Claudia Valdés, más conocida como Moyenei o Chorne, tiene
estilo afro y es líder del grupo. Se encarga de escribir letras,
y de retomar a Violeta Parra y a Gonzalo Rojas para instalarlos en un
discurso que rescata la memoria, la intuición y el sentimiento.
También canta y hace la percusión. Respecto de sus influencias
afro, dice: "El papá de mi abuela fue hijo de un zambo del
valle del Elqui. Es fuerte la sangre negra, porque mi hijo, que pertenece
a la quinta generación, también es mulatito". Para
ella, es clara la condición mestiza de los chilenos: "Somos
una fusión de español, árabe, latino, chino, negro,
de todo. La cueca está en un ritmo de 6 por 8, el mismo que se
encuentra en músicas árabes, africanas y gitanas, el mismo
de la rumba y el flamenco". Y agrega: "En nuestro grupo, las
influencias de rap, hip-hop, blue, rythmym blues, funk y acid jazz están
pasadas por un filtro latinoamericano".
Las integrantes de Mamma Soul ponen en primer plano lo femenino, y lo
defienden. Durante sus tres años de vida se han mantenido como
grupo exclusivamente de mujeres. Tres son madres. Su disco "Fe"
tiene en portada un dibujo que representa una multicolor lucha entre espermios
por entrar en un óvulo. Ellas tienen una visión propia del
feminismo actual: "En una primera etapa, el feminismo dio una muy
buena lucha por la igualdad de los seres humanos femeninos y masculinos,
pero siento que se ha ido desvinculando de su origen y se ha vuelto separatista.
No somos militantes del feminismo, pero compartimos el principio de una
lucha por igualdad de condiciones", señala Michelle Espinoza,
guitarrista y voz.
Por su parte, Gabriela Ahumada, también voz y tecladista, se refiere
a las posibilidades y desafíos de la mujer joven en Chile, a partir
de sus experiencias. "Como mujer y música una tiene que fabricarse
las posibilidades con mucha dificultad. Hay que traspasar barreras y adversidades.
No tenemos ley de divorcio, así que las mujeres separadas somos
adúlteras y vivimos en un absurdo. Tampoco tenemos derecho al aborto.
Esas luchas las estamos dando en este grupo, a la vez que nos apoyamos
entre todas".
Misti-K (o Mística) Vásquez es "MC" (master of
ceremony), que en el mundo rapero significa llevar la batuta en canto
y letra a la hora de presentarse. Dice con ironía que cuando llegan
los políticos a las poblaciones prometen nuevas posibilidades para
las mujeres jóvenes, "pero la verdad no es así y, como
mujer, una se tiene que fabricar a sí misma, para lo cual hay que
tener hartos cojones". Y añade: "Si nos pusiéramos
a contar la cantidad de amigas que se han quedado como dueñas de
casa o sometidas, no acabaríamos nunca. Lo triste es que no pudieron
hacer lo que querían con sus vidas", manifiesta con tono serio
esta ex participante del colectivo "Reacción Rebelde"
y del grupo "Enigma Oculto".
Moyenei relata su vivencia de madre joven: "Cuando recién
eres madre estás feliz con la vida de tu hijo, pero también
existe una vida profesional por delante. La profesión de música
es muy mal mirada y se gana poco. En nuestro grupo, tres somos mamás
solteras y paramos la olla. O sea, somos macho y hembra en esta sociedad,
y en eso la igualdad no existe. En los trabajos, aunque hagamos el doble,
nos pagan menos por ser mujeres. Cuando nuestros hijos son guagüitas
tenemos que lavar pañales, darles teta, limpiarles el culo, enseñarles
valores, enseñarles a hablar y a hacer monitos, cocinar, comprar
gas, hacer aseo, tender camas y trabajar haciendo música. Es decir,
tenemos que tener ocho brazos".
Gabriela Ahumada la apoya: "Además, como músicas, nosotras
no tenemos derechos laborales. No tenemos isapre, seguro de cesantía,
ni un montón de cosas que hacen de esto algo aún más
difícil". Michelle, alhajada con unos grandes aros, acota:
"Ni Dios lo quiera que tengamos una enfermedad, porque no hay nadie
que nos ayude para comer. Ahora somos jóvenes, estamos bien y tenemos
buena salud. Pero qué va a pasar cuando tengamos 50 años".
¿Por dónde creen ustedes que van las luchas de las mujeres
jóvenes en Chile?
Moyenei: "Ese es un tema importante y profundo. Nacimos, justamente
para construir un espacio que no existía en el campo de la música.
En un momento me pregunté por qué en Chile no existían
grandes mujeres pianistas, bateristas, directoras de orquesta o arregladoras.
