| 30 de julio de 2001 La globalización con sangre entra  .ALVARO Vargas, chileno-canadiense: la experiencia de la protesta antineoliberal en Québec. | | Según una antigua leyenda, Janus, rey del Latium, habría fundado Génova. Saturno lo había dotado con la facultad de conocer el pasado y el porvenir, de allí sus dos rostros. Los acontecimientos ocurridos con motivo de la Cumbre de los países más ricos del mundo -el G 8-, permiten, aún sin disponer de esos atributos divinos, constatar algunos hechos que pueden incidir en la evolución del movimiento antimundialización. Que nos encontramos en una encrucijada de las relaciones entre las naciones industrializadas que propugnan la desenfrenada mundialización capitalista y aquellos que sufren sus consecuencias, lo demuestra la evaluación que han hecho los propios dirigentes de las grandes potencias presentes en ese cónclave. Las diversas organizaciones y colectivos protestatarios, comienzan a entrar en esa temida fase de verdad que ya despuntaba en Seattle en diciembre de 1999, cuando se escucharon las primeras voces de disenso que impugnan la mundialización. Para unos y otros, Génova representa un hito importante. Los sucesos de Génova tendrán también consecuencias en la vida política y social italiana, que marcará las relaciones entre el gobierno de la coalición presidida por el empresario Silvio Berlusconi y la oposición. Las jornadas de Génova y la acción de ONGs, agrupaciones independientes y partidos como Refundación Comunista, tienden a radicalizar a una franja de la militancia de Izquierda que hasta ahora habían mantenido posiciones conciliadoras. Las informaciones que llegan luego del G 8, corroboran esta impresión. Lo primero que llamó nuestra atención al llegar a la ciudad ligurina, fue la militarización y ambiente de fortaleza asediada que reinaba. Una presencia policial y militar omnipresente: helicópteros, lanchas de carabineros patrullando en el Porto Vecchio, tanquetas, blindados ligeros, además de varias naves surtas en la bahía, vigilando a distancia el lujoso navío de catorce puentes, el "Europa Visión", con 781 cabinas y 132 suites, que albergó a los dirigentes del G 8 (a excepción de Bush). En ese barco y en el histórico Palazzo Ducale -dentro del perímetro rojo prohibido por la policía a los manifestantes- se realizaron gran parte de las "sesiones de trabajo" de los dirigentes de los países ricos, a pocos metros de nubes de gas lagrimógeno, del humo y el apaleo de la policía. La represión fue calificada de "a la chilena" por varios periódicos europeos. El vasto programa de la Cumbre del G 8 fue discutido en una reunión "blindada", dedicada según sus organizadores a resolver los males que aquejan a los pobres del mundo, pero protegida de los discriminados de la rica Europa, quienes tampoco parecen recibir los beneficios de la mundialización.  .THOMAS Chiasson Lebel, estudiante canadiense de sociología: organizandola lucha anticapitalista | | Para atenuar la desastrosa imagen de un cónclave exclusivo de ricos, se invitó a algunos presidentes de países del Tercer Mundo: Senegal, Malí, El Salvador, Nigeria, Argelia, Africa del Sur y Bangladesh. La presencia del secretario general de Naciones Unidas, del director de la FAO y de la OMS, buscaba a su vez legitimar un evento que reúne a los dirigentes de los siete países más industrializados, convertidos en una especie de club supranacional que marginaliza parcialmente a la ONU. En cambio, el G 8, encaja muy bien con los objetivos estratégicos de Estados Unidos que tiende a deslegitimar las instituciones internacionales en las cuales pequeñas y grandes naciones están representadas en pie de igualdad. Berlusconi, que pretendía jugar un papel entre los grandes haciendo olvidar sus numerosos embrollos judiciales(1), repitió el día de la inauguración la monserga sobre el supuesto "horizonte insuperable" que representaría la economía de mercado para el planeta, afirmando que luego de la caída del Muro de Berlín y de la dislocación de la URSS, no hay otra alternativa viable. Por su parte, Bush en la misma perspectiva, estigmatizó a los manifestantes, quienes "oponiéndose a la mundialización, condenan a los países en vías de desarrollo a la miseria". Para Estados Unidos que lleva el pandero en estas solemnes misas anuales ad majorem liberalismus