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La batalla decisiva
Tras los resultados de las elecciones regionales del 16 de diciembre, en las cuales el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) consiguió veinte gobernaciones mientras que la oposición obtuvo sólo tres, el escenario político parece centrarse en la evolución de la salud del presidente Hugo Chávez y la factibilidad de su asunción para un nuevo periodo presidencial el próximo 10 de enero. La Asamblea Nacional debe resolver el vacío constitucional sobre la posible ausencia del presidente electo el día de la toma de posesión, pues no habrá nuevo vicepresidente. La elección de la junta directiva de la Asamblea Nacional para el periodo 2013 también cobra especial importancia, debido a que su presidente (seguramente repita Diosdado Cabello) podría encargarse del gobierno por un lapso. El artículo 231 de la Constitución bolivariana de 1999 establece que el presidente electo tomará posesión el 10 de enero del primer año de su periodo constitucional, mediante juramento ante la Asamblea Nacional, instancia que no podrá modificar esa fecha. Difícilmente el equipo médico autorice el viaje de Chávez, si su vida peligra.
En Venezuela es época de especulaciones y análisis, que parten de la explicación de cómo pudieron incidir en estas elecciones la victoria, primero, y luego la súbita recaída del presidente Hugo Chávez, anunciada por él mismo una semana antes de los comicios regionales. Tras los resultados, el único ganador dentro de la oposición, con veleidades presidenciales, sigue siendo Henrique Capriles, ya que su principal adversario, Pablo Pérez, perdió la gobernación de Zulia.
Pero el festival electoral no terminó: el 14 de abril de 2013 se realizarán comicios para elegir alcaldes de los 355 municipios y de los distritos especiales de todo el país para los próximos cuatro años, y a los concejos municipales respectivos. Las bases bolivarianas esperan poder designar a sus propios candidatos, mientras la oposición difícilmente pueda llegar a candidaturas de consenso en los diferentes distritos.
Desde el 7 de diciembre se suceden rumores, especulaciones, disputas interpretativas y vacilaciones, con lo que cada uno quiere sacar tajada de la incertidumbre. Opositores internos al chavismo tratan de pescar en río revuelto lo que no pueden obtener por medios democráticos, mientras la derecha latinoamericana y global sueña con un escenario que marque el fin de la tendencia ganadora de las fuerzas progresistas en el continente. Un poco más allá, las grandes transnacionales y sus socios, administradores de países “democráticos”, especulan con un nuevo Iraq y con nuevos contratos petroleros. Pero quizá sigan sin entender lo que pasa en Venezuela: por más que esté ausente, Chávez no se va, está presente, porque existe una Venezuela con un proceso de transformación en curso, eso que solemos llamar “el chavismo”.
Hugo Chávez ha sido la locomotora de esta nueva América Latina, que buscaba salidas a la gravísima crisis en que la había sumergido el neoliberalismo, y que retomó el camino de la integración entre iguales, la cooperación, la complementación, la solidaridad. Supo establecer las alianzas imprescindibles (con Lula, Kirchner, Correa, Morales, Lugo) para que hoy América Latina busque nuevas soluciones a sus viejos problemas, lejos del Consenso de Washington, las recetas del FMI y el Banco Mundial, lejos del ALCA, la dependencia y el cipayismo.
LAS INSTRUCCIONES DEL AÑO 12
La sorpresiva aparición de Chávez a primera hora del viernes 7 de diciembre después de tres semanas de absoluto silencio, obligaba a la oposición -sumida en disputas internas y divisiones- a hacer un más que decoroso papel en los comicios para gobernadores, para mantener esperanzas de presentarse con algún éxito en una elecciones presidenciales que pueden ser adelantadas. ¿Con qué proyecto, con qué candidato?
La aparición en cadena nacional, luego de tres semanas donde los cipayos -¿o sicarios?- columnistas de la prensa gráfica, radial y televisiva cartelizada se quedaron sin argumentos y parecieron plegarse al consumismo navideño haciendo mutis por el foro, demostró que la relación del presidente con el pueblo está consolidada y comprobada. Ese valor sentimental, ese afecto, es lo que la oposición no supo ni sabe sobrellevar. Chávez dejó sus instrucciones y el chavismo tiene su ruta, mientras que los dirigentes de la oposición parecen hoy más desorientados que Adán en el Día de la Madre.
