Punto Final, Nº835 – Desde el 21 de agosto al 3 de septiembre de 2015.
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Argentina

Todo cambia, nada cambia



Atilio A. Boron analiza la política argentina.

 

En agosto de 2011 se instauraron en Argentina las Primarias Abiertas Si-mul-táneas y Obligatorias (PASO), y Cristina Fernández de Kirchner, contra algunos pronósticos, obtuvo el 50% de los votos. En ese año los principales diarios de circulación nacional, como La Nación y Clarín, ya hablaban de “fin de ciclo”, para referirse al término del gobierno de los Kirchner. Sin embargo, con la oposición atomizada en muchos candidatos presidenciales y múltiples listas parlamentarias fue imposible que esos pronósticos se plasmaran en la realidad electoral, que terminó por coronar en octubre de ese mismo año a Cristina en su segundo mandato y en primera vuelta.
Cuatro años más tarde, esa realidad electoral es distinta gracias al bloque Cambiemos, formado por el nuevo partido de derecha surgido después de la crisis de 2001: el PRO, y su líder, el ex jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en dos mandatos, Mauricio Macri. Cambiemos, además del PRO, está formado por la Unión Cívica Radical (UCR) y la Coalición Cívica (CC). En las PASO de este 9 de agosto obtuvo el 30% de los votos: Macri (24,2%), Sanz, de la UCR (3,5%) y Lilita Carrió, de la CC (2,3%). Es primera vez que el bloque oficialista, Frente para la Victoria (FPV), se ve amenazado, pese a que su único candidato, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, alcanzó el 38,4% de los votos. Y si bien logró una buena diferencia, no constituye nada seguro para la elección de octubre. El tercero en disputa es el ex ministro de Cristina Fernández proveniente de la Ucedé y actual diputado nacional, Sergio Massa (14%), que en alianza con el ex gobernador de Córdoba, el peronista José Manuel de la Sota (6%), obtuvo 20%.
Con la oposición en torno al 50% de los votos, algunos analistas, entre los que se cuenta el politólogo y sociólogo Atilio A. Boron, comenzaron a darle chances al bloque encabezado por Macri. Pero, claro, no es tan simple: se trata de un panorama más complejo, de un sistema de partidos políticos que ha cambiado desde 2001, de un cambio en la ecuación del kirchnerismo versus el peronismo, de un desgaste en el poder.

ADIOS A CRISTINA
¿Cómo quedó el panorama político después de las PASO del 9 de agosto?
“Las PASO sirvieron para demostrar, en primer lugar, que el periodo que se abre, llámese post-cristinismo, será un periodo donde difícilmente se reeditará esa amplia mayoría electoral que tuvo Cristina, porque en general lo ocurrido con el candidato del Frenta para la Victoria si bien fue importante, estuvo por debajo de diez puntos de lo obtenido por Cristina hace cuatro años. Y esto refleja desgaste de una gestión de gobierno y contradicciones en el seno del FPV muy marcadas. Sabemos que Scioli no era el candidato preferido de Cristina. Fue una especie de plan B ante la inexistencia de otro candidato que pudiera garantizar la continuidad de este proceso; por otra parte, Scioli tampoco es un candidato muy atractivo para el electorado, es más bien un candidato con perfil bastante apático, que no despierta grandes entusiasmos. Todos estos factores hicieron que su performance en las PASO no fuera tan buena.
Por otro lado, está emergiendo algo en Argentina que hacía mucho tiempo no teníamos: un partido de derecha que no cayó en las anteriores tentaciones de los partidos de derecha, que terminaron, primero, haciendo una alianza con el peronismo y, luego, deglutidos por el peronismo. Caso concreto: la Unión del Centro Democrático (Ucedé) de Alvaro Alsogaray, que llegó a tener un aparato político bastante poderoso. Sin embargo, a partir de su alianza con el Partido Justicialista (PJ) terminó absorbido totalmente. El PRO de Mauricio Macri se ha mantenido en una postura independiente del PJ de manera casi dogmática, lo que puede ser una actitud redituable; tanto así, que se ha transformado en la segunda fuerza política, cosa que me parece un dato significativo que no se puede dejar de valorar.
De manera que ahí tenés a un oficialismo que triunfó con algunas dudas y una derecha que parece encaminada a constituirse en alternativa de recambio, una experiencia política que va por una línea muy clara con alianzas con partidos residuales, como el radicalismo. Y digo residuales porque el radicalismo ha dejado de ser un gran partido nacional”.
El kirchnerismo y el PRO surgen de la crisis de 2001. Miguel Bonasso en el libro “El mal” rememora una cena de 2001 donde estaban Néstor, Cristina, él y su mujer y todos se lamentaban por los hechos acontecidos, menos Cristina, que creía que esa crisis era una oportunidad.
“El kirchnerismo es hijo de la crisis de 2001, no se entiende sin los treinta y tres muertos, el ‘que se vayan todos’, la caída de la convertibilidad, el derrumbe del sistema de partidos, de los cuales el único que sobrevivió, aunque muy dañado, fue el PJ que sobrevive básicamente como una confederación de partidos peronistas provinciales más que como un partido orgánico con un proyecto nacional.
Por otra parte, durante cincuenta años Argentina tuvo un sistema bipartidista: el peronismo y los radicales, que desaparecieron prácticamente. Pero en una época eran el contrapeso al peronismo; hoy si te fijás, es el socio menor del PRO. Después de la crisis quedó un campo raso que fue ocupado por el kirchnerismo y otro poco por el PJ. En este contexto se abrió un terreno para un nuevo partido de derecha, de gente que no venía de la política, financiada y sostenida por la derecha internacional”.