gloriam, lo esencial es imponer sus criterios, incluso a riesgo de quedar aislados como lo demuestran las divergencias surgidas en torno al protocolo de Kyoto sobre el medio ambiente. Camino a Génova, Bush fue bastante explícito sobre los objetivos de su administración: "Si nuestras economías no crecen, los países africanos no podrán desarrollarse. Los países prósperos deben aplicar medidas para reforzar esta prosperidad, es decir, menos impuestos, menos reglamentación y más libre intercambio... Debemos desarrollar también nuevos dispositivos de seguridad para hacer frente a las amenazas del siglo XXI, estas nuevas formas de terror son : el ciberterrorismo, el extremismo fundamentalista que nos amenaza y amenaza a Israel, nuestro amigo y aliado". Al menos no se le podrá reprochar falta de sinceridad. Pero la bien blindada Cumbre comenzó a mostrar fisuras antes de su inauguración. Las autoridades italianas contribuyeron al tomar medidas represivas innecesarias que se demostraron ineficaces o contraproducentes. Se restableció el control de pasajeros en las fronteras, abrogando así las disposiciones del acuerdo relativo al espacio europeo del cual Italia es parte, procediéndose a allanamientos indiscriminados y detenciones, tratando de criminalizar a los opositores a la mundialización. Como es sabido, la policía, los servicios secretos y/o de informaciones italianos poseen larga experiencia en la manipulación, la desinformación y la corrupción. Los siniestros complots organizados, alentados y/o urdidos entre los servicios italianos y norteamericanos, podrían ocupar centenares de anaqueles en las bibliotecas. En el contexto político italiano, los partidos institucionales -a excepción de Refundación Comunista, las ONG contestarias y diversas organizaciones alternativas- han aceptado con complacencia los cantos de sirena de los apologistas de la mundialización. Las cúpulas de las centrales sindicales, se han transformado en baluartes del reformismo y de la colaboración de clases. La Cgil, la Cisl y la Uil, recibieron calurosos agradecimientos de Berlusconi al rehusar asociarse a las manifestaciones contra la Cumbre del G 8. Un ministro del partido neofascista Alianza Nacional graficó la ambigua posición del ex comunista DAlema, que hoy dirige a los Demócratas de Izquierda (DS), diciendo: "Es absurdo que proteste contra la mundialización, teniendo en cuenta que fue él quien escogió la ciudad de Génova como sede del G 8 en el otoño del 99 cuando estaba en el gobierno". Una vez ocurridos los primeros enfrentamientos, la dirección nacional de los DS se desolidarizó del Forum Social de Génova, llamando a sus militantes a permanecer en sus casas. Pero fueron sobrepasados por la base, que desfiló junto a miles de manifestantes luego del asesinato del joven Carlo Giuliano, desoyendo a sus dirigentes. Los trágicos sucesos de Génova demuestran que la lucha de masas ha vuelto por sus fueros, logrando hacer fracasar una Cumbre que el anfitrión, Silvio Berlusconi, había calificado como el primero y más importante evento político y social que debía enfrentar como presidente del gobierno. Durante los enfrentamientos a pocos metros del Palacio Ducal, y aparentando normalidad, los comensales se daban a la tarea de beber y comer delicados entremeses(2). Pero al día siguiente de la muerte de Carlo Giuliano, el primer ministro japonés Koisumi no pudo callar y calificó la Cumbre como una "ópera verdiana, una tragedia". Putin y Bush, más preocupados por sus negociaciones sobre la modificación del tratado de limitación de sistemas antimisiles -ABM, firmado en 1972- se abocaron a la discusión del proyecto norteamericano de escudo antimisiles, criticando a los manifestantes que "pretenden representar a los pobres del mundo sin disponer de ningún mandato...". El único que expresó cierta cólera encubierta por el fracaso del evento fue el presidente francés Jacques Chirac: "Estamos en presencia de un problema creciente, el de la representatividad en las democracias modernas, debemos estudiar y comprender la angustia de tanta gente...". Más tarde el mandatario galo puntualizó que los manifestantes no habían ido a Génova "simplemente obedeciendo consignas de tal o cual organización revolucionaria... existe un problema real de comunicación entre los dirigentes electos y la opinión pública". La