Diciembre transcurría entre las preocupaciones por el campeonato de béisbol local, las gaitas navideñas (estruendosa música del Estado Zulia) y la tradicional orgía consumista decembrina, adobada con rumores de una devaluación “inminente” para 2013 (ver PF 772). Pero… llegó el comandante y mandó parar.
El discurso cayó como una bomba en los casi treinta millones de venezolanos (y mucho más allá de las fronteras). Con claridad, valor y respeto por el mismo pueblo que nuevamente le había refrendado su voto dos meses atrás, Chávez reconoció la gravedad de su cáncer y la posibilidad que por razones de salud deba retirarse de la vida política. Asimismo designó a Nicolás Maduro -vicepresidente y canciller- como su sucesor, terminando con las eventuales pugnas internas y especulaciones sobre el tema; y ordenó que en caso de cualquier imprevisto que significara la ausencia indefinida del presidente, se aplicara el procedimiento establecido en la Constitución. No hay que olvidar que el anuncio se realizó apenas días antes de las elecciones de gobernadores.
A su vez, Chávez desactivó otra campaña opositora, que planeaba convocar a un proceso constituyente para modificar la Carta Magna para que, en caso de ausencia del presidente, no fueran convocadas nuevas elecciones. El presidente dejó en claro que ante una posible ausencia fueran activados los mecanismos establecidos en la Constitución bolivariana.
Algunos analistas internacionales hablaron de vacío de poder, de una inminente insurrección, del rol que iban a jugar en adelante las fuerzas armadas (un nada sutil llamado al golpe). Pero el ministro de Defensa, almirante Diego Molero, dejó en claro la lealtad de la corporación castrense “a Chávez, a la revolución y al pueblo”. Y aseguró que durante la ausencia del mandatario “garantizaremos con nuestra propia vida la patria socialista”. Amén.
Al inicio de la campaña electoral por la presidencia, la enfermedad era el centro del debate público y la campaña del aspirante opositor, Henrique Capriles Randonsky, se basó en mostrar a un candidato joven y saludable, con capacidad para recorrer el país, frente a un candidato al borde de la muerte. Chávez -excelente comunicador- respondió con la frase “Viviremos y venceremos”, consigna que ayudó a mantener la cohesión de sus seguidores. Tras la victoria, Chávez lanzó el debate popular del “Segundo plan socialista 2013-2019”, su proyecto para el tercer mandato, con el fin de acallar los descontentos por la designación a dedo de los candidatos a gobernadores y mantener la euforia electoral ante un escenario de previsible abstención, pero también revertir un proyecto político basado en la personalidad del líder con un proceso de dirección colectiva que diera continuidad al proyecto ante una hipotética ausencia del conductor.
Obviamente, no es transferible el carisma de Chávez y las dudas de los analistas (que han proliferado como hongos después de la lluvia) se centran sobre la continuidad del movimiento ante la ausencia del caudillo. Quedan en el tintero (modernicémonos: en la memoria del computador) miles de nuevas interpretaciones y especulaciones sobre si el país entra o no en una etapa de transición (y hacia qué…). Por ahora todo está en calma. Pero, como cantaba Alí Primera, no basta rezar. Hay que seguir luchando. Como dijera Marguerite Yourcenar: hay que entrar en el futuro con los ojos bien abiertos.
EL MAPA DE GOBERNACIONES
El PSUV rescató cinco Estados que gobernaba la oposición: Carabobo, Monagas, Nueva Esparta, Táchira y Zulia, pero no pudo en Miranda, que se había convertido en el epicentro político de estas elecciones, donde el candidato derechista a la reelección -y ganador- era Henrique Capriles Radonsky.
En once Estados el partido de gobierno le dio una verdadera paliza a la oposición, en unas elecciones con una alta abstención (46%) que contrasta con el 81% de votantes el 7 de octubre pasado. El PSUV perdió en Lara y Amazonas donde Chávez había ganado, y ganó en los andinos Mérida y Táchira, donde el presidente había sido derrotado dos meses antes.
