Punto Final,Nº 843 – Desde el 17 de diciembre de 2015 al 6 de enero de 2016.
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Ay, qué susto

 

-Ay, qué susto, asaltaron al marido de la Bernardita y el otro día entraron a robar a la casa de los Puga. La inseguridad está disparada, creo que nos tendremos que ir a otro país.
Todo esto me lo dijo el otro día una sobrina, chateando desde Santiago. La pobre estaba histérica.
-Pero niña, ¿a qué otro país más seguro que Chile se piensan ir?
-Estamos pensado en Costa Rica. Parece que es un lugar muy tranquilo y con un clima muy agradable. Y además, a Joaquín le conviene porque allí hay una sucursal de su empresa, ya sabes.
-Mi niña preciosa -le digo- pero fíjate que Costa Rica es cinco veces más peligrosa que Chile, tiene muchos más homicidios. Según señala el Programas de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), Chile tiene una tasa de dos homicidios por cada cien mil habitantes y Costa Rica tiene 10,3.
Ante estos números, mi sobrina, espantada, cortó la comunicación.
Pobrecita, está aterrada con los robos y los asaltos. ¿Se han fijado que en las encuestas dicen que el problema que más preocupa a la gente en el mundo entero es el de la inseguridad? Lo mismo en Chile, que en México, que en Italia. Y es por lo menos extraño que en países tan diferentes haya una preocupación igual. Yo concuerdo en que en México hay bastante inseguridad, y eso justifica que la gente esté algo preocupada. Pero que en Chile tengan miedo me parece raro.

ESTUDIOS SOBRE INSEGURIDAD
Los estudios sobre inseguridad, que hay muchos en diferentes países, se dividen en dos aspectos bien claros: el primero es la inseguridad propiamente tal, que se puede medir haciendo un recuento estadístico de los delitos en relación con la población. Generalmente se mide por la cantidad de homicidios porque todos éstos se denuncian, en cambio otros delitos no. Pero siempre la cantidad de robos y asaltos tiene relación con la cantidad de homicidios, por eso las Naciones Unidas han adoptado este indicador. El segundo aspecto es la percepción de la inseguridad, que es un asunto puramente subjetivo y que a menudo no se basa en la realidad.
Por ejemplo, en un trabajo de Loreley Friedman realizado en la cátedra de criminología de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, se dice que desde 1993 “empezamos a observar sistemáticamente el problema de esta percepción de inseguridad. (…) los estudios fueron hechos comparando las cifras estadísticas con la publicidad dada al fenómeno delictivo en los años 1987 y 1997. En esa década bajó la pobreza y mejoró la situación de muchas personas. Actualmente hay mucha mayor cantidad y oportunidades de robos. Por ejemplo, muchas más sucursales de bancos, supermercados, farmacias, taxis, autos. Casas más aisladas, mayores aglomeraciones. Pese a esto hay menos robos y asaltos. Pero desde 1992 adelante los medios de comunicación (diarios, radios, televisión) se han encargado de difundir permanentemente historias, noticias e imágenes alarmistas. Se destacan en especial el diario El Mercurio y La Tercera”.(1)
Hay muchos otros análisis de académicos y periodistas sobre este tema, pero ¿sirven para algo? Claro que no, porque la gracia sería que la gente los leyera y se los creyera, y lo que cree la mayoría de las personas es lo que sale en la televisión. La televisión tiene millones de televidentes, los diarios -los pocos que hay- los leen unos cuantos miles y las revistas políticas, menos todavía.