mayoría de los periódicos europeos condenaron lo que parece ser la última de este tipo de reuniones. "Un G 8 vergonzoso", tituló el matutino parisino Libération. El inglés The Guardian señaló que "la era de las grandes cumbres ha terminado con el G 8 de Génova, que ha concluido sin ningún resultado significativo". El diario francés Le Monde subrayó que el G 8 "no tomaba suficientemente en cuenta los temores suscitados por la mundialización", y el periódico conservador Le Figaro afirmó que el G 8 "ha perdido la batalla de Génova". Hasta el Financial Times sostuvo que la Cumbre tuvo magros resultados. El Daily Telegraph, traduciendo el pensamiento de muchos, indicó que "la idea que la vida de los africanos podría transformarse gracias a los discursos leídos en Génova es una estupidez". La declaración final, lograda con fórceps, expresa los desacuerdos en torno al Protocolo de Kyoto y se extiende enumerando banalidades sobre la contribución de los países ricos para "reducir la pobreza", en el marco de un estricto liberalismo económico. Se aprobó la idea de destinar dinero al Fondo contra el sida, el paludismo y la tuberculosis, asignando mil 300 millones de dólares(3). Se anuló la deuda de los países más endeudados -alrededor de 50 mil millones de dólares- olvidando que Argentina, por ejemplo, tiene hipotecado su futuro con una deuda de 130 mil millones de dólares y que ha quedado fuera de este programa. La idea dominante repetida machaconamente fue que se necesita privatizar aún más para luchar eficazmente contra la pobreza. Se aconseja abrir los mercados a la inversión privada y se proponen soluciones "llave en mano" para salir de la pobreza. Bush, que venía por asuntos más serios, recibió -después de haberlo obtenido de Blair y Aznar- el pleno apoyo de Berlusconi para su programa de escudo antimisiles. En la declaración final los ricos del mundo lamentan "la violencia, la pérdida de vidas humanas y el vandalismo irracional". El primer ministro canadiense, Jean Chrétien, ha previsto desde ya que la próxima Cumbre del G 8 se realice en las montañas Rocosas, en Kananaskis, de difícil acceso, para evitar manifestaciones como las de Génova. Por su parte, la reunión de la Organización Mundial de Comercio se realizará en noviembre próximo en Qatar, en un desierto. Lo que cierta prensa llama "pueblo de Seattle", está constituido por grupos disímiles, con objetivos dispares y a veces contradictorios. En este conglomerado heterogéneo que manifiesta en cada cumbre desde 1999, destaca una gran presencia juvenil. Una nueva generación de jóvenes unidos en el rechazo de la mundialización capitalista que conlleva depredación del medio ambiente, explotación vergonzosa del Tercer Mundo y discriminación y desprecio de los pobres de las grandes metrópolis. Se trata de una generación que a veces no emplea los mismos métodos de lucha que sus mayores. Si bien es cierto, al tenor de los testimonios recibidos, que policías italianos jugaron el viejo y conocido papel de provocadores, infiltrándose entre los manifestantes para justificar la represión y denigrar al movimiento de masas anti G 8, numerosos grupos de jóvenes de diferente inspiración y nacionalidad, unidos en su odio a un sistema que criminaliza a los pobres y desheredados de las grandes y opulentas ciudades del Primer Mundo, atacaron durante el G 8 todo lo que representaba símbolos de un sistema que ha erigido en ídolo al Dios-Dinero. Se les ha calificado de "vándalos", olvidando que los verdaderos vándalos se han instalado desde hace tiempo en el corazón del inaccesible perímetro rojo que toda sociedad de clase edifica, blinda y protege con sus esbirros. Con todo, este vasto, contradictorio, diverso pero entusiasta movimiento, ha logrado imponerse como sujeto político autónomo en la escena política italiana. Sus proyecciones rebasan con creces el mero marco peninsular y se constata que los manifestantes han sido capaces de plantear e imponer en el debate entre los poderosos, sus propios contenidos, opiniones y reivindicaciones, uniendo sus protestas a una notable capacidad propositiva. Ahí están temas como la anulación de la deuda, el impuesto Tobin, el tratado de Kyoto, la lucha contra las multinacionales y contra las patentes por veinte años de productos farmacéuticos, la reconversión de las fábricas de