Cara a cara con el Guatón Romo

¿Qué ocurre cuando una persona torturada se enfrenta al que la torturó?
Por este trance están pasando muchos sobrevivientes de los centros de detención de la dictadura en el marco de la reactivación de alrededor de 1.300 causas judiciales por violaciones a los derechos humanos. Una veintena de ex agentes están siendo requeridos. Entre ellos, conocidos torturadores como el oficial de ejército Miguel Krassnoff Marthenko, el suboficial Basclay Zapata (alias "El Troglo") y Osvaldo Romo (alias "Guatón" Romo), de la Dina; Miguel Estay Reyno (el "Fanta"), Otto Trujillo, Luis Campos Poblete, Ramón Cáceres Jorquera, César Palma Ramírez, del Comando Conjunto, y Edgar Ceballos y Franklin Bello, de la Academia de Guerra Aérea (AGA).

 

ALEJANDRA Holzapfel Picarte: enfrentó a su torturador, Osvaldo Romo, que se orinó en los pantalones.
   
"A mí me están llamando como testigo de siete u ocho juzgados. Y aunque no nos guste volver atrás, tenemos la obligación moral con los que murieron de presentarnos a declarar", dice la productora Alejandra Holzapfel Picarte, ex militante del MIR. Estuvo detenida entre 1974 y 1975, cuando tenía 19 años, en Villa Grimaldi, la "Venda Sexy", Cuatro Alamos y Tres Alamos. Fue secuestrada, cruelmente maltratada y violada por el "Guatón" Romo, un aberrante y temido torturador. Sobrevivió a los peores tormentos y vejámenes. Y 27 años después de esa experiencia traumática, en el proceso por centenares de militantes del MIR detenidos desaparecidos y ejecutados, debió enfrentar a Osvaldo Romo en un careo por el desaparecimiento de Luis Dagoberto San Martín, estudiante de Agronomía de la Universidad de Chile, militante del MIR detenido en la misma época que ella.
Pero todo fue distinto en este nuevo enfrentamiento. Aquella estudiante universitaria de 19 años llegó al careo en el 8º Juzgado del Crimen transformada en una mujer íntegra. Alejandra no vivió en vano un largo proceso de recuperación sicológica, emocional y afectiva con el desafío de reconstruir su vida con amor, entusiasmo y confianza en sus ideales. En la contraparte, el arrogante y demencial verdugo de ayer llegó a la cita judicial convertido en un guiñapo.
"Lo vi como un harapo humano, anda con muletas, está enfermo siquiátrica y físicamente. Sentí que está mal, que es un tipo solo, amargado y que seguramente todo el daño que nos hizo no lo deja vivir tranquilo. Creo que gran parte de sus enfermedades y dolores se deben a eso. En cambio, una sufrió, ha tenido que recuperarse y hacerse fuerte para que ese daño no nos siga haciendo mal. Pienso que, en parte, he tenido esa fuerza porque no delaté a nadie. No condeno a los que hablaron, simplemente creo que los que callamos nos sentimos más contentos con nosotros mismos. Yo estaba convencida de que había que luchar, por eso me la jugué y me defendí en la tortura", señala Alejandra Holzapfel.
Durante el careo, el "Guatón" Romo no se atrevió a mirarla. "Estuvimos a un metro de distancia y a pesar de su deterioro no tuve ninguna duda de que es el mismo 'Guatóní Romo que estaba en Villa Grimaldi, el que me fue a detener y me torturó. A la jueza le dijo que no me reconocía, mirando para el lado. Nunca me miró a la cara. Pero yo lo miré de frente, mientras él decía puras incoherencias. 'A esta señora le tiene que haber pagado Ominami... Ominami le pagó a ella! Yo solamente me dediqué a cazar a Miguel Enríquez, a Pascal Allende... Esa era mi tarea, no cazar a estos estudiantes... porque ella debe haber sido del GPM 5! Nuestras preocupaciones eran los grandes! Mi rol fue preocuparme solamente del comité central y de la comisión política". Por ese estilo fueron las declaraciones de Romo.
"Al final, fue el colmo -prosigue Alejandra-. Cuando terminó la declaración y cada uno tenía que firmar, el tipo hizo un ruido muy raro, como si se le hubiera acabado la respiración. Pensé que se iba a morir ahí mismo. La jueza le preguntó si se sentía mal y le ofreció un vaso de agua. 'No -le dijo-, estoy trancadoí. Firmó, se paró... y resulta que se había orinado en la silla de la jueza! En ese momento se me descargó todo el odio... 'Cochino, mugriento, sigues siendo el mismo asqueroso de antes, te viniste a mear en la silla de la jueza!í. Le dije todo eso, y como se había parado para irse: 'Andate de aquí, chancho!í De fondo, escuchaba los gritos de la Funa -'olé, oleeé, olé, olaaaáí- porque habían ido entre 60 a 80 compañeros a apoyarme. Sentí que el problema no era sólo mío, que detrás había mucha gente. Ojalá todos los que tengan que enfrentarse con sus torturadores tengan también mucha compañía! Romo se tiene que haber sentido de lo peor, indigno, malo. Debe habérsele venido todo encima, porque está solo".