La respuesta, simplemente, es que nosotras, como género femenino,
no habíamos tenido el tesón necesario y no habíamos
luchado por conseguir eso. Humildemente, Mamma Soul quería ser
parte del principio de una cadena mucho mayor. Fue bueno que después
de nosotras hayan empezado a aparecer grupos de niñas de 10 a 12
años que dijeron, ¡si ellas pudieron, nosotras también
podemos!".
Michelle: "¡Claro! Y de hecho, comenzaron a armar bandas. No
es que la música sea machista, pero circunstancialmente en Chile
ha habido más hombres que mujeres en esto. Ahora se han empezado
a formar grupos musicales y de teatro con niñas contagiadas por
este 'se puede hacer'. Porque no es un problema de capacidad de las mujeres,
es un problema de creérselas".
Natalie Santibáñez: "El problema de no creérsela
marca la personalidad chilena. Tiene mucho que ver con una falta de identificación,
y con el hecho que en el colegio nos enseñan a no sobresalir, a
pasar piola".
Mamma Soul ensaya en un galpón en el barrio Bellavista. La salita
que las acoge está adornada con variados posters, entre los que
se distinguen la cantante Lauryn Hill, Bob Marley y aquel poster típico
de la mujer guerrillera salvadoreña con el fusil al hombro y la
guagua colgando del pecho.
OSCUROS AÑOS VERDES
Es insoslayable preguntarles por sus recuerdos de la dictadura. Misti-K
y Moyenei comienzan a rapear a dúo una canción que habla
de ese período: "Somos los hijos de los que fueron asesinados.
En nuestro pecho la herida sigue sangrando, no voy a perdonar. No voy
a olvidar, sólo quiero justicia, sólo quiero la verdad".
Cantan con suave voz y moviéndose con cadencia antes de responder.
Gabriela: "Somos una generación que vio sufrir a nuestros
hermanos, a nuestros primos. Yo viví el dolor a través de
mis padres. Vi a mi padre irse en un viaje extraño y desde niña
escuché hablar de Pinochet con mucho odio y dolor. Viví
y sentí el miedo, me crié con él. Nací un
11 de septiembre del 72, así que las fechas me siguen como un karma.
Para mí, lo más fuerte fue vivir el secuestro de mis profesores
José Manuel Parada y Manuel Guerrero. Ellos fueron mi marca mayor".
Moyenei: "Yo tengo un recuerdo ambiguo de lo que fue la dictadura,
ahora tengo 23 años. Me acuerdo de gente de la que aprendí
la palabra 'unidad'. Y el significado de las palabras 'lealtad' y 'compañero'.
Personas que trabajaban ocho horas diarias y que al final de su trabajo
se iban a su respectivo regional, su comunal o su núcleo. En mi
caso, mi mamá y mi papá eran trabajadores súper heavy
del Partido Socialista. Trabajaban doce horas diarias y casi no los veía".
Y prosigue, con la memoria a cuestas: "De repente me tocó
el dolor de no ver regresar a mi papá. Me dijo: '¡vamos a
tirar unas plantillas y nos juntamos a las cuatro!' Fueron las ocho, las
diez. Y vinieron a avisar que lo habían asesinado. Después
de un mes todavía no podía creer que mi papá estaba
muerto. Soñaba que estaba vivo. El era constructor civil, pero
se daba su tiempo para la gente. Me pasaba en las poblaciones con él,
y le doy las gracias por conocer eso. Los recuerdos de ese tiempo son
ambiguos, porque conocí el lado romántico de la lucha y
también viví el dolor de perder a la persona que más
amaba en el mundo".
Misti-K también entra al debate: "Yo tengo 22 años,
y a mí no me gusta hablar del tema. Nosotras somos como un libro
viejo que en cada hoja tiene un recuerdo y a veces hay cosas que son muy
dolorosas. Me acuerdo cuando yo y mi prima veníamos del consultorio
con una caja de leche, nos bajamos de la micro y los milicos nos pararon
y nos toquetearon. Nos hicieron cagar la leche con los fusiles. En otra
ocasión a mi mamá le mataron a su mejor amiga. Y así,
puras calamidades".
Michelle: "Somos hijas de asesinados, directa o indirectamente. Nos
sentimos representadas por la Moyenei. A todos nuestros padres y familiares
los mataron también un poco, y siento que ha costado mucho que
cada persona se crea una persona digna. Todavía tenemos miedo a
algunas autoridades y a los militares. Con los carabineros recién
se nos está acabando el miedo. Nos ha costado 'ene' sacar esta
costra de la herida. Las generaciones quinceañeras pueden llevar
adelante los grandes cambios. Nosotras todavía estamos medio atontadas
con este cuento"
LUIS KLENER HERNANDEZ
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