 por ciento); y en un sitio eriazo (1 por ciento).
Respecto de la relación entre víctima y víctimario en el periodo mencionado, 46 casos corresponden a convivientes; 22 al cónyuge y 14 a ex convivientes.
Osvaldo Zamorano Silva
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 801, 4 de abril, 2014)
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