Además, la presencia de militares en los poderes estaduales se ratificó en las elecciones regionales. De las veinte entidades ganadas por el chavismo, once están en manos de uniformados no activos. Entre ellos se encuentran cuatro ex ministros de Defensa (Rangel Silva, Mata Figueroa, Ramón Carrizález y García Carneiro), un ex jefe del sistema impositivo Seniat (Vielma Mora), un ex ministro del Interior (Rodríguez Chacín), y un ex ministro de la Secretaría de la Presidencia (Francisco Rangel Gómez).
Muchos de estos militares en retiro que están en las gobernaciones participaron con Chávez en el fallido golpe de Estado de 1992, como Castro Soteldo, Francisco Ameliach y Vielma Mora, quienes también formaron parte de la Asamblea Constituyente en 1999. Luis Reyes Reyes, quien participó en la intentona golpista del 27 de noviembre de 1992, perdió en su aspiración a reelegirse en el Estado Lara. Francisco Arias Cárdenas, uno de los comandantes que participó con Chávez en el fallido golpe militar de 1992, fue gobernador del Zulia en 1995 por la Causa R (movimiento de Izquierda fundado por Alfredo Maneiro) e, incluso, perdió ante Chávez en las llamadas megaelecciones del año 2000, con el apoyo de una coalición de partidos opositores.
Tras las elecciones del domingo 16, el presidente en ejercicio, Nicolás Maduro, dijo que “el pueblo está aprobando el programa de la patria (…) Se abren las alamedas de la construcción de la patria buena”.
Indicó que la oposición tiene todas las garantías para hacer política, siempre y cuando sea en el contexto de la Constitución. Remarcó que cuando elige la vía de la conspiración “le va muy mal”, y reiteró que la revolución necesita una oposición que no sea instrumento de los empresarios y los ricos del país. “Ojalá tuviéramos una oposición verdaderamente política, con pensamiento social y respeto por el pueblo”, dijo.
LA OPOSICION
“No tenemos motivos para la duda. Hemos librado una campaña en términos muy difíciles”, afirmó el secretario de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD), Ramón Guillermo Aveledo. Dijo que el resultado de las urnas no les satisface, pero “continuamos al servicio del país, continuamos unidos como hemos estado a lo largo de esta campaña. Así seguiremos, Venezuela puede contar con nosotros”.
Sin embargo, las encuestadoras exhortaron a la oposición venezolana a revisar sus liderazgos. “La MUD no logró articularse. Creo que la oposición debe tener una lectura más matizada que la que tuvo el 7 de octubre, pues en aquel momento hicieron un análisis equivocado, al no comprender y desconocer la cultura política venezolana”, explicó Germán Campos, director de Consultores 30.11.
Oscar Schemel, presidente de Hinterlaces, indicó que la principal debilidad de la MUD es su ausencia de identidad, de visión, de propuesta. “El chavismo, por el contrario, es una comunidad emocional, una identidad de clases y una cultura política”, con “una serie de características que transcienden el hecho electoral y le proporcionan una fortaleza social, política y cultural superiores a la oposición”, concluyó.
TODO EN ORDEN
Lo cierto es que en las filas chavistas (con grandes manifestaciones de apoyo al mandatario en todo el país) no ha habido conatos de huida o deserción ni de peleas por la sucesión: al menos no trascendieron públicamente, pese a las diferentes tonalidades e intereses de la dirigencia cívico-militar bolivariana. Lo que debe llamar la atención del mundo entero es que todo ha ocurrido en orden, quizá porque la noticia esta vez tomó desprevenida a la oposición no democrática.
También es cierto que desde el Caracazo de 1989 hasta la resistencia popular al golpe de Estado y el paro empresarial y sabotaje petrolero (2002-2003), el pueblo ha actuado con o sin dirigencia. El 13 de abril de 2002 fue el pueblo, lanzado a la calle, el que rescató la democracia y reclamó la restitución del presidente constitucional. Como dice Roberto Hernández Montoya, presidente del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), sin la intervención de vanguardias iluminadas, arrogantes y autoproclamadas.