armamento, la lucha por el agua potable para el sediento Sur, etc. Lo que está naciendo, trabajosa y difusamente, es un movimiento inédito que no esconde sus divergencias, tal como ocurrió en los inicios del movimiento internacional de trabajadores en el siglo XIX. Es un movimiento compuesto por jóvenes -y algunos menos jóvenes- que se opone a la violencia mundializadora capitalista, que habla en voz alta de alternativa, de cambio e incluso de revolución, palabra que hoy vuelve por sus fueros, anunciando como antaño que otro mundo es posible PACO PEÑA, Enviado especial a Génova Notas (1) Berlusconi anunció durante la campaña electoral que se esforzaría en reducir la competencia de los magistrados, pidiendo que el Parlamento estableciera cada año una lista con los delitos que habría que reprimir con prioridad. Esto desencadenó una virulenta protesta de los jueces que vieron en esta medida una maniobra para garantizar su propia impunidad. Berlusconi ha sido declarado culpable por la justicia italiana de coimas otorgadas a agentes del Fisco, financiación ilícita del Partido Socialista en la época de Bettino Craxi y de escrituras falsas en algunos balances de sus empresas. Por otra parte ha debido enfrentar varios procesos relativos a su holding, Fininvest. También ha sido acusado de haber corrompido a varios jueces que indagaban en este asunto. (2) Gracias a la amistad de un camarero que servía a los comensales, pudimos enterarnos que el viernes 20 por la noche, cuando el cadáver de Carlo Giuliano entraba en la morgue de Génova, los asistentes al G 8 engullían los siguientes bocados: "Polpo cotto a vapore con puré de patate allolio ligure con salsa alle olive taggische". Luego, "Lasagnette al pesto leggero", pasando enseguida a un "Filetto di branzino con scampi brasati e salsa fresca di limone pomodoro". Finalizaron con un "Semifreddo di pesche gialle e salsa di zabaione freddo e more". Todo bañado con "Pigato bianco e rosé". (3) Según Onusida, en Africa, al sur del Sahara, más de 24 millones de personas están contaminadas con el sida. El gobierno de Africa del Sur -como Brasil en nuestro continente o India en Asia-, ha tratado de fabricar medicamentos a bajo costo contra esta enfermedad, sobre la base de productos puestos en el mercado por multinacionales farmacéuticas. Un grupo de laboratorios encabezados por tres o cuatro multinacionales han entablado procesos, aduciendo que deben proteger sus patentes, proponiendo tratamientos tan caros que resultan prohibitivos para los países pobres. Cruzados de la antiglobalización Seattle, Washington, Davos, Sidney, Québec y Gotemburgo -y ahora Génova- fueron sitios de acogida para los militantes contra la globalización. Las pantallas de televisión mostraron capuchas, pañuelos, marchas multitudinarias, banderas rojas y otras rojinegras. Las imágenes hablaban de que algo profundo estaba pasando en esos templos del capitalismo. Dos jóvenes participantes de este movimiento que se opone a la mundialización de los mercados contaron a PF cómo se organizan y cuáles son algunos de sus objetivos. Descubrimos que esta lucha no es exclusiva de los jóvenes y que tampoco es monopolio de ciudadanos de países ricos. Thomas Chiasson Lebel, de 22 años, es dirigente de la carrera de Sociología de la Universidad de Québec en Montreal, Canadá. Hace unos días visitó Chile y se reunió con sus pares de la Universidad de Chile, donde presentó ponencias y estudios estadísticos que hablaban de cómo el sistema capitalista aplasta al Tercer Mundo y, también, cómo es posible globalizar otros valores. "La mundialización y la globalización no son malas en sí mismas, lo malo es cómo se dan. Este sistema económico intenta imponerse en la vida económica, política y cultural de los seres humanos para integrar todos los aspectos de sus vidas", señaló el joven. Acompañaba a Thomas otro antiglobalizador, Alvaro Vargas (28), que ni él siquiera tiene claro si es canadiense o chileno, porque a temprana edad se fue exiliado con sus padres y creció en otra sociedad: "Ya no sabemos si somos chilenos, canadienses o franceses; sólo sabemos que somos seres humanos". Es un joven antropólogo que reside en Canadá y pertenece al Grupo Opuesto a la Globalización de los Mercados (Gomm), una de las muchas organizaciones que participaron en las manifestaciones de