"NOS TRATABAN
COMO BASURA"
Alejandra Holzapfel fue detenida por agentes de la Dina el 11 de septiembre de 1974, en su casa, por delación de Humberto Menantaux -uno de los cuatro miristas que aparecieron en televisión llamando a deponer la lucha-, aunque sólo se habían conocido superficialmente. El "Guatón" Romo fue uno de sus captores y Basclay Zapata manejaba la camioneta en que la condujeron a Villa Grimaldi. "Romo siempre estuvo ahí, me interrogó, me torturó, me violó. Esas son las acusaciones que le hago. El argumento que él usa como defensa es que la Villa Grimaldi comenzó a funcionar el 5 de enero del 75, pero yo estoy absolutamente convencida que estuve allí".
De hecho, se sabe que Villa Grimaldi (llamada "Cuartel Terranova" por la Dina), empezó a ser usada desde fines de 1973, pero entre mediados de 1974 y fines de 1975 se produjo la mayor avalancha de detenidos, bajo el mando de los comandantes de ejército Pedro Espinoza y Marcelo Moren Brito. "Fuimos terriblemente vejados -continœa Alejandra-. En Villa Grimaldi todo era terrible, incluso la mœsica. Y todo era hediondo. Nos trataban como basura. En el patio nos hacían hacer gimnasia y trotar, vendados. Tropezábamos unos con otros, y nos caíamos. Era espantoso. De repente nos ofrecían un café y nos pasaban un jarro metálico con el agua tan caliente que una se quemaba. Entonces te lo arrebataban de las manos y se lo pasaban a otro. Todo era tortura".
De ahí fue trasladada a la "Venda Sexy", donde la mayoría de los detenidos eran estudiantes universitarios. "Allí había un individuo, llamado el 'Papií, que nos torturó. Lo pasamos muy mal", recuerda Alejandra. No sólo la torturaron con corriente, también con perros y otros animales.
En ese lugar se encontró con compañeros y amigos. Entre ellos, Luis Dagoberto San Martín, con quien había compartido su vida militante. "Desde el punto de vista humano, este proceso ha sido impresionante. Por ejemplo, los testigos nos encontramos con los padres de Dago, que hasta ahora no sabían cómo había caído preso su hijo. Nosotros les reconstruimos la historia. Ellos siempre dudaron que estuviera muerto. Después de un año de haber caído preso, de repente les llegaban chocolates o cuadernos, y ellos pensaban que los mandaba él, que estaba escondido en algœn lugar. Y quizás se los enviaba algœn vecino que quería aliviarles un poco la pena! Yo les conté que estuve con Dago en la 'Venda Sexyí, y que lo vi sœper mal, tirado en una pieza. A mí de repente me llamaron: 'Que venga el veterinario a verlo!í (yo apenas era estudiante de tercer año de Medicina Veterinaria en esa época). El flaco me dijo: 'Ale, que no se den cuenta que nos conocemosí. Con todo lo mal que estaba, le preocupaba no comprometerme. Murió como militante, comprometido, convencido de estar haciendo un aporte. Lo que menos querría es que lo recordáramos como una víctima".
Una vez liberada, Alejandra Holzapfel debió partir a un exilio que se prolongó doce años. "Tuve ocho años muy amargos en los que intentaba olvidar, pero todos los días el 'Guatóní Romo y los demás torturadores se me venían a la cabeza. Hice un proceso muy propio, sola. Me repetía: tengo que ser capaz de volver a tener una relación sexual, tengo que ser capaz de quedar embarazada... Me proponía metas. Es que todos teníamos que salir adelante!". Alejandra se casó y tuvos dos hijos. Obtuvo el título de médico veterinaria para darle el gusto a su madre, pero nunca ha ejercido.
"Ahora, los que fuimos vejados y maltratados estamos sanos, tenemos vidas y familias normales. Tenemos hijos y nietos, y trabajamos. Yo todavía no pierdo las esperanzas. Creo que va a llegar un momento en que vamos a construir una sociedad más justa, más solidaria, llena de amor. Y el hombre (Romo) está enfermo y preso en Punta Peuco -lo más terrible es que otros andan sueltos-. Si somos muchos los que declaramos, ayudaremos a que su sentencia sea más larga. Me alegra haberle podido decir 'qué bueno verte solo y enfermo; todo el daño que nos hiciste se volvió en contra tuya, y espero que vivas y sufras muchos añosí. Yo no sería capaz de pegarle, ni de torturarlo. Ni siquiera soy capaz de escupirlo, que es algo que mucha gente me dijo que debería hacer. A nosotros nos pueden haber llamado terroristas y cuántas otras cosas, pero somos sœper humanos. Lo œnico que puedo desear es que ojalá Romo esté preso mucho tiempo"

PATRICIA BRAVO