KIRCHNERISMO Y PERONISMO
Me gustaría que ahondara en esta relación o convivencia entre el kirchnerismo y el peronismo.
“Hay sospechas de que esta ecuación entre kirchnerismo y peronismo clásico, en estos momentos se estaría revirtiendo. No olvidemos que el kirchnerismo es parte fundamental del peronismo. Pero se ha ido diferenciando al interior del PJ como una corriente muy fuerte. La idea que mucha gente abriga de que el peronismo es una cosa y el kirchnerismo es otra, no tiene mayor fundamento. En realidad el kirchnerismo es el peronismo a la salida de la crisis de la convertibilidad y el desastre de esa experiencia. Pero con Néstor Kirchner muerto y Cristina como jefa del movimiento, que si bien tiene los atributos de mando presidencial, está viendo menguados sus dotes para controlar la tropa, con lo cual no sería raro pensar que en este nuevo equilibrio haya una oscilación hacia el campo del PJ y una menor gravitación de los elementos característicos del kirchnerismo. Eso ya se está viendo en la conducta de Scioli, porque siempre fue una figura marginal dentro del kirchnerismo y porque con el kirchnerismo solo, no se gana esta elección. Para tener alguna chance de acercarse al poder, a través de Scioli, se requiere el apoyo del Partido Justicialista. Ese apoyo está diluido porque ha ido a parar al sciolismo pero también, en medida nada despreciable, hacia la candidatura de Sergio Massa”.
Algunos analistas dijeron que el 38,4% era el techo de Scioli, que pese a haber ganado la iba a tener difícil en octubre, pero por tus palabras, el techo de Scioli no es del 38,4%, porque podría crecer hacia esa confederación de partidos peronistas provinciales; por ejemplo, hacia Córdoba, donde el ex gobernador De la Sota obtuvo 6%, o hacia San Luis, donde otro ex gobernador peronista obtuvo 2%.
“Creo que los electorados de Macri, Massa y Scioli no responden a ellos, cosa que es muy saludable. Los electores no son arriados como rebaño por ningún líder político, por más que el líder tenga una aprobación como Cristina, que ronda el 50%, según algunas mediciones. Ahora lo que yo me temo es que, si la gente siente que es necesario acabar con cualquier rastro kirchnerista y decide votar por Macri, una parte importante del electorado que votó por Massa va a votar por Macri. Ante eso, la estrategia de Scioli va a ser acercarse a la base social del massismo con un lenguaje y una invocación claramente peronista y no kirchnerista, porque esos son sectores muy refractarios al kirchnerismo. Y si es así, puede lograr los cinco o seis puntos que le hacen falta para llegar al 45%, en cuyo caso tendría resuelta la elección, pero es una cuesta arriba muy difícil”.