Québec. Estos grupos se comunican vía Internet para cada nueva arremetida y de vez en cuando tienen la posibilidad de mandar a uno de sus miembros a algún lugar del mundo para difundir un mensaje muy simple, y también profundo: "la especie humana está en peligro de extinción". Thomas dio una idea de la amplitud de ese tipo de organizaciones. En la Cumbre de los Pueblos de Québec, aparte del contingente internacional en el que destacaron chilenos y mexicanos, "hubo centros de abuelitos que se organizaron para ir a cantar frente a la policía e, incluso, el conservatorio de la ciudad llevó una orquesta para tocar música de Mozart y Bach a la que adaptaron letras contra la globalización". Y es que una de las premisas de estas organizaciones es la no exclusión de nadie. El dirigente estudiantil canadiense contó que "estamos tratando de hacer una globalización de las luchas y allí caben los abuelitos, los jóvenes, los profesores, todos. La idea es que podemos luchar contra la globalización juntando diferentes grupos con sus respectivas particularidades". Otra característica de este movimiento es la amplitud de las demandas. Thomas recalcó que eso ha sido clave, por cuanto permite mantener unidos a grupos muy distintos: "Tomar una reivindicación grande y amplia, como estar contra la globalización, hace confluir distintos grupos con diferentes niveles de radicalidad. El propósito es hacer un trabajo concreto e ir en una determinada dirección". Alvaro relató que durante el año que antecedió a la Cumbre de Québec 2001 se logró cierta coordinación con grupos que surgieron espontáneamente. "Coaliciones de sindicatos, grupos comunitarios y de mujeres se plantearon generar movilizaciones contra la Cumbre. Pero al mismo tiempo quisieron crear un foco anticapitalista y hacer educación política. Eso se convirtió en una dinámica espontánea de intercambio entre diferentes segmentos de la sociedad: las mujeres transmitieron sus inquietudes a los estudiantes, éstos a los trabajadores y, a su vez, los trabajadores a las mujeres, en una especie de círculo. En corto plazo se concentró una mezcla de inquietudes que generó nuevas críticas sociales. Se dieron situaciones parecidas en distintas ciudades canadienses: Montreal, Québec, Halifax, Hull y Toronto. Sin querer, teníamos diversos focos antimundialización". No faltaron problemas ni dudas en la organización de estas vertientes anticapitalistas, en parte por la gran cantidad y variedad de conglomerados. Según explicó Alvaro, en la mesa de convergencia se juntaron los megasindicatos. De otro lado había alrededor de cuatro grupos diferentes. Uno llamado OQP ("ocupas"), reunió grupos de Québec y agrupó a sindicatos, vecinos y estudiantes. En Montreal se creó la Convergencia de los Grupos Anticapitalistas, donde se unieron anarquistas. Más adelante, nació en Québec la Convergencia Anticapitalista (Clac). "Cada una, con sus distinciones y particularidades", señaló Alvaro. Entonces se dio un hecho singular: "Extrañamente, tanto en Québec como en Montreal surgieron dos organizaciones distintas. En Montreal se formó una organización anarquista (donde había una trotskista) y en Québec una más bien trotskista (donde había una anarquista). Así, esos dos elementos políticos se confrontaron y fusionaron para crear los grupos antiglobalización de Canadá". Un problema que se presentó a la hora de unir diferencias fue que habían organizaciones anarquistas que propugnaban la acción directa, y otras la no violencia. "Hubo un debate para determinar si éramos violentos o no, si adoptábamos o no la violencia. Esa discusión, que más bien dio problemas a las organizaciones, fue un pajeo intelectual. Finalmente llegamos a una estrategia que se llamó diversificación de las tácticas, que implica usar todo tipo de acciones, pero de acuerdo al momento y a la coyuntura específica". Una tercera y última característica de este movimiento es la simpleza y, a la vez, lo poderoso del objetivo último de los antiglobalizadores. Cuando Alvaro Vargas explicó la causa por la que ellos se manifiestan, dijo: "Estar contra la globalización es estar en contra de un pensamiento único, es estar por la diversidad de pensamiento en cada país. Tenemos particularidades de cultura que debemos conservar para mantener la vida humana en las Américas" LUIS KLENER HERNANDEZ | |