INFLUENCIA DE LA TV
La televisión es la que forma a la opinión pública y no sólo la deforma políticamente, sino que la rebaja culturalmente, porque sus dueños -que son los dueños del mundo- saben que un pueblo despolitizado e inculto es más fácil de manejar.
Los gringos son bastante limitados, pero en materia de comunicaciones se las saben todas. Hace muchos años que se dieron cuenta que el control de los medios masivos de comunicación permitía manejar a la opinión pública. Descubrieron que lo más importante es la televisión y que la imagen que se da en la tele es la que se queda definitivamente en la retina y en el subconsciente del espectador. También vieron que jugar con el miedo es bastante fácil, porque no hay cosa más contagiosa que el miedo. Basta que en una conversación alguien se ponga a hablar de fantasmas, para que cada uno sienta que hay uno a su espalda.
Por eso los momios -que en eso les han aprendido a los yanquis- estimulan y provocan la percepción de la inseguridad de todas las maneras posibles. Alguien asalta a un señor en el barrio alto y se produce un escándalo nacional, el asalto se amplifica, se agiganta, se multiplica hasta que constituye la preocupación de todos.
Con razón en un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) para 2013-2014, se destaca que Chile, pese a ser el país con la más baja tasa de homicidios de la región (dos homicidios por cada cien mil habitantes) y niveles muy bajos de victimización por robo, tiene una percepción de inseguridad mayor que la de Honduras, el país con peores índices delictuales de América Latina. “Honduras y Chile ilustran la diferencia entre inseguridad percibida y real”, señala el informe. Honduras tiene una tasa de homicidios de 86,5 por cien mil habitantes, pero los niveles de percepción están en la media regional: ocho de cada diez ciudadanos se sienten seguros en sus barrios. En contraste, en Chile la percepción de inseguridad es mayor que en el país centroamericano. Sólo siete de cada diez ciudadanos se sienten seguros en su barrio. En todo caso, el Informe de Desarrollo Humano Regional muestra que en casi todos los casos analizados es mayor la percepción de inseguridad que la victimización real.(2)

CHILE, PAIS SEGURO
¿Se dan cuenta cómo es el asunto? No soy yo la que lo dice, es el Pnud y las estadísticas internacionales.
Aquí se podría hablar de muchas cosas, por ejemplo preguntarse ¿qué afecta más la seguridad de tu salud, no poder comprar un remedio y que no te atiendan a tiempo es un hospital, o que te roben el teléfono celular en el Metro? ¿Qué es peor para tu seguridad económica, que venga un muchacho en la calle, te muestre un cortaplumas mohoso y te diga “Dame todo lo que traes” (que es bien poco, por cierto) o que venga tu jefe y te diga “Te voy a tener que rebajar un tercio el sueldo porque la empresa no anda bien. Lo tomas o lo dejas?”.
Desde luego, en todas partes se cometen delitos, pero no en todas partes se coluden las farmacias para cobrar carísimo por un antibiótico, ni se ponen de acuerdo unos señores que presumen de ser muy aristócratas, para subir el precio del papel de wáter. Yo lo encuentro del peor gusto, la verdad. Quizás sería mejor que no compráramos más ese papel y usáramos El Mercurio para los fines que realmente le cuadran, si no fuera porque se pueden tapar las cañerías.
En fin, que por el lado de los abusos, robos y atracos policiales, empresariales y de las autoridades, habría mucho que hablar. Pero me han dicho que lo bueno, si breve, dos veces bueno, así que voy acortando.
Lo que hay que entender en este caso es que la percepción absolutamente exagerada de la inseguridad no es espontánea, no nace sola. Está deliberadamente creada, inventada, exagerada y promocionada por los medios masivos de comunicación. Y lo interesante -casi divertido- es que es igual en todas partes. ¿Por qué? Porque los poderes fácticos, los que manejan la economía, la prensa y la televisión, descubrieron que era algo muy conveniente para sus intereses y lo aplican igual en todas partes. ¿Para qué? Pues lo ha dicho Michel Foucault en forma tan breve y exacta, que más claro, echarle agua: “La delincuencia tiene una cierta utilidad económica y política en las sociedades que conocemos. La utilidad mencionada podemos revelarla fácilmente: cuantos más delincuentes existan, más crímenes existirán; cuantos más crímenes haya, más miedo tendrá la población y cuanto más miedo haya, más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial. La existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones de aceptabilidad de ese sistema de control, lo que explica por qué en los periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mudo sin excepción, se concede tanto espacio a la criminalidad como si se tratase de una novedad en cada nuevo día”.(3)
Entonces, amigos, convénzanse de que Chile es un país muy seguro. No le crean a El Mercurio, que todos sabemos que miente, ni a la tele ni a La Tercera ni a nadie, porque todos son iguales. Escuchen a ese genio que fue Foucault, lean las estadísticas internacionales -que no muerden- y verán que tengo razón.

Margarita Labarca

(1) Friedman, Loreley: “Percepción de inseguridad por temor a la delincuencia”, Copenhague, noviembre 2006.
(2) Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, “Seguridad Ciudadana con rostro humano: diagnóstico y propuestas para América Latina 2013-2014”.
(3) Foucault, Michel: Las redes del poder.

 

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 843, 18 de diciembre, 2015)


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