NADA CAMBIA
¿Es decir que el electorado a disputar es el de Sergio Massa?
“Sí, porque el electorado de Macri es un electorado duro de derecha, que puede tener algunos sectores medio peronistas, pero sin duda el electorado a conquistar es el de Massa, que es de origen peronista”.
Desde las elecciones parlamentarias de 2013 algunos analistas vienen hablando de post kirchnerismo: Sergio Massa encarnaría ese momento histórico. Una vez que rompió con el kirchnerismo y presentó su propia candidatura presidencial esa posibilidad se abortó. Hoy, ¿Daniel Scioli es la figura que encarnaría el post-kirchnerismo?
“Cuando escucho hablar de post-kirchnerismo, poca gente me explica qué quiere decir con eso: ¿que Argentina abandonará algunas de las políticas más distintivas de los gobiernos de Cristina Fernández, o sea que se acaba la asignación universal por hijo, que a la gente que se integró al régimen jubilatorio la van a echar? Es muy difícil que eso pase. Lo que sí creo que puede haber de post-kirchnerismo es en cuanto al estilo de la gestión política: hoy hay un estilo muy personal de gobernar. Creo que si Scioli gana, habrá un cambio de estilo, pero dudo que se produzca un cambio sustancial; es más, cuando se ve el cambio de discurso de Macri, es evidente que se dio cuenta de que tampoco va a poder hacer algo muy diferente de lo que viene haciendo Cristina. ¿Qué va a hacer: privatizar de nuevo los ferrocarriles o los fondos de pensiones?
Hay que tener cuidado cuando se habla de post-kirchnerismo o post-menemismo, porque buena parte del menemismo está sentado hoy en el Parlamento. Yo creo que hay una cierta manía de cerrar periodos históricos de manera muy tajante, cuando la realidad indica más elementos de continuidad que de ruptura”.
¿Eso quiere decir que en materia económica también habrá más continuidad que ruptura?
“No habrá ninguna ‘terapia de shock’ ni cambio muy brusco en la política económica, sino una corrección gradual de las principales variables. No olvidemos que hay una crisis del capitalismo que ha afectado de distinta manera a las economías. No olvidemos que se ha instalado una tendencia declinante muy fuerte en el precio de los commodities, de manera tal que la posibilidad de que haya un ‘ajustazo’ es muy baja, y quien lo intente se encontraría con una población que ha aprendido a defenderse y que no sería fácil implementar una política de ese tipo. Argentina es un país que tiene una capacidad muy fuerte de respuesta de su población ante este tipo de políticas, a diferencia de lo que pasa, por ejemplo, en Brasil, donde Dilma ya aplicó una reducción del 15% en el presupuesto educativo. Acá cuando López Murphy intentó hacer lo mismo duró dos semanas.
Por otra parte, si uno mira las economías de la región, Argentina tiene un problema crónico de inflación, pero en lo macroeconómico tuvo un desempeño razonablemente bueno hasta los últimos dos o tres años, y aún hoy no está cayendo como la economía de Brasil. El gobierno que venga tendrá que hacer algunas correcciones, obviamente. Entre ellas, avanzar hacia la nacionalización de su comercio exterior para establecer un control del flujo de divisas en las exportaciones, porque no puede ser que eso lo manejen diez conglomerados agropecuarios o mineros; y también, desde luego, avanzar hacia una reforma tributaria radical”.

LA IZQUIERDA
Por último, la Izquierda o el trotskismo también tuvieron sus primarias y no les fue nada mal (3,3%). Se enfrentaron dos generaciones muy distintas: el histórico Jorge Altamira y un joven Nicolás del Caño, ganando este último.
“Altamira, que es candidato presidencial desde 1983, se empecinó en ser otra vez candidato, negándose a un debate serio con un candidato mucho más atractivo y más joven, Nicolás del Caño, que le propuso un acuerdo. La soberbia proverbial de Altamira lo llevó a rechazar. Pero por otro lado me parece promisoria esta renovación de los grandes referentes de la Izquierda argentina, una Izquierda trotskista pero que con Del Caño tiene alguna oportunidad de comprender la problemática del imperialismo y de los movimientos emancipatorios de la región, como el chavismo, como Evo Morales, que son procesos que deberían ser acompañados por toda la Izquierda latinoamericana”.

Gonzalo León
En Buenos Aires

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 835, 21 de agosto, 2015)

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