Hemos insistido en el hecho de que en Venezuela el único que hace política es Chávez. En octubre pasado quince millones de venezolanos votaron por Chávez, dos millones más a favor que los que sufragaron en contra. Y una de las consecuencias del (llamémoslo así) paso al costado momentáneo del presidente, es que el país se queda sin política.
El oficialismo y la oposición comparten la ausencia de un proyecto claro para la eventual etapa poschavista. Lo más probable es que un Chávez ausente siga protagonizando la política en la Venezuela de los próximos años, porque unos intentarán mostrarse como los “verdaderos herederos” y los otros basarán, seguramente, su mensaje en el antichavismo revanchista. Hay quien especula en escenarios de despolarización, nuevas alianzas… Por ahora, sólo política-ficción.
Recuerda la socióloga Maryclén Stelling que es a partir de 2001 cuando se consolida la propuesta política de Chávez y también cuando se inicia el fin de la luna de miel con los oportunistas. Medidas como las leyes habilitantes y el decreto con fuerza de ley orgánica de Hidrocarburos marcan la ruptura política definitiva. Y legitiman, en ciertos sectores de oposición, prácticas que expresan la creencia en la eliminación física de Chávez como única vía posible.
Entre 2002 y 2003 se produce “la reacción del viejo orden” y la oposición transita rutas no democráticas -golpe de abril, huelga, paro y sabotaje petrolero- en la intención de suprimir al adversario: Chávez y su proyecto. Ante las sucesivas derrotas, se producen los primeros casos de impudicia y desnudez política en el país, señala Stelling. Derrotada en sus intentos de vencer, incluida la vía electoral, invoca la irracionalidad y fuerzas sobrenaturales. Derrotada también en el terreno mágico-religioso, apuesta, amparada en sentimientos inexpresables, a la salud de Hugo Chávez, señala Stelling.
Sin duda, el cambio de ministro de Información ha sido positivo y la ciudadanía fue oportunamente informada de la evolución del postoperatorio. Un cambio importante, ya que ahora el gobierno cuenta con la credibilidad y la profesionalidad de Ernesto Villegas, hijo de un líder sindical comunista.
¡COMO CUESTA PRONUNCIAR “TRANSICION”!
La etapa de transición venía siendo discutida desde que se manifestó el cáncer. Por eso Chávez primero decidió anular la designación de Maduro y Cabello como candidatos a las gobernaciones de Carabobo y Monagas. Así mantenía al primero en la Cancillería, a un paso de la vicepresidencia, y al segundo en la presidencia de la Asamblea Nacional. Esa es la línea sucesorial. A la vez, ubicaba al entonces vicepresidente Elías Jaua como candidato a la gobernación de Miranda, con la tarea de eliminar políticamente a Henrique Capriles Radonsky en su propio reducto, tarea que no tuvo el éxito esperado.
Si bien la transición estaba en discusión, la decisión venía demorada al menos públicamente, ya que debía prepararse a la dirigencia y al público para aceptar el nombramiento de un sucesor y, simultáneamente, tratar de mantener unificado al PSUV y a las Fuerzas Armadas.
La nominación de Nicolás Maduro como sucesor se ha explicado por el hecho de que es fiel y leal a Chávez y ejecutor de sus directivas, e incluso por ser quien pudiera dar continuidad al proyecto chavista. Pero no se trata de una decisión ideológica, sino que es considerado como la persona que en esta nueva etapa de transición puede actuar como bisagra entre las distintas vertientes de la fuerza bolivariana, en la búsqueda de los consensos necesarios.
Dentro de la dirigencia del chavismo hay distintas posiciones e intereses. Una de ellas, la representa el hoy presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, con poder en el PSUV y gran ascendencia dentro de las Fuerzas Armadas y el poder económico. Otra ala es la que encabeza el ex vicepresidente Elías Jaua, sin tanto apoyo en la corporación castrense, mientras el ministro de Energía, Rafael Ramírez, también pareciera integrar la “pequeña mesa” de decisiones.
Hugo Chávez decía: “Sólo he echado las bases del socialismo y quiero construir el edificio”. Para eso está allí, presente y en lucha, el pueblo bolivariano.
Aram Aharonian
En Caracas
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 773, 21 de diciembre